Wednesday, June 15, 2011
Matta/MIRANDO DE ARRIBA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
El general Pinoshé puso al pintor Roberto Matta en la lista de los que debían ser castigados, nombre tenue de la muerte. El general Pinoshé-po hoy evita la justicia haciéndose pasar por demente y débil mental; no tiene mayores opciones. Mientras tanto, Roberto Matta acaba de morir circundado de gloria; su arte se expone en todo el mundo; algunos de los expresionistas abstractos norteamericanos le deben escuela: Pollock, Gorky, Rothko entre otros; el servicio postal francés emitió un sello de sus series de pintores con un cuadro suyo. Cuando muera el general Pi-Po-Shé ni rastro quedará de él, tal vez la borrosa figura de un imbécil arrastrando sus medallas. La historia ya castigó al militar, sin que Roberto Matta, pintor chileno, se haya siquiera pasado el trabajo de anotar su nombre inmundo en la lista de inmundicias.
Le gustaban las mujeres, costumbre que lo llevó a entablar relaciones con la esposa de Arshile Gorky, lo que aseguran empujó al pintor armenio-norteamericano al suicidio. Arshile Gorky cargaba en sí la tragedia del genocidio armenio, y la tristeza de sus ojos y los de su madre, en retratos anteriores al estilo pictórico que adoptó, muestran su carácter depresivo. Aquella muerte costó a Matta el desdén de sus compañeros surrealistas. Corría el año 48 y hasta el 59, cuando ya el movimiento había caducado, no pudo retornar a él.
Difícil describir su pintura para un diletante artístico. Oscuros espacios, contrastes de negro y blanco, figuras fantásticas y fantasiosas, alucinaciones del ultra espacio. Marcel Duchamp afirmaba que la intromisión de Matta en este universo espacial era su mayor contribución al arte surrealista. Matta ejercitaba la pintura automática, como Robert Desnos la poesía. Se le acusa de haber cedido sus principios para comercializar sus cuadros. Sin embargo el cambio se asemeja más a una exploración diferente de los temas, colores y técnicas que a un retroceso. Cada artista es personal, pero Roberto Matta -como Paul Klee- llega a ser único y, como tal, sobrepasa la decadencia del surrealismo y pervive en un arte siempre fresco y renovado.
Los franceses lo consideraron el último gran superviviente del círculo de André Breton. Vivió en París, Londres, Nueva York, Milán. Conoció a García Lorca y a Neruda en España. Admiró y colaboró a Salvador Allende. Estados Unidos le negó por muchos años la visa por sus ideas de izquierda. A pesar de eso residió allí por una década. 1911-2002.
01/12/02
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Publicado en Opinión (Cochabamba), diciembre, 2002
Imagen: Un catálogo de la obra de Roberto Matta
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