Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Fabulosos Cadillacs.
Fabulosos. Comienza a destruirse la tarde con 95 grados de temperatura. La
guerra de Ucrania me consume en demasía, pero hay que aguantar. Ya Kherson cae.
Preguntaron a soldados rusos ¿cómo saben que murió el comandante? Encontramos
una pierna que tenía su zapato. La brutalidad trae brutalidad y con el inmenso
amor que siempre tuve por Rusia, me alegro de sus muertos.
No será la
primera vez que un ejército menor derrota al gigante oso. Japón, Chechenia,
Afganistán; ahora Ucrania. Si uno lee Agosto
1914, de Solzhenitsin, magnífico libro, entenderá que las estrategias rusas
para la guerra no han cambiado, zaristas, soviéticas o lo que fueren. Algo en
la psiquis de este pueblo, la matanza propia como arma de guerra, hace que en
la raíz de toda batalla esté inmolarse. Stalin, a sabiendas de lo que vendría,
asesinó a la oficialidad profesional que podía haber opuesto a Hitler una
defensa razonable. Trescientos mil, o medio millón, de muertos en la “moledora
de carne” de Rzhev, los alemanes en Stalingrado con los dedos entumecidos de
matar. Claro, contra algo así no se puede. El problema de Vladimir
Vladimirovich Putin, el Pez globo, Putino el Enano, es que Rusia ahora cuenta
con ciento cuarenta millones de habitantes, ya no es el monstruo populoso de
ayer. Ya ni paren en Rusia, la oferta de soldados se reduce e irá de mal en
peor.
En un raro
libro que leí en edición privada, previa a la publicación, acerca de un
anarquista en la guerra ruso-japonesa (que no puedo encontrar en la Red), lo
mismo: deambular de soldados, hambre, falta de organización. Durante la guerra
civil al parecer hubo mayor coordinación, con líderes militares como Frunze. ¿Dónde
están los Frunze de hoy? Ya estrenaron a varios carniceros en Ucrania con
pésimo resultado. El terrorista Igor Girkin, alias Strelkov, figura clave en la
anexión de Crimea y el Donbas en 2014 y duro crítico de Putin y su guerra
privada, lo recuerda cada vez en entrevistas. Habla desde hace meses de la
anunciada derrota, dice incluso que este desmadre llevará el conflicto hasta el
territorio ruso. Seguramente el pez inflado desea asesinarlo, pero Girkin es
poderoso y con aura de valiente. Una corte holandesa lo juzga por crímenes de
guerra, en ausencia, por el derribo de un avión de pasajeros en la zona.
Si
recurrirá Putin a usar armas nucleares sobre Kiev o Kharkiv, no lo sabemos. La
cháchara repugnante y fascista de sus acólitos amenaza con el fin del mundo.
Seguramente los iconos de ojos profundos del patriarca Kirill los protegerán del
hongo ardiente. Este individuo, patriarca de Moscú y agente de la KGB, ha
bendecido el genocidio ucraniano y lame los piececitos del enano.
Parece
hasta cómico, mirando las informaciones al minuto de YouTube, que cuatro
máquinas de guerra, los famosos HIMARS (High Mobility Artillery Rocket System) norteamericanos han frenado el
avance de la superpotencia. No cuatrocientos, no Superman, cuatro, que ya se
han hecho dieciséis, ni siquiera el número de mis dedos. Los congresistas que
visitaron a Zelenskyy esta semana ofrecieron hasta treinta. Con ese número
llegarán a Smolensko, a puertas de Moscú. No solo que el Enfermo ha
desestabilizado el mundo en lo económico y alimenticio, ha despertado recuerdos
de antiguas posesiones y pronto todos querrán recuperar lo que un día les
perteneció. Kaliningrado podría ser reclamada por Alemania, pero sobre todo por
Polonia, Lituania y hasta Suecia. Bielorrusia lo mismo. Tierras que fueron
polacas, luego ucranianas, también lituanas y suecas. Turquía tendría derecho a
Crimea. Ya se agita de nuevo el Cáucaso y pueden pronto estallar conflictos
internos y hasta guerra contra Rusia en Azerbaiján y Georgia. Los chechenos
están dispuestos a declarar libre a Ichkeria otra vez. Tendrán que deshacerse
de Kadyrov primero. Por ahora combaten a favor de Ucrania pero ya preparan la
rebelión en su tierra. Cuando agarren a Ramzan Kadyrov que lo entreguen a las
madres, viudas e hijos de los caídos, y a olvidarlo. Picadillo para los cerdos.
Las consecuencias del restablecimiento de una Chechenia islámica libre tal vez
tenga consecuencias futuras en las luchas contra el fundamentalismo. Todo gira
y apunta al demente de Moscú. Su caída será el fin de Rusia, anuncia una nueva
desmembración. Japón desea de vuelta las islas Kuriles, China tiene amplias
ambiciones territoriales en la actual Rusia.
La apertura
de un segundo frente, posiblemente checheno, será el golpe de gracia para los
invasores en Ucrania. A partir de eso se decantará la debacle. Espero que al
menos el pueblo ruso sacie su dolor y frustración sobre los cuerpos de la cúpula
putinista y sus propiedades. La historia se recrea a sí misma y allí es siempre
trágica.
La región de
Kherson y Zaporizhzhia es tierra antigua de cosacos zaporogos, aquellos que se
reunían a tomar hidromiel y decidían atacar Istanbul de golpe, los que
destruyeron la hegemonía polaca sobre Ucrania. Rusia cree sencillo establecerse
en el lugar. Será imposible. Ya hay guerrilla en Melitopol y Kherson y la habrá
más. Quien no ha leído historia desconoce este detalle. Tomó a Catalina y
Pedro, los Grandes, sojuzgar a los zaporogos y destruir su capital, la Sich,
que sobrevivió dos siglos. Arriba de Mariupol se establecían los Campos
Salvajes, tierra de nadie donde uno mataba al otro y todos entre sí. El glorioso
primer capítulo de A sangre y fuego,
primer libro de la trilogía histórica de Henryk Sienkiewicz, lo relata. Sueña
el asno pez inflado y enloquecido por los esteroides que la Historia le ha reservado
un nicho de gloria. Terminará muy mal y quizá lo sospecha. Intentará matar a
todos los civiles que alcance, amenazará, usará armas inconcebibles pero el fin
será el mismo, de un dramatismo en donde los eunucos acaban asesinando al amo,
donde los cuatro jinetes se desplegarán sobre Rusia y parecerá que del infierno
ha regresado la Horda. Siglo XXI. El Enfermo ha traído el medioevo de retorno,
con cuerpos asados dentro de tanques como se cocinaba prisioneros en huecos bueyes
de bronce calentados al fuego.
Las cosas
avanzan con velocidad en realidad. Para los que sufren, el tiempo no pasa, pero
de afuera contemplamos la crónica de una muerte anunciada, chillen o no los
izquierdo-fascistas que mojan las bragas de solo pensar en Putino. Los niños
perversos de la “revolución” latinoamericana tendrán que tragarse el pastel
ardiendo. Que se les atragante, a ellos y a su consorte Bolsonaro. Lo mismo
son, unos y otros, festín de rateros y mafiosos. Que el Don Putino acabe sus
días como lo merece desestabilizará a sus muñecos. Del futuro, que no es promisorio,
ya nos encargaremos; por ahora, a preparar la mortaja que al parecer vendrá
desde las montañas al grito de ¡Allahu Akbar!
27/07/2022
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Imagen:
Putino con la boca de Donald Trump
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