Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Este viernes,
Rolling Stone lanza su edición de agosto en medio de una gran controversia. La
portada lleva el rostro del supuesto autor del atentado en la maratón de
Boston, Dzhokhar Tsarnaev. El artículo central -The Bomber-, es un extenso reportaje acerca de su vida, con
entrevistas. La ironía, y mala lectura por parte de los editores, es que en
este caso, y contrariamente a la tradición norteamericana de ensalzar a los
criminales, quizá porque representan la última rebelión posible, la del
individuo (armado), Tsarnaev es checheno, no es John Dillinger; hay diferencia
entre el delincuente que pone en jaque al Estado y se burla del poder para
delicia de las masas, y el terrorista extranjero que atenta contra el american way of life. Ante esto,
Norteamérica cierra filas.
Ya cadenas de
tiendas que distribuyen la revista han anunciado boicot: no la venderán. Es
inaceptable, dicen, la osadía de presentar al monstruo foráneo con aura de
estrella de rock. No permitiremos, aseguran, que se dé a este individuo el
mismo trato que a Jim Morrison. Existe, con el tiempo, una rebelión aceptada y
otra imposible. Nos hallamos en la segunda.
El desenlace se
verá en pocas horas. No descarto que decidan cambiar la tapa. El problema no es
el reportaje sino lo icónico de la fotografía. La imagen puede tener alcance
místico, no tanto la letra.
La prensa impresa
se desmorona. Rolling Stone misma perdió un diez por ciento de sus ventas el
último año. La jugada de aprovechar el momento en caliente y desmenuzar las
causas de lo que ocurrió en Boston tiene un encanto económico. La apuesta
tendría que dar dividendos. Al parecer se equivocaron. En una situación como la
actual, de decadencia y fragilidad de la profesión de periodista, el riesgo
viene a ser demasiado. Un error tal vez no desbarate una publicación de
semejante nivel, pero puede darle peligrosa estocada.
Trabajo en el
Denver Post, otrora uno de los gigantes de la prensa no solo del medio oeste.
Desde hace un par de años la sangría de despidos, reducción salarial,
estrechamiento informativo, tienen en vilo a los empleados, administrativos y
periodistas. Una nueva gerencia, con ánimo de limitar gastos y acrecentar
ganancias, tiene aprobado un plan paulatino de destrucción del periódico
tradicional. “Digital” es la palabra mágica, a pesar de que la población mayor
a 40 años es reacia a aceptar leer noticias en la pantalla. Denver, y Estados
Unidos en general, tiene población vieja, mayor. Ese detalle está frenando la
velocidad de la caída.
Ser columnista en
un diario de un tiraje de millón de ejemplares garantizaba opulencia.
Opinadores famosos construyeron sus casas vecinas a las de estrellas del fútbol
americano. Esa bengala se extinguió. Ni la poderosa sindical que nos afilia a
todos, la CWA (Communications Workers of
America) dispone de fuerza para pulsear de igual a igual con la patronal.
Hoy se dedica a salvar algo de lo que la voracidad empresarial exige cortar, poco
a poco, hasta desangrarnos.
En el informe
mensual que recibimos del sindicato, leo que en Chicago se decidió terminar el
contrato de reporteros y freelancers
en el área de fotografía (del Sun-Times), incluido un Premio Pulitzer. Se los
reunió en un hotel para informarles de su retiro. Como reemplazo de esta fuerza
de trabajo entrenarán gente en el uso de iPhones, fotografía y video, apostando
por la ganancia y dejando de lado la calidad. Señales del nuevo tiempo, burdo
pero barato.
En el Post había
un departamento de atención al cliente. Se cerró y se exportaron las posiciones
a San Pedro Sula, Honduras, donde los empleados no reciben beneficios de salud
o jubilación, y su dólar/hora supongo que llega a la décima de sus
predecesores.
A pesar de pocas
historias de éxito, diarios y revistas se deslizan por la pendiente. Rolling
Stone quiso practicar un golpe de mano. Da la impresión que fracasó en la vena
patriotera. Lástima, porque ejemplifica el fin de una época.
18/7/13
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Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 19/07/2013
Publicado en SEMANARIO UNO (Santa Cruz de la Sierra), 24/08/2013
Publicado en SEMANARIO UNO (Santa Cruz de la Sierra), 24/08/2013
Imagen: Portada de Rolling Stone para agosto del 2013
Dramático testimonio d un fenómeno q ya es global. "Limitar gastos y acrecentar ganancias", terrible verdad en desmedro d empleos: fruto d tecnología con avance incesante y la infaltable angurria humana..Ni la medicina ya escapa a aquello. ¿Q hacer? ¿Reinventar y/o reinventarse? Las únicas certezas: las situaciones cada vez más duras. Y lo d la portada, una especie d antigua e intermitente moralina norteamericana, ésta vez con el complejo asunto del "bomber" y su peligrosa facha d ícono rockero. Razones habrán talvez, para los miedos.
ReplyDeleteUn muy ilustrativo artículo, Claudio. Saludos cordiales!
Cuando entré a trabajar al periódico era un muy buen cargo con futuro. En los últimos cinco años se desmoronó. Ahora todos estamos con la expectativa de cuándo se termina. ¿Seis meses, un año, dos? A pesar de que los números son todavía grandes, de suscriptores, pareciera que incluso se desdeñará a esas generaciones reacias al avance. Los jóvenes ya no estudian periodismo. Quién creyera que llegaría a ser profesión muerta, agonizante. El mito de Lázaro sin embargo continúa. Hay que ver. Saludos, Achille.
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