Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Pira
sacramental.
Dice un
pajpaku que Carlos Mesa será presidente. Puede ser, será. Si lo van a dejar o
no, quién sabe.
El fuego
purifica. En la barriada de Villa México quemaban, al año de muerta la pareja,
la ropa vieja del –o la- difunto. Revitalizarse, revivir. Me pregunto si es
posible para un país renacer de la debacle. Ahí está Alemania; ahí Francia.
Inglaterra siempre vivió mejor entre ruinas. Si afeminados los ingleses, quizá,
pero de cojones. ¿Y Bolivia? ¿Hay una Bolivia después del Huevo?
Pira
funeraria. De algún modo no nos vendría mal. La retórica plurinacional de
arrasar con el pasado debiera ser la misma a emplearse para borrar el rastro de
esta jauría. ¿Cómo si no? Un auto de fe gigantesco en el que se amarraría a
unos miles de masistas al edificio de su vanidad, el novísimo palacio, y
prenderle fuego. El fin de las dos Juanas: la de Arco y la loca, la mártir y la
arrecha; el fin del melgarejismo recalcitrante y del lecho marital en el que el
dictador se regodea con su Juanacha de corte intelectual. Gomorra, la de
Saviano y la bíblica. Esa es la Bolivia del Evo y la Eva, el jardín del Edén de
la oclocracia, el reinado de las Furias con nombre de bartolinas, el cautiverio
con cadenas de la tribu de violadores que conforman el núcleo “ideológico” de
este infecto esputo.
Aunque
nunca lo hice, sugieren bueno tener un plan de deseos para el año viniente.
Metas a cumplir, insatisfacciones a llenar. En lo personal tengo ideas acerca
de mi literatura; menos en cuanto a otros aspectos si tomo a pecho el consejo
de dejarme de mujeres y concentrarme en mí. ¿Y por qué no? Eso sería en verdad
notable. En el plano amplio, en el que se incluyen país, territorio, raza,
política, desear por el desastre para Huevo y compañía: conjunción del mal,
reunión de la historia en su peor faceta y de la delincuencia en su mejor. Pero
la realidad no se concreta con deseos, con alusiones a las posibles
consecuencias del cambio de clima. Para hacer realidad esto último hay que
pelear. Lo hago desde una plataforma que para algunos será confortable (la de
escribir); otros tienen que hacerlo con lo que puedan. Y no contar para nada
con la milicada, que generales y demás fantoches no sirven en Bolivia ni para
la guerra. Mucho menos para la honestidad. Apenas calzan los botines. Ya se
burlaba Pancho Villa de aquellos sus pares mexicanos que en la toma de Torreón
se vistieron de viejas para huir.
Amanece el
31 de diciembre. A simple vista siempre los años parecen dar un cifrado en
rojo, el color del fracaso en estadística. Sin embargo, analizando y poniendo
en la balanza las cosas, resulta no ser así. En la mixtura de bien y mal pesa
lo positivo a la larga, por encima de las penas y los bolsillos rotos, o lo que
fuere.
¿Es posible
visualizar un país sin el verde de la coca? Ha sido tal la influencia de
Morales en este sentido que la antigua oposición (hasta racista) en el oriente
boliviano, acullica como el campesino de occidente. El “boleo” es práctica
común en una población que detestaba a sus compatriotas de piel oscura. Sería
bueno si no se tratara de la lacra coquera, si se hubiese logrado en otros
aspectos de la vida. El embrutecimiento general no ayuda a nadie, menos a un
país que se mantiene apenas.
Hay que quemar
incluso las muletas con las que trastabillamos. Fuego a la Corte de los
Milagros masista, que es, a su vez, una suerte de Camelot de ricachos y
desclasados.
31/12/18
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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 01/01/2019
Imagen: Auto de Fe/Eugenio Lucas Velazquez
la santa inquisición, tan experta antes y hoy, en perseguir herejes al interior de la iglesia, podrían iluminarnos el camino para acabar con esta plaga...
ReplyDeleteAmén.
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