Monday, October 31, 2011
Posibilidades de un juicio/MIRANDO DE ARRIBA
La cháchara del gobierno norteamericano ha casi obligado, por las presiones externas y cierta fidelidad hacia lo que se pregona, a entregar a Saddam Hussein a la justicia de un nuevo y "autónomo" Iraq. Hubiera sido más sencillo simplemente esfumar al tirano que presentarlo a un juicio público que puede mostrar dos caras, una favorable a la administración Bush e incluso a la ocupación, y la otra, impredecible, que quizá arrastre profundos dolores de cabeza a los nuevos amos de esta Babilonia.
Los crímenes sadamitas son indefendibles desde todo punto de vista. Tortura, violación y muerte sistemáticas que su reino de terror ofreció se mostrarán en la justa medida de su atrocidad ante el mundo. Irán, inclusive, ha presentado cargos ante la justicia iraquí contra su régimen por el cruel asalto a su soberanía que derivó en una larga guerra. Esta resulta ser una difícil - ¿inesperada?-perspectiva para los Estados Unidos que alimentó aquel conflicto, al lado de Hussein, como parte de su campaña contra el fundamentalismo islámico iraní. El uso de armas químicas entonces tuvo la venia, y seguramente la instrucción especializada, norteamericana. Saddam representaba en el momento una útil herramienta para prevenir la expansión de la ideología que Irán podría exportar a las naciones de su entorno, hecho político que fuera resultado de otro tremendo fracaso de la política exterior estadounidense que animó al autocrático imperio del Shah en oposición a todas las normas democráticas que hubiesen aconsejado amplitud en el contexto. Khomeini tuvo de aliado fundamental la estupidez e hipocresía de Washington.
Saddam Hussein está hoy en el banquillo de los acusados y su condena, moral al menos, es irreversible. Pero un condenado tiene voz y memoria, e información muy íntima que al ser develada señalará las falencias como las ambigüedades del juego norteamericano de intereses, asunto que no caerá bien a nadie. La opción, donde la práctica "democrática" de los Estados Unidos ha hecho maestría, de desaparecer, suicidar, enloquecer a un incómodo testigo flota entre las posibilidades a tomarse, incluso un orquestado asesinato por alguien afectado directamente por la violencia del gobierno del dictador. Se debe, ante todo, evitar un juicio largo. Actuar expeditivamente debiera ser la instructiva a los serviles leguleyos de turno. Demasiada propaganda tal vez exponga una no deseada vista a la legalidad de la Pax Americana.
4/7/04
Publicado en Opinión (Cochabamba), julio, 2004
Imagen: Saddam Hussein momentos antes de ser ajusticiado
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