El 2001, los
monumentales Budas de Bamiyán, Afganistán, fueron destruidos con dinamita y
disparos de tanques por considerarlos los talibanes, entonces en el auge de su
poder, ídolos que contravenían el Corán. Se perdió con ellos un invalorable patrimonio
de la humanidad. Estulticia armada.
Hoy, hace unos
días, Donald Trump, compulsivo metemano y amo de los Estados Unidos (algo
injusto decirlo porque hay una fuerte y razonada oposición, aunque a eso apunta),
quitó el 85 % del territorio al Monumento Nacional Bears Ears, Utah, cediendo a
presiones petroleras y mineras, amén de a su base votante, blanca e iletrada,
campesina, que desea usufructuar esa tierra en beneficio propio. Bears Ears
cuenta con al menos 100.000 sitios arqueológicos de las naciones indias.
Ejemplo son las fabulosas pictografías en los muros de la montaña del parque,
lastimosamente dañadas por disparos de cowboys ansiosos de destruir la historia
y reinventar otra de estupro, alcoholismo y drogadicción.
Tanques
disparaban en Bamiyán. Armas de largo calibre en el oeste “americano”. El
blanco: historia, cultura, diversidad, minorías étnicas. Por ahí, en las redes,
alguien alegaba acerca de las diferencias entre el hitlerismo y el trumpismo.
Aterrador pensar que están más cerca uno de otro de lo que asemeja. Cada
movimiento en su entorno singular, claro, pero con acercamientos peligrosos en
el amplio panorama, el de las decisiones colectivas que son las que traen
genocidio y campos de exterminio.
Luego de una
corta primavera, el mundo parece de nuevo inclinarse hacia los fanatismos. La
globalización ha traído de consecuencia que lo que pasa en Sudán afecta en
Europa, y que la tragedia siria va delineando otra Turquía, por citar un par.
Ante esa perspectiva, Trump, hoy, y los talibanes ayer, trata de bloquear el
desarrollo histórico, aislarse como en hospital y purgar los lunares internos que
podrían significar obstáculo para su retórica… y caos. Equivocado uno como lo
estuvieron los otros. Por supuesto que se puede forzar -temporalmente-
cualquier cosa. Se ha visto a menudo y en demasía. A la larga todo se
reestructura de manera dinámica y encuentra equilibrio, así sea engañoso y
también parcial.
Hay cosas como la
supervivencia de Israel, que tendrá éxito solo si se mezcla con y permite
participar en el proceso nacional a la población palestina. De no hacerlo, lo
que les cuesta entender, perecerá; igualmente, Estados Unidos no puede -menos
debe- volcar la cara al sur. Allí está su permanencia y su poder. La fuerza de
trabajo latina, en constante renovación, es la que permite que todavía se sigan
pagando jubilaciones. La mano de obra, incluida la indocumentada, alimenta el
sistema, lo reanima, impulsa y desarrolla. Sin ella, en el idílico universo
blanco de sectarios armados de ultraderecha, inminente sería la catástrofe.
Austria, Hungría,
Polonia, se inclinan al nacionalismo recalcitrante. Steve Bannon, el ideólogo
del trumpismo, sueña con Auschwitz en el desierto de Arizona. Para eso,
mantener viva la llama de la esperanza blanca, tiene que recurrir hasta al
apoyo de renombrados pedófilos. Construir, entonces, la nueva “América” con
cualquier elemento de parecido color y contextura. Nada más endeble que el
vicio y el odio como entes asociadores. Terminarán devorándose entre sí y
siendo numéricamente avasallados desde el sur.
Violentos
fanáticos. Salvajes. Dementes e ignorantes. Tuertos, ciegos, discapacitados y
desarreglados. Bienvenidos al mundo del guiñol en fase oscura.
Los talibanes van
camino de retomar Afganistán. Se adueñaron de más de la mitad del territorio.
Trump, a pesar de la investigación de sus tratos sucios con Rusia, puede por
ahora saberse intocable para su reelección a un nuevo término. Evo Morales, en
Bolivia, ha puesto en la Plaza Murillo un pesebre (su pesebre) que indica a la
multitud que el Cristo redivivo es él. Igual de profeta se creyó Saleh, en
Yemén, y tiraron su cuerpo a la carrocería de una camioneta con menos respeto
que se tira un gangocho con papas.
07/12/17
_____
Publicado en
INMEDIACIONES, 08/12/2017
Fotografía:
Monumento Nacional Bears Ears, Utah
No comments:
Post a Comment