Friday, March 30, 2012
Una izquierda sui-géneris/MIRANDO DE ARRIBA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Bolivia es, como siempre, un torrente de sorpresas. Conviven, si es que hemos de utilizar a Trotsky, formas de desarrollo desigual y combinado que son, a qué dudarlo, las delicias del sociólogo. Entre estos universos contradictorios está la izquierda boliviana en sus varias manifestaciones: el chaqueteo descarado del PIR, el sacrificio de Ernesto Guevara en aras de la cobardía del PCB, el afrentoso e impresionante despliegue de corrupción y vileza del MIR. Y etcéteras que agriarían la noche.
Como para pensar que no hay solución y que calificativo tal (izquierda boliviana) debiera ser expulsado del verbo. Recuerdo aún a los universitarios socialistas que bajo la decencia de Quiroga Santa Cruz escondían sus aviesas intenciones de poder y lucro. O aquel que se convirtió en vocero del MNR luego de un incendiario discurso porista. Tristes nuevas en verdad.
Asistí en alguna ocasión, a la extraña representación de los ácratas locales seducidos por la urdimbre compleja, desconcertante, de los rituales por Santiago apóstol. Santiago ha destronado, aunque el pobre jamás tuvo trono, al intenso Bakunin.
Preámbulo indecoroso para llegar a la más reciente exposición de las rarezas nacionales cuando se habla de izquierda: presidente y vicepresidente actuales, Evo y Eva, en acción, destrozando piedras en la colina de Cota durante los festejos de la virgen de Urkupiña.
Rebusco en la historia de la revolución cubana y no encuentro detalle de Che o Fidel entre santeros. Dudo que quisiesen, a modo de adquirir popularidad, hacerle la venia a ningún santo negroide o que desearan, en primera instancia, retornar Cuba a una idílica África o América, sin blancoides invasores. Eso ya diferencia el movimiento cubano de los augures de cambio social de la Bolivia actual.
¿Cómo comprender la crisis de los líderes elegidos que hablan de socialismo y revolución y se ponen a partir rocas en afrenta al materialismo todo, a la barbuda y para algunos venerable efigie de Karl Marx? Evo Morales que eludió las misas y terminó de picapedrero creyendo que así agraciaba a los ancianos huacas, sin darse cuenta que este es el siglo veintiuno y que hay que razonar las posibilidades de desarrollo aunque una bola de alucinados cante loas a la regresión histórica.
Me sugieren que los críticos alegarán mi completa incomprensión del sincretismo cultural boliviano. Lo que menos deseo es ser dogmático y creo entender el curso de la historia, pero debo decir que entre sincretismo y cretinismo hay sólo un movimiento de letras. Y por más que quiera no puedo dar explicación a la imagen de García Linera apoyado en un combo. Uno, por su ideología, otro porque pienso que no lo podría levantar, que pinta de trabajador no tiene. Y si les gusta tanto partir rocas que se lancen, martillo en mano, a hacer caminos con el pueblo.
2006
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Publicado en Opinión (Cochabamba), 2006
A tu salud/MONÓCULO
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Que no se malinterprete, o que sí, no interesa. Tal vez ofenda a las columnistas del colectivo Imilya que sacarán a relucir calzones y dirán que incito a la violencia, a despertar las huestes de la ebriedad de las que hablaba Walter Benjamín. Allá ellas, y ellos, en este promiscuo mundo donde ya ni sabemos quién es qué, políticamente hablando, que en sexo todo vale.
Leo con espanto -como iniciaba un artículo en contra mía uno de profesión viceministro- la alharaca acerca de la nueva ley de alcoholes que los gobernantes de la ínsula Barataria quieren imponer. Por un lado los asesoran extranjeros, con inventos que ya fracasaron en sus países de origen, donde las mujeres tienen que prostituirse para comer; por otro hay tal desmadre, tal confusión en la mente de los sanchopanzas, que rebuscan en la historia para construir leyes con retazos robados de otros y con ánimo de innovadores. Así indagan en los tontos anales de la Ley Seca norteamericana y en la retrógrada prédica de frailes que desean prohibir y que pecan a escondidas.
Una corifeo, porque corifea podría señalarme como discriminador estético, llama a prohibir las canciones que hablen de borrachera, y supuestamente empujen “a la juventud” a tomar el mal camino. Eso en un país de borrachos, donde, no me opongo a ello, debiera haber alguna restricción en cuanto la parranda pisotee los derechos de otros que no participan en ella. Beber en la calle con los automóviles de lujo abiertos y un estereo resoplando después de medianoche, por ejemplo. Nadie tiene por qué soportarlo. Pero, de ahí a inventarse un decálogo de espuria santidad e ir tan lejos como vetar los poemas de alcohol y las rancheras mexicanas donde los cobardes, o muy machos según la perspectiva, se “dan a la borrachera y la perdición”, es demasiado. Obviando lo patético de la lírica, me parecería criminal barrer de un soplido un arte que tiene sus motivaciones en la angustia, la desesperanza, el olvido, que -quizá- pudiesen soslayarse con unos tragos de más.
Me sirvo otra Cuba libre, con chorro de jugo de limón sobre un aromático Zacapa para olvidar al gobierno.
Decíamos… El personaje, la personaje -aunque irritan estos convenios de a todo tener que ponerle el femenino, y peor aún hermanarme con todos, hermanos y hermanas, de acuerdo a la tradición originaria que me parece olvida su convincente uso inmemorial del garrote sobre espaldas de mujeres y niños- desde su posición de mando desea ser más papista que el Papa. A ratos creo que solo para alimentar a los adulones de afuera, la izquierda marihuana, que aún rebuzna en apoyo de las “revoluciones” del sur, la originaria y la bolivariana, a pesar que esta última ya la cedió el difunto a vírgenes y chamanes, y quiso entregarla en mano propia al representante vaticano en el Caribe, para ver si éste le sacaba boleto rebajado al infierno.
Omiten los trogloditas, o santos de Barataria, que Bolivia bebe, y mucho. Y que tocar ese punto va a remover los instintos tribales desde el fondo. A no ser que se haga, como en la defenestrada URSS a fuerza y bala, que de nada sirvió, los plurinacionales se meterán en tremendo lío, y dudo que invocar a Espartaco, la Madre Teresa de Calcuta, Cristo y el Che, en este collage de infeliz personalidad y mohína erudición, ayude en algo.
Dénse una vuelta por algún pueblo del valle, domingo en la tarde, como a las cinco, las cinco de la tarde, y se toparán con tan chocante panorama de ebrios, y ebrias, vómitos y excremento que necesitarían llamar a los marines para frenarlos, lo que desataría la insurrección popular.
Ante las aguerridas cochabambinas en pie de jarra, el héroe Espartaco tiraría el espadín y saldría corriendo faldita al viento, o el pobre Mohandas Gandhi tendría que encuerarse y disparar con velocidad de gamo para evitar ser tomado y crucificado por las beodas con tarritos de gasolina en las manos.
29/03/12
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Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 30/03/2012
Imagen: Alex Void/Alcohol, 2010
Tuesday, March 27, 2012
La tragedia india/MIRANDO DE ABAJO
Pegarán el grito los cancerberos del gobierno y sus escribanos porque utilizo el término “indio”. Así como en tiempos del MNR hubo que hablar de campesinado, ahora en tiempos del MAS se lo debe hacer de originariato. Indio, consideran, carga una condición peyorativa inaceptable, y, como basan sus revoluciones en verbo, así las muestran. Son cuidadosos a tiempo de hablar, pero ya en el acto del hurto unos y otros devienen lo mismo, fuera de la retórica.
La idea roussoniana del Buen Salvaje pasó de pronto a ser la del Único, y no salvaje, en una Bolivia que jugó hábilmente con la propaganda, ante un mundo en primer lugar culpable y con complejo, y por otro a lo bueno que es experimentar cosas nuevas fuera de casa. Intelectuales de una mal llamada izquierda europea llegaron a diseñar políticas que se suponían de rescate de las poblaciones nativas, y terminaron creando un monstruo nacionalsocialista a quien le importa un carajo el bien colectivo, y que cuida el interés de multinacionales y narcotráfico internacional, no menos que Hitler hizo con Krupp y compañía en la experiencia “obrera” alemana
Ayer visitaba el Pow Wow, reunión anual de alrededor de 100 naciones nativas de Norteamérica. Hay varias de ellas que a raíz de permisos federales especiales para los juegos de azar, construyeron casinos en reservaciones y tienen ingresos altísimos para el escaso número de personas que forman la comunidad. Cien años después de acabar con los remanentes de las altivas tribus que poblaban la pradera y el desierto, los postreros en ser sojuzgados, el capitalismo ha concedido términos favorables que enriquecen a unos y a otros. ¿Cuál el impacto sobre la cultura? Es obvio, y quizá ya ni interesa. Tanto ha pasado y tanto se destruyó que no sabemos si queda algo más que estos coloridos bailes que observo. A los pueblos indios de Norteamérica no solo los terminaron las armas de los míticos ejércitos de caballería, también el alcohol. Se les dio alcohol como se dio coca a los originarios del Ande. Mañas y subterfugios del dinero.
Los “socialistas comunitarios” bolivianos explotaron la vieja idea de la “hoja sagrada”. No podemos soslayar la verdad de que el negocio de la coca, como el de la chicha en su tiempo, fueron vitales en la economía, pero aprovecharse y fomentar un rito casi sacramental en torno a ella, forma parte del esquema de dominio de los nuevos tiranos. Para desmitificar su prédica basta el hecho de que apenas comenzado su gobierno, y para congraciarse con los todavía amos gringos, el gobierno Morales erradicó la coca antigua, la de los yungas de Vandiola, que debía haberse considerado patrimonio cultural. Se atacó donde no podían defenderse, dorando la píldora para los bobalicones de la Embajada, y protegiendo la joya de su corona: la coca chapareña para el tráfico.
Lo digo hace años: no hay peor enemigo del indio que el gobierno de Evo Morales. Peligroso porque se disfraza y mimetiza, y porque entrega roles de guía de pueblos a dirigentes descastados y corruptos. Que lo haga el casi inexistente blanco, o lo hiciere el mestizo, tiene hasta lógica: unos son diferentes y los otros quieren serlo, pero que venga un individuo cuya “pureza de sangre” está en entredicho y conceda a la multitud el “derecho” al caos, a manifestarse por todo y para todo, a exigir -porque el “otro” debe pagar- es otro asunto. Se conforma a la masa con minucias, con unos linchados por aquí, bloqueos por allá, pijchu, anotando puntillosamente que jamás se tuvo libertad semejante, y que ahora gobiernan ellos para quedarse. Mentira. El MAS es agrupación de señores feudales y riesgo mayor que el peor capitalismo. Bajo su tutela el indio, campesino, originario, es un número, como antes, una mano que se levanta, un voto. De allí a permitirle crecer, educarse, eso no. Dénle coca, trago, gasolina para que incendie a alguien, pala nueva para que entierre vivo al vecino. No le permitan estudiar, educarse en la pluralidad. No. Y menos voto secreto: los dirigentes lo hacen por ellos. Entonces se habrá revivido, a las patadas y con completa ignorancia, el imperio, con el Hijo del Sol arriba y el resto para el carajo. Qué tragedia.
26/03/12
Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 27/03/2012
Imagen: Jormada de pijcheo, marzo 2012
Saturday, March 24, 2012
Borges y los Otros
Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Algunas letras en torno al gran autor argentino, magnífico creador en sí mismo, pero también arduo alumno y maestro en relación con otros autores. No hay instante en que sus líneas o palabras no refieran un antecedente, argumentación a la vez enigmática e indispensable, como si fundara sus bases en un peso cultural colectivo.
Hay que entender a Borges como a un todo en el que las partes se aúnan y resultan en piedra filosofal digna de Paracelso. Borges es hierro transformado en oro, amalgama, síntesis, unidad, escritor cuya versatilidad de enciclopedia le permite husmear los recovecos de cualquier cultura. Reconoce que su libro de cabecera-digámoslo así- es la Enciclopedia Británica. Ahora bien, conocimiento tal es, a pesar de su riqueza, moderado, de amplitud limitada. Lo mágico en él está en que nunca sabremos si en su extenso marco de referencias ha indagado a profundidad o sólo ha aprendido lo suficiente para capear los vientos en un mar cuyas tormentas son en esencia superficiales, o, aclarando, en un mundo de escaso saber y menor entendimiento.
No suponemos que Borges finge. Su arte de manipular el conocimiento no es menos que su arte creativo. Su imaginación sólida, su fantasía feraz. Y si bien puede trashumar con lujo por la diversidad terrestre es sobre todo hombre de elección y se centra en aquello que ama: Inglaterra, los Estados Unidos, la cabalística judía, la trama y el hilo policial.
Idolatra a Poe mas al mismo tiempo rescata la argentinidad en autores que como él provienen de un mundo selecto: Güiraldes, Lugones, mientras ahonda en los arcanos del poema argentino, de la patria en sentido amplio, cuando estudia el Martín Fierro. A pesar de ello hay desdén por la historia; detesta a Ramírez, a Bustos, a Rosas, la imagen del caudillo pampeano de nombre altisonante; pero su desprecio eterniza en verso a aquellos que quiere disminuir: Facundo se torna como nunca en el Tigre de los Llanos cuando Borges, describiendo la matanza de Barranca Yaco, anuncia que el General entra en la muerte con degollados de escolta. Un drama histórico a lo largo del siglo XIX que delineará la nacionalidad argentina, la suya propia ya que en su padre hay remanentes de aquella gloria brutal, que el poeta no olvida, y que lo ligan para siempre a esa tierra... y a la épica.
La pampa, la guerra civil, la lucha contra el indio es su Ilíada personal. Lee a Estanislao del Campo y en este autor la conquista del desierto deja de ser mera excursión de castigo a gente primitiva. Los pampas tienen una estructura jerárquica, una cultura; hay reyezuelos y dominios y, de vez en cuando, acciones o actitudes que los equiparan con los héroes griegos.
Ginebra y Praga para Borges, pero Buenos Aires por encima de todas. Sábato se refiere con cariño al Borges que le enseñó a amar sus piedras, sus edificaciones mohosas de dandys y compadritos. En ningún otro autor de su clase y su generación existirá con tal soltura (melancólica) la presencia argentina. Quien se dice heredero de multitud de sangres no deja de ser un gaucho sentimental, un inmigrante aferrado a la inmensidad del vacío.
¿Quiénes son los Otros en Borges? La pléyade de autores, en buena parte ignotos, olvidados, trágicos, desconocidos que elige y resucitan por él. ¿Aversión a la fama? podría ser la pregunta de rigor y creo que sin respuesta. Tal vez la certeza de que aquellos que se mueven en la oscuridad y la desdicha son mejores testigos presenciales, porque lo que se ve nunca es, pero sí lo que se esconde.
La piedra fundamental de la nueva biblioteca de Denver lleva su famoso verso "Yo, que me figuraba el Paraíso/Bajo la especie de una Biblioteca". Así él, piedra fundamental sobre la que crecen espectrales los libros: Marcel Schwob, Lord Dunsany, Gustav Meyrink, Thomas De Quincey, León Bloy, William Blake, Emannuel Swedenborg. Rescata el Canto del Dios, el Bhagavad-Gita de los hindúes, que ojalá -posible- leyera en la versión de Christopher Isherwood.
Sus autores predilectos son como sus personajes, siempre hay algo de sombrío en ellos. Y cuando no crea, traduce, siguiendo el ímpetu de su búsqueda por aquello que nos es ajeno. Se adentra en la mitología teutona, los dioses nórdicos que parecen suyos; hay fatalismo: Odín, dios de dioses, será devorado por el lobo Fenris en una transfiguración del mundo. Posiblemente inspirado en Kipling retornará en boca de Snorri Sturluson a desembarcar en las costas de América y espantar a los nativos con mugidos de animales horrísonos: vacas.
Volodia Teitelboim dice en alguna parte de Los dos Borges que Borges nunca fue estimado un modelo ético pero sí un paradigma estético. Creo que no quiso ser ni uno ni otro y sus opiniones cargaban más el peso de la individualidad que de la convicción, terreno fértil para errar. No se juzga aquí al escritor que accede en su ceguera a participar en un acto auspiciado por el Gran Ladrón, Pinochet. Se recuerda al poeta ciego que -mi amigo Juan Araos entre el público lo confirma- revive a Homero.
Hay quienes desean desmerecer su ser argentino, muchos incluso dentro de su país. Decir que era extranjero no implica nada y si bien no es difícil hallar similitudes de su obra en libros lejanos, no tiene mayor significación porque Heródoto no es lo mismo que Henri Michaux ni el dolor de Arjuna es el de Gilgamesh. Volvemos al principio: el autor entre, en, parte y división de dos mundos.
Pierre Drieu La Rochelle publicaba en L'Intransigeant, el 6 de enero de 1934, un texto de su visita a Buenos Aires y contaba: "Mi poeta (Borges) caminaba a grandes pasos enloquecidos. Me paseaba entre su desesperación y su amor, ya que amaba esta desolación con la que había llenado su corazón."
29/06/06
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Publicado en Brújula (El Deber/Santa Cruz de la Sierra), junio, 2006
Imagen: Retrato de Borges (desconozco al artista)
Friday, March 23, 2012
Libros: sobre búsquedas y hallazgos
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Se acerca medianoche. Pasan un documental sobre Timbuctú. Ochenta grados Fahrenheit; el ventilador tiembla y cruje como si sufriera. Despejada la noche de Colorado en los albores del verano. No hay ruido de insectos, Un pájaro insomne pía débilmente en el jardín.
Acomodo los libros que conseguí hoy en una expedición a anticuarios y prestamistas, a sociedades benéficas, a subastas vecinales. Hoy en Norteamérica la compra-venta de objetos de segunda mano alcanza el grado de subcultura. No sé si era así en el pasado; dudo que en el auge de los cincuentas la gente se preocupara en husmear los rincones del Ejército de Salvación para hallar algo de provecho. Aunque tal vez me equivoco: esta es una sociedad de coleccionistas; les vendrá de los ingleses. Se podría entender como una sublimación de la conciencia de su corto pasado. Pueblo de inmigrantes que busca en basurales de tesoros escondidos los remanentes de su antigüedad. Demasiada cháchara para el simple placer, y práctico ahorro, de utilizar las tiendas de viejo. Olvidemos la sociología o las transformaciones síquicas de pueblo alguno y dediquémonos al trabajo manual de inspeccionar anaqueles.
Entre objetos caídos, al lado de tazas de toda índole y electrodomésticos no convincentes, ubico las hileras de libros ordenadas en anarquizante sentido: desarregladas. La filosofía del lugar supongo que se refiere al si usted tiene tiempo de entrar acá, lo tendrá para sentarse y hojear uno a uno los volúmenes; desdeñe la hora, hemos proscrito la rapidez.
Así me gusta, igual que al visitar ciudades, que no me den prisas. Si algo me queda de una autónoma ortodoxia es la libertad. Arrimo un banco y con él deslizo pausado mi cuerpo por las filas de cajas. Siempre hay maravillas. Un librito sobre los hopis, con fotografías de principios del siglo XX, danzas rituales y leyendas. Tucídides y la guerra del Peloponeso, con anotaciones a lápiz en los márgenes. Amo estas obras que en un nombre en la primera página, o en observaciones en el interior hablan de vida. El hecho no es la posesión de un volumen nuevo, que también agrada, sino hallar, entre innumerables cosas deleznables, joyas, y ver que formaron parte de un contexto humano anterior. Es una manera de reconstruir la historia del libro e imaginar sus avatares igual a un personaje de ficción. Hojeo una edición sin fecha de los Poetical Works de Elizabeth Barrett Browning. Señala a dos dueños anteriores: una fecha data de Pittsburgh, 1908, la otra sólo dice 28 de diciembre del 34. Y la nueva, de mi hija Aly, dibuja los signos del 2006. Aparte de los hermosos escritos de Mrs. Browning este objeto accede -y posee- un siglo de conocimiento y diversidad.
El viaje literario que relato no se confina a un día único, es un proceso de búsqueda consciente y de mucho azar. Un azar que me atrae hacia un volumen empastado en rojo, evidentemente antiguo. El lomo reza "Kipling", impreso en 1915. La portada abriga un sello con una svástica, y dentro del círculo la firma del autor británico. En 1915 el nacionalsocialismo apenas se gestaba en la obnubilada mente de Adolf Hitler. Kipling -o su editor- adopta para sí un anciano símbolo hindú relacionado con la agricultura. Me place descubrirlo, además que en esta edición de Under the Deodars hay bellos y famosísimos cuentos como The Man Who Would Be King, que leyera de joven bajo el título de El rey de Kafiristán.
Innúmeras las sorpresas que salidas semejantes deparan. En Aurora, Colorado, como en Cochabamba; en Buenos Aires que ofrece textos ya agotados de Petrus Borel, o Lima y una obra autógrafa de Zamacois con dedicatoria a Enrique Gómez Carrillo, de quien dice César Aira en su Diccionario de autores latinoamericanos que "Fue el más fiel acólito de Rubén Darío, de quien imitó hasta el paroxismo, y con mediocre talento, la postura afrancesada", y cuya última, bella esposa, ya viuda, matrimonió a Saint-Exupéry.
Lenore Kandel es una poeta olvidada. De obra muy breve, contemporánea y amiga de Ginsberg, Ferlinghetti, Kerouac... la historia de la literatura norteamericana la ignora y sin embargo hay quienes la consideran una de las mayores expresiones poéticas de América, tan importante como Whitman. Su obra cumbre, seis páginas de poemas, The Love Book, son un sentido y bello divagar por la intemperie del cuerpo, el sexo y el amor. En traducción libre transfiero unas líneas: "(...) Te amo/tu miembro en mi mano/ se agita como un ave entre mis dedos/y creces y te endureces en mi mano/forzando los dedos a abrirse/con tu rígida fuerza/eres hermoso/tú eres hermoso/cien veces hermoso (...). Me recuerda a Anaïs Nin en Henry y June... The Love Book, de Lenore Kandel, primera edición, San Francisco 1966, dormitaba entre papelerío en el Ejército de Salvación. Costó 25 centavos.
En noches como esta, ya pasadas las doce del espanto, con un permanente despejado en el cielo azul profundo, no negro, me pongo a leer los libros que se fundan en torres desde el piso, ladrillo sobre ladrillo. La arquitectura de estas edificaciones libreras es más ágil que mi tiempo y terminará por arrasarme en un mar de letras. Hablando de mar, y en otra fantástica antigüedad encontrada (1903), releo a Plinio relatando en carta al historiador Tácito la muerte de su tío Plinio el Viejo durante la erupción del Vesubio, año 79 de nuestra era, antes de dormir.
26/06/06
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Publicado en Puño y Letra (Correo del Sur/Chuquisaca), junio, 2006
Imagen: El Voynich, supuesto libro del alquimista Roger Bacon
Thursday, March 22, 2012
Río revuelto/MIRANDO DE ARRIBA
Contradictorios, controversiales, son los informes que llegan de la política nacional. Oí mucho, a favor y en contra, del nuevo mesías; alguien incluso llegó a decirme que yo aún no estaba preparado para encontrarme con El. ¿El? demandé, desde la primera comunión que no me lo encuentro, y menos lo busco. Resulta que aquel sujeto no era el Omnipresente como creía, ni siquiera su hijo, el crucificado, sino Evo Morales, y según los entendidos mis características no alcanzaban el grado que les permitiese acceder a su presencia. Entonces pensé que era un ilusorio y normal fantasear de borrachos. Tiempo llegó en que el señor Morales fue libremente elegido y trashuma entre las que podrían ser justas acciones sociales y un febril coqueteo, casi femenino (lo siento por las mujeres), por adquirir notoriedad. Si algo no soporto es la creencia de ciertos individuos de su inefabilidad, de su intrínseca grandeza. No otra cosa ocurre con Chávez cuyas acciones, beneficiosas muchas de ellas para un pueblo empobrecido, se ven opacadas por una pesada retórica de discurso y vanidad.
¿Por qué no se realizan las cosas de manera simple, inequívoca? ¿Por qué andar con revuelos, decir y desdecir, criticar y halagar al unísono? No se necesita la fanfarria de los caudillos para lograr actos positivos y menos se requiere de una insulsa parafernalia festiva para afirmar indigenismos, reales a veces y otros falsos con largueza. Me refiero a la urgencia del nuevo gobierno de imponer rituales cuyo origen es incierto y mestizo en muchos casos; bendiciones y festejos que forman una opinión errónea. La trama no es la forma, ni viceversa; no hay que dorar las ramas sin antes regar el tronco.
Evo Morales tiene un rol que le dio el voto popular. El subcomandante Marcos o los indígenas norteamericanos lo utilizan como referencia para señalar un cambio de marcha. No puede desmerecer la posibilidad de un liderato genuino. Pero eso no significa poseer el mundo ni que toda la dinámica humana pase por Bolivia. Lo suyo es otro vuelco de la historia, ya vivido anteriormente. La destreza radica en eludir los consabidos errores, cosa que Chávez no hace. En términos económicos, Venezuela vive el auge de los precios del petróleo. Sucedió ya y todos olvidan que retornaron los años de las vacas flacas. No es con aviones de guerra que Venezuela perdurará como tampoco es eterno el clown de la Casa Blanca. Morales debiera dedicarse a gobernar y dejar de mirarse en el espejo; las divas suelen hacerlo, los hombres no.
25/6/06
Publicado en Opinión (Cochabamba), junio, 2006
Wednesday, March 21, 2012
La muerte de Zarqawi/MIRANDO DE ARRIBA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Uno de los tantos engaños de la administración Bush es intentar hacer creer que la muerte de un individuo, al-Zarqawi en esta ocasión, cambia el curso de los acontecimientos. Sucedió antes con los hijos de Saddam Hussein, con la captura de éste y circunstancias similares en Irak y Afganistán. La prominencia de personajes está dada por una campaña de desvirtuación de lo que en realidad es un proceso insurreccional. Parte de una falsa y en extremo simple premisa, muy adecuada a la escasa profundidad de análisis de la mayoría de la población norteamericana, que explica cualquier reacción a algún accionar de los Estados Unidos como producto de conductas erráticas y antisociales. No se mira el problema en su complejidad; su reduccionismo reconoce dos clases: los buenos y los malos; prédica falaz y destructiva que se aplicó bajo la instructiva del norte en las dictaduras latinoamericanas.
Arma de doble filo. El endiosamiento de un oscuro Zarqawi, el hombre que lucha solo contra el gigante, indica que al deshacerse del sujeto se termina el conflicto, pero también crea el mito.
Cada vez que el gobierno de Georgie cae bajo la mira sucede algo "importante", se descubre algo o se elimina a alguien; la muerte de Zarqawi cabe precisa en un declive de la popularidad del presidente, reanima a sus huestes y eleva su crédito entre un gentío que se maneja con colores para indicar el grado de peligrosidad del día a día. Como escribe una niña iraquí en un blog, Zarqawi fue la invención de los Estados Unidos, igual que Saddam y Bin Laden. Cuando los sirvientes se tornan innecesarios se inventan castillos de naipes para esfumarlos pero, retornamos a lo mismo, la historia no se rige, y menos se manipula, por la infantil (y demoníaca) manera de pensar y actuar de este país. Lo triste es vivir en él observando que hay gente muy capaz cuyo peso es mínimo en medio de una recua de asnos. Basta ver a los "guardias privados", asesinos a sueldo, 25000 en número hoy, que actúan impunemente en Irak, no suscritos a ninguna regla militar, con carta blanca para el crimen. Estos mercenarios que bien merecen ejecución se dedican a filmar videos de sus homicidios con música de Elvis de fondo, producto de la peculiar idiosincracia de un grupo humano que habita el sueño de los juegos de computadora, el heavy metal y la música country, idolatra a Dios, se droga, cree en la supremacía blanca, experimenta el placer de embrutecerse con violencia, Biblia y alcohol, y que adora levantar murallas ante un México listo a solazarse con sus restos.
18/06/06
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Publicado en Opinión (Cochabamba), junio, 2006
Imagen: Abu Musab al-Zarqawi
Tuesday, March 20, 2012
El escritor en la guerra/MINIATURAS
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Releyendo a Viktor Shklovski medito sobre el destino de algunos hombres que, voluntariamente en su mayoría, alternaron el estruendo del obús con la letra. Mucho se habla de las incompatibilidades entre un campo y otro y aquí están, sin vanagloriar y menos mitificar la guerra, pero que a pesar de ella... y a veces a propósito de, continuaron creando. Shklovski, a quien Sergio Pitol con fortuna frecuentaba en la ancianidad del autor judío-ruso, va más lejos al afirmar que adora el sonido de los cañones al amanecer. Anticipa con medio siglo la paradigmática imagen del militar norteamericano que aspirando el aire en un bombardeado Vietnam dice que le gusta el olor del napalm en la mañana (Apocalypse Now).
La poética de guerra de Guillaume Apollinaire es de sus más fervorosas. El poeta presupone el fin, cénit romántico que lo hará perdurar en la memoria de la amada; decora con estallidos de cañón y la orfandad del frente bellas líneas a Madeleine. Si no la muerte, el retorno anudará el amor otra vez con fuertes lazos y "puentes colgantes de carne dura maravillosa".
Erich Maria Remarque no nostalgia el amor. A ratos melancoliza sobre una Alemania que moría, no la de la bella época mas aquella del desastre. Aún así, ese país tenía hermosos rastros, que la juventud y la amistad florecían. Nación que destrozaron los militaristas y los viejos y que con ánimo calcinado retrataron los pintores George Grosz y Otto Dix, que metaforizó Léger en retorcidos tubos y cuerpos imperfectos.
Cendrars perdió un brazo en las trincheras. Henry Miller afirma que Blaise Cendrars estaba poseído y obsesionado con la vida. Deduzco que en el borde de la muerte es donde se conoce a la señora.
T.E. Lawrence, Malraux, el mismo Drieu La Rochelle, el cubano Pablo de la Torriente Brau en España, Jesús Lara y Augusto Céspedes en la hornalla chaqueña. Todos, juntos, distintos, únicos, visionarios y críticos...
14/06/06
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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), junio 2006
Imagen: Henri Barbusse
Los mismos/MIRANDO DE ABAJO
Una cosa difícil de entender es el constante vilipendio de los Estados Unidos por parte de Evo Morales y sus acólitos, seguido del también constante extender de manos para la limosna, así venga del enemigo.
La retórica de un país autónomo, libre, en vertiginoso avance hacia la grandeza, se la creen aquellos que lucran con el estado de las cosas. Lo cierto que el único progreso alcanzado debe estar a nivel personal, y escondido, porque la bonanza que pregona el Amo permanece invisible. Sin duda las cuentas bancarias de los patrones de turno se abultan. Extraña, sin embargo, que no depositen sus ingentes ganancias en bancos locales, o que creen sucursales en Orinoca o Ancoraimes. No, los defensores de los pobres, los plurinacionales que reclaman a Marx y a Lenin como sus ancestros ideológicos, son clientes de la banca suiza, o de los paraísos financieros sobre los cuales habrá bien asesorado Venezuela.
Esto no es solo fraude e impostura, es traición. Qué oponer a aquello deviene en pregunta. Perdemos cuando alrededor lo disponible para enfrentarlos está conformado de gente también de corrupto historial. Pareciera que no existe otra forma de hacer política en el país. Y los adláteres de la destrucción boliviana baten palmas hoy que ven a los líderes sindicales de un movimiento de veras popular, no obligatorio, como el del Tipnis, asociarse a partidos o personajes para algo mejorar su condición de vida. ¿Dónde está el pecado? Es obvio, aunque en particular creo ser un error, que la gente por necesidad, y aprovechando cierto protagonismo, intente superar las limitaciones materiales que tiene. ¿O acaso los elegidos, los únicos posibles señores con carta blanca son los masistas?
Es tan mezquina la política en el país que no hablamos de discusiones ideológicas. Todos, intelectuales incluidos –o sobre todo-, ven que al fin pueden percibir salarios a costa de abyecciones, así provengan del dinero excedentario que genera el narcotráfico, y defiendan a rajatabla lo indefendible, decorando sus febles convicciones con estadísticas y discursos que hemos visto ya.
De ser el Tercer Mundo hemos descendido al Hades, donde revolución y cambio son sinónimos de aberraciones sin nombre, dichas y hechas por individuos sin capacidad alguna, con verbo nacido de la estulticia y del cliché, de lecturas erráticas y diretes oídos al azar. Hacerse del poder, de las arcas del poder, suele disimularlo. Pero no hay oro que compre eternidad, y la vergüenza que significa la testa boliviana hoy será baldón difícil de eliminar. Se ha instaurado una prédica de odio, de discriminación, de revanchismo azuzado por onegenistas y jesuitas pederastas (uno de ellos al menos), amén de segundones y rejuntados del fracaso. Duro y peligroso entregar las riendas a quienes cuya costumbre era simplemente acarrear los aperos. Lo digo sin denigrar a los que, como yo, hemos construido las vidas en torno al trabajo. El poder no debe ser privativo de las castas educadas, pero tampoco es mérito suficiente el estado de miseria. Y a eso hemos llegado, al pobrecito llamero que por descalzo tiene derecho al feudo. Y si le añadimos el aura sobrenatural que ha impuesto sobre el pastor su canciller, ya nos metimos en camisa de once varas: el resurgimiento del fascio en versión andina, con los habituales amanuenses para quienes lo disidente resulta siempre herético.
Mientras tanto a extender las manos, a ver si algo nos cae del cielo, o del infierno.
20/03/12
Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 20/03/2012
Friday, March 16, 2012
Artes adivinatorias/MONÓCULO
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Acabo de escuchar a Rojas, el de Achacachi, tratando de justificar con precios de rangos muy amplios, la posibilidad-necesidad de vender gas a Chile. ¿Pero acaso el lío y la muerte del año 2003 no salieron de allí? ¿Es una burla, o simplemente que el tiempo de retórica inútil se le acaba al gobierno y la realidad lo aplasta?
Rojas continúa acerca de la IX marcha indígena por el TIPNIS y la cataloga de política. ¿Y si así fuera, aunque por ahora no lo es? Existe el derecho de asociación y de crear plataformas políticas. No comprendo el miedo. Entiendo que hay asuntos que van profundizándose tanto que socavan la otrora indestructible base del poder masista. Creyeron en un Reich de mil años que no existe, mucho menos ahora. Fuera de la aparente calma van marinándose serios problemas para personajes del gobierno a nivel internacional. De pronto el proceso de cambio, mal llamado así por habérselo desvirtuado, por existir impostura, va hacia un callejón sin salida. Y ya ni relajar las tensiones ha de evitar la debacle. Tómese el caso Rósza, por ejemplo, que quedó crionizado. El tiempo va a encargarse de descongelarlo y poner en evidencia los detalles de ese oscuro y maltrecho episodio. El brazo de la ley, tanto norteamericano como europeo, puede estar replegado pero es largo, y la muerte de ciudadanos de la UE no va a quedar sin resolverse. Por el momento hay instancias de poder que no lo permiten. Eso, como la vida, es pasajero. Lo aprendió Pinochet, y lo temen Kissinger, Cheney y Bush, que son con mucho más poderosos que nuestros jerarcas locales.
La lógica indica que debiera haber aperturas, pero el drama del poder es que se emperra. Ahí está Assad, aferrado con uñas y dientes a una silla que le va a traer, y de muy mala manera, el fin. Ojalá que sí, aunque chillen los micos por mis aficiones “violentistas”. Abrir el diálogo podría significar terminar un mandato de manera democrática. Allí, incluso gente del gremio masista podría soñar en opciones futuras, a través de elecciones, para continuar con lo que creen correcto. Pero no, hay empeño, desmesurado, de quedarse a como dé lugar a pesar de que las coyunturas no les son favorables. Azuzar a las masas para una bestialización podría comprarles algún tiempo, pero la ignorancia es tan moldeable como la plastilina y la lealtad de la muchedumbre, volátil.
El magistrado Cusi tal vez ha sido el más coherente, si ampliamos su alocución al Estado todo. Por el momento las cosas van decidiéndose en coca. Siendo la contradicción elemento esencial de las declaraciones del MAS, no por sesudo análisis sino justamente por falta de él, habrá que dejar los destinos al soplo de brisas positivas o inoportunas. Pero ese provincialismo que nos repliega en la sociedad tribal tarde o temprano ha de perecer ante la presión externa, que avanza sin pausa hacia todavía inimaginados mundos de tecnología y progreso científico. Día a día nos vamos rezagando, y la bonanza de tribus nativas en los Estados Unidos, así no concuerde personalmente con los medios para lograrlo, crece mientras la del indígena boliviano va marcha atrás. Exceptuando a la nueva clase cocalera cuyo Camelot no ha de durar ni siquiera una década, ya que su juventud se enfrasca en el delirio drogadicto que es su riqueza hoy y su tragedia mañana.
Esto se cae. No se necesita repetirlo. Pero García Linera no deja de tener razón al afirmar que en seis años no se ha fundado una oposición coherente. Y si el edificio se derrumba con muchos albañiles y sin cemento alrededor, tampoco parece bienaventurado lo que viene.
15/03/12
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Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 16/03/2012
Imagen: Yatiri
Thursday, March 15, 2012
Expropiación de tierras/MIRANDO DE ARRIBA
Hablo de la redistribución de tierras.
Todo indicio de mejora, de reducción de la pobreza, del crecimiento del trabajo deben bienvenirse fuera incluso de su contexto político. Sin embargo lo ventajoso de tal empeño no debe prescindir de lo racional. El dramático fracaso de la reforma agraria se debe a que se otorgó mayor importancia al aspecto demagógico que al social-económico. No podían pequeño burgueses como Paz Estenssoro o Siles Suazo ir más allá de sus limitaciones de clase. Bien lo demostró la historia en el caso del fatídico Mono que, tarde pero seguro, asomó las uñas de su destino reaccionario y melancólico. El otro orilló los dogmas de la revolución como muchacha en clase de baile. Y así uno a uno (o casi) de sus secuaces temporales.
Un asunto me aturde el sentido: la sospecha del coqueteo de la nueva gobernatura con las Fuerzas Armadas. Cualquier intento revolucionario, en ciernes o en labios, debiera pasar por la eliminación de instituciones enemigas per se del pueblo, un gentío que tampoco se debe loar en abstracto porque en cada individuo siempre late el ansia de poder y dada la oportunidad se encaraman y quieren hacer de todos una simple bola de esclavos. Flirteos de Evo Morales con el alto mando que desde algún punto de vista pueden resultar beneficiosos y, siempre, a la larga, contraproducentes. No se puede ni debe confiar en los expoliadores naturales, y utilizarlos en lugar de desvanecerlos tiene el gusto del error.
Volviendo al asunto de las tierras; sabido es cuántos pescaron en el revuelto río del saqueo nacional. De niño observaba las casonas de Barrientos, en apariencia monumentos al tesón y la hombría; el tiempo mostró que lujuria tal se debía a las migajas que el amo norteamericano arrojaba a su perro quien ocupado en recogerlas hacía sonar entorchados y medallas como titiritero en carnaval. Esos los héroes que nos deparó la historia...
Si en verdad se desean cambios -lo de fundamentales resulta difuso en esta alocada dinámica de hoy- habría que comenzar con expropiar las tierras que los jerarcas militares, mal llamados tutelares, recibieron por el beneplácito de su silencio ante la manipulación y el crimen; la de sus asociados civiles también. Se saben y se conocen nombres, lugares y números, sólo toma algo de valor iniciar la recuperación de bienes malhabidos. Sellar el destino con puño y no con beso, señor presidente.
12/6/06
Publicado en Opinión (Cochabamba), junio, 2006
Imagen obtenida del sitio wen Un mundo sin mordaza
Wednesday, March 14, 2012
“Asfixia de sexo” en el nuevo Premio Nacional de Novela
Sebastián Antezana
Recuerdo que en cierta ocasión, Wilmer Urrelo, hablando sobre Fantasmas asesinos —ganadora del IX Premio Nacional de Novela—, me contaba que tras ganar el premio le había sorprendido mucho escuchar reacciones y juicios desmedidos sobre su obra. Me contó que cuando acudía a firmas de su libro u otro evento público, algunas personas trataron de censurarlo y no pocos lectores le reclamaron duramente la crudeza de su obra, la construcción de personajes, los detalles de la trama y lo escandaloso de la historia que se había decidido a contar. Yo mismo, en cierta ocasión, en mi calidad de editor de estas páginas —que ya hace mucho dejaron de ser un suplemento— recibí correos electrónicos en los que algunos lectores reclamaban airadamente los “contenidos poco aptos”, “excesivamente violentos”, “pornográficos” o “escandalosos” de Fantasmas asesinos y otras novelas de nuestra actual literatura boliviana.
Menciono esto porque imagino que, si las cosas siguen así, seguramente habrá voces que pedirán que la lectura de Diario secreto, XIII Premio Nacional de Novela de Claudio Ferrufino-Coqueugniot, sea oficialmente censurada, que los ejemplares del libro sean prohibidos en las bibliotecas públicas y que su autor sea declarado persona non grata por las alcaldías del país. Exagero, por supuesto, pero si se tratara de medir en una escala imaginaria el grado de “escándalo”, “pornografía” o “contenidos violentos” de las novelas ganadoras del premio literario más grande del país, Diario secreto seguramente rompería récords.
Por supuesto, sería ridículo ofrecer una lectura condenatoria de la novela basada en estos aspectos, pero sería igual de pobre, igual de infundado, decir que la novela es buena o que es arriesgada sólo por estar constituida por ellos.
ALGUNAS APRECIACIONES. Para comenzar el análisis de la novela habría que tener en claro un factor importante: Diario secreto es una buena novela. Precisamente por ello, para no caer en una lectura meramente complaciente y para fortalecer la siempre tan poco practicada crítica literaria nacional, proponemos aquí un acercamiento crítico a algunas de sus particularidades. Claudio Ferrufino-Coqueugniot no es un extraño a los galardones literarios —ha recibido una mención honrosa, en 2002, y el primer lugar, en 2009, del Premio Casa de las Américas— y sabe cómo sacar lo mejor de los temas sobre los que elige escribir. Así, Diario secreto, que se presenta como la historia de “un individuo psicótico, hábil en esconder su verdadera personalidad para lograr lo que desea” (entrevista con Fondo Negro, 6 de noviembre-2011), como la historia de un psicópata, de un asesino serial, es la historia del “mundo escondido, que en mayor o menor grado vivimos todos” (misma entrevista). Desde las primeras páginas, desde el primero de los 43 breves capítulos que componen el libro y que narran la provocación intencional de un accidente de tránsito, sabemos que estamos ante un personaje excéntrico, un inadaptado social, un sociópata obsesionado con el sexo y una progresiva violencia, y que disfruta con aquello universalmente repudiado. No son pocas las novelas nacionales que han tenido a estos personajes como centro –Fantasmas asesinos y Hablar con los perros, de Wilmer Urrelo; Norte y Los vivos y los muertos, de Edmundo Paz Soldán, son ejemplos de ello. Y, sin embargo, hay algo en el personaje sin nombre de Diario secreto que lo distingue de los demás.
Para empezar, claro, no es sólo uno el personaje del libro. Por lo menos cinco voces narrativas claramente definidas pueden percibirse en la novela: la del personaje principal, la de su madre, la de su padre, la de su exesposa y la de su vecino y amigo de infancia. Por supuesto, habrá quien vea en estas voces distintas facetas de una misma personalidad esquizofrénica, pero el caso es que la estructura misma de la novela es un poco esquizofrénica. La aparición de las voces no sigue un orden determinado, no se reparten capítulos individuales y ni siquiera secuencias temporales específicas. Se entremezclan unas con otras creando un ritmo algo caótico que, más de una vez, obliga a volver sobre lo leído para reconocer quién dice qué, no dejándonos una sensación de unidad (lo que no tiene que ser algo malo).
Esto, por supuesto, evidencia una clara intención del autor. Pero a medida que uno va pasando las más de 200 páginas del libro se va dando cuenta de un problema: a pesar de que, se supone, hay por lo menos cinco voces narrativas distintas, o cinco estados de conciencia independientes en un mismo personaje, todas suenan muy similares. O, por lo menos, todas las voces masculinas suenan iguales entre ellas, de la misma forma que las femeninas lo hacen entre sí. Hay una separación marcada y no demasiado bien fundamentada en la novela: las voces masculinas son sinónimo por igual de violencia, misoginia y sordidez, mientras que las femeninas lo son de sufrimiento, desamparo y fragilidad. Así, los de Diario secreto, obsesionados todos con sólo dos o tres temas, son personajes que se reducen como figuras literarias, y aunque es absolutamente posible argüir que es precisamente en esos dos o tres temas que se debaten los alcances de nuestra humanidad, la estrategia que el autor usa para encararlos no termina de ser redonda. Hay un exceso de linealidad, de unidireccionalidad en estos personajes, que los hace poco creíbles, que los vuelve prácticamente iguales y que ocasiona, finalmente, que la lectura pierda matices y espesor, que se torne en actividad de un solo tono, de un mismo ritmo.
Por ejemplo, dice en cierto punto el personaje central, recordando su niñez: “La maestra de música (…) cuyas caderas poblaban la noche de los estudiantes. Las pajas que le habré dedicado, pensando en terminar en su boca a tiempo de entonar ella un aria. Acallar su gorjeo metiéndole la verga hasta la campanilla, e imaginarla, éxtasis de cielo, intentando zafarse, mientras yo, de pelos y orejas, lo impido hasta que patalea, se estira, orina y perece (…) Asfixia de sexo, llamaría a esa muerte. Bello nombre”. En otro momento, con casi el mismo tono, el personaje del padre le dice a su hijo: “No te creas lo que digan las mujeres. Cuando vean y sepan que destacas por tus aptitudes, se te acercarán. Elección natural, afirman, la cerviz de la hembra que olfatea al posible padre de sus cachorros. Eligen al mejor, por herencia animal, sin rastro de análisis y menos de sentimiento…”. En una tercera ocasión, repitiendo la misma cadencia, el personaje del vecino recuerda: “Tinta roja (…) La poníamos en el agua de los perros, mínimamente, para ir envenenándolos de a poco (…) La vecinita de enfrente había recibido de regalo un labrador dorado y jugaban en la calle de tierra. Lo acostumbramos con un platillo a saciar la sed con nosotros. Creo que ni dos semanas duró (…) La chiquita lloraba y lloraba. Aprovechando que nadie se daría cuenta de la diferencia de llanto, la agarrábamos y le metíamos tostado en el ano, esos grandes, blancos, rugosos, con trocitos negros cortantes”.
Como se ve, las voces narrativas son en casi todos los casos (quizás la excepción podría ser la madre del personaje principal) igual de despiadadas, igual de crasas, todas tratan a los personajes que describen —a sus hijos, esposos, padres, amigos, amantes, conocidos— con la misma crueldad y desapego, la misma falta de humanidad o compasión con que el personaje principal trata a los insectos o a las mujeres (que para él valen lo mismo).
LA HISTORIA. La novela narra pasajes de la vida del personaje principal y su círculo inmediato. A medida que la lectura progresa, todos, motivados por él, siguen un descenso empecinado a las simas de la aberración más abyecta, al bajo fondo de una humanidad que en la novela se muestra opaca, chata, miserable, que no tiene ni imagina una salida del horror cotidiano en que está envuelta, horror que se expresa en dos de las pulsiones básicas que, como se sabe, han obsesionado a los psicópatas de todos los tiempos: el sexo y la violencia. O, mejor aún, una desenfrenada violencia en el sexo, la extrema sexualidad de la muerte provocada. No hay en ello, por supuesto, nada malo. Diario secreto, hablándonos sin la máscara que —el personaje central lo dice una y otra vez— es la de la cotidianidad social, nos cuenta la historia de un niño que crece mutilando y asesinando insectos, al principio, luego sapos, pequeños roedores, aves y mamíferos, hasta llegar, en una escala progresiva y predecible, a torturar y asesinar personas, y finalmente a sí mismo. Aquí dos puntos: uno, la novela parecería presuponer que la locura, que la violencia, que las bajas pulsiones, son características de un pretendido lado oculto de la humanidad, cuando en realidad están expresamente ante la vista de todos; y, dos, parecería obviar los postulados sobre la banalidad del mal, que hace tiempo han probado que la psicopatía no necesariamente está asociada a personajes sórdidos, sino que se presenta entre los más normales de nosotros. Diario secreto, además, pareciera presuponer que la abyección no tiene matices, que es el manto democrático que uniformiza a las personas (ciertamente lo hace con sus personajes, sobre todo masculinos), y que bajo él no hay singularidades, detalles, matices. Asfixia de sexo, asfixia de violencia, asfixia de maldad y desentendimiento.
En la novela existen, por otra parte, detalles que merecen un tratamiento aparte. Entre ellos, uno que se refiere al personaje principal. Por un lado, sobre él se nos dice que, a pesar de haber nacido y crecido en una casa —de Cochabamba, se supone— que representaba el límite de la urbanidad y un principio de salvajismo, una frontera entre el campo y la ciudad, y a pesar de que, cuando era estudiante en colegio, sólo “sobrepasaba la media nacional” —siendo la media nacional, como se sabe, un nivel del que pocos se enorgullecerían—, resulta en la adultez un psicópata extrañamente erudito, alguien poseedor de un “vasto conocimiento literario e histórico”, capaz de discutir perfectamente “sobre Guinea Bissau y la impronta de Amílcar Cabral en las luchas de África, o las excepcionales dotes de Paul Valéry”. Así, el personaje central puede llegar en ocasiones a constituir una caricatura de sí mismo, ya que pese a nacer en una pobreza y miseria típicamente tercermundistas, llega a ser el asesino refinado e hiperculto que experimenta en la tortura y la muerte de seres humanos un placer intelectual equiparable al ejercicio académico.
PARTICULARIDADES DE LA FORMA. La sintaxis, por su lado, la disposición de las frases sobre las hojas, la particular utilización de una puntuación poco tradicional y un también poco tradicional ordenamiento de los términos de las oraciones, crean objetos lingüísticos que, en ocasiones, deslumbran por su creatividad y en otras simplemente hacen pensar en un obstinado y no siempre efectivo desmarque de la escritura regular. Así, Diario secreto se constituye en una novela que, claramente, a diferencia de anteriores premios nacionales, trabaja activamente con el lenguaje, lo prueba, lo flexiona y lo lleva hasta sus límites. La de Ferrufino-Coqueugniot no es, de esta forma, una novela tímida. Todo lo contrario, se lanza abiertamente a los lectores con una apariencia poco familiar, desafiándolos a acatar su ritmo, sus convenciones, su cadencia desigual y endiablada.
CONCLUSIONES. Diario secreto es una buena novela, con ciertos altibajos que, sin embargo, no desmerecen la calidad del conjunto. Vale absolutamente la pena leerla y que cada uno se forme una opinión sobre ella. Imagino, por lo dicho, que creará cierta polémica o, por lo menos, cierto debate sobre las posibilidades y debilidades de la forma novelística, del tratamiento de ciertos temas y de las posibilidades formales del lenguaje. Le corresponde a cada lector dar el veredicto.
Publicado en Fondo Negro (La Prensa/La Paz), 12/02/2012
Imagen: Dibujo de Hans Bellmer
Víctor Hugo Viscarra/MIRANDO DE ARRIBA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Podría hablar del escritor y sus desdenes porque Víctor Hugo Viscarra fue un ser humano desdeñado. Cierto que era un hombre difícil, hasta imposible a veces, y que nadie tiene la obligación de cobijar a nadie, pero todavía creemos que mereció más de lo que tuvo.
Lo triste radica en saber que ahora, justo ahora y principalmente por ello, su ausencia le dará gloria, el aprecio de aquellos que prefieren lidiar con los muertos y no con los vivos. Pienso que no le hubiese importado; él, leo que decía, se sentía más a gusto con sus putas y etcéteras que con los demás. Intelectual mientras la vanidad del arte no despertara sus espectros; entonces las sombras eran tan profundas que engullían sus textos junto con su existencia, hasta el próximo tiempo en que sorteando los desmanes de su paralelo misterioso y desastroso mundo resurgía a la luz contando inverosimilitudes del espacio al otro lado. Parafraseando a un personaje de Herzog, Víctor Hugo Viscarra había visto el más allá y había retornado con vida como un selecto gitano.
El era -extrañamente- la materialización de sus libros; diccionario y apóstata, perverso y suave. Niño que vaga en el laberinto del desastre buscando a su madre y que cuando la encuentra la repudia porque no es sosiego su búsqueda sino desdicha: en medio del amargor es cuando los besos se sienten.
Taciturno cliente de las flotas, de las intemperies varias, se mueve el escritor por el país cargado de notas de mano. No demanda reconocimiento y menos justificación. Sonríe de todos modos, cualquiera sea el evento porque en ese rictus defiende su derecho primordial. Sabe que no hay solaz en su presencia, que molesta o es incómodo cuando se junta a sus colegas. Si habla da lo mismo que abrir sus páginas y despertar imágenes no siempre bienvenidas, muy de vez en cuando bienvenidas. La historia de un rechazo vendría a reflejar los días de este gran escritor nacional. El único que tuvo la osadía, talentosa además, de retratar de primera mano un universo soslayado -que no ajeno. Límites que quiso orillar Sáenz desde posición muy distinta.
Leo que se publica en España su magnífico "Borracho estaba pero me acuerdo", obra que leí el 2003 y que me dio ilusión de que la literatura aún no se había perdido, que a pesar de lo sórdido de su crepúsculo, las líneas de VH Viscarra eran refrescantes y nuevas, como son hoy las de Washington Cucurto.
05/06/06
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Publicado en Opinión (Cochabamba), junio, 2006
Imagen: Portada de Relatos de Víctor Hugo Viscarra
Tuesday, March 13, 2012
Lo inverosímil/MIRANDO DE ABAJO
Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
La turba chilla. La turba apesta. Rostros salidos de los cuadros del Bosco, con mejillas inflamadas de coca, con ojos vidriados por alcohol, se manifiestan en las calles de El Alto, aquella que acecha como cóndor la presa de abajo que anhela devorar.
La turba esgrime carteles inenarrables. MUERAN LOS DERECHOS HUMANOS reza uno, o unos, y es de no creer que son los míseros los que lo levantan orgullosos, y ricos también, indiferenciados en color o raza, pero comerciantes cuya inmensa riqueza no puede superar la tara de vivir como cerdos.
Eso luego de la nunca novedosa -por ser costumbre- actividad de linchar, de quemar vivos, de enterrar vivos, de sepultar cabeza abajo, de mil y una patrañas que quieren hacernos creer son innatas, naturales, originarias, válidas, legítimas, legales. El bebedor Fidel Surco supuestamente trata de calmar las huestes, pero en el fondo es lo que quiere, el imperio de la ley vil, de la no ley donde los poderosos lucran y están salvos mientras la chusma que los sostiene se entretiene con sangre. Y me importa un carajo lo que digan los acólitos del crimen, los fantoches que escriben columnas prostituidas. Que me acusen de lo que quieran, que la masa es masa en cualquier lado y los cobardes eso.
Claro, no hay policía para detener el crimen, origen de la protesta. La que hay es para defender al Apu Mallku, igual que defendieron a Barrientos o a Bánzer. Que la revolución y el cambio se los crean los gringos; es muy fácil idolatrar de lejos; otra cosa vivir la incertidumbre de la jauría suelta, donde la única garantía parece ser la devoción al icono. Fascismo puro.
Mientras tanto, el que está arriba viaja con perfumados cocaleros a Viena, a acullicar. A someternos al escarnio del mundo, de vernos a todos en él, y en esto lo de indio, indígena, nativo, originario no tiene nada que ver. Papá Doc, el brujo, igual se consideraba a sí mismo el alma de la negritud. El fascismo suele acusar de todo a la disidencia y sollozar acerca de la incomprensión de los racistas, la derecha, los imperiales, los coloniales. O utilizar la prensa infame, la que recibe dividendos, o una palmada cariñosa en el culo, para vocear sus falsos lamentos.
Y el mundo, bien gracias. Como en Siria, porque lo que prima son los intereses, no los regímenes, los genocidios, la delincuencia estatal. Como para creer en algo, ahora que hemos dejado de creer en nosotros. MUERAN LOS DERECHOS HUMANOS. ¿Hasta dónde tenemos que llegar? Que la historia de culpar a la explotación, la conquista, tiene bases sustantivas, pero que la culpa de un pueblo de ser lo que es viene a ser suya propia, de las generaciones de patrones imbéciles que denigraron a tanta raza, subdesarrollándonos encima de lo que ya hacían otros, del lloriqueo continuo de los explotados, porque somos así por los quinientos años de chicote… ¿Y cómo quieren los descolonizadores extirpar esa tradición esclavista? Con más chicote, con nuevos patrones, peores porque se mimetizan.
Veamos ahora en la Austria de Klimt el show del acullico. Espectáculo que no se diferencia del carnaval tribal de Idi Amin y de Bokassa, del sombrío y calculado mundo de los Duvalier, del inventado súper erotismo de Leónidas Trujillo.
Que marchen, que marchen para abolir los derechos humanos. Eso no es racismo, clasismo, sexismo, crimen, bestialización. Es el proceso de cambio.
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Imagen: Marcha en El Alto en favor de la pena de muerte
La turba chilla. La turba apesta. Rostros salidos de los cuadros del Bosco, con mejillas inflamadas de coca, con ojos vidriados por alcohol, se manifiestan en las calles de El Alto, aquella que acecha como cóndor la presa de abajo que anhela devorar.
La turba esgrime carteles inenarrables. MUERAN LOS DERECHOS HUMANOS reza uno, o unos, y es de no creer que son los míseros los que lo levantan orgullosos, y ricos también, indiferenciados en color o raza, pero comerciantes cuya inmensa riqueza no puede superar la tara de vivir como cerdos.
Eso luego de la nunca novedosa -por ser costumbre- actividad de linchar, de quemar vivos, de enterrar vivos, de sepultar cabeza abajo, de mil y una patrañas que quieren hacernos creer son innatas, naturales, originarias, válidas, legítimas, legales. El bebedor Fidel Surco supuestamente trata de calmar las huestes, pero en el fondo es lo que quiere, el imperio de la ley vil, de la no ley donde los poderosos lucran y están salvos mientras la chusma que los sostiene se entretiene con sangre. Y me importa un carajo lo que digan los acólitos del crimen, los fantoches que escriben columnas prostituidas. Que me acusen de lo que quieran, que la masa es masa en cualquier lado y los cobardes eso.
Claro, no hay policía para detener el crimen, origen de la protesta. La que hay es para defender al Apu Mallku, igual que defendieron a Barrientos o a Bánzer. Que la revolución y el cambio se los crean los gringos; es muy fácil idolatrar de lejos; otra cosa vivir la incertidumbre de la jauría suelta, donde la única garantía parece ser la devoción al icono. Fascismo puro.
Mientras tanto, el que está arriba viaja con perfumados cocaleros a Viena, a acullicar. A someternos al escarnio del mundo, de vernos a todos en él, y en esto lo de indio, indígena, nativo, originario no tiene nada que ver. Papá Doc, el brujo, igual se consideraba a sí mismo el alma de la negritud. El fascismo suele acusar de todo a la disidencia y sollozar acerca de la incomprensión de los racistas, la derecha, los imperiales, los coloniales. O utilizar la prensa infame, la que recibe dividendos, o una palmada cariñosa en el culo, para vocear sus falsos lamentos.
Y el mundo, bien gracias. Como en Siria, porque lo que prima son los intereses, no los regímenes, los genocidios, la delincuencia estatal. Como para creer en algo, ahora que hemos dejado de creer en nosotros. MUERAN LOS DERECHOS HUMANOS. ¿Hasta dónde tenemos que llegar? Que la historia de culpar a la explotación, la conquista, tiene bases sustantivas, pero que la culpa de un pueblo de ser lo que es viene a ser suya propia, de las generaciones de patrones imbéciles que denigraron a tanta raza, subdesarrollándonos encima de lo que ya hacían otros, del lloriqueo continuo de los explotados, porque somos así por los quinientos años de chicote… ¿Y cómo quieren los descolonizadores extirpar esa tradición esclavista? Con más chicote, con nuevos patrones, peores porque se mimetizan.
Veamos ahora en la Austria de Klimt el show del acullico. Espectáculo que no se diferencia del carnaval tribal de Idi Amin y de Bokassa, del sombrío y calculado mundo de los Duvalier, del inventado súper erotismo de Leónidas Trujillo.
Que marchen, que marchen para abolir los derechos humanos. Eso no es racismo, clasismo, sexismo, crimen, bestialización. Es el proceso de cambio.
11/03/12
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Publicado en El
Día (Santa Cruz de la Sierra), 13/03/2012
Imagen: Marcha en El Alto en favor de la pena de muerte
Monday, March 12, 2012
Entrevista sobre Diario secreto para Los Tiempos
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
En más de veinte años viviendo en los Estados Unidos he escuchado y leído tanto sobre los asesinos seriales, sin contar el cine que ha aprovechado el asunto en muy buenos filmes, que llegué a interesarme en el asunto. Incluso tuve un acercamiento cercano con alguno en cierta etapa de mi vida en Virginia. Eso fue modelando una idea acerca de un libro y un personaje que trataran de captar la “esencia” interior de un ser similar. Y si bien el individuo que habita las páginas de Diario secreto no es, o no todavía, un asesino de esas características, es apasionante –y riesgoso por ser un tema delicado- tratar de inmiscuirse en su mente. Vi hace muchísimos años una excelente película mexicana que se llamaba En la mente del asesino Aro Tobulkhin, o algo semejante, que lo explora justamente y que me quedó como interés que tarde o temprano quería tocar.
Dediqué muchas horas diarias a trabajar el texto, cambiando mi costumbre de escribir un poco y dejarlo reposar mucho tiempo. Diseñé una estructura a seguir, a grandes rasgos porque la novela es impredecible en su creación, se suelta a veces como un homúnculo independiente al que se hace difícil domeñar. Creo que logré mis objetivos básicos. Como cualquier obra sin duda podría haberla trabajado más, pero si uno se pone en camino de hallar una evasiva perfección, se quedará reescribiendo lo mismo para siempre.
Hubo problemas de entrada con el asunto del premio nacional. Wilmer Urrelo, presidente del jurado, hizo unas apreciaciones que no gustaron a cierta gente y se inició una controversia que el tiempo solo va ahondando. Incluso he llegado a creer que mi premio se hizo incómodo para gente en situaciones de poder por mi permanente actitud contestataria. Y no sabían cómo hacer para evitar que se me entregara algo que gané en buena ley, y a no dudarlo entre un grupo de libros que imagino tendría muy buen nivel.
Hace poco, alguien del periódico oficialista Cambio publicó un texto en contra del hecho de habérseme otorgado el premio nacional de novela. Lo hizo tomando como referencia un texto de opinión, de los que vengo publicando hace más de diez años, muy duro en contra de la situación del país, y de un gobierno que considero el más fraudulento que nos deparó la historia. A pesar de alegrarme de que al fin en Bolivia, y gracias a la coyuntura Morales, el indio (y no es peyorativo porque también en parte me he siempre considerado tal, y dicho públicamente además) comenzó a ser integrado no solo a la sociedad en general sino al ámbito político, situación que fue estúpida y dramáticamente postergada por los gobiernos desde la creación de la república, y causa de muchísimos males y retraso, pienso que aparte de unas mejoras en maquillaje, como el mejor trato, el cuidado de no desdeñar o insultar al indígena, su situación no ha cambiado o va cambiando para peor. La explosión del narcotráfico, debida a la permisividad de la cúpula gobernante, es el mayor enemigo de las culturas ancestrales que se ha introducido al país. La gente en Bolivia no tiene conciencia de lo que significa. Aprovecha el dinero fácil que produce y no se da cuenta que de pronto verán que han destruido hasta sus hijos. Nosotros que vivimos en el norte, compartiendo a diario con la población mexicana que crece de manera acelerada en los Estados Unidos, lo sabemos. Y lo sabemos porque también ésta es una sociedad a la que va destrozando el narcotráfico, con la excepción de que EUA es un país rico y todavía de fuertes estructuras, México en menor grado, lo mismo. Pero Bolivia será pasto de la inmisericordia de este negocio que de alguna manera se representa de forma falaz como rebelión hacia el fantasma del imperio.
Disculpas por la larga digresión, pero ese, entre muchos, es un tema tratado sin delicadeza en mis textos de opinión. Bolivia es un país donde el lenguaje se toma como porcelana. Aún es improcedente maldecir o putear, a diferencia de España o Argentina por citar dos ejemplos. No estamos acostumbrados a que las cosas se digan con cierta brutalidad, como deben ser dichas. Hay críticos que explican y contradicen al sistema con aproximaciones científicas y tenues. Yo creo en la protesta radical y así lo hago. ¿Me pregunto desde cuándo es racismo mencionar a una población de abarcas? ¿Qué es lo que denigra a estos señores en el uso de la palabra indio? No se sabe leer, se mira todo con susceptibilidad, y en cada nivel social. Tara que esperemos el desarrollo supere.
Se acusó a mi libro de racista, sin haberlo siquiera leído el viceministro que me atacó. Al final resulta que ni siquiera había leído el texto de opinión. Saquen sus conclusiones. Lo triste es que hasta supuestos opositores, o críticos del camino que este proceso va siguiendo, aprovecharon la ocasión para congraciarse con alguien y vetarme, con el pretendido pretexto esgrimido por los voceros de palacio. Hay una tradición de lambisconería arraigada en exceso entre nosotros. Será resultado de quinientos, o mil años de servir, cosa que Morales y su corte no desean cambiar. El cacique, como antes el amo, ejerce dominio absoluto, y para quien disienta está el chicote. Eso no va conmigo. Aunque les moleste y duela.
Volviendo a lo literario, a pesar de que la mayoría de mi obra escrita y publicada consiste en crónicas, prosas, breves, columnas, textos de crítica y opinión, el género del que más disfruto leyendo es el de la novela, y ya van para diez años que decidí enfrascarme en ella como creador, sin haberme ido mal. En las tres novelas que tengo: El señor don Rómulo (mención Casa de las Américas, 2002); El exilio voluntario (Premio Casa de las Américas, 2009) y Diario secreto (Premio Nacional de Novela, 2011), de temas variados y distinta construcción prima algo que considero, en mi obra, destacado, y es el manejo del lenguaje: experimentación, adaptación. Fuera del contexto de la obra en sí hay un trabajo lingüístico que la apuntala, y que fue, según Carmen Boullosa, escritora mexicana, algo que consiguió el mayor galardón de la Casa en Cuba como es el premio de novela.
El exilio voluntario me ha dado muchas satisfacciones. Aparte del premio el 2009, fue motivo para mi invitación a participar como jurado en el premio cubano del 2011. Y, hasta el momento, tiene ediciones en tres países: Bolivia, Cuba, España, en ese orden. El señor don Rómulo estaba siendo traducido al inglés por el profesor Don Schmidt, traductor de José Agustín, quien lastimosamente falleció. En conversaciones con él me comentaba de la dificultad en la traducción justamente por esa aventura del lenguaje que retrata a mis novelas.
Esperemos que Diario secreto no se vea afectado por esta controversia gratuita y premeditada en la que personeros del gobierno intentan desprestigiarme y denigrarme. No tienen idea que la creación no se detiene por denuncias ni procesos. Por lo general, al contrario, no hacen más que incentivarla. Podrán detener la publicación de mis artículos, pero les es imposible frenarlos, a pesar del apoyo, inesperado, que tienen de intelectuales que medran en el escándalo porque no tienen otra opción.
2012
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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), 04/03/2012
Publicado en Correo del Sur (Chuquisaca), 04/03/2012
Notas sobre Chile y Bolivia/MIRANDO DE ARRIBA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Tanto espanto causa tan sólo la idea de nacionalizar que se pierde la perspectiva de lo que significa el manejo de empresas por parte del estado. Como todo, tiene sus pros y sus contras y si bien hay ejemplos dramáticos del monopolio del estado (léase Unión Soviética) también los hay de la libre empresa (la debacle de ENRON como muestra mínima de una creciente corrupción que eventualmente eliminará a los Estados Unidos como potencia económica).
Un riesgo latente de las empresas estatales es su incapacidad de reinvertir sus ganancias. El estado se apropia de ellas y en cierta medida invalida más que retrasa un movimiento que podría convertirse en mayor y mejor productividad. Eso sucede con CODELCO, la empresa nacional chilena del cobre, exitosa organización generadora de inmenso superávit para el país y que, sin embargo, ya no puede hoy cubrir las cada vez más grandes demandas del mercado mundial, según describe un artículo de economía internacional en el Financial Times de Londres.
CODELCO siendo dirigida desde el gobierno se ata a sí misma las manos en el sentido de no insuflar el dinero generado en búsquedas de alternativas tecnológicas de extracción o algo que impulsara a alcanzar las cuotas requeridas por el mercado. Por otro lado, gracias a las divisas que crea puede ampliar y extender sus beneficios a otros sectores. Será cuestión de elegir o de ser dinámicos y creativos. Hipotéticamente quizá el gas boliviano se refleje en esta historia.
La minería estatal chilena se ve en este momento disminuida no sólo por esta contingencia sino por no contar con suficiente mano de obra. El número de trabajadores no crece paralelo al hambre de la industria. Está además el problema del agua. Chile actualmente desaliniza agua marina para trasladarla en costoso sistema de bombeo a las regiones cupríferas del desierto. No es ajena la angurria del vecino por el Silala y por el resto de la cuenca acuífera de la región. Para ellos tiene que ser de alto interés nacional.
No debiera descartarse el estudio de -al menos temporalmente- vender agua a Chile para sostener una industria que si no progresa empequeñecerá con el tiempo. Hay que desechar el chauvinismo infantil de los que no quieren tratos con Chile. La falta de mano de obra tendrá que nutrirse también de nosotros. El siglo XXI dejará atrás a quienes no comprendan su dinámica -nos guste o no. Plantearse y ejecutarse en términos claros, justos y decentes, con cientistas y ecónomos a cargo, no políticos y menos curas o militares.
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Publicado en Opinión (Cochabamba), 2006
Imagen: Explotación minera del cobre, Chile.
Saturday, March 10, 2012
La nueva guerra/MIRANDO DE ARRIBA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Un artículo de Seymour M. Hersh sobre el problema iraní de enriquecimiento de uranio suena con eco de trompetas del juicio final. Según fuentes que menciona el periodista, secretas mientras se mantenga el estado de espionaje latente en el país, la guerra "de prevención" contra Irán ya está sobre la mesa. Los mismos que alegaban razones imprescindibles para invadir Irak, han volcado sus ojos al vecino persa al haberse desenmascarado -y fracasado- el fraude de la invasión, de la cual el único beneficiado, en términos parciales y temporales, ha sido Israel.
Israel es también en el asunto Teherán posiblemente la parte que juega el rol principal. Sus invisibles y poderosas garras presionan a los títeres del Pentágono y la Casa Blanca para cometer un nuevo acto de insolencia y locura: el ataque a Irán, incluido el uso de armas nucleares para hacer contundente el golpe inicial.
No hay razones válidas para defender al gobierno iraní. El fundamentalismo de los ayatollas y su radical vocero, el presidente Mahmoud Ahmadinejad, son ya con su prédica obsoleta un peligro para la región, mayor aún si se considera su posible capacidad atómica. Sin embargo tampoco existe criterio que impida que unas naciones logren avances tecnológicos en este campo y a otras les sea vedado. Israel y sus secuaces de occidente desean mantener un status quo eternamente contra toda previsión histórica.
El hecho de que Ahmadinejad "niegue" el Holocausto es simple pretexto para marcar como enemigo a un poder que eventualmente puede desequilibrar la hegemonía militar de la región.
Bush y los "halcones" de su gabinete, entre ellos el inepto Rumsfeld, hoy muy criticado en medios militares, apuestan por Irán como propuesta política que les permita reavivar un gobierno que se va muriendo solo. Necesitan un golpe de efecto para deslumbrar otra vez a un público norteamericano adicto a las escenas de acción. Nada mejor que hacerlo con toda la magnitud de su potencia, con una bomba atómica que deshabilite a Irán.
No cuentan con que los efectos de la crisis petrolera que seguiría a ello mandaría con muchos años de antelación a los Estados Unidos a ocupar un lugar entre los miembros del Tercer Mundo. El país ya es un castillo de naipes y sólo necesita un soplido para caerse. Su bonanza financiera es un espejismo de arena.
Está China además, con su novel avidez de agenciarse un seguro proveedor de petróleo que podría ser Irán.
24/04/06
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Publicado en Opinión (Cochabamba), abril, 2006
Imagen: Irán nuclear
Controvertida Bolivia/MIRANDO DE ARRIBA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Ya calmada la imagen folklórica -colonizadora en esencia- del indio presidente, imagen que de sobra aprovecharon literatos y chismosos para adquirir fama o notoriedad de rebote, el gobierno de Evo Morales comienza a actuar. Lastimosamente, y quizá no haya gobierno que las eluda, hay incoherencias y fallas de estética más que de fondo en tales actuaciones.
Morales dice y desdice, amenaza y se disculpa con extrema facilidad. Cierto que para nosotros bolivianos, idiosincracia semejante no es ajena, que damos más vueltas que japoneses para concretizar algo, pero no queda bien visto este juego de bravura inmediatamente cubierto por una complicidad del niño travieso. No se puede exigir y prevenir a gentes o empresas para luego retroceder y desdeñar las amenazas anteriores, retornando como ya dije a la opción infantil del "no me hagan caso".
La nacionalización de los hidrocarburos es un paso fundamental a lo que puede significar una mejora o quizá una tragedia. Tragedia si se la implementa mal porque error no hay en recuperar para nosotros algo de lo que se nos exprime. Al no disponer de recursos propios persiste el riesgo de caer bajo una tutela que inicialmente será amistosa y luego demandante. No olvidemos Cuba y su triste dependencia de la Unión Soviética. Tampoco recurrir a nacionalismos que el tiempo debiera haber enterrado. Pegar el grito por la presencia de maestros venezolanos o médicos cubanos es sólo esencia del absurdo. Mientras dure esta ayuda sea bienvenida que no hay doctores bolivianos -están dedicados al lucro- que penetren el territorio nativo y se dediquen a la práctica voluntaria de su profesión. Si algo necesitan los olvidados es salud unida a educación. Y cualquier inicio de actividad semejante debe apoyarse. Volvemos al viejo temor del fantasma del comunismo. No importa que se aprenda a leer en textos de índole socialista; lo importante es aprender a leer que la decantación viene posterior al principio.
Que Chávez, presidente de Venezuela, actúa como si gobernara Bolivia... quizá, pero así la tuvieron los embajadores del imperio desde siempre: ahí está Barrientos, inmundo lacayo de uniforme, rogando la venia de los Estados Unidos para asesinar a Guevara. Seamos prácticos y aprovechemos el instante. De más está decir que somos un pueblo que aprendió a sobrevivir. Engañamos a España por 300 años; podemos hacerlo con otros por una década más. ¿Aprovechadores? En realidad siempre aprovechados.
15/05/06
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Publicado en Opinión (Cochabamba), mayo, 2006
Imagen: Consuelo Amat y León Guevara/Cruz del Sur
Wednesday, March 7, 2012
Clepsidra
Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Tiene este campo el bucólico estatismo de los animales de Buffon. Color sin movimiento. Un león de montaña, negro, se petrifica contra la sombra del crepúsculo.
De pronto anochece. Las aguas mansas acuden al siseo de los árboles y discurren en meandros, susurran al golpear con tacto gélido las rocas. La vegetación se mece por encima del líquido como bailando. El tiempo ha despertado.
En la ceguera los hombres apagan sus luces, acomodan una vela, un libro, absorben un retrato aletargando la memoria de aquel aquella. Mientras tanto el bosque toma magnitud de orquesta y silban igual a peces los estremecidos arroyos. Cae el alba, como cuchillo cae, y el espanto de la luz inmoviliza la vida... a diario. Buffon, el naturalista, trashuma con sus pinceles la selva abandonada. En un rincón cubierto de maleza encuentra su modelo. Se sienta y decora en papel, sobre suelo de ceniza, un entumecido souslik de gris moteado.
25 de mayo, 2006
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Publicado en Sinestesia, de Ada Esquirol, 2006
Imagen: Antigua clepsidra
Tuesday, March 6, 2012
Miedo a morir/MIRANDO DE ABAJO
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
La primavera árabe ha remozado el mundo. Las piezas, como en un dominó, van cayendo de a poco, e incluso, tan lejos como Rusia, tienen eco. Ya no importa si Putin se hace otra vez de un poder que nunca perdió. Como mostraba una ilustración hablando de las protestas rusas, su busto de César está resquebrajado. Cuestión de tiempo.
La solidez del “comunismo” chino, aun contando con que el país llegue en un par de décadas a ser la primera economía del mundo, es otro objetivo. China necesita de una revolución; está bajo el riesgo de ser aplastada por dinastías fundadas con base en el Partido, que eventualmente chocarán entre sí, pero que, mientras tanto, en una febril y ascendente carrera hacia el dinero, son negligentes con un pueblo que sigue muriendo de hambre. Hay que acabar con los noveles emperadores del mismo modo que se hizo antes. El sacrosanto socialismo no es más que otra gran mentira y hoy los Voroshilovs y Mikoyans forman aristocracias más respingadas que cualquier Borbón.
Soy contradictorio en cuanto a las formas de proceder con individuos semejantes. Tomemos a Qadafi como ejemplo. Criticar la forma en que murió renueva una anciana discusión. El problema es que, en casos de poder absoluto, un simple juicio y encierro en las maravillosas cárceles europeas –comparándolas con las nuestras-, no parece ser castigo suficiente. El individuo aquel, príncipe de las tinieblas y patológico criminal, terminó como le correspondía, en el horror del abuso, incluso de la violación previa que ejercitaron con él. Tuvo su Talión bien merecido, y más merecido porque lloró rogando por su vida. Encima de tirano, cobarde.
Mubarak, tenaz ladrón con el aval de occidente, entra al juzgado en camilla. Es normal sentir compasión por alguien en su estado, aunque si contemplamos el panorama cercano, vemos que la compasión hacia los enfermos es algo que no cabe en los planes de los poderosos. ¿Por qué entonces compadecerse por el líder egipcio? A riesgo de que los Hermanos Musulmanes o grupos de tendencia fundamentalista se apropien del genuino movimiento popular que derrocó al inamovible en Cairo, Mubarak tiene que terminar en la horca, igual que Saddam Hussein (una de las pocas cosas que los gringos hicieron bien en Irak) y su corte de delincuentes. No es que sea lección porque no va a serlo. La ambición se ubica muy por arriba de cualquier enseñanza, y cada uno que cae bajo su influjo tiene el prurito de sentirse eterno, intocable.
Uno de los guerrilleros de la oposición siria amenazaba, algunas semanas atrás, con brutal castigo para el mequetrefe de Bashar al Assad y su familia. Es que no se puede concebir de otro modo. Si a uno le tocan la familia, reacciona. Recuerdo cómo mi padre ya cuando mi hermano se encontraba a salvo de la Triple A que lo buscaba, sentenciaba que de haberle pasado algo a su hijo, toda, toda, la misión militar de aquel país (Argentina) hubiese marchado con paso de ganso rumbo al infierno. El día que agarren al señorito Assad deben entregarlo a la venganza de las masas. Qué terrible, pensarlo, y más escribirlo, pero la historia se radicalizó tanto que no caben ya consideraciones.
Yendo ahora hacia el temor y alejándonos un poco del castigo, está el patetismo del moribundo de Caracas. Tanta perorata acerca de socialismo, de marxismo, para terminar ofrendando todo ello en inmundos rituales a seres fantasmagóricos como los “espíritus de la sabana”, o vírgenes que luego del cáncer se han multiplicado. La muerte está ya, carajo, sea hombre y enfréntela, no raspe tanto sus rodillas bajo imágenes de Cristos caucásicos y solloce como primeriza por haber perdido algo. ¿No era tan macho, tan valiente? ¿Cómo quería encarar cincuenta años más si no sabe ajustarse los pantalones? Cuando a Juan Antonio Morán lo buscaron para matarlo, fue directo al comisario y le dijo: “sé que me andás buscando”, y le pegó dos tiros. Eso, péguele dos tiros a la muerte en lugar de afeitar al pobre Marx para que parezca, de pronto, la virgen de Coromoto. Sin llanto.
05/03/12
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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 6/03/2012
Imagen: Nuestra Señora de Coromoto