Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Es tan
profundo el trauma que esta gente dejó en el país, que cunde el temor, que se
presume el regreso, que se teme la venganza. Claro, todo puede ser; no es un
mundo perfecto. Pero pensemos en los detalles.
Los asambleístas
del MAS, y por lo general la totalidad del esputo masista, siguen conspirando.
Son, también, atolondrados, además de maleantes y viciosos. Encandilados con la
tosca figura del inventado líder, del construido, bastante burdo, por los
gringos de las oenegés. Ayuda su presencia cercana, en Salta. Pero no ayuda,
mirando con realismo, que apenas llegado a Orán, Morales se dedicara al
narcotráfico, con su “cónsul”. Cierto que los Fernández, ella y él, reciben
dividendos de la droga, y esa debe ser una de las cláusulas del asilo/refugio del
llamero allí. Frágil negocio que les traerá problemas. El tonto se cree
intocable, pero sabe que no lo es, por eso corre.
Que vuelve,
que no vuelve. Gallo rojo y gallo negro. Rojinegro en esta ilusoria guerra
ideológica. No existe tal. Hay cocaína y producción y venta de cocaína, nada
más. Que Evo, que Andrónico, pronto pelearán por las tajadas. Ni Añez ni nadie
tendrá que mover nada para ello. Ya vetó Morales al discípulo infecto, diciendo
que es demasiado joven. ¿Celos, señor? Debe tenerlos, porque aunque se haya
acercado, no está, y quien corrió una vez, corre siempre. El correcaminos no se
convierte en león. Y si lo hiciera, siempre hay un imprevisto Hércules que le abre
la boca y rompe la mandíbula, como al de Nemea, si leen.
El contexto
de Evo Morales en Argentina esconde su segunda fuga en un mes. Se ha aclarado
que el divo correteó de nuevo cuando supo que el Procurador General de los
Estados Unidos había llegado a México. Y para USA, Morales es persona de
interés. Muy particular. Dejó pagando al imbécil de AMLO, que balbuceó disculpas
con cansina voz de tarado, y se fugó a Cuba acompañado de sus eternas parejas,
la troika sexual del plurinacionalismo, nacionalsocialismo, recalcitrante.
¿Qué
vendría a pedir el gringo? México no tiene la capacidad de negarse –cada vez
menos- a los Estados Unidos. Entregar al expresidente y delincuente permanente
hubiera sido atroz para la “izquierda” mexicana. Al final, lo único que dejó el
cacique allí fueron sábanas hediondas del hediondo amor. Romea y Julieto, digan
lo que digan los politólogos argentinos y su venal opinión.
Entonces
viene la pregunta: ¿Por qué temer? Los gringos están detrás de Evo Morales.
Deben tener voluminosos legajos para que cualquier juez condene al tirano a
cadena perpetua. Tardan los norteamericanos porque se aseguran. La situación va
volviéndose perfecta. Los “progres” pusieron el escollo argentino para evitar
que lo atrapen. Esos son terrones de greda; la cacería está en marcha y no
cesará hasta el castigo. Al déspota lo espera, para siempre, una prisión
federal. No distinguirá entre el día y la noche, solo por timbres. Luz
artificial veinticuatro horas. No sabrá de frío ni calor. No lo amamantará la ministr(a).
¿Por qué temer? Sus pasos y días están contados. Hasta en el reloj de
Choquehuanca. Por un lado o por el otro lo agarrarán, de este lado del espejo o
en el de Alicia. Se terminó el país de las maravillas.
Los asnos,
los camisas azules, sueñan con un imposible. Se hace, el Asno Mayor, demasiado
visible. No acepta los consejos del Chapo de un perfil bajo (de nada le sirvió).
Es el estridente de las dos urracas parlanchinas, Tuco y Tico, Evo y Álvaro. Al
otro, al delicado, pareciera que lo olvidaron, pero no. Las blancas mazmorras,
o las altiplánicas, se le preparan también. No perdamos tiempo con el miedo. El
miedo es para él, y ellos.
22/12/19
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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 24/12/2019
Imagen: Franz Sedlacek, circa 1926
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