Tuesday, April 17, 2012
Recuerdos de la Cumbre/MIRANDO DE ABAJO
Estas reuniones cada vez semejan un tiradero de plata, y quizá lo son. Se duda porque no sabemos lo que se teje en la sombra, fuera de la tonta parafernalia de incluir niños felices, con arrobadores colibríes de papel en las manos y dando saltitos hasta donde se encuentran los jefes para soltar su inocente opinión. Sé que intentan insuflar esperanza en el futuro, cuando éste ya se perdió. No seamos optimistas.
Como siempre, y para orgullo boliviano -no importa cómo, pero que se hable de Bolivia-, el pluripresidente se salió con su capricho, el de meter por fuerza al gobierno anfitrión para jugar un partido de fútbol. Y es que el oficioso infante realmente disfruta de patear -mal- un balón y regodearse con la expectativa que causa su presencia: reporteros en busca de la noticia trascendente o de la siempre jugosa anécdota que trae consigo el mandatario. Nunca, aparte de un célebre y ruin rodillazo, había visto al Amo en este colectivo de veintidós corriendo detrás de una bola. Presté atención, cuando con sorna la televisión colombiana anunció el resultado del “clásico” Bolivia-Colombia: empate. Evo Morales pateó un penal con la habilidad con que yo toco la trompeta, es decir ninguna. Ese puntazo no tuvo ni fuerza ni intención; fue como tirarle a la piñata, a ciegas y al azar. Basta de fútbol, porque yo sí que no caigo en las jugarretas del susodicho.
Igual que Obama, perdí interés en la palabrería huera de los mandamases y me eché un sueñito. Parece que ello molestó a algunos, pero, opino, que es la actitud más racional ante el absurdo. Un día antes me pasó lo mismo, mirando de casualidad la tevé venezolana que mostraba otro de los millones de festejos que hace Hugo Chávez de su grandeza imperecedera. Insultaba al candidato opositor y sentenció un KO en las elecciones de octubre. Puede ser, pero que no crea que sus sollozos han sacado del cuadrilátero a la muerte. Olvida que la Pelona no es cristiana y que su guadaña corta sin distinción. En ese pugilato ya hay un perdedor, y el knock out que ella le ha de propinar está decidido. Me pregunto si alistará tanques para esperarla, metralla y crucifijos. Esto me huele a algún poeta componiendo el más triste bolero, el del guerrero que ante la muerte se arredró, reculó, y se descompuso en orines.
Qué galería de notables en el estrado. Que ciertos entre ellos merecen respeto no voy a negarlo. Fuera de las cosas malintencionadas que se dijeron acerca de Mujica, presidente de Uruguay, el hombre es mesurado y, al menos en apariencia, va construyendo un sólido país. Los hay bufones, y también inútiles representantes de islitas caribeñas que quizá tengan voto pero no tienen voz. Al menos, hablando de verbo, y en este caso del dramatismo novelero, nos libramos de que Correa estuviese presente, gritando, arrancándose la camisa, en arrebatos femeninos (perdón a las mujeres) y vocecilla de cantor de coro; que Dios nos libre.
Las Malvinas son argentinas, sí señor, pero felizmente no pertenecen a Cristinita Primera, emperatriz. Mejor que las mantengan por ahora los kelpers, o hasta Inglaterra, que permitir a esta señora extender sus ávidas garras sobre un territorio que sería objeto de distribución personal de bienes. No olvidemos que está decidida a fundar dinastía, cosa común entre revolucionarios cuyo único sueño es emular a los reyes, y va preparando primero a su hijo, el camporita rico y “rebelde”, y luego a su cría cineasta para gobernar. Que las Malvinas vuelvan a ser argentinas, seguro, pero primero que se vayan las ilustres señorías.
Una cumbre para recordar. Al patichueco presidente, al dormido y desilusionado norteamericano, el permanente rictus amargo de la Kirchner, la usual verborrea. Colombia, discursea Santos, lucha contra las drogas comenzando con el cultivo. Se olvidó de decir que otros países lo fomentan.
16/04/12
Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 17/04/2012
Imagen: Logo de la Cumbre de las Américas
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