Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Hoy, paseando por Cochabamba, después de medianoche; no recuerda en nada el tiempo de la oscuridad amiga.
Imposibilitados de andar sin ver guardias civiles, aunque uniformados como para guerra, con gas pimienta al costado, rodillos para ablandar los huesos, que hacen de veladas manoplas ajustadas en la palma, bastones policiales y demás instrumentos, admitimos que, al envejecer, esto nos da cierta sensación de seguridad, de llegar a casa sin consecuencias funestas, de a cambio de un saludo amable recibir protección. Lejos están los días en que bajo la lluvia del amanecer, deambulando recordaba, con otra lluvia de ojos, de bucles de mujeres que se hundían en el humo de las desavenencias.
No guardias, ni ladrones entonces; la palabra "polilla", utilizada para designar una especie de polvoso insecto que se alimentaba del calor de las ropas. Mentir, decir que no se había inventado el temor, o que miedos y rateros no pululaban por los rincones citadinos, o que el pasado fue mejor; te acordás, hermano, qué tiempos aquellos...
Simplemente las cosas no se reproducen eternamente, y que si no caminamos más por la arboleda del Prado llorando a la mujer que se fue a Francia porque el marido se la llevó (si yo solo le tomaba las manos), es porque ya no se nos va nadie; hemos aprendido, en las lecciones de la tristeza, a comportarnos. Así se evitan los melancólicos pasos bajo la lluvia que otrora nos hacía poetas y hoy nos resfría.
Hay guardias, deshabitados, maleantes e impenitentes en la noche de Cochabamba nuevomilenaria; los había antes y quizá tenían algún decoro. A lo que voy, digo, al disgusto de salir, la sensación de que las jaurías de perros se han soltado, que los hijos de papá, hijos de mamá, supongo, buscan, al igual que sus congéneres del submundo, en la sombra, la expansión de sus desdenes, del oculto cobarde que habita en sus cabezas inhabitables, ávido de daño, de siniestro.
Los guardias de seguridad se usaron, en la represión argentina, para aumentar las filas de la tortura. Con Julio indagábamos por trabajo en la Córdoba todavía militar. Mucho había para guardias, con cláusula especial y específica que anotaba la disposición del empleado a utilizar sus conocimientos y sus armas de ser requeridos por la empresa para defender intereses "superiores". Ojalá no pase igual.
02/08/03
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Publicado en
Opinión (Cochabamba), 08/2003
Fotografía: James Georgopoulos/The Shield, 2013
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