Wednesday, May 4, 2011
El corazón de Jesús/ECLECTICA
Este último filme confirma a Marcos Loayza como un director innovador del cine nacional. Los críticos locales calificarán a "El corazón de Jesús" como una especie de "thriller" (tanto les encanta usar este vocablo inglés recién descubierto por ellos) y no se equivocan. El thriller cinematográfico nace con el cine, pero apenas se recurre a él en Bolivia: lo hacen Agazzi y Loayza. El suspenso bien manejado, policial o no, da como resultado en el espectador el mismo estado de alerta, de incertidumbre, que quiere adivinar.
Lo interesante en el caso de la nueva obra de Marcos Loayza viene a ser la amalgama de dos escuelas de cine, dos temáticas al menos, del escenario latinoamericano: "Nueve reinas", de Fabián Bielinsky (Argentina/2000) y "Sin remitente" (México/1994), de Carlos Carrera. Mientras Bielinsky juega magistralmete con una trama detectivesca, Carrera lo hace en un ambiente más subjetivo -íntimo- con los avatares de un hombre pronto a jubilarse que apuesta a la vida en un argumento en esencia también de detectives. Los desenlaces necesarios para concretar la obra y contentar al espectador, ávido de respuestas, dentro del cine en América Latina, unen el ámbito investigativo, aquel formal de claves y soluciones, al de un entorno físico y social que tiene que ver con la miseria del continente, a diferencia de sus pares europeo y norteamericano, y le añaden cierto sabor humano del que algunas veces carece el perfecto, y solvente, arte del Primer Mundo.
Fuera de la historia que se relata, y sin embargo como importante sostén ambiental del texto, Loayza utiliza dos recursos distintos, el de un músico que cuenta en sus canciones un drama similar al que se desliza en la pantalla, con éxito durante un noventa por ciento de la cinta, con la sola excepción del epílogo donde el cantante parece desequilibrar contexto y persona en excesiva e innecesaria explosión emocional; otro, la ciudad donde se desarrolla la trama: La Paz. Loayza consigue darle, en un goteo de fotografías e imágenes, diurnas y nocturnas, estatura de personaje. El individuo como apéndice de un universo mayor, reunión y consumación de la tragedia: Dublín en Joyce; Berlín en Döblin, y, por qué no, La Paz en un cercano Víctor Hugo Viscarra, que si bien no se muestra, se presume en los desesperantes actores de este nuestro pabellón de cancerosos.
Destacado papel el de Cacho Mendieta, quien tiene sobre sus hombros el peso de la obra. Siempre se puede criticar algo, y tal vez se hablaría de detalles que más bien pertenecen a errores de edición, porque el actor sigue indicaciones y sus espacios de improvisación están limitados, pero su desempeño colma las expectativas. Al igual que en "Cuestión de fe", Loayza maneja con sobriedad los sujetos que caracterizarán a sus personajes, y la elección de Cacho Mendieta fue correcta.
Hablar de la "troupe" como conjunto no es desmerecedor. Los enfermos parecen salidos de "Marat/Sade"; o son enfermos de veras o brilla su capacidad de ejecución.
Melita del Carpio, el segundo personaje que apuntala al protagonista, resiste con soltura un rol difícil; difícil porque debe truncar sus propias posibilidades para impulsar las del otro, pero estos son sutiles desdenes del arte, o sutiles panorámicas de la versatilidad de una actriz.
"El corazón de Jesús", con más que instantes de brillantez, marca el inicio de un nuevo cine en Boliva, agresivo y pleno de creatividad.
19/julio/04
Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), julio, 2004
Imagen: Afiche argentino del filme
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