Viví tres meses en Rockville, Maryland, en una calle de árboles, sin
autos ni peatones.
Rutina de lunes a sábado. De la casa al trabajo, a comer y a la casa. La noche
del sábado era libre; dormía tranquilo, normalmente. El domingo salía temprano.
A un kilómetro estaba el almacén. Compraba tortas, galletas, un galón de leche
de chocolate y me iba a una hondonada en la cual había una mesa y un banco. En
la pared los graffitis hablaban de revolución. Los pintaba “Black Flag”.
Pocas veces he tenido tanto placer. Desayunar en silencio, abrigado en la
brisa de otoño. Maryland alrededor todavía verde. Un libro conmigo. Solos yo y
la mañana.
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Publicado en OPINIÓN (Cochabamba), 09/02/1992
Imagen: Honoré Daumier/Hombre leyendo en jardín
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