Leí
“Madrid — Cochabamba (cartografía del desastre)” de Claudio Ferrufino
Coqueugniot y Pablo Cerezal en septiembre de 2015. Lectura impactante, que me
hizo escribir unas líneas en Facebook (pobre elección, dirán algunos, aunque me
consuela saber que esta red propició el primer contacto entre los autores) en
las que les agradecía por haberme hecho sentir que conocía una ciudad en la que
nunca estuve y por recordarme en sitios que nunca visité de otra.
Hace algunas
semanas, leí en un matutino local una columna de Claudio Ferrufino en la que
mencionaba que José Ramón da Cruz había realizado un video documental del libro
(https://vimeo.com/202046569), de una manera libérrima (como el mismo cineasta
manifiesta al inicio de su obra), y como confirma CFC, que sostiene que da Cruz
puede apropiarse y moldear el contenido del libro a su gusto.
Afortunadamente
el video, pese a su tan libre interpretación del libro, parece seguir sus
pasos, y al hacerlo lo reinventa, complementándolo con imágenes de las
ciudades, con la voz de sus autores, a través de los ojos de la muñeca
Lewandoski, que en irrefrenable frenesí recorre las letras del libro y las
calles de las ciudades en él retratadas, acaso intentando volverlas una sola,
una ciudad literaria.
CFC se refiere a
ella como a una figura bifronte, lo cual tendría mucho sentido considerando que
son dos ciudades, y dos autores. El bifrontismo se asocia por lo general al
dios romano Jano, e ilustra su capacidad de ver pasado y futuro, de encarnar el
bien y el mal. Símil también válido para el texto.
Sin embargo,
viendo el video, la muñeca Lewandoski parece ser trifronte, y eso
inevitablemente me trae a la memoria a la imagen de Jesús del Gran Poder,
figura divina de gran importancia para la cultura paceña, que en el lienzo
original tenía tres caras que según la iglesia católica representaban la
santísima trinidad, aunque la gente que acudía al templo decía que el rostro de
la derecha representaba lo malo; el de la izquierda, lo bueno; y el del medio,
nuestro propio rostro (siempre una mezcla de los otros dos, supongo).
Finalmente, la iglesia, sintiéndose incómoda por las interpretaciones
“erróneas” sobre la imagen, ordenó pintar sobre ella un solo rostro. Hay
quienes cuentan que varios pintores fueron incapaces de terminar el encargo de
la iglesia, y que más de uno incluso perdió la cordura en el intento.
Como sea, se sabe
que el lienzo original fue traído desde España para finalmente quedarse en
Bolivia, como anticipo del viaje bi/trifronte (ida, vuelta y nueva ida entre
las ciudades) que mucho después mostraría/fundiría a Madrid y Cochabamba ya sea
en papel o en imágenes.
El video no se
aparta de la línea narrativa del texto, tomando como guía fragmentos del libro
para llevarnos a través de la muerte, el sexo, la(s) ciudad(es), las letras y
la ebriedad, mezclando y retomando estas líneas de la mano y el movimiento
frenético de la muñeca, que va recorriendo los refugios feos del
hombre, y apenas se la ve moverse, y sin embargo, se mueve (PC).
Y al moverse nos
muestra la extraña cobardía de PC, ésa que le impulsa al valeroso acto de
cambiar de vida eligiendo para ello su exilio (voluntario, como un título
anterior de su ahora coautor) en Cochabamba, donde encuentra gente que
no es feliz, pues está acostumbrada a sufrir, debido a su carencia de
horizontes, y por eso no es amable. Y nos grita en el movimiento siguiente
que un cementerio no es nada más (ni nada menos) que una ciudad de muertos.
Y a este lado del
Atlántico, CFC nos recuerda que la certeza de la muerte es lo que nos
hace vivir, y tomando la voz de quienes ya pisamos el medio siglo, se
refiere a una vida con más pasado que presente, en la que cabe la
pregunta de cuánto futuro.
Y logra que me
remuerda la conciencia cuando recordando a quien vendía libros (sí, confieso mi
culpa, pues aunque me gusta Sabina, no puedo negarlo todo, mas esgrimo en mi
defensa la extrema juventud de entonces) y lo acusa de ser la estupidez
devorando la memoria.
Y así, Lewandoski
nos invita a escuchar (y en mi caso, recordar, e iniciar la búsqueda de) música
con acento canadiense en las voces de Cohen y Young, nos muestra Madrid desde
el ojo de un ave, y muestra gente cabeza abajo recorriendo sus calles mientras
escucho hablar de migrantes, y pienso en sudacas. Y nos dice que la literatura
es un oficio y una necesidad, y me pienso escribiendo estas líneas en lugar de
trabajar.
La edición
boliviana de Madrid-Cochabamba, tiene en la contratapa un comentario que afirma
que el libro es un ameno puente entre dos realidades vinculadas por el amor a
la palabra.
El video adorna y
enriquece de imágenes y voces ese puente.
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De ENTRE LETRAS (BLOG DEL AUTOR), 26/03/2017
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