Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Esta mañana llevaba a mis hijas a la escuela, como siempre lo hago, y, como siempre también, para eludir el denso tráfico de las siete y media me desvío por una iglesia bautista cercana. Las iglesias norteamericanas tienen afuera de los edificios una especie de cartelera donde además de poner las horas y el nombre del sermoneador cuelgan mensajes diversos, desde su apoyo a las tropas -pobrecitas- norteamericanas que se refocilan en sangre en el Oriente Medio, hasta juegos de palabras con intentos de inteligencia, amén de gigantescos letreros pintados que rezan "bienvenidos los pecadores", lo que da lugar a la suposición de que más que de lugar bendito esos centros espirituales tienen ansia de pecado.
Retomo el relato. Hasta ayer no había problema en pasar por allí; los mensajes no me iban ni me venían; finalmente, el tiempo que dispongan los pastores o sus ayudantes para estos ejercicios seudoliterarios al aire libre son de su exclusivo arbitrio, no del mío. Sin embargo, hoy, las letras llevaban un sentido más concreto, que aquel suelo que hollaba mi automóvil se había convertido en tierra de Dios. Decía, textual: "usted ha entrado en propiedad del Señor", lo cual me pareció ofensivo y altanero, con incluso un dejo de amenaza. De pronto esas líneas de parqueo de carros, un par de flechas direccionales y etcéteras, perdían su ocupación práctica para convertirse en un campo minado donde el menor susurro contrario a la opinión de los dueños podría causar explosión.
Si algún respeto he tenido por Jesús, el Cristo, ha sido por su pobreza, mas de pronto en la opulenta América, hacen comprar al lóbrego e indigente nazareno bienes raíces y lo convierten en burgués, que pregona encima de ello la cantidad y la extensión de lo que posee.
Me pregunté, no me lo dijeron, si siendo yo como era sería permitido para mí el pase por aquel espacio ahora sacralizado, como santos serán los Cadillacs que se paran allí, y las viejas con bibliecitas negritas y los viejos con recuerdos de los buenos años en que con libertad se podía ahorcar unos negros.
Este siglo veintiuno aparenta dureza; nos quieren colocar entre espada y pared, demarcando tierras los protestantes y los católicos erigiendo un papa de la Luftwaffe. Hacemos el quite a la línea de demarcación, como sano que evita el contagio, y seguimos camino por en medio de un grupo de apartamentos.
La niña mayor escucha Achtung Baby, de U2; la otra Pink Floyd, y el chofer que conduce y escribe al mismo tiempo, al lloronostalgioso eterno Favio.
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Publicado en OPINIÓN (Cochabamba), 26/04/2005
Wednesday, March 30, 2016
Tuesday, March 29, 2016
Este oficio sí me agrada, mandandirundirundán/MIRANDO DE ABAJO
El pobre chico
venido de los amores anormales de un tipo ya maduro y una menor de edad, hijo
del dicho presidente, ha pasado de un estado más o menos normal al de
brucolaco, que en la tradición griega es un ser que vaga entre la vida y la
muerte, amén de otras características, a cuál más dramática, incluyendo el
vampirismo. No sabemos detalles, solo que a costa de él, muy seguro a su pesar,
se han tejido historias de zombies, de muertos vivos, Made in Bolivia, donde el
hozar de Evo Morales entre el hembraje local, junto a una enrevesada tramoya de
millones, nos ha convertido en los hazmerreíres del siglo XXI.
Alrededor de las
partes pudendas –y nefandas- del líder supremo, se agolparon en forma de falda,
según retrataba un hábil caricaturista, una horda de alcahuetes con ánimo de
fiscales, ministros, diputados, o, ya que se caracteriza el régimen
plurinacional por su “respeto” a las mujeres: fiscalas, ministras, diputadas,
mariscalas, generalas y etcéteras… también etcéteros, seamos justos. En el
bodrio carnavalero no caben ya géneros porque de acuerdo a las malas lenguas
existe en la Bolivia “socialista” un coito ininterrumpido y, llamémoslo,
ambiguo, que haría envidiar a las suecas y a Calígula, tanto que -otra vez, se
dice- los moteles se han transformado en aviones y las curules (porque es la
silla curul, femenino) en culules, valga el neologismo en su acepción directa.
Pues utilitaria
ha sido la aparición de la señorita Zapata y sus dotes de amante, quizá con
lamento de víctima, para ocultar el robo en el Fondo Indígena por citar
ejemplo. Aparte, a manera de confundir más y continuar echando humo, el tonto
de García Linera profiere tales sandeces que ya ni sabemos si es burla, retraso
mental, masturbación, abuso, estupro, violación, sentina, chiquero o qué. El
drama ha alcanzado condiciones bíblicas. La Sodoma plurinacional, la Gomorra masista,
evista, crece con hambre cernícala y envuelve al todo de la sociedad. Cuando
pesa sobre la multitud un espectro maloliente y enfermo se pierde no solo la
confianza, también la dignidad. El resultado de diez años de Evo Morales se
reduce a un simple y burdo excremento de elefante.
Apenas parece
agotarse el amañado y oscuro recurso filial (¡qué tremendo tener un padre
cobarde!) regresan a la cantaleta chilena, al Silala, ahora, y la Corte de La
Haya. Se ha tildado de todo en las redes al individuo presidente, desde
pedófilo y pederasta hasta cosas de tono rayano en lo innombrable. Pero el tipo
sigue aferrado al trono, no quiere dejar por nada la mamadera del poder que le
ha dado acceso al erario colectivo y a asuntos carnales. Es porque manda, no
manda porque es, y de ahí nuestro drama: condenados al arbitrio del zángano
vanidoso de las mil y quinientas noches.
Se quiso distraer
a la gente, que al fin se dio cuenta que nada de lo que se decía era cierto, y
que ninguno de los cabecillas se asomaba a un esbozo de lo que juraban ser. La
embarraron en parte a propósito y en parte porque poco se puede esperar del
coeficiente intelectual de la oclocracia reinante. Interminable galería de
payasos, y payasas, con o sin sombrero, opinaron. Nunca se vio mayor malgasto
de palabras.
Creo que alguna
vez Evito Morales invitó a Bolivia al cineasta James Cameron, que no vino.
Cameron debiera venir, tendría inmejorable material con esto del niño que nace,
crece y muere, que muere, crece y nace, que no nace pero muere, que crece sin
nacer y muere sin crecer. No es trabalenguas sino vudú del presidente Morales
utilizando carne y sangre propias, o tal vez el brucolaco tampoco tenga volumen
ni líquido. Charada sin resolución, orbe del matemático vicepresidente que
afirma, con dedos y gestos que observa con cuidado en el espejo, que dos y dos
son tres. Este oficio si me agrada, mandandirundirundán.
28/03/16
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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 29/03/2016
Imagen: Francis Bacon, 1972
Imagen: Francis Bacon, 1972
Tuesday, March 22, 2016
Réquiem por La Habana/MIRANDO DE ABAJO
Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Pedí autorización
del Departamento del Tesoro para viajar a Cuba. Presenté los documentos
relacionados con la cultura que supuestamente me lo permitirían y nada: la
negaron. No me iba a quedar así y, con Ligia, tomamos un avión hasta el D.F.
mexicano y luego a Cancún. Una visa en papel, que costó diez dólares, nos
permitió viajar sin rastro hasta La Habana.
Antes de llegar
comenzaron a fumigar el avión, debajo de los asientos, arriba, los baños. Era
la primera vez que nos fumigaban adrede con alguna substancia química
perfumada. El altavoz decía que no nos preocupáramos, que era protocolo para
Cuba.
De entrada se
notaban las carencias, Luego del idílico mar verde del Caribe mexicano, se nos
ofrecía lo descascarado de una sociedad angustiosa, dramática veinte años
atrás. Pasada la aduana de rutina, dos personajes me señalaron y dijeron que
querían entrevistarme. La “entrevista” consistió en qué venía a hacer, dónde me
hospedaría, cuántos dólares tenía conmigo, en qué trabajaba en los Estados
Unidos. “Servicio secreto”, pensé, y recordé el mito de la eficiencia del
espionaje cubano, pero… aquellos agentes anotaban todo con un medio lápiz mal
tajado y en papel usado de oficina; sería un esbozo de rutina también. Luego me
dejaron ir y se cebaron sobre un noruego con patas de rana que obviamente venía
a bucear.
Llegamos al hotel
en El Vedado. “Aquí se alojaron Juan Ramón Jiménez y Gabriela Mistral” rezaba
un cartel con fechas. Me alegró. Por la ventana se miraba un elefante blanco
soviético, antiguo y altísimo edificio. Parecía un esqueleto devorado por la
roña. En el aire flotaba el encanto del poeta favorito de mi madre.
Llueve sobre la
cabeza de la suegra de Barack Obama mientras rememoro y veo en el noticiero
pormenores de la visita del presidente negro. La Habana, se lo decía a mi madre
que amaba Buenos Aires, es una de las más hermosas ciudades del mundo. Piedra
monumental en forma de catedrales y fortalezas. La ceiba del principio de
España. “El mejor capuccino que he tomado en mi vida”, afirma mi mujer
paulista… poco saben de café los brasileros… En la Plaza de Armas rebuscamos
entre chucherías la herencia de la conquista y la colonia. Compramos una
cabecita de esclavo en plomo, de un par de centenas de años, una biografía de
Eisenstein por Viktor Shklovski y otras cosas. Nos muestran una escultura de
John Lennon pero no vinimos a ver al beatle. Mejor, años ha, retratarme al lado
del bronce de Benny Moré.
A la suegra de
Obama le regalan flores rojas; rosas blancas a su mujer. Raúl Castro no lo
espera. Es un típico desaire latinoamericano que todavía hace efecto entre las
jaurías izquierdosas. Masturbación, porque nadie con el ansia de los Castro por
este momento; en serio.
Lo que tenía que
decir de Cuba lo dije en su momento. Fue un tiempo de inmensa alegría. Oculté
cosas por vergüenza, porque me pareció traicionar a una gente que había sido
magnífica en su recepción y cariño. Lo sigo creyendo. Los males del régimen no
tocan lo fraterno.
Hay un dejo
satisfactorio y triste al pensar que se estuvo en cierto lugar condenado a
desaparecer. No hablo de revolución sino de la suma de factores que moldearon
la Cuba contemporánea, ruidosa, feliz, engañada y orgullosa. No la volveré a
ver como fue, ambivalente, colgando de un hilo, pedigüeña e largamente
dadivosa. Va con su música, con la imborrable imagen de un vetusto bar de
Cienfuegos donde negros viejos bailaban danzón, danzaban bailón.
Ahora, y según lo
previó con genio Alen Lauzán, artista cubano en Chile, el Hombre Araña se ha
encaramado sobre los brazos de José Martí y comienza otra historia. Mejor y
peor, de acuerdo a la costumbre de cualesquier matrimonio.
21/03/16
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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 22/03/2016
Imagen: Alen Lauzán/El hombre nuevo araña
Wednesday, March 16, 2016
Kronstadt, 1921/EJERCICIOS DE MEMORIA
Marzo
de 1921, la guarnición de Kronstadt se rebela contra el régimen comunista.
La
guerra civil ha terminado: Koltchak y Denikin han sido derrotados. El barón
Wrangel también. El hambre y la miseria posados sobre Rusia le dan al país un
aspecto sombrío.
A pesar
de todo hay alivio. Se espera con ansias la reconstrucción y la gente quiere
cooperar. De igual manera se aguarda el fin de las restricciones de tiempo de
guerra. No sucede así. El gobierno de Moscú se endurece más y son los obreros
de Petrogrado los primeros en protestar. La represión que caracterizó a los
años 18, 19 y 20 se acentúa. Finalmente la flor de la revolución, los “mimados”
de Lenin, los marinos de Kronstadt, se levantan en contra del bolchevismo. Sus
peticiones son justas y en absoluto contrarrevolucionarias como lo quieren
hacer creer el odiado Zinoviev y Trotski. La demanda de soviets libres es uno
de los puntos esenciales.
Un
honesto y humilde marino de la Flota del Báltico, Petrichenko, es elegido
Presidente del Comité Revolucionario Provisional de los “rebeldes”. Trotski
será el encargado de reprimir el “motín”. Alexander Berkman, anarquista ruso,
cita que Lev Davidovich Bronstein (Trotski) amenazó con “matar como a faisanes”
a los insurrectos. Cumplió su promesa y exterminó, con celo de carcelero, el
último y auténtico brote revolucionario que le quedaba a Rusia. Desde allí se
afianzó más el autoritarismo bolchevique.
Kronstadt
fue borrado de los manuales de historia soviéticos. Petrichenko desapareció.
Volin escribió “La Revolución Desconocida” para hablar del hecho, entre otros.
Todo se olvidó.
Alexander
Skirda y el profesor Paul Avrich han escrito obras muy interesantes acerca del
tema.
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Publicado
en TEXTOS PARA NADA (Opinión/Cochabamba), 05/11/1987
Publicado
en PRESENCIA LITERARIA (Presencia/La Paz), 27/12/1987
Imagen: Stepan Maximovich Petrichenko, líder de la Comuna de Kronstadt
Tuesday, March 15, 2016
Banquillo de acusados/MIRANDO DE ABAJO
¡Líbrenos la
suerte de izquierdistas llorosos! Le toca a Lula, ahora, que como el magdaleno
Hugo Chávez antes de su muerte anunciada se pone a lagrimear, en su caso para
suavizar el enojo de la población ante los robos, mientras el difunto lo hacía
para burlar al diablo que le quemaba los talones. Qué distinto ¿no? ser
respetado magnate y que de pronto la ley investigue el origen de oro y olvido.
Si sucede, será
glorioso para un posible futuro latinoamericano. Enviará ondas de advertencia a
todo lado, incluso a los “blindados” bolivianos que son los más duchos en
latrocinio. Pero ahí cabe la pregunta de si nosotros, en Bolivia, tenemos la
capacidad de fundar una judicatura autónoma e imparcial. La historia no nos
ayuda, peor hoy en que gracias a deficiencias educativas, a la permanencia del
espíritu colonial, al síndrome del pongo azuzado desde arriba y que incluye
abarcas y corbatas por igual, marchamos como borregos al unísono del cacique
iletrado, dueño –literalmente- de culos y haciendas.
¿Podremos sacar a
un Cromwell de la horda? ¿Reunir una asamblea nacional que vote por la muerte
del rey como en Francia? Cuando se reinstauró la monarquía inglesa
desenterraron al parlamentario y dejaron su esqueleto colgado por años en un
portal, pero lo que Cromwell había hecho ya era irreversible, y la Inglaterra
de hoy le debe todo a ese pingajo colgante que sin embargo sonreía. Pero no
soñemos, algo así es imposible para nosotros. Habrá que aceptar esta
discapacidad y creer que algún día se formarán generaciones libres de las
lacras que nos consumen: racismo, pongueaje mental, pedigüeños y lambiscones. La
muchacha esta, Zapata, sería para Bolivia lo que la Marianne fue para los
franceses. Y eso causa gran pena, que como icono nuestro tengamos una miserable
arribista y como presidente un monigote violento y vanidoso.
No lo veremos en
vida, el cambio hasta ese nivel, digo, pero lo que sí podremos con limitaciones
históricas será sentar en el banquillo de los acusados a los causantes del
negro porvenir, porque bajados ya de su pedestal los masistas dejarán tierra
arrasada, territorios enteros expuestos y dominados por el narco, violencia
creciente, la mexicanización del país. Entonces, cuando suceda, y a pesar de
que los fiscales no serán ni probos ni imparciales porque vendrán del otro lado
a aprovechar el turno como siempre, habrá que castigar y mientras más dura la
mano, mejor. Incluso debiera llegarse a cambiar las leyes y a imponer la pena
de muerte en casos de corrupción. Si se fusiló hace años a un violador por qué
no podrá fusilarse a quienes violaron la patria. En el caso boliviano la muerte
es la única garantía de no impunidad, porque con los vaivenes alcoholizados que
nos caracterizan jamás se estará seguros de que los que fueron no vuelvan a
ser. Volviendo a la historia, las cabezas de Carlos I y de Luis XVI no rodaron
en vano. Ya que tanto se habla de China, y que Evo Morales regaló por oro
Bolivia a la China, que se haga justicia china. Observen cómo se trata a los
corruptos allí…
Esperemos que
Brasil llegue al fondo y que el delincuente “trabajador” Lula da Silva cumpla
sentencia. Estos nuevos ricos del ala “izquierda” demostraron ser peores que
los antecesores de derecha. El indígena presidente es quien más ha hecho para
preservar el status quo. Ha tomado no solo el hábito del patrón sino también su
látigo. Su discurso explica que hay un amo y un esclavo, y que a veces el
patrón suele ser dadivoso. Con Evo Morales, el indio no puede ni votar ni
pensar libremente. Hay cabecillas locales, dirigentes, que digitan todo de
acuerdo al mandamás. La disidencia en los pueblos es penada con la muerte, el
exilio, el desarraigo. Mucho para juzgar, demasiado como para castigar con
lenidad.
14/03/16
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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 15/03/2016
Friday, March 11, 2016
Una entrevista/AÑOS SOVIÉTICOS
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Máximo Gorki es el mayor escritor de la Rusia soviética.
1927. Tres escritores se reúnen: Gorki, Panaït Istrati y Niko Kazantzakis. Los dos últimos van juntos a ver al ruso, a quien admiran. Istrati lleva vino, dispuesto a una velada de pasión. Se desilusionará: Gorki, como siempre, está serio, triste. Sus hermosos ojos no reparan en el vino. Tal vez están con Malva, a orillas del mar-lago, o envueltos en la sombra del frío, entre vagabundos.
Moscú, en 1927, es el eje del futuro soviético. El georgiano se ha aposentado sobre el muerto Lenin y comienza a forjar su imperio. Gorki es ajeno a ello, aunque lo ve.
No importa el vino no bebido. Hay pocos días en que los hombres que importan se reúnen a compartir, así sea tristeza, como hoy.
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Publicado en HOY (La Paz), 24/05/1992
Fotografía: Máximo Gorki
Máximo Gorki es el mayor escritor de la Rusia soviética.
1927. Tres escritores se reúnen: Gorki, Panaït Istrati y Niko Kazantzakis. Los dos últimos van juntos a ver al ruso, a quien admiran. Istrati lleva vino, dispuesto a una velada de pasión. Se desilusionará: Gorki, como siempre, está serio, triste. Sus hermosos ojos no reparan en el vino. Tal vez están con Malva, a orillas del mar-lago, o envueltos en la sombra del frío, entre vagabundos.
Moscú, en 1927, es el eje del futuro soviético. El georgiano se ha aposentado sobre el muerto Lenin y comienza a forjar su imperio. Gorki es ajeno a ello, aunque lo ve.
No importa el vino no bebido. Hay pocos días en que los hombres que importan se reúnen a compartir, así sea tristeza, como hoy.
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Publicado en HOY (La Paz), 24/05/1992
Fotografía: Máximo Gorki
Tuesday, March 8, 2016
Donald Trump y la retórica de los vencidos/MIRANDO DE ABAJO
Tomo de partida
la imagen de un muchacho norteamericano de incierto y blanco origen. Podría ser
escocés, irlandés, inglés, escandinavo, germano, hasta lituano o polaco.
Cabello rubio con tintes rojizos, pecas que se pueden entrever entre múltiples
tatuajes que incluyen el nombre de un hijo, amado pero abandonado, el águila
patriótica y quién sabe qué. Trashuma por el
warehouse con un maletín de mano. Carece de vivienda. Hasta hace poco vivía
con su madre en un sucio apartamento de donde fueron expulsados por falta de
pago. Pobreza, mugre, alcoholismo, drogas, lista que bien podría incluir
incesto y abuso sexual. La madre duerme en el auto en algún descampado. A salto
de mata porque la vagancia, a pesar de su número, sigue siendo delito. El hijo
refugiándose en un ambiente de trabajadores, veinte o treinta horas despierto,
ocultándose en los urinarios para poder dormir, ajeno a todo, indiferente ante
el aire viciado de los lavabos, ganándose un dólar ayudando a uno, a otro,
comiendo las galletas que encuentra, los helados en forma de emparedados que no
le pertenecen, la infaltable soda.
Odia a Obama.
Quizá odia el éxito, y el de un negro, peor. Esperanza futura, ninguna. De
hecho está discapacitado por una pobre educación. El peso indescriptible y
fatal, tan común entre lo que denominan entre ellos rednecks y white trash
(cuellos rojos y basura blanca), de la enajenación en todo campo. Distantes de
Wall Street y de Hollywood, pero olvidados de la gran tradición sindical y trabajadora
que creó el país; amodorrados por una retórica chauvinista que recuerda la
grandeza alguna vez real y hoy ilusoria de un país construido con esfuerzo pero
también con hurto cuando tocamos el tema de su política internacional.
Trump apunta a
ellos, los que se consideran engañados por la patria, quienes a partir de la
lucha por los derechos civiles de los 60 se sienten relegados y discriminados
en relación a las minorías defendidas por leyes tan cruelmente ganadas. Es un
asunto económico emboscado tras maquillaje racial. Trump resalta el maquillaje
y luego discursea acerca del resultado económico de esta recuperación de raza,
nacional, blanca, “americana”. Primero está recuperar el campo perdido, a la
fuerza, con brutalidad, con un supuesto espíritu característico de la América
ideal; ello incluye la expulsión del Otro, que a la larga resulta el único
culpable. La misma cháchara nazi contra el judío, la fascista en contra del
pensamiento liberal. Ya libres de invasores, la situación se aclararía y los
Estados Unidos retornarían al Nirvana de los años 50, cuando el auge de la
victoria en la guerra mundial trajo una bonanza sin par. Lo que Trump no dice
es que esta presencia inmigrante se debe a aquello, al crecimiento del país que
necesitó mayor mano de obra para encarar sus inmensas posibilidades. No
menciona que la diversidad es característica de los imperios, que sin ese flujo
de los otros, se calcificaría la sociedad. Miente, entonces, porque sabe que su
grey está muy por debajo del nivel educativo medio, y que a pesar de
ofrecérsele un ambiente de trabajo en una supuesta victoria, estaría condenada
al fracaso. Sin la presencia ajena, estaríamos ante una monumental labor que
sus seguidores por sí solos no podrían controlar.
El muchacho
norteamericano del principio se ha aferrado a una falsa ancla salvadora. Trump
promete pero no podrá cumplir. Fuera de escaramuzas raciales que semejen algo
mayor, el panorama no sería tan diferente al de hoy. O la sociedad
norteamericana se adecúa y acepta las nuevas propuestas para sobrevivir o se
pierde. El hombre se me acerca y me sugiere que él, blanco, americano, cada vez
tiene menores opciones porque no habla español. Es una gran mentira y una gran
verdad al mismo tiempo. A digerirla, pues.
07/03/16
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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 08/03/2016
Imagen: Caricatura por Pinilla
Saturday, March 5, 2016
Joe Hill (1879-1915)/CUADERNOS DE NORTEAMÉRICA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Fusilan a Joe Hill (Joel Emmanuel Hägglung) el 19 de noviembre de 1915, en Utah. Dicen los jueces que por robo y asesinato. Parodias. Joe Hill muere porque es un radical.
Llega en 1902 a Estados Unidos. Hace de todo. Se asocia a la asociación de Trabajadores Industriales del Mundo (IWW) y se convierte en dirigente.
Escribe canciones revolucionarias. Critica la falsedad de los curas. En El pastor y el esclavo, canción suya, anuncia las "bondades" del paraíso: "Tendrás pastel en el cielo cuando mueras". Significa que los pesares terrenos, el hambre de los niños, son pasajeros. El banquete celestial, con un robusto anfitrión, Dios, espera.
La noche antes de morir envía un telegrama a Big Bill Haywood, líder de la IWW: "Adiós, Bill. Muero como un verdadero rebelde. No pierdas tiempo en lamentaciones. Organiza".
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Publicado en Opinión (Cochabamba), 07/01/1992
Imagen: Afiche sobre Joe Hill
Fusilan a Joe Hill (Joel Emmanuel Hägglung) el 19 de noviembre de 1915, en Utah. Dicen los jueces que por robo y asesinato. Parodias. Joe Hill muere porque es un radical.
Llega en 1902 a Estados Unidos. Hace de todo. Se asocia a la asociación de Trabajadores Industriales del Mundo (IWW) y se convierte en dirigente.
Escribe canciones revolucionarias. Critica la falsedad de los curas. En El pastor y el esclavo, canción suya, anuncia las "bondades" del paraíso: "Tendrás pastel en el cielo cuando mueras". Significa que los pesares terrenos, el hambre de los niños, son pasajeros. El banquete celestial, con un robusto anfitrión, Dios, espera.
La noche antes de morir envía un telegrama a Big Bill Haywood, líder de la IWW: "Adiós, Bill. Muero como un verdadero rebelde. No pierdas tiempo en lamentaciones. Organiza".
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Publicado en Opinión (Cochabamba), 07/01/1992
Imagen: Afiche sobre Joe Hill