Tuesday, May 3, 2011
El samurai sombrío
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
"The Twilight Samurai" es una película del maduro director Yoji Yamada. Alguien, a tiempo de apreciar sus claroscuros y una belleza general, sugiere que el filme podía haber sido hecho cincuenta años atrás. No sé si tomar aseveración tal como crítica o como simple observación. Creo que cabe más esta última. Si uno no supiese de antemano que "The Twilight Samurai (Tasogare Seibei)" se hizo el año 2002, fácilmente creería que proviene de la época de oro del cine "samurai" japonés.
Cuando éramos niños, las salas de Cochabamba se atestaban de mal cine "chino". Algunas cintas serían chinas, otras quizá japonesas, dudo que algunas coreanas porque la infraestructura fílmica de este país estaba en ciernes. Las películas "chinas" estaban llenas de acción y de sangre, y de romance peculiar, al estilo de esas tierras, con muchos gritos, pasitos cortos y rápidos, mucho agacharse y matar con crueldad. Los espadachines, a diferencia de los regordetes mosqueteros franceses, eran delgados y barbilampiños guerreros de ojos rasgados. Y volaban a la manera de Superman, sin capa, como guiados por sus espadas a modo de pararrayos que iban a estrellarse en el cuello rival y producir un pozo petrolero de sangre que se elevaba un metro por encima del occiso.
Esa era la infancia. La idea del cine japonés se reducía a bregas eternas, húmedas de muerte de principio a fin. James Bond, el apuesto espía inglés, muestra atesorada del civilizado imperialismo, no hacía más que confirmar que la gente amarilla era desalmada, cruel; los japoneses, cuando aparecían, ponían los pelos de punta, ya que todos eran expertos en artes marciales y con un inigualado cinismo a tiempo de dar muerte.
Después vino Kurosawa, que le cambió la faz al Japón, al menos entre cierto público. Los samurais de Kurosawa, salidos de la ficción histórica, eran complejos personajes. "Los siete samurai" (1954) perdió para mí su encanto cuando se hizo un Western imitándola. Quizá por condición de occidental, y sin importarme entonces los detalles magistrales, preferí a Yul Brynner, vestido de negro y con pistolas, en Technicolor, que a Toshiro Mifune. He intentado otras veces a "Los siete...", sin éxito. Los vaqueros y el yermo del sudoeste aún, de manera inconsciente, se me antojan más.
Sin embargo cuando el mismo Kurosawa retoma el feudalismo japonés, más en "Kagemusha" (1980) que en "Ran" (1985), es soberbio. La historia del caudillo Shingen en la época de las guerras civiles, también retratada en la oscura aunque interesante cinta de Haruki Kadokawa "Heaven and Earth" (1990), es en mi opinión el más logrado filme de epopeya en la historia del séptimo arte.
Seibei el personaje de "The Twilight Samurai", es un samurai de rango menor -rango determinado por el salario-, que trabaja como dependiente de contaduría en los almacenes de su clan. Su mínimo ingreso no le alcanza para mantener a su vieja madre y a dos hijas. Sabemos que su esposa murió de tisis y que enterrarla bien, según el decoro social obliga, lo endeudó sin salida. Casi al final de la obra, cuando Seibei va ordenado a matar a un samurai mayor y de más rango, que se niega a suicidarse ritualmente por orden de su señor y por delitos cometidos dentro de su grupo social, le cuenta a su futura víctima que tuvo que vender su espada larga, el más preciado tesoro de un guerrero, para pagar el entierro. Aclara que todavía carga su espada corta, y que él se educó en un dojo de esa característica. Esa confesión despierta la conciencia de la posible víctima, espadachín de renombre, y azuza el combate que terminará con su muerte y con la supuesta bonanza que como premio recibirá Seibei. Felicidad efímera que en tres años acaba, cuando Seibei es muerto en un enfrentamiento de las fuerzas de su clan, tradicionalistas, ante el nuevo ejército imperial.
Esa charla entre los dos guerreros, uno confesándole al otro su miseria, es la parte mejor de la película. No sólo existe la carga emocional de aquellos que habiendo conocido la opulencia se encuentran en el desmayo de la pobreza, sino porque retrata el nacimiento del Japón moderno, durante el período Meiji, a partir de 1899, y el fin del Japón medieval, el alba de los ejércitos modernos y la terminación de los combates singulares. La pérdida de la tradición y del honor, la muerte del samurai que resta como resabio folklórico de un país que antes fue.
Tema explotado también en la no muy lejana cinta "El último samurai", con la actuación de Tom Cruise, de mediocridad pasmosa para sujeto tan extremo. Libradas algunas escenas y parte del decorado y uniformes, "The Last Samurai" es digna de olvido. Sin tanta rimbombancia, y con un presupuesto sin comparación con la obra en mención, "Twilight..." queda como un profundo retrato humano de una casta vencida y, en muchos casos, inútil. En una escena, Seibei le dice al hermano de su futura nueva esposa, la bella Tomoe, que cuando perezca el samurai él se dedicará a la agricultura. Me recuerda a un noble ruso del gobierno de Catalina la Grande o del zar Alejandro, que el profesor Avrham Yarmolinsky anota, diciendo que dados los tiempos haría a sus hijos aprender labores manuales que les permitieran comer, ya que se venía -entonces- el derrumbamiento de los beneficios de clase.
"The Twilight Samurai" tendría quizá dos acepciones en un nombre español: "El samurai sombrío" o "El samurai del crepúsculo". Seibei es conocido entre sus compañeros de trabajo, samurais convertidos en administrativos, como "el sombrío", pero si preferimos la esencia del sustantivo "crepúsculo", no sólo hablamos del personaje sino de la época.
El período Meiji traerá consecuencias internacionales inmediatas como la guerra sino-japonesa, la instauración de normas de modernidad -y la independencia- en Corea; la guerra ruso-japonesa y el desastre occidental. Japón se plantea el futuro con papel protagónico, hecho que ni la derrota de 1945 detuvo. El samurai quedó en el olvido, su sombra se pasea por las ya perdidas calles de Edo y de Kyoto. Lo rescatan los fanzines, la animación japonesa. Armaduras vacías de museo que alguna vez emocionaron..
14/06/2007
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Publicado en Puño y Letra (Correo del Sur/Sucre), junio, 2007
Imagen: Poster japonés del filme
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