Manejar por años
un blog suele descubrir muchas cosas, entre ellas el estado de ánimo de la
gente a través de qué lee y qué quiere leer por épocas. Hay, y no solo en Bolivia,
un cansancio por cierta sofisticación verbal, por la apropiación de un
individuo o un grupo del estado, de la palabra, la moral, el derecho. Eso, para
el montón de gente que siempre permanece abajo, fatiga. Por eso cuando el
asunto rebalsa el vaso, estos, que son la mayoría, reaccionan volcando, así sea
de manera nominal, aparente, ficticia, la percepción de la realidad. Es algo
que Donald Trump y Evo Morales, no sé si de manera personal o a través de
consejo, entendieron muy bien. A los indignados hay que entregarles lo que
piden, siendo el plato principal el oprobio de aquellos que se creyeron por
encima de leyes y circunstancias, o que se sometieron con excesivo rigor al
status quo que por bien que venga nunca es completamente colectivo.
Volvemos al blog.
Cuando hace diez años y pizca, Morales subió al poder, este cansancio se había
apoderado de gran parte de la ciudadanía, incluso de aquella que por esencia es
reacia a grandes transformaciones y sigue el paso de la norma casi más que con
rutina, con desidia. Hasta aquellos sintieron que era tiempo de desperezarse e
intentar nutrir el campo político de ideas renovadoras. Creyeron, porque
analizar la historia que esconde procesos similares era demasiado embrollo, y
alimentaron un monstruo que venía claro y transparente no solo a remplazar lo
antiguo sino a empeorarlo. Frustración, derrota fueron los brazos unidos para
entronizar al señor Evo en la presidencia y hacerle creer que la famosa silla
le pertenecía ya y para siempre.
El lenguaje de
los textos venía a ser hasta lírico, incluido el verso odiador y racista que
respondía a su contraparte con un mismo discurso. La multitud no deseaba leer,
ni oír, lo que no fuese encomio para un falso estado de cosas. Una suerte de
balance infierno/paraíso. La historia se repetía pero los actores ni querían
darse por enterados de que algo similar, en algún otro lugar, había ocurrido.
La venganza es inmediatista pero destapa rencores largamente rumiados en la
oscuridad de a veces siglos. Jauja era, y jauja permanecería porque lo actual implicaba
la expiación del pecado pretérito, tal vez hasta del pecado original; el haz de
luz caído sobre el cabello mal lavado del líder hizo que aparte del coro de
extasiadas damas hasta los varones gritaran que se alumbraba una nueva era.
Burda religión.
Fueron tanto la
mísera muchedumbre como los preclaros pensadores, sensatos, analistas,
opinadores, políticos, escritores, artistas, periodistas los que cayeron igual
a chorlitos en la maraña sensual del “cambio”. Sentado yo frente a la máquina
de escribir, anotaba y comentaba el festín desde una visión cínica y
descarnada. Me tiré al país encima; los amigos dejaron de hablarme y por poco
no aparecía a vista de todos vestido de uniforme negro con calavera en la gorra.
No, no, por dios, no queremos escuchar nada. Solo el canto de los pájaros.
Diez años después,
el pajarraco sigue cantando y los arrepentidos cacarean mejor que los resueltos
en combate singular por verse quién es más opositor y quién menos. Los rostros risueños
y la alegría angelical de entonces mejor si se la esconde porque sí viene a ser
hedionda mácula para quienes no quisieron comprender.
El discurso que
suena hoy, el que el público se desvive por escuchar, es el del exabrupto,
igual al de entonces cuando los achachilas parían este engendro. Ligero pero
contundente, nada de retruécanos intelectuales; al pan pan y a la chicha
chicha, sin “innovar el tropo, la metáfora” (Vallejo). Lo veo a diario, en el
trajín de leer, seleccionar y copiar textos que añadiré a mi sitio. Está bien,
estaría bien, si se hubieran entendido sus limitaciones. Lo contrario es otra
cesárea: corte, dolor y parto.
01/05/17
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Publicado en EL
DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 03/05/2017
Imagen: Giorgio
de Chirico/Le mauvais génie d'un roi, 1914–15
Muy interesante: escrito por alguien que está engalanado por certeras ideas y elegante expresión.
ReplyDeleteGracias, Ramiro.
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