Monday, October 10, 2011
Botín de guerra/MIRANDO DE ARRIBA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Me gusta navegar, como llaman a la búsqueda de información, en la internet, y a veces comprar: un incensario en forma de gallo de la última dinastía china, de Shangai; viejas etiquetas de cerveza boliviana desde Wroclaw, en Polonia (¡!), y demás extravagancias accesibles. Vicios de coleccionista, o coleccionador si hacemos caso a los médanos del verbo, que me llevan, el viernes pasado, a ingresar al Mercado Libre argentino, sitio virtual de subastas variadas. Paseo por sus secciones de libros: Jean Genet y Marcel Schwob; primeras ediciones; cristalería italiana más orfebrería bohemia, rastros de ida opulencia. Paso al sector de antigüedades y me detengo en una oferta que lee: Botas del Che. Abro el archivo y en el sector de sitio de venta dice Bolivia; el detalle del artículo clama que son los calzados que llevaba Ernesto Guevara antes de morir; para dar interés y exacerbar el morbo se aclara que hay rastros de sangre en las todavía "en buen estado" botas de combate. Precio básico de compra: cincuenta mil dólares y lugar para finiquitar la transacción a definirse entre comprador y vendedor desconocido. Once interesados ya visitaron el espacio; doce conmigo. No tengo los cincuenta mil, y no los usaría para eso, pero me interesa saber quién ofrece este triste botín, no ganado en batalla sino en asesinato. Sin duda un oficial de alta graduación, dado que pasaron más de tres décadas, o alguno de sus descendientes ávido de lucrar, tan mal está el país, con la memoria de un hombre demasiado grande para haber caído en manos de semejantes matarifes.
Se habla, y se habló mucho entonces, de patria, de soberanía. Ahí está la patria, en el descarado y sucio comercio de una memoria sangrienta y vergonzosa. Quizá este ignoto militar -hoy mercachifle-, general, almirante, león de tal o tigrillo de cual, se vea en la necesidad imperiosa de comer porque ya dispuso de lo robado en sus largos años de poder y no le quedan otros recursos que echar mano de las pobres botas que le arrebató cobardemente a un gran hombre, y las ofrezca al mundo pidiendo, en indecente soberbia, la suma mencionada. Que se las comprarán no cabe duda.
No faltan espectros que se nutren de fetiches.
Nada mejor pudo ocurrir en la vida a esta banda de mediocres que Guevara se les cruzara en el camino. Gracias a él vivieron, tuvieron su instante de historia. Ya muerto qué les queda, sentarse a vender en un puesto unas frutas, unas botas, cualquier patria.
30/05/04
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Publicado en Opinión (Cochabamba), mayo, 2005
Imagen: Portada del comic "Che. Una biografía gráfica", de Manuel "Spain" Rodríguez, Nueva York
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