Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Seguimos con la misma historia. Y seguiremos mientras lo permitamos. Ya la triste cháchara de la democracia como pretexto cansa, porque la democracia supuestamente tiene recursos para terminar con el desastre que nos acosa. ¿O estamos presos sin remedio? ¿Del amo iletrado, de los movimientos sociales, del príncipe consorte?
Seguimos con la misma historia. Y seguiremos mientras lo permitamos. Ya la triste cháchara de la democracia como pretexto cansa, porque la democracia supuestamente tiene recursos para terminar con el desastre que nos acosa. ¿O estamos presos sin remedio? ¿Del amo iletrado, de los movimientos sociales, del príncipe consorte?
Los procesos
contra tres medios de prensa acumulan detalle, no resultan extraños. En algún
momento del pasado uno de ellos alegó, para defenestrar a un colaborador, un “código
de ética” que olía más a servilismo que a otra cosa. De poco le sirvió. Cuando
un régimen acelera camino del fascismo se torna hambriento, glotón, y no repara
en actitudes lambisconas; no necesita genuflexiones ya que en apariencia posee
todo. Dado el antecedente, no será raro que algunos corran a postrarse a los
pies del mandarín, cometiendo, otra vez, un error que nunca paga: cobardía.
Me pregunto qué
será de los mastines, llamados columnistas, que entonces se lanzaron como
perras en celo ante quien no podía defenderse. Lo lógico estaría en leer hoy
sus mismos arrebatos en contra de quien puede literalmente acabarlos, insultar
a los mandamases. El contexto es el mismo, racismos y vainas que en el jolgorio
han perdido hasta su esencia semántica. No habrá tal. Quizá más intentos de
congraciarse con el gobierno; llantos también; promesas y arrepentimientos. En
lugar de plantarse y presentar batalla, como puedan, porque caso contrario
serán deglutidos.
No hablo de
todos. Otros han demostrado, desde siempre, un código real de defensa de la
libre expresión, durante las dictaduras y ésta de nuevo cuño. Lástima que no
tendrán la cobertura de Assange, al que defiendo pero reprocho haberse echado
en brazos de la vedette que se hace llamar presidente de Ecuador. Ahí le hizo
el juego a una diferente expresión de la derecha arriesgando la valía de su
discurso.
Debemos ser el
país con más procesos judiciales en el mundo. Y el más indisciplinado en
aceptar y seguir las leyes. África en América, por ejemplificar la absoluta
falta de civilidad de sus gobiernos e igual de su población. Todos quieren
todo, a la fuerza, y nadie respeta nada. ¿Para qué tener semáforos si las
recuas no saben distinguir colores? ¿Para qué constituciones que son cada día
violentadas? ¿Para qué país?, sería la pregunta correcta. Una, que si
continuamos como vamos puede darnos una abrupta respuesta.
Destrucción,
reversión, tierra que se lincha a sí misma, que goza, como su gente,
desnudando, golpeando, quemando al inerme. En Bolivia inocentes no hay, solo
culpables en un colectivo de “jueces”. Terrible y peligroso. Asocien eso a la
ignorancia, pobreza, a la prédica de cancilleres papalisas, presidentes
copleros –por decirlo suave-, otros del círculo mágico de millonarios, por y
para la “revolución”, rodeados de aura sabihonda cuando en realidad son especímenes
de escaso cerebro. Mitos, mitos, mitos.
Los procesos a
los medios de comunicación allí quedarán. El objetivo es amedrentar, asustar, y
somos un pueblo de fácil cerviz, de cabeza gacha, de violencia impenitente y
cobarde, de masa, de anonimato, de lo hago pero no fui. El gobierno ha de
conseguir lo que desea: acallar, silenciar, suavizar la crítica. ¿Hasta cuándo?
Hasta decir no. Año que pasa, año que vamos quedándonos atrás, hasta llegar al
límite que nos haga inalcanzables, desahuciados.
25/08/12
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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 30/08/12
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