Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Ha llegado el tren al amanecer. El cuerpo se cansa por tantas horas, y los ojos han olvidado que el día es más que luces de neón.
Vagón de cebollas. 2400 bolsas de 50 libras cada una. Los jefes nos llaman, a Big Mike y a mí, para descargarlas. Hay dos billetes de a cien extras, uno para cada uno.
Primero desayunamos. A las nueve de la mañana, cuando se autoriza vender alcohol, nos proveemos de cerveza. Durante horas, 2400 a mano, una a la vez.
Luego me voy a Tenleytown, a casa, y en el camino miro caer las hojas muertas de otoño, y nada más.
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Publicado en OPINIÓN (Cochabamba), 13/09/1991
Publicado en PRESENCIA LITERARIA (Presencia/La Paz), 22/09/1991
Bellísimo. Toda mi admiración y un fuerte abrazo, querido Claudio.
ReplyDeleteComo te dije, Jorge. Espero sacar esos cuadernos en libro y me encantaría que lo prologases. Abrazos, querido amigo.
DeleteVuelvo a leerlo, vuelvo a disfrutarlo. Abrazo fuerte maestro.
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