Wednesday, June 15, 2011
Pobre Argentina/MIRANDO DE ARRIBA
Siempre existió el mito de la Argentina opulenta. En las regiones urbanas aquello fue una realidad a medias; ausente en el campo. Si bien había una burguesía numerosa, con poder adquisitivo y un nivel de vida superior a cualquier otra nación del tercer mundo, los índices de pobreza eran alarmantes. En la década de los sesenta la revista Siete Días reveló en una serie de artículos que la nación hartada y bien vestida reflejaba solamente una de las caras de la moneda y que en la Argentina había hambre, miseria, mugre y enfermedades. Desde Mendoza hasta Corrientes, pasando por las provincias de Salta, Catamarca, Tucumán y Formosa, la pobreza extendía su manto sobre casi la mitad del territorio.
Estas condiciones llevaron a los ideólogos de la revolución social a señalar a la Argentina como un posible foco rebelde con bastantes probabilidades de éxito. De allí surgió la fracasada guerrilla del Uturunco en Salta; por eso desapareció en el monte el lúcido periodista argentino Jorge Massetti. La presencia de Ernesto Guevara en la selva boliviana intentó ser un trampolín hacia el objetivo principal que era la insurrección argentina. Años después, y dado el lamentable estado de vida de la población en Tucumán, el Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP, de los hermanos Santucho, inició la guerra rural en el bosque espinoso de la región, confiado en que su prédica radicalizaría a los más pobres. Se equivocaron. La gente esperaba realizar el "sueño argentino", alcanzar la imagen saludable que el país reflejaba en el exterior: grandes asados, tierras productivas, los mejores jugadores de polo, el mejor fútbol. Las banderas de su revolución ondearon efímeramente en Famaillá.
Siempre hubo una Argentina pobre. Caso contrario sería imposible un fenómeno como el de Eva Perón. Una población rica no necesita mendigar a la vera de ningún tren gubernamental que arroje comida por las ventanillas. Los hijos de Eva -Duarte, no la bíblica (o ambas)-, sus "descamisados", eran los miserables. Cierto que los males se han agudizado, gracias a la corrupción nuestra de cada día, a la "ayuda" del Fondo Monetario Internacional, y a los continuos celos de los Estados Unidos que jamás perdonaron a la Argentina intentar ser ella misma, ajena a sus mandatos, cosa que puede ocurrirle también a Brasil en la actualidad. Pero los famélicos niños argentinos que muestra el televisor no son cosa nueva.
4/12/02
Publicado en Opinión (Cochabamba), diciembre, 2002
Imagen: Cartel de la época
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