Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Sobre un monumento, delante del Capitolio, ondean las únicas banderas negras que vi. He conocido a los anarquistas europeos y su tradición. Conozco la CNT de Valencia y la de Madrid, pero no observé banderas en ningún lugar, excepto en unos sobres de correspondencia de la Federación francesa.
En Norteamérica, en tiempos de las grandes marchas de protesta por la guerra en Irak, había columnas enteras de estandartes oscuros, como en las fotografías de París 68. Jóvenes vestidos de cuero negro, con boinas y sombreros, los llevaban. Quizá había excesiva altivez en sus miradas; tal vez intransigencia. Sus publicaciones: folletos y periódicos, tenían una sección en lengua inglesa y otra en español, impresas en Nueva York.
Con trajes negros contrastaban con el fondo mármol del Capitolio. El negro de las banderas no era de luto sino de esperanza.
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Publicado en Opinión (Cochabamba), 13/03/1992
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