Wednesday, July 6, 2011
Siberiada/MIRANDO DE ARRIBA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Se asocia Siberia con la larga letanía de castigo en las historias rusa y soviética; pero, además de servir como campo de alejamiento de los indeseados, Siberia ha sido un foco pujante de desarrollo, y la mayor reserva de riquezas de la nación. Desde que los zares enviaron a un mítico Yermak a descubrir la mítica tierra que hoy llamamos Siberia, la región ha materialmente alimentado el occidente ruso con sus recursos; cuando Stalin se vio avasallado por las hordas nazis, fue el oriente soviético el que proveyó la interminable lista de cadáveres que finalmente derrotaron al "jabalí alemán" (Borges).
Andrei Konchalovsky, director de cine, proviene de una familia de artistas. Su hermano, Nikita Mikhalkov, representa -con él- lo mejor del cine ruso. "Siberiada" es un filme de Konchalovsky realizado en la URSS en 1979 y que obtuvo el Gran Premio del Jurado en Cannes el mismo año. Curiosamente, su Siberia no narra la historia del exilio, sino la vida de dos familias, los Solomin y los Ustuizhanin, ricos unos, pobres los otros, en la inmensidad de la taiga.
Afanasi Ustuizhanin, el padre, ha dejado de vivir para dedicarse a construir un camino de troncos en medio del bosque hacia la estrella polar. Su hijo, que lo acompaña en su epoyeya, encuentra a un preso político fugado, anarquista o socialrevolucionario, que le habla de Tomaso Campanella y la Ciudad de Luz. Esa obsesión, que pasará por dos generaciones, no difiere de la del padre: todos ellos buscan la claridad, sea ésta producto de una obsesión o de un deseo revolucionario.
En Elan, el pueblo, viven también los comerciantes Solomin con una opulenta vida de explotadores. Las dos familias se unen en vínculos de odio y de amor. El segundo Ustuizhanin se fuga con la hija de los Solomin y tienen un vástago con quien terminará la dramática historia familiar, luego de cubrir un espacio que va de principios del novecientos a los años sesenta, atravesando las guerras mundiales, la revolución, la guerra civil, Stalin, la desinfección, el eterno sueño de una Rusia ansiosa de crecer.
En Konchalovsky se mezclan lo misterioso y lo mitológico de la escondida Siberia con la tecnología moderna, la confrontación de ideas y conceptos, la vieja Rusia y la nueva, la diáspora y el retorno. Siberiada conjunciona las voces del gimiente bosque con un gramófono que toca hermosos tangos en ruso. La voz del solista no envidia la de Ignacio Corsini. El tango, oído en un henar siberiano, es el llamado al progreso; no así las cruces de madera tallada de los ancestros.
22/06/03
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Publicado en Opinión (Cochabamba), junio, 2003
Imagen: Afiche ruso del filme
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