Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Anoche vi hablar
a un cacique de la etnia wichi-mataco argentina. El hombre llevaba una chalina
con colores de la wiphala. Este elemento, invención de románticos de izquierda
bien apoltronados en Europa, se ha visto hasta en manifestaciones previas a la
elección chilena; incluso la propaganda política de Bachelet lo mostraba. Buen
señuelo para indios, hoy por hoy quienes generan y mantienen prestigio para los
nuevos oligarcas, llámense Kirchner, Morales, Correa y resto de ese conjunto de
travestidos rebeldes. El discurso de supuesta defensa de pobres, minorías y
etnias olvidadas, abulta las cuentas bancarias de los peores traidores de la
historia americana. Eso, siguiendo la tradición del 1910 mexicano, bastaría
para acomodarlos en el paredón. Pero todavía seduce.
Aunque es obvio
que lo indígena para los nuevos ricos es secundario, siguen manejando una
retórica que aún gana adeptos. En Bolivia los ganan por el dispendio en
limosnas y premios de dineros bien y mal habidos, sobre todo estos últimos, y
afuera por la atávica estupidez de las izquierdas gringas que se lo creen todo,
o lo quieren creer y cierran los ojos ante el descalabro fascista, el único
fantasma que se desliza por la siempre triste y siempre tonta geografía
nuestra. Chávez nuestro que estás en los cielos… parece broma.
El indio, esa
comodidad, escribí alguna vez. Para ello me nutrí de las historias de mi padre
que se extendían por generaciones y que hablaban, en un entorno familiar, de la
incomprensión del “blanco” o del mestizo hacia el nativo de estas tierras.
Error fatal, el de los “abuelitos”, y antes de conquistadores y colonos, de explotar
al indio e impedir la participación de una población mayoritaria en la vida nacional
en igualdad de condiciones. Lo estamos pagando ahora y por largo tiempo. El
vómito masista resulta de allí, entre otras cosas. También hay que mostrar en
su prístina vileza a un personaje: el doctorcito altoperuano, causa de
grandísimos males y cuya presencia ha crecido en casi doscientos años de
supuesta independencia. Basta recordar, ya que ahora se habla de un futuro
filme, la recua de lameculos ilustrados que rodeaba a los consultores gringos
de James Carville para inventarse una presidencia. Nada ha cambiado, desde el
Olañeta aquel hasta estos intelectuales de carnosa lengua.
El idilio del
falso Estado Pachamámico puede, gracias a los fracasos históricos, extender su
vida todavía. El concepto ha superado con creces una realidad donde no se
percibe cambio estructural alguno. El intercambio de patrones jamás significó
progreso, no si se siguen perpetuando taras que son las que a la perfección
manejan la idiosincrasia de un pueblo animalizado por alcohol y hoja sagrada.
La coca tuvo su
importancia económica. Hoy hay que destruirla porque solo genera úlceras con
afán de republiquetas para arbitrio y agosto de la peor multinacional, la de la
droga. Así como a la parafernalia de “tradiciones y justicias comunitarias” que
apenas viven en la afiebrada y pútrida mente de los aprovechadores. Lanzar la
recua a la matanza, o la amenaza de hacerlo, apuntala al gobierno actual y
atemoriza a los opositores. Se escucha una verborrea fundamentalista que los
acerca al hoy espantoso y célebre Estado Islámico. Algunas ideas concuerdan, ambos
añoran un pasado de obscena verticalidad, medioevo, oscurantismo. Difieren en
la práctica pero únicamente por distintas circunstancias. En espíritu son
iguales, aunque sabemos que pecan de embusteros y que no ejercen sus reglas con
ellos mismos. Habrá que lidiar con la parte que nos toca en condiciones acordes
a como se presente, porque para los de allá, el EI de Siria e Irak, la solución
tiene que ser inequívoca: no prisioneros.
08/09/14
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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 09/09/2014
Metralla dolorosa..pero necesaria, solo para quien sepa realizar el mínimo d autocrítica, claro. Cosa última q escapa a la (ele)mental masa boliviana, a su "idiosincrasia de pueblo animalizado por alcohol y hoja sagrada"
ReplyDeletePueblo d indios secularmente abyectos..ergo, raza abyecta. A eso se resumen nuestras raices. Belleza antropológica d por sí evidente en nuestros doctorcitos alta e inútilmente "educados" si son capaces ellos d vestir d payaso lamedor a cambio d una sobadita.
Raza fallida por naturaleza, y por eso mismo el eventual remedio no debe -no puede- contemplar "prisioneros".
Como siempre, un deleite d luces el leerte, estimado Claudio. Abrazos.
Aleccionadora reflexión sin duda. El ansia de saqueo y la irresponsabilidad que caracterizaron a los sucesivos gobiernos, han generado un caldo de cultivo como para que surja la lacra masista, y para peor suerte del país, tremendamente legitimada por su careta salvadora y protectora de los sectores más desfavorecidos. Y el discurso seguirá siendo exitoso mientras la inmensa mayoría siga postrada en la ignorancia, superstición y necesidad de un estado benefactor, así sean migajas a repartir.
ReplyDeleteDuras palabras se necesitan en tiempos así. Cuanto más duras mejor. Basta de esos pruritos arcaicos y cobardes de no decir las cosas por su nombre y aceptar lo que venga siempre que se haga con lisonjas, diminutivos, caretas. Por eso es popular el tipo este, porque representa a la perfección nuestra idiosincracia de doble personalidad. Abrazos.
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