Thursday, October 31, 2013

"Muerta Ciudad Viva"

RAMÓN ROCHA MONROY

“Muerta ciudad viva” es el título de la novela más reciente de Claudio Ferrufino Coqueugniot, uno de los escritores más representativos de Cochabamba y de Bolivia, publicada por Editorial El País, que se presentará en la Feria Internacional del Libro.

La he leído con urgencia, como leo la obra literaria de Claudio, y me ha parecido que pertenece a esa novela incesante que es toda su creación narrativa, porque en ella hay, como en pocos casos, una continuidad asombrosa de alguien que vivió, sintió y pensó con intensidad desde su niñez.

Como contraste, alguna vez Paulovich dijo de este servidor que tenía cara de buenito. Yo entendí cara de cojudo, como la que se atribuye a los sordos, que sonríen sin entender nada mientras los ciegos tienen cara de avispados, porque viven alerta. 

Claudio no es así. Sus ojillos tienen una mirada penetrante y astuta. Su físico no te lleva a engaños, pues enfrentarse a él debe ser azaroso. Su sonrisa y su risa tan escasa son socarronas, su aguante alcohólico es legendario y es difícil calcular qué está pensando porque es hombre que vive en guardia.

Tenemos muchos amigos en común pero incluso compartimos una habitación en un psiquiátrico y no nos dirigimos la palabra. 

Sin embargo, siempre lo leí con entusiasmo y cuando ganó el Premio Casa de las Américas lo enlacé a Editorial El País para que publicara su libro en Bolivia porque sabía qué estaba recomendando. Un hombre de vida tan dura en los Estados Unidos, como la del personaje central de “El Exilio Voluntario” tiene en “Muerta ciudad viva” una visión descarnada, desilusionada y escéptica del país y de la ciudad de donde somos oriundos. Yo me había acostumbrado a la imagen festiva que mi carnal Alfredo Medrano y los habitués de El Tornillo teníamos de Cochabamba, imagen que procuré hacerla mía como si viviera en el mejor de los mundos posibles, pero la experiencia del narrador de “Muerta ciudad viva” es distinta, marginal, sin un peso en el bolsillo y a orillas de choqos de chicha infame y servida en tugurios de mala muerte, donde uno encuentra mendigos y maleantes pero también universitarios y mujeres bellas que los acompañan en busca de aventura y sexo. Uno de los capítulos que me seduce titula Brebajes, página 159, donde hay un cuadro simbólico de toda la novela: “Pronto estaban desterrados del planeta, masturbándose en los sillones, mientras la anfitriona danzaba y abría las nalgas para echarse sonoros pedos. Cada vez que lo hacía acercaba a su culo un encendedor y una bocanada de fuego salía de la raya. Risas. Julio de un platillo iba cortando con tenedor y cuchillo trozos de jabón de tocador que engullía con gran satisfacción. El líquido se iba reduciendo y le aumentaron una  botella de agua de colonia que estaba por ahí.”

Eso, la desolación de la madre que llegó de la Córdoba civilizada a un país irredento en su pobreza, los barrios marginales donde malviven y malmueren ex hombres y mujeres, y universitarios cuya pobreza, pese a que pertenecen a la “ciudad letrada”, sólo alcanza para gastar unas monedas en una chicha alcoholizada y “horrorosos espacios de degradación y mugre”, esos son los ambientes en los que transcurre buena parte de la narrativa de Claudio, aunque la vida de inmigrante y trabajador de los mercados de “El Exilio Voluntario” no deja de ser atroz por el esfuerzo y la soledad, que parecen una penitencia por un pecado que no tiene perdón.

Pocos escritores hay en Bolivia y el mundo que tengan el imaginario doloroso, escéptico y rebelde de Claudio. Para ubicarlo habría que leer a Petronio, Rabelais, Lautréamont, Bukovski, Henry Miller, Céline, Cioran y Jaime Saenz. Y luego hablamos.


El autor es Cronista de la ciudad.

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Publicado en OJO DE VIDRIO (columna del autor), Los Tiempos (Cochabamba), 31/10/2013

Fotografía: Martín Chambi


Tuesday, October 29, 2013

El intocable/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Dicen que Nicolás Maduro se ha convertido en rehén de los militares. Lo tienen de gran bufón (por el tamaño), con tonterías como viceministerios de la suprema felicidad. Ya el cadáver del comandantico ha ingresado en la sombra y recurren a alucinaciones como esta, que parecen venidas de Hay Baba, de quien Maduro es secuaz. Si eso significa que Diosdado Cabello manda, habrá que ver. Diosdado tiene en el Departamento de Estado un file de narco, y el recuerdo de Noriega no se ha desterrado. Por uno y otro lado, Venezuela ya no es la misma y una equis cruza su nombre en la lista de populeros a los que hay que terminar. Estertores de Caracas.

Cristina, triste por no haber fundado monarquía hereditaria, vegeta en un dormitorio de cantante calva. Debe ser tremendo no poder cumplir los sueños cuando estos se hacen desmedidos. Quizá un día el pueblo argentino se libere de la lacra de Perón. No tuvieron la suerte de los italianos, de quienes su Perón -Mussolini- terminó colgado por las patas. Allí se acabó la épica. Mientras que el cornudo general, que lo cuente López Rega, terminó en olor de santidad.

Morales, a quien me resisto a llamar Evo porque ninguna simpatía tengo para nombrarlo, jura y rejura acerca de su eternidad. Parten, él y su tribuno, de un punto de vista racista y colonial, que sobre pueblo de indios pueden edificar para siempre su imperio.

Lo decía un diputado español de las Canarias, algo como que a Morales le sale barato comprar los votos y a la población, menos que las cuentas de vidrio con que embelesaron los conquistadores inicialmente a los “descubiertos”. Mestizos somos, y dentro de esa nominación de indio caemos todos, o casi todos si algunos desean no contar según ellos con el estigma. Y no somos, felizmente, los mismos que corretearon en Cajamarca ante los caballos y los arcabuces. La educación nos ha liberado; educarse no entra en contradicción con lo que uno pueda creer o considerarse en cualquier campo, político, étnico. Por eso Morales y sus secuaces, bregan para que mastiquemos coca, idolatremos a la Pachamama. Son fundamentalistas con una idea clara: perenne permanencia. Libros y ciencia se les oponen, y viajes y lenguas extranjeras. De ahí la retórica de “lo nuestro”, pamplinas del “vivir bien”. Vivir bien es ánimo universal y no privativo de los aymaras, y para vivir bien uno crece de manera personal, modifica sus costumbres cuando estas se convierten en obstáculos. No implica olvidar el pasado. Muy por el contrario, mientras más leídos seamos, más articulados, más duchos, apreciaremos mejor lo que fuimos y, sobre todo, el presente de lo que somos y serán nuestros hijos. Estos profetas ávidos de riqueza, que no otra cosa ocupa su mente, son los enemigos. Quien quiera poner trabas al desarrollo de tus vástagos, a alcanzar el bienestar, debe ser destruido, acabado, tiradas sus cenizas donde no se las pueda encontrar y menos venerar.

Utiliza el cacique la patraña de la vida comunal, la de la verticalidad extrema del sindicato cocalero. El enemigo está allí, en esa dirigencia a dedo, lambiscona y vil, que se atribuye el derecho del futuro ajeno. En la modernidad hay leyes y gobiernos, por defectuosos que sean, y reglas a seguir. Quienes se opongan y conformen estados dentro del estado estarán transgrediendo las normas del consenso colectivo. Peor si se delegan entre ellos funciones de poder y decisión. Morales apuesta por eso, para esconderse allí cuando se le acabe el tiempo. Pero estas no son las republiquetas independentistas del XIX, sino refugios de criminalidad, narcotráfico, manchas, enfermedades que se deben extirpar, quizá a sangre y fuego. No duden que para ello se preparan, siguiendo la anacrónica retórica del foquismo avejentado, torpe y corrupto de hoy, alucinando con que es posible sobrevivir con leyes propias, justicia (¿?) propia y viviendo de exportar veneno al mundo. Sendero Luminoso, pero en grande. Hay que apagarles la luz.
28/10/13

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 29/10/2013

Imagen: Shepard Fairey/This is your God Dollar, 2003

Monday, October 28, 2013

Los que fueron a España/EJERCICIOS DE MEMORIA

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

La Guerra Civil Española fue un acontecimiento que atrajo a buena parte de la intelectualidad mundial. Tal vez porque en la España del 36 no sólo se jugaron intereses económicos, políticos o militares, sino sueños y esperanzas. Incluso se apostó a la Utopía. España, país de ilusión y muerte, se convirtió en campo de enfrentamiento entre la humanidad y la nada.

Quizá el asesinato de Lorca fuese una premonición para la oleada de intelectuales que asistirían a la península. Estos se agruparon, casi en su totalidad, en el lado republicano: comunistas, anarquistas, trotskistas... Una generación escribió sobre la Guerra Civil, participara en ella o no (Hans Magnus Enzensberger afirma que la contienda española fue la última gran revolución europea, a la altura de la Comuna de París).

Allí estuvieron los norteamericanos Hemingway, John Dos Passos, el periodista Herbert Matthews y muchos otros que combatieron en la Brigada Lincoln, de las Internacionales. Ingleses como George Orwell, quien homenajeó a Cataluña. André Malraux, Pablo Neruda, Pablo de la Torriente Brau...

Simone Weil, lúcida inteligencia, formó parte de la Columna Durruti, en el frente de Aragón. Muchos perecieron o dejaron poemas sobre los rotos muros de Belchite. Arthur Koestler fue detenido y condenado a muerte en Málaga (no ocurrió). Ilia Ehrenburg mojó su pluma en las manos de los niños de Madrid.

Por supuesto estaban los españoles. El arte de España tomó tintes dramáticos. Machado, Dalí, Picasso, Miró, sufrieron el efecto, cada cual a su manera. Miguel Hernández murió en la cárcel “comiendo pan y cuchillo como buen trabajador”. Alberti recitó poemas grandes...

Del lado nacionalista hubo menos. El gigantesco Drieu La Rochelle apologizó el fascismo desde Francia; el inglés Peter Kemp comandó una Bandera franquista.

Para terminar, tomo el título de un libro de Bernanos sobre el hecho y digo: sólo quedan los grandes cementerios bajo la luna.


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Publicado en TEXTOS PARA NADA, Opinión (Cochabamba), 22/10/1987

Fotografía: André Malraux

Sunday, October 27, 2013

La permanente construcción de la memoria: El señor don Rómulo, de Claudio Ferrufino-Coqueugniot



Por: Rodrigo Urquiola Flores

El señor don Rómulo (Nuevo Milenio, 2003), novela escrita por Claudio Ferrufino-Coqueugniot, obtuvo en el año 2002, la segunda mención de honor en el prestigioso Premio Casa de las Américas en Cuba.
El señor don Rómulo, desde el principio mismo de la lectura, va construyéndose en base a imágenes y retazos de trama que van conformando, poco a poco, saltando sobre el tiempo o pasando bajo él, una historia mayor, una historia que no es otra cosa que una peregrinación en aparente retroceso: la cuidadosa búsqueda de una personificación de la memoria a través de dos personajes que bien pueden ser uno solo si se toma en cuenta, obviando los nombres, limitándose a reconocer el apellido como un ente independiente de las personas que lo llevan, una memoria principal y otra aparentemente subterránea, siendo la memoria principal, precisamente, aquel personaje que da nombre a la novela, y, siendo la memoria aparentemente subterránea, aquel personaje-narrador desenterrador de tesoros, Claudio, quien, según afirma él mismo, nunca pudo conocer en vida al señor don Rómulo.
Claudio desentierra a Rómulo y, al hacerlo, le da vida, recrea su existencia, la devuelve a lo que no volverá a ser jamás. Es la memoria la que se alimenta de sí misma. Y la memoria necesita alimentarse para formar, con todos los pedazos que la componen, un nombre, un apellido que la contenga. Y el nombre, atravesando los tiempos, de hijos en hijos, es una síntesis de la historia de una nación, Bolivia. El nombre, viajero por naturaleza, llega desde Italia a tierras sudamericanas. Presencia la Guerra Civil, la Guerra del Pacífico, la Guerra del Acre, la Guerra del Chaco, la Revolución del ’52, dictaduras tras dictaduras y llega hasta nuestros días. El nombre presencia, a través de los ojos de distintas personas que lo llevan atado a sus vidas, el paso del tiempo, un paso caóticamente musical. Rómulo está en medio de esta cadena temporal. En un costado están los antepasados italianos y del otro Claudio, sus hermanos e hijos. Sin tiempo no hay memoria, sin memoria no hay tiempo. Sin tiempo ni memoria no hay existencia. Claudio escribe, y escribir es decir recordar, en los Estados Unidos. El nombre ha seguido viajando, atravesando la historia y los cambios que suceden tras el paso de los años.
El sexo es aquello que el tiempo ha fabricado para conservarse a sí mismo, para poder prolongar la memoria. Rómulo es algo así como una máquina sexual, una suerte de semidiós extraviado pero no perdido, que, después de cada hembra con la que se acuesta, anota el nombre de la afortunada en una libreta verde, para poder conservarla en su propia memoria y no negar al eventual vástago que tendrá a bien buscarlo para que le brinde su apellido, el nombre viajero que habrá de continuar la construcción de un presente que pronto será pasado para, retornando al origen de todo, continuar presenciando el paso de los tiempos.
Rómulo, el semidiós extraviado, es un eslabón en la cadena que ha hecho del nombre, el nombre. Y el nombre es un reflejo de Sísifo rodando su piedra inmortal. Existiendo una y otra vez para siempre.
Al morir, Rómulo, al que nunca le han gustado los curas, recibe, sin saberlo, porque de saberlo la habría rechazado, la extrema unción, y observa, agonizante, una figurilla de la virgen María y dice, para despedirse del mundo, de Bolivia, su tierra, de la vida, de la piedra inmortal, de la inevitable prolongación de la memoria y del mismo tiempo que no cesa de tragarse todas las cosas: “nunca me he tirado a una de éstas”.
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Fuente: Ecdotica, 25/10/2013
Publicado en Tendencias (La Razón/La Paz), 24/11/2013

Thursday, October 24, 2013

Día lento

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

En la ventana se ve el cielo gris, la nieve en barro.

En Navidad. Han cortado los bosques para adornar las casas. Después irán al basurero, y sobre los cadáveres vegetales construirán casas. Y yo sin hacer nada, mirando los vidrios sin color, como parte del aire opaco.

Tres de la tarde. El corazón trabaja ansioso; el tiempo que es oro no es oro realmente para mí. No toco con las manos, apenas escribo sobre la mesa de acero a la que le ha entrado un invierno muy fuerte que se me pega en los codos.

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Publicado en Revista SIGNO 41 (La Paz), Enero-Abril 1994
Imagen: Jane Freilicher/Casement Window, 1974

Tuesday, October 22, 2013

Triste estadística/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Que en eso quede sería otra desgracia nacional. Me refiero a la muerte del señor Bakovic, víctima, como Bolivia, de una elite delincuencial que cree haberse blindado para la eternidad en la cueva de Alí Babá.

Podría ser, hay que decirlo, considerando el voto mayoritario que cada vez consiguen los susodichos, en un país de gente-recua, con más de quinientos años de servilismo a cuestas, y diversos látigos a los que el cuero parece acostumbrarse. Basta un discurso, simple y nada complicado, para engatusar a la masa boliviana y llevarla por el camino como a los niños de Hamelin. Pero estos no son niños; a la turba se la ha dotado en este gobierno de poderes extraordinarios, que lindan casi todos con el crimen: narcotráfico, linchamiento, contrabando, cooperativistas mineros que arrojan mercurio en las aguas, secuestro y venta de mujeres jóvenes en la tierra de nadie y cientos de detalles que descubren su carácter energúmeno.

Que la corrupción se debe combatir, no hay duda, y juzgar a los sospechosos, tampoco, pero tanto se habla de ella, de gastos reservados, de enriquecimiento ilícito, de lavado de dólares, etcétera, etcétera, cuando los campeones mundiales en estas lides son el plurinacional mayor y sus menores. ¿O alguien le pide cuentas al señor Morales de dónde viene el dinero para sus viajes de vedette internacional? ¿O los dineros de que dispone para sus paseos de pasarela salen de rincones oscuros y por eso no deben ser considerados como expensas del tesoro nacional? Pero la gente calla, el país calla; muchos se agachan, otros prefieren esconderse. No hay mayor atentado contra la “revolución hechicera” (siendo la venezolana la “revolución bonita”) que despotricar como lo hago ante la mentira de estos tiranos de opereta, bufones y tartufos, de inconcebible desfachatez e inmensa soberbia. Pareciera que en el país de los pobres no ha lugar indignación alguna. Deseosos de y felices por tener amo. Así somos.

Los cocaleros mandan. ¿Quién los ha propuesto y reconocido como amos de esta tierra? Coquivia y no Bolivia, cierto, mas por ahora. Fuera del destino que siga o alcance la memorable dupla de palacio, el problema cocalero ha de subsistir y el nuevo estado deberá encarar el drama de tener un tumor maligno dentro. ¿La respuesta? Bisturí, el más afilado posible, para drenar la negra sangre cuyo interés está en dejarnos al resto sin nada, sin siquiera esperanza. Y ese turbio legado se lo debemos a este señor que miente en los estrados internacionales, en donde aparenta ser él, y dizque su raza, la gente más buena y saludable del planeta, sin diablo o infierno. Miente, porque nosotros lo conocemos, y seamos dos o tres los que sepamos, vamos a decirlo, y seguir diciéndolo, que la historia camina del lado nuestro y nos absuelve de entrada.

Vi al imbécil (Nicolás Maduro) persignándose, cerrando los ojos en oración. Semejante monigote moribundo todavía cuenta y se asocia con sus secuaces del sur. Creí en su momento que muerto el bocón -bien muerto esté-, la cosa cambiaría. Pero los procesos históricos no son tan sencillos. Toma tiempo. Ese, el de Caracas, ha de ser el primero, y a plazo no largo, que se hundirá y ahogará en su excremento. Hasta el ideólogo de los socialistas del siglo XXI no le dio más de un año. Luego el dominó, donde caerán como fichas también dioses, huacas y achachilas. El socialismo de papel ha de arder como el fuego fatuo que es, la luz mala de los gauchos, la fata morgana de los gitanos.

No basta el llanto por quienes sufren abuso. Lo sucedido con el señor Bakovic es solo antesala del crimen colectivo. Permitírselo implicaría el fin. Democracia no es voto lacayo. No hay que confundir los términos. En Bolivia, la democracia no existe; ellos pusieron las cartas.
21/10/13

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 22/10/2013

Monday, October 21, 2013

Cartas

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Miércoles 2 de abril. (3:48 de la mañana).

Vagué unas horas después de que nos separáramos. La noche estaba fresca y una media luna cortada flotaba entre alargadas nu­bes. Calles vacías, calles de perros husmeando la basura. Noche ebria de soledad, oculta tras de los paraísos. Noche emboscada.

Y  los grillos tienen voz de perro.
Y  vago y vago
Y  vago, vago y vago
con ojos de grillo
y voz de perro.

Quise sentarme en la luna y encima de tu casa mirarte. El aire vivificante hizo que te escribiese. Como vigía melancólico recorrí tu barrio 356 veces. Los ladrones mecían la oscuridad en sus bolsas. Yo quería robar una hoja de la higuera de tu puerta. En mis poemas tuyos, y en George Grosz, la mitad de mí sentía nostalgia por el resto. Deseé un barco de madera que me transportase a ti, sonrisa dulce de tres atardeceres. Y los fantasmas de la poesía me susurraron líneas que te doy.

Si la noche fuera molle,
Yo, la noche, estrella
Si yo, la sombra, fuera luces de neón,
Entonces te abrazaría, como lo hago ahora;
Sentado en una acera te tomaría,
Como lo hago ahora,
el abrazarte, digo.

Comienza a penetrarme el sueño cual vejez al árbol. En la bre­vedad de las líneas aflora un extenso país azul, allí donde aún habitan seres extraordinarios, duendes y brujas, donde la bruma que cubre el bosque es la lengua del dragón. Mi país es la cuna de la dulzura, un juego infantil. Ven, las puertas se abren; tu sonrisa se besará conmi­go y se besará con los gladiolos. Quiero envolverte en los minutos con el fuego del dragón. Encuentra la costa de mi cariño.

Las 4:35 ya. Estoy dormido, estaba dormido. Mi cabeza había levantado, al caer, cuatro teclas, y las teclas hablaban tu nombre. Los dedos de mi sueño continuarán hasta mañana imprimiendo letras invisibles no menos dulces que las otras.

Y me voy y me sumerjo en las sábanas y duermo y te pienso y te quiero.

3 de abril (jueves, 9 de la mañana).
Diez docenas de rosas para ti. Puestas sobre tu lecho, se­mejantes a vestidos olvidados durante el amor.

Cuento sin falta nuestros pasos nocturnos. Cada hoja y árbol que dejamos atrás sonríe. Nuestra presencia en la noche cuajada de nada es génesis. Amo tu puerta y tu reja y tu candado. Tú alrededor ha entrado en la órbita de mi felicidad, y así nos vamos, montados en un cometa, a vagar por tierras celestiales. Llegamos y el paraíso tiene forma de cama, con almohada y sábanas. Pero el campo está vacío hasta que ambos recostamos los cuerpos: tú, tu blanco cuerpo; yo, el oscuro. La noche y la mañana se abrazan, y desde ese instante el mun­do gira, tiene luz y sombra. Los frutos caen. Dulces y vaporosos inun­dan de aliento cálido nuestro semi-sueño.

Tu cuerpo es el perfil de la noche. Tu cuerpo el sudor de las estrellas. Tu cuerpo la infancia del amor. Tu cuerpo párpado de dios. Tu cuerpo el mío removido hasta los pies. Tu cuerpo tejido imperial en medio del yermo. Tu cuerpo, tu cuerpo tú, dormida, soñada y despierta.

Mi boca tendrá ardores de averno
Mi boca será para ti un infierno de dulzura
Los ángeles de mi boca reinarán en tu corazón
Mi boca será crucificada
Y tu boca será el madero horizontal de la cruz
Pero qué boca será el madero vertical de esta cruz
Oh boca vertical de mi amor
Los soldados de mi boca tomarán al asalto tus entrañas
Los sacerdotes de mi boca incensarán tu belleza en su templo
Tu cuerpo se agitará como una región durante un terremoto
Tus ojos entonces se cargarán de todo el amor que se ha reunido
en las miradas de toda la humanidad desde que existe
Amor mío mi boca será un ejército contra ti
Un ejército lleno de desatinos
Que cambia lo mismo que un mago sabe cambiar sus metamorfosis
Pues mi boca se dirige también a tu oído y ante todo
Mi boca te dirá amor
Desde lejos te lo murmura
Y  mil jerarquías angélicas que te preparan una paradisíaca
dulzura en él se agitan
Y mi boca es también la orden que te convierte en mi esclava
Y me da tu boca Madeleine
Tu boca que beso Madeleine.
GUILLAUME APOLLINAIRE

Este hermoso poema te lo entrego anoche. Mientras te amo te lo doy. Dicho con dulzura en tu ombligo.

Te quiero como al aire de la mañana, como a mi madre al parirme.

3 de abril (7:46, noche).
“Siempre hemos vivido en barracas y tugurios. Tendremos que adaptarnos a ellos por algún tiempo todavía. Pero no olviden que tam­bién sabemos construir. Somos nosotros los que hemos construido los palacios y las ciudades en España, América y en todo el mundo. Nosotros, los obreros, podemos construir nuevos palacios y ciudades pa­ra reemplazar a los destruidos. Nuevos y mejores. No tememos a las ruinas. Estamos destinados a heredar la tierra, de ello no cabe la más mínima duda. La burguesía podrá hacer saltar en pedazos su mundo antes de abandonar el escenario de la historia. Pero nosotros llevamos un mundo nuevo dentro nuestro, y ese mundo crece a cada instante. Está creciendo mientras yo hablo con usted”.
BUENAVENTURA DURRUTI

Tú y yo somos partícipes de ese mundo nuevo; nosotros, los obreros del amor.

Estoy un poco resfriado. Ya me acosté y escribo aquí. Escribo con el índice derecho. Mi mano izquierda recorre los lugares más re­motos de mi cuerpo buscando la piedra filosofal. Tú estás a un cos­tado. Desde las fotos me sonríes y yo te digo… (con mi­núsculas porque lo hago suavemente).

Un ejército de hormigas camina por mi mesa de noche; el mo­tivo: limpiar tu cortaplumas de los restos de carne de esta tarde. Las miro y pienso que todos los hombres del mundo irían así, en carava­na, a verte si te conocieran.

Sueño con mañana y su cine, con el sábado y su matrimonio. Ambos los imagino contigo, es más, por ti.

Sigues sonriéndome apoyada en la radio. Quién necesita ánge­les guardianes existiendo tú, paraíso e infierno, mujer. Kafka llora un poco más arriba al no poder ya escribirte. Un gozo maligno me es­tremece: saber que en este cuarto de notables, yo, el menor, seré el único que te toque, el único que acariciando tus senos rosa se eleve a la divinidad, el primero que mañana llegue hasta tus dientes y roce con su lengua la comisura de tus labios.

Hay días en los que soy inmensamente feliz.

Amo el trozo de cielo que se alza sobre tu casa. Es el que for­ma las mismas lluvias y por el que pasan las mismas estrellas. Yo con­templo el cielo de tu casa en aquel reducto de tu vientre que me ob­sequiaste, y más contemplaré yo, habitante perpetuo de tus vellos, cuando descubra tus pies amanecidos sobre mi rostro.

El reloj dice que son las nueve. Me dice que es la novena vez que estuve pensando en ti por 60 minutos. Para ser sincero te confie­so que 15 minutos los pasé preocupado en mi garganta. Perdóname.


Me regalaste un mechón de cabello. Mechón rubio que contenía exactamente 408 finas hebras doradas. Una cayó al suelo y debo recu­perarla de inmediato. Tan importante tarea no puede esperar, por tan­to, querida, amada, me despido. Tengo dos besos. Uno besa tu mano, el otro te besa simplemente. Chau.
1986

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Revista SIGNO 31, Cuadernos Bolivianos de Cultura (La Paz), Septiembre-Diciembre 1990

Imagen: Kees van Dongen 

Thursday, October 17, 2013

Mi cumpleaños/CUADERNOS DE NORTEAMÉRICA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

13 de marzo, dos años atrás.

Ronald, Julito y yo, viendo danzar mujeres en un escenario. Estrellas de colores que caen de los senos y quedan como monedas dispersas por el suelo.

Muchachas hermosas, tres minutos para cada una. Los hombres, jadeantes, se ponen dólares entre los dientes y se arriman al tablado. Compran contorsiones, sexos abiertos como cuchilladas en la noche.

Está prohibido tocar a las mujeres y Ronald toca. Unos cuerpos muy grandes nos arrastran por el piso. Nos enojamos y en la oscuridad se hace un eco de vidrios rotos.

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Publicado en Opinión (Cochabamba), 01/11/1991 

Tuesday, October 15, 2013

Bestezuelas y reyezuelos/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Anoche, preparándome para salir al trabajo, encendí el televisor y estaba Jorge Lanata en un programa entre periodístico y de humor. Pantalón, camisa, cinturón, botas, iban llenando el cuerpo para evitar la casi sospecha de helada afuera. En la pantalla hablaban de aviones, de la era aviadora que los K habían inaugurado en grande en su país, con helicópteros por aquí y por allá, con motivo o sin motivo, por capricho del Delfín o la Delfina, o porque carajo aquí yo mando.

Miré mis botas oscuras por la humedad de la noche. Cien veces se habrán mojado con lluvia, con nieve, y cien secado. Pensé en alguien que sugirió que los inmigrantes (bolivianos en mi caso) vinimos a mendigar al norte. Si supieran que no andamos de serenata, ni saludando, ni servite, ni garapiña o platito de la tarde. Otra es la historia; una que no imaginan. Y salvadas las diferencias de suerte o elección, sobrevivir afuera es siempre más duro que hacerlo en casa. Entonces, a callar, a puntear la guitarra y gorjear como jilguerillos que para no otra cosa sirven.

Observé los botines recién amarrados, toscos y deformes por los avatares del clima, al mismo tiempo que estudiaba al delincuente Amado Boudou, vicepresidente de Argentina, imitado por unos actores en lo que mejor hace: robar. Este al parecer insignificante punto es el origen de todas las luchas sociales: unos trabajan, otros no. Unos se ganan el pan; otros lo hurtan. Fuera de lo que Lanata crea o busque, existe la dolorosa certeza de que en América Latina se han fundado monarquías usurpando la voz del pueblo y enriqueciéndose a su costa. En Bolivia se incluyó a grandes sectores populares, dígase cocaleros, cooperativistas mineros, etc. en el vértigo delincuencial a modo de garantizar careta ante los adictos europeos de izquierda (bien lejos de sus territorios, por supuesto), y dorar la píldora del socialismo sui géneris que abunda en especímenes de bestiario medieval.

Hombres pájaro, castrados, maricas, plañideras, viudas, zombies, hienas, cueros, flautas, pederastas, narcos, de todo hay y continúan inventando, porque esta historia da para mucho y parece nunca acabar. Y mirando el cuadro de las opciones, volcamos páginas con fauna zoológica de no mejor especie. Habrá que hacer saltar el mundo. Necesitamos revolución francesa ahora que la nueva burguesía se amaña con el poder y ejercita un circo pueril en el que danzan alelados los imbéciles. O una bala de plata.

El listado continuaba a tiempo ya de salir. La noche estaba fresca y conejos y zorros correteaban por el pasto. Hay algo que se llama independencia, que aparece sutil cuando se aspira el aire de la noche en soledad, justo antes de lanzarse a vencer oscuridades y debilidades que uno aprendió. Triste debe ser el papel de los ladrones en posición de gobierno. El falso hippie Boudou jamás podría saber de libertad. La mente de estas bestezuelas reinantes los limita, los clasifica en escala menor, como el perro hambriento que se engolosina con las sobras y espera siempre más y más.

Tres iban a reunirse en Cochabamba, con ánimo de mosqueteros. Mosquitas. Finalmente Maduro, hijo necrofílico de quien hizo más que nadie por derechizar Venezuela: el otrora bufón y hoy cadáver Hugo Chávez, decidió no asistir. Lo resfriaron los peligrosos aires que siguieron al fabuloso cargamento de droga que hallaron en Francia. Noticias que causan gripe, sin duda, si hasta la medicina se inventan. De los tres quedaron dos, biónicos, la soprano y el zaino, echándose flores como meretrices en campaña por la diputación.

¡Cuánto engaño! Pero la culpa es de quien se deja engañar, porque pillos al acecho abundan, sobre todo los que practican el paso de ganso con la pierna izquierda. Señorías y majestades, emperadores y emperatrices por arte de birlibirloque, y eunucos reforzados en lecturas de tocador. Viva la revolución.
14/10/13

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 15/10/2013

Imagen: Rey Momo, antiguo pomo de carnaval 


Monday, October 14, 2013

El joven Böll/BAZAAR

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Heinrich Böll, 1917-1985.

Mucho se ha hablado de él luego del Premio Nobel, o de su valiente defensa de Ulrike Meinhof, célebre activista y escritora de la Fracción del Ejército Rojo Alemán.

Alemania ha cambiado desde entonces: no hay más muro; democracia y fascismo se han instalado por igual en los territorios del este; se "suicidó" ya a los principales cabecillas terroristas. Y la economía no podía ser mejor. El marco alemán es respetado; se ha autorizado al país a disponer nuevamente de fuerzas armadas; casi se envió a Bosnia parte de ellas con tropas internacionales... obviando el recuerdo que en tierras yugoslavas dejaron los soldados germánicos.

Böll es grande en sí mismo, pero no puedo evitar pensar en Gerhart Hauptmann cuando me refiero a él. Böll, cuya prosa no comparte el deseo intrínseco, latente en Hauptmann, por la redención humana, se le acerca en la ocredad de sus descripciones. Es más, pienso que una comunidad de circunstancias hizo a varias generaciones alemanas escribir así: Böll está en Hauptmann y lo recrea y adelanta en sus primeros escritos, los inmediatamente posteriores al fin de la guerra.

Su experiencia de soldado, el trauma de la contienda, marcaron al joven escritor. Su ironía le viene de allí, la crítica y desconfianza de las instituciones alemanas, su asco por lo que consideraría una realidad hipócrita. La estupidez de la guerra, que observará en el futuro como guerra interna, se reflejan en su relato Historia de un macuto, o en aquel que describe la vida de una taza, como queriendo afirmar que la sociedad germana, el hombre en general, se balancean en un frágil espacio, como tazas de porcelana, en riesgo constante de romperse o de, siendo objetos para beber té, utilizarse como ceniceros...

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Publicado en Opinión (Cochabamba), 03/07/1996

Fotografía: Heinrich Böll

Thursday, October 10, 2013

Confesiones emigrantes

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Se dio la casualidad de una visita del embajador norteamericano a casa. Él había sido alumno de mi padre en Columbia, Missouri, y tenía, como todos sus otros compañeros, una afición rayana en idolatría hacia mi progenitor. Fue en el 65 y esto ocurría el 88.

Ofreció una visa para el hijo descarriado y alisté maletas. Dejé el trago y los espectros femeninos que aterrorizaban mi Cochabamba y partí con rumbo nuevo. De Norteamérica guardaba una historia rica, hechos y personajes sobre los que constantemente hablaba y escribía, y, tal vez, para mí, la mejor literatura. Desde muy niño leí a Mark Twain, y se me ofrecía la posibilidad de ir allí, sin colas inútiles ni preguntas indiscretas acerca de mi condición económica.

¿Qué buscaba en Norteamérica? Era el país de Ronald Reagan, lo cual decía poco de su capacidad reflexiva, pero también el de Thoreau, de Demspey y Cassius Clay. Emerson, los dos Crane -Stephen and Hart- Dos Passos, Hemingway, Faulkner, Anderson y las fascinantes sombras de Poe y Lovecraft. Cómo no ir.

En Bolivia viví como niño rebelde. Estaba cansado de eso. Ahora el desafío se presentaba con un invierno atroz; el poco dinero que llevé lo agoté en putas. Me hice de una leñadora amarilla, una boina; traía botas  y me lancé a la brega diaria. A vivir con las manos, con el trabajo a pulso, a huevo como dicen, a la manera en que se formó esta nación, incluyendo sus literatos, que creo salvadas excepciones fueron siempre hombres de acción, no de té rummy ni mamitas ni abuelitas.

Desde esa perspectiva, la de buscarse escritor mientras se vive, contemplé Bolivia y sus características, su literatura, deseando que sucedieran quiebres importantes en ella, maldiciendo la condición de apatía y bucolismo que las circunstancias le crearon, pero también la idiosincrasia. No es que haya mejores y peores, pero mi elección, con mucha suerte de por medio, creo que fue la correcta, la de explorar otros mundos que sumados a mi pasado bien podrían dar algún fruto.


01/13

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Fotografía: Chema Madoz

Tuesday, October 8, 2013

Pachamámicos/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Hace una semana, la prensa dio a conocer la noticia del “descubrimiento” de un pueblo narcotraficante cerca de la frontera con Chile. Uno de tantos, porque Bolivia va en vertiginosa escalada de convertirse en el país donde más número de gente común y corriente se involucra en el negocio. El sueño de la plurinación hecho realidad, al arbitrio de caciques y todo tipo de patrones, con feudos que semejan microestados dentro del conjunto mayor y la espeluznante sumisión andina a la autoridad, servilismo que viene desde muy atrás. Al fin llegó la revolución, dicen, el alza de los caídos y desheredados. Exaltación de la estulticia y la mugre, donde el fin no es el idílico y tonto ideal igualitario del de Tréveris, Marx, sino hacer dinero a más no poder y a cualquier costo, para malamente imitar a los contrarios, el borrascoso imperio que flota en algún lugar del norte, como Última Thule, que sirve de pretexto a los vivillos en palacio para llenar las arcas propias a niveles insospechados. Total, la destrucción de lo que fuera una república no le interesa a nadie. Los iluminados van comprando su futuro, invirtiendo en el capital para una holgada vejez.

En este pueblo “originario campesino”, según tildan los mediocres teóricos de un inexistente cambio a cualquier cosa que lleve sombrero y abarca -españolísimos elementos además-, se encontraron en un templete mestizo imágenes y quince quirquinchos (Chaetopractus nationi) muertos envueltos en serpentinas, dólares y moneda nacional ¿o la moneda también es plurinacional? Esta especie está considerada en peligro de extinción, y resulta que son los mentados defensores de la madre tierra los máximos depredadores de un suelo y una fauna violados hasta el cansancio. Ya acabaron, y se debe a los dudosos ritos aymaras, con el gato andino (Leopardus jacobitus) y ahora van por otra, en extraña mixtura de quién sabe qué antiguas remembranzas, cristianismo, fetiches, capitalismo y fiesta. Esa paja de la Pachamama no me la creo, que si uno arroja un par de monedas de oro en medio del poblado, los pachamámicos se lanzarán encima, olvidando su falsa afición al terruño, con más énfasis que Aaron adorando el ídolo dorado en el desierto.

Claro mensaje: al diablo naturaleza, medio ambiente, unión del hombre con su entorno. Pura bazofia capitalista. Lo importante está en rebuznar al unísono cuando pasa el amo, y darle duro al expolio de lo ajeno, sobreexplotación descontrolada de recursos, abandono de actividades agrícolas y sigue interminable lista. Acá no se venera la Venus amorfa que nombran Pachamama; se venera el dólar. Lo visto no es expresión de cultura ancestral, es cultura narco.

Sirve bien a los fines de la política de gobierno que apuesta por este estado de cosas. Pervierte los conceptos de revolución, de indigenismo. Se ha montado una empresa multimillonaria, donde los obvios beneficiados se sientan en Palacio. Lo que menos importa es Bolivia, aunque sacrificarla de tal manera tiene límites temporales que tarde o temprano cobrarán factura. La cháchara de eternidad en la silla presidencial del señor Morales da para risa. Lo ayudan las características de la población, cierto, pero el dinero fácil se esfuma con la misma rapidez con que viene si se carece de proyecto, y la tierra, allí donde vive la doliente Pachamama, se agota. Quizá sea tiempo de pensar en un Robespierre real, no tristes remedos, y afilar la guillotina por donde tendrán que desfilar centenas, o miles, para resarcir al menos en espíritu un abuso inenarrable. Así les pese a los cómplices de turno, los miedosos que no leen la historia ni ven sus señales.

Mientras tanto, viva la juerga de la plurinación, asociada y financiada por la transnacional de la muerte. A ella le respondemos, siempre.

06/10/13

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 08/10/2013

Imagen: Quirquincho, como aparece en el mapa de Alonso de Ovalle, 1646 

Sunday, October 6, 2013

Contratapa de MUERTA CIUDAD VIVA, por Guillermo Ruiz Plaza


GUILLERMO RUIZ PLAZA

«Esta vida mía la he dedicado a beber y culear», confiesa el narrador-protagonista de Muerta ciudad viva, novela de Claudio Ferrufino-Coqueugniot. El tono ya está dado: entre la confesión autobiográfica y el delirio, sexo y alcohol, vida y muerte, Eros y Thanatos se alternan y acaban entrelazándose como en un torbellino en la Cochabamba de principios de los años ochenta. Al azar del recuerdo, con honestidad estremecedora y acertadísimo humor negro, este estudiante universitario, escritor maldito o «maldito a secas», nos lleva de la mano por las calles y recovecos de una juventud vertiginosa, que se debate entre la aventura y la desgracia, pero también entre vivencias íntimas y crónicas casi documentales de la urbe, especialmente la periférica y marginal.

La ambigüedad presente ya en el título sostiene la novela, constituye su núcleo central, de tal forma que bien podría llamarse Libro del mal amor –léase del buen sexo–, Libro del mal vivir –es decir, de la buena vida– o incluso La noche de los muertos vivos, si entendemos este último adjetivo en su acepción criolla, picaresca. Tensión fundamental, entonces, y nunca desmentida a lo largo de sus páginas; como afirma el narrador: «No se trataba de una vida paradójica, doble; todo vivía en mescolanza como en un potaje híbrido». Un brebaje explosivo de esos que el antihéroe y sus amigos se meten a diario en el cuerpo, no se sabe si para invocar la vida o la muerte u otra luz capaz de traer el sosiego.

Claudio Ferrufino-Coqueugniot, que domina en sus novelas el arte de la heterodoxia, nos ofrece en esta nueva entrega una larga risa fúnebre y un intenso ensayo moral –despojado de tesis y además rico en experiencias– acerca de ese «monstruo mañudo y engañoso» que es la ciudad y también, sin duda, el escritor de ficciones.

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Contratapa de la novela (EL PAÍS, Santa Cruz de la Sierra, 2013). Edición de Ricardo Serrano. 

Tuesday, October 1, 2013

Matrimonio del cielo y el infierno/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Ni tanto, pero aprovechemos el título de William Blake para referirnos a la inusual alianza entre el oligarca de Orinoca y los oligarcas de Santa Cruz. Jugada donde la apuesta del gobierno es solo a ganador, y de la burguesía cruceña a que veremos y ojalá. Siempre recuerdo al hetman Taras Bulba advirtiendo a los cosacos que colaboraban con el enemigo, que por ahí iba el camino de su fin. No se equivocaba.

Los nuevos ricos, mal llamados socialistas, quizá “socialites” como en el jet set hollywoodense, han decidido invertir ¿Y dónde? Qué mejor que en el oriente; Orinoca, por más inversión que se le dé, no tiene futuro, ni aunque trasladen las Naciones Unidas allí y los embajadores se fotografíen con llamas y devoren chuño. Santa Cruz es occidente, todo lo que los robolucionarios dicen odiar. Este primer paso será seguido de demandas mayores, y de la vital para que la aristocracia cocalera sienta que ha sido aceptada y obviados color, olor, tamaño y tantas otras especificidades que originan racismos: la unión sexual entre los pisadores de coca y las reinas del pequeño Río de Janeiro local. Muy pronto llegará el momento en que exijan su derecho de pernada, así cueste lograrlo un papel de matrimonio. La economía, la ideología, la política se meten por cada resquicio, pero lo que sella un pacto entre humanos es el coito, porque en él se intercambian asuntos que darán como resultado algo irreversible. La burguesía cruceña va a ceder también en eso, en el deseo del otro de poner mano sobre las hijas, siendo siempre las mujeres la mercancía transferible, para satisfacer el arribismo mental de los incapaces que despotrican contra aquello en lo que desean convertirse. Coito del cielo y el infierno.

No extraña: acuerdo de negociantes que no de caballeros. Enriquecerse domina la lógica. Unos anhelan acceder a un mundo otrora privativo; los de enfrente, conservar sus beneficios. El precio a pagar ha de ser para los últimos muy pesado, porque ceden logros, empeño personal, familia al arbitrio de un socio no confiable, cuya visión apuesta a avasallar y no a concordia. Pero, vamos, lo que no se consiguió con inteligencia para beneficio colectivo, se lo consigue a la fuerza para consuelo de pocos.

Qué breve y mísera quedó la plática autonómica. Que sirva de lección para no confiar en las cabezas. Los intereses del rico jamás coinciden con los del pobre; himnos y banderas doran la realidad, inventando diferencias que no existen. Ambos lados utilizan la estrategia. El enemigo no tiene por qué ser el que habla diferente o cuyas características físicas no se asemejan a las tuyas. No. Eso quieren hacer creer los que se desesperan por conservar el status quo, o inventarse uno similar. Por eso se juntan, y a raíz de esa alianza intentarán perpetuarse, cueste lo que cueste entre sus prerrogativas, sin siquiera pensar en los demás, en quienes creyeron las fábulas que les contaron.

Los cocaleros amenazan linchar a funcionarios universitarios en el Sajta, Chapare, por considerarlos impedimento para la delincuencia organizada. Los empresarios cruceños copulan líricamente con el aymarismo recalcitrante. De allí vendrá la venia para la destrucción total de la naturaleza patria. Lo que dé dinero, bienvenido. Olvidemos discusiones pasadas y lucremos mientras la tierra provea. ¿A quién le importa? El progreso es oro, y amigos los que lo acrecienten.

¿Dije inusual? Era previsible. ¿Matrimonio de cielo e infierno? De infierno e infierno, más bien.
30/09/13

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 01/10/2013

Imagen: El Bosco/El jardín de las delicias