Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Los
campesinos rusos, según Bakunin, esperaban que llegase Garibaldoff para
salvarlos. Garibaldi no llegaría. Amparo Ochoa cantaba que “dicen que Zapata no
ha muerto, que Zapata ha de volver”. Mucho dolor y sangre en la historia. Hasta
épica si queremos llamarla así. Epopeya. Los tiempos cambiaron, ahora cualquier
delincuente común, dícese Evo Morales, ansía volver desde su cercanía argentina.
Las hordas alcoholizadas, dopadas con chicha y pasta base de cocaína, en el aberrante
fin del mundo del Chapare, la Sodoma y Gomorra del trópico, abyecto como en las
páginas de La vorágine, lo reclaman. No hay Tierra y Libertad, ni Unidad ni
Igualdad. Aquí, en este reclamo de un porcentaje mínimo de la población,
enriquecido en el antro del vicio, eyaculación obligada sobre mujeres inermes,
asesinato, tortura, un verticalismo infame abusador, no existen atisbos
ideológicos, idearios, idealismos. Acá hay droga y dinero sucio, y nada más. El
cacique quiere regresar a su cama de cuatro metros por tres para violentar
menores, manejar su avioncito y despachar droga. Duele no ser ya emperador. Duele
perder el derecho de pernada. ¿Para qué lo quiere, si tiene a su hetaira
incondicional, la Montaño? ¿O tampoco allí existe nada? ¿Amor o narco? ¿Dinero
y jale o sentimiento? Lo sabrán ellos; finalmente hasta entre convictos nace
apego al arrumaco.
Aseguran
que el falso indio se trasladó cercano a la frontera. La misma que pasó Lavalle
deshuesado, o triste el montonero Felipe Varela para, otra vez comentan, hacer
las delicias de Melgarejo. El imbécil López Obrador se prestó a ser usado como
puta por el insaciable, traidor y cobarde ex presidente de Bolivia. De nada le
sirvió darle honores, documentos, guardias, propaganda sin fin. El infalible
Evo lo dejó pagando. Se fue con dos cueros a Cuba. Se rumora que se casó con la
Hiena allí. La noche de bodas sería el triángulo isósceles de la parodia marxista
del indito.
Pero allá
ellos con sus apetencias sexuales. Habrán llevado, según sugiere el malicioso
pueblo, al gaucho marido de la ministro para que les sirviera de colchón. Lo
que importa acá es el plan macabro cuyas instrucciones fueron a recibir en La
Habana, la preparación del golpe de estado seguramente diseñado por los Linera
que afirman que son guerrilleros siendo en realidad ases de los cien metros
planos.
No olvidar
que en la isla del caimán se fraguó la estupidez guevarista. Esa hecatombe
producto tanto de la vanidad como de la estulticia. Terminó mal como terminará
también esta aventura. No han sabido leer que lo que sucedió, por lo que
corrieron como galgos, fue un levantamiento popular, mayormente joven y
multiétnico. No como dijo el asno argentino Graña, excremento del excremental
peronismo. Ni Camacho, ni Pumari, menos Mesa, a quienes supongo se pretende
eliminar, fueron los artífices de lo sucedido. Catalizadores, es posible, como
aparecen en toda revolución. El retorno de su majestad solo produciría otra
reacción esta vez doble, una cuyas consecuencias bien podrían mirarse en los
faroles de la plaza Murillo. En intento tal, casi seguro que no habría escape.
Y, ya fuera del control (en cierta manera) de dirigencias, el masismo en todos
sus niveles sería ahogado en sangre. Esta correría de ambos lados. Pero en uno
hay unas decenas de miles de cocaleros y otra de delincuentes pagados. Al
frente, millones. Basta un agitador, uno que faltó en la marcha por el TIPNIS,
para que se suelte la tragedia. Si desean arriesgar, adelante. La opinión de
los secuaces argentinos, otra banda de rateros y madres que lucraron de sus
hijos muertos (y abuelas), no cuenta. El izquierdismo vive plagado de ceguera.
Cuenta el dinero de la droga, que correrá a montones, pero volvemos al mito del
rey Midas cuya moraleja enseña que el oro y el poder no alcanzan, que son
pobres objetos para alcanzar futuro.
“Volveremos
a los laboratorios de cocaína” es la nueva consigna de la revolución. Pues de
esta vuelta vendrá una estampida cuyo fondo se tocará en el barranco. Probemos.
15/12/19
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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra(, 18/12/2019
Imagen: George Grosz
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