Sunday, July 15, 2012

DIARIO SECRETO DE CLAUDIO FERRUFINO


Por: Rosario Quiroga de Urquieta

Novela cruel y oscura dijo el jurado de “Diario secreto”, premio de novela Alfaguara 2011 del escritor Claudio Ferrufino, quizá cruel, por las acciones de crueldad que emprende el personaje.
¿Será una revancha frente a la crueldad del mundo?; oscura, porque explora las zonas oscuras del ser humano. Nosotros  decimos que, además,  es  compleja y profunda. Es la visión de un mundo en crisis y sin sentido.
Se dice que toda obra alumbra un mundo, una vida con sus  problemas existenciales. “Diario Secreto”, devela el mundo y la vida de un sicópata. Un hombre  en el  que  habitan, coexisten dos fuerzas: el bien y el mal.
Es sabido que (herencia adánica) en el hombre conviven  el ángel y el demonio en lucha constante. El protagonista es consciente de esa realidad y de la confrontación íntima que sostienen  ambas fuerzas en determinadas circunstancias: “Uno de mis yo desea que saliese bien, contento... Pero mi otro, que muriera el pelotudo, por huevón y por judío” (Pag.19).  Sin embargo para él, esta lucha, “no es asunto de discrepancia entre lo malo y lo bueno, son distancias, matices, de las cosas que se deben hacer” (Pag.26)
Para el protagonista: “el placer, el llanto, el ruido seco de golpes caminan ajenos al intelecto. Habitan un rincón donde el cuerpo y la mente sienten la paz  de una llovizna de otoño sobre la mies; paz en la violencia, así de paradójico” (Pag.26)
Este evidente desdoblamiento de su personalidad, esa incisión en su conciencia deriva en un conflicto de identidad dentro del complejo dinamismo que constituye la personalidad. Por tanto, no hay una identidad tras la apariencia, el personaje posee una configuración que se construye constantemente a partir de interrelaciones entre los diversos fenómenos, situaciones y apariencias: “¿Si estoy amargado? No, mira, fui un niño feliz. Y nadie me advirtió que fuese extraño. Miento, una vez que había ahorcado con hilo cincuenta sapos en miniatura, vivos, en los rosales de la casa grande, mi padre explotó. Eres un sicópata, dijo…” (Pag.31)
El personaje  es una contrafigura del hombre visible. Conocemos sus valores y anti valores a la luz de una permanencia, de un sentido de vida,  en la  presencia constante del mal como acechanza, como oposición y dialéctica en una atmósfera cargada de  sobre significados, de supra realidades.
La madre: matriz y útero, que lo han concebido, alimentado y parido, confirma que: “desde que nació en premonitoria media noche, su carácter tuvo esa ambigüedad del que vive con los pies en unas horas, un tiempo, y al revés” (Pag.73)
Así la obra explora, con valentía e inteligencia la naturaleza humana en esa dualidad.
AMOR, SEXO, PLACER, DOLOR, VIOLENCIA  
Sin duda alguna, el amor, el sexo, la violencia, el dolor son experiencias  que ennoblecen o degradan según  el caldo donde  hiervan.
En el desequilibrio actual de la psique la crisis del amor es  una evidencia cotidiana. La pandemia moderna del sexo ha venido a dar un golpe mortal al pudor y a los manuales que dicen enseñar “el arte y la ciencia de amar”; por el contrario, pensamos que orienta y estimula el ejercicio  del acto coital en las más variadas  como asombrosas aberraciones donde la morbosidad y la seducción, en una esclavitud  sexual, se convierten en una obsesión patológica que induce a mayores abyecciones, esto así, en la medida que afecta la parte digna y humana de la persona. 
¿Qué lugar ha reservado nuestra sociedad a  la sexualidad? Sin temor a equivocarnos, uno vergonzoso, a un estado de animalidad inferior que causa y provoca actos siniestros. Sobre todo hoy, los sexólogos y erotólogos se explayan en explorar casos de sublimaciones, perversiones, ideales y morbos patológicos. El aparato sexual, hoy, es algo  pobre, nervioso, falsificado, degradado, idiota.  
Nuestro personaje, hijo legítimo del  siglo XXI es víctima del  sexo, de “su sexo”, tiene en él un arma más que alienta y nutre la búsqueda del placer con violencia cuando su mente navega por los pantanos del puro instinto.
Consecuentes con  lo que habíamos afirmado  sobre  la personalidad dual del protagonista, anotamos que en su experiencia sentimental con Olinda, se da el sentimiento de  un amor libre de maquinaciones perversas: “con el sexo afiebrado que se calmó cuando penetré su delicada cueva de rocío…”
(Pag.12) o, “Olinda, qué decir de ella. Apareció en el intervalo de paz, la paz mongólica, la paz agusta, el estrecho que  hay entre  la juventud y la primera madurez” (Pag.161).
 Por las  especulaciones del protagonista, confirmamos que para él, el placer que le causa la violencia, la crueldad, el dolor no son sino las formas o maneras de estar  en el mundo, confirmar él mismo la deshumanización del hombre y sus relaciones con los otros en una sociedad de consumo que ve al ser humano como “cosa”, sólo capaz de consumir, y al mundo como un medio de cosas y entre ellas, el hombre.
Por tanto se siente  víctima, que vive entre  morir o matar, “los dos extremos del péndulo”, “ No deseo más esta puta vida. Esta noche saldré a matar. Tengo un machete afilado y una bolsa donde pondré al menos tres cabezas” (Pag.175).  El es consciente de su ¿desequilibrio o  equilibrio mental? Quiere ser internado en un centro psiquiátrico,  hace tratamientos psicológicos, sin embargo su microcosmos hace una lectura  externa con argumentos  que justificaban sus  reacciones. Las disquisiciones  por las que  transcurre su cotidiano vivir nos lleva al cuestionamiento: “¿Hasta dónde la locura es irracional o lo racional es locura?


LA INFANCIA, UN PARAISO PERDIDO  O PROLONGACIÓN?
Desde niño tuvo  inclinaciones  a la maldad, al dolor  y a la muerte planificada. De niño  martirizaba a animales: sapos, perros, hormigas. Estas experiencias, dice él: “Despierta en mi sensaciones que he cargado de lejos, de las míticas odiseas de la infancia.” (Pag.31)


SOBRE LA OBRA Y SU ESTRUCTURA
De principio a fin  la obra  sostiene una carga pujante y sobrecogedora. De acento personal y de las  características intransferibles de un temple íntimo.  Es evidente la preocupación formal que se percibe en el acierto para renovar los modos tradicionales y de superar las estructuras naturalistas o  post naturalistas.
La novela es de episodios fragmentados con constantes mutaciones de tiempo y espacio  narrados por varias voces (polifónica).
El argumento se perfila a través de una serie de  momentos no lineales que tienden a dar una visión de conjunto. La significación no surge en el desarrollo de un tema con  principio, nudo y fin, ni nos expone la situación de un conflicto. Por el contrario, la significación surge del conjunto de momentos, fases y partes que  dan lugar al todo en la novela. Ello no quiere decir que haya una total ausencia de argumento o tema en sentido tradicional. Hay efectivamente uno, pero no es nunca el aspecto fundamental de la obra. Es un simple motivo o hilo que mantiene la atención del lector.
El lenguaje está subordinado a un sentido más amplio que pretende expresar el medio en toda su  integridad y en toda su complejidad.
“Diario secreto” es una obra de arte por su estructura, es innovadora por su lenguaje y  vigente por su audacia temática.

Publicado en Fondo Negro (La Prensa/La Paz), 15/07/2012
Imagen: Pieter Brueghel el Viejo, circa 1560

Thursday, July 12, 2012

Censura

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Leo acerca de brujas y brujerías en una compilación histórica, bastante exhaustiva: Witchcraft, de Roger Craft.

También escucho al presidente de los Estados Unidos presentar la nueva estrategia del país para "ganar" la guerra en Irak. Conflicto que ya perdieron y que día a día mina los cimientos de un país que se preciaba de democrático. ¿Y cuál la relación entre brujas y el poderoso individuo que desde hace años se repite como grabador? Que ambos temas tienen que ver con pensamiento libre, con intransigencia, con censura y presunción. Así como los frailes perseguían imaginarios enemigos en mujeres viejas y feas, pobres (indefensas) casi siempre, según escribía Reginald Scott en el siglo XVII, Bush anda tras quimeras de un mundo fundamentalista cristiano; claro que en su desidia errónea se topó con otros fundamentalistas, más fuertes y decididos que él, dispuestos a morir por su causa y sin temor de perder las comodidades de las que gozan los noveles santos de Norteamérica.

Países como España, Alemania, Inglaterra, superaron la ominosa tradición de cazar brujas. La tecnología y el aprendizaje, además del comercio (economía), configuraron naciones que sin ser perfectas dan ejemplo de apertura y liberalidad. El caso de Holanda, o el de Suecia, son aún más ejemplificadores. Estados Unidos, por el contrario, sufre un proceso de regresión, en desacuerdo con su avance científico y tecnológico, con su ultraliberal cinematografía. La media de la población camina segura, no sé cuán rápida, rumbo al oscurantismo. Busca tal vez una Edad Media de la que estuvo exenta. Dios es, probablemente, la palabra más usada en el léxico norteamericano. Republicanos y demócratas por igual hacen la venia servil ante la aún ignota presencia de la divinidad. Y basan su política en ello, con la salvedad de que los habitantes de esta tierra son cristianos sui géneris, muy hábiles a tiempo de juzgar al prójimo, y también muy duchos en la compra y manejo de armas mortales y su utilización indebida e indiscriminada contra personas y animales.

No es correcto, y sin duda sería penalizado, opinar en contra de la imperante teología. Los norteamericanos se vuelcan como recua pudiente y militante en las iglesias los domingos. La "church" es el elemento sustancial de la vida nacional, el conjugador y el conjurador al mismo tiempo. Donald Rumsfeld, criminal de guerra en Mesopotamia, es dulce jilguero de salmos bautistas. Enumerar la lista de ejemplos nos quitaría espacio para despotricar en papel el drama actual.

No está nada bien, es muy mal visto, criticado, castigado, reprimido, reaccionar con violencia ante, por ejemplo, alguna frustración de la vida cotidiana. Gritar y blasfemar acerca de la injusticia de vivir, de la mierda de no disponer de un mejor automóvil, del trabajo y el matrimonio son acciones injustificables. No es, sin embargo, injustificable el genocidio, la instauración de regímenes asesinos en ultramar.

Pero George Bush no está solo en esta galería de notables. Como se dijo, también hacen presencia los fundamentalistas islámicos. Los ayatollas iranios entre ellos, y su vástago, el incansable Ahmadinejad. Sin embargo también en Irán se puede hablar de un cine excelente, que si bien no toca -aún- los linderos de la crítica política, va camino de ello. Israel es otro caso donde la religión, ese antiguo opio de los pueblos, intenta, con poco éxito, regular la vida de un país muy liberal en algunos casos aunque con políticos como Netanyahu que no auguran un proceso de avanzada sino uno de retroceso.

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sin fecha o publicación

Tuesday, July 10, 2012

Distopía/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Un congreso cocalero, multitud diría, se reúne para establecer las estrategias de perpetuarse en Bolivia. Estrategias necesitan análisis, y poco se puede encontrar de analítico en gentes opacadas por el trago, entumecidas por las bolas verdes en la boca, con vítores coordinados. No preguntaron a nadie. Deciden, sin consultarnos, nuestro futuro según sus prerrogativas y “costumbres”. Menudo flagelo este de utópicos a la inversa.

Mientras escribo, observo en televisión otra notable viñeta boliviana. Los secuestrados de Mallku Khota, gente que hacía su trabajo, de rodillas sobre pedazos de sal, mientras un cacique, látigo en mano, lanza jaculatorias con movimientos agresivos. La impactante “justicia comunitaria”, postrera calificación del abuso y la impunidad. Uno de los presos, un policía, apenas podía moverse por la tortura. Así y todo, ante autoridades supuestamente legales, las víctimas tuvieron que escuchar sentencia: fabricar 500 adobes para la comunidad. Qué ternura, digna farsa para extranjeros obnubilados por lo que desconocen, por cierta brutal y primigenia forma de actuar en pleno siglo XXI. Esto no es cultura, no señores, y la brutalidad no se respeta, de pueblo alguno, porque esté en su “tradición”. Esta sal es la del oprobio, no la gandhiana cuyos objetivos no coincidían un ápice con los que comentamos.

¿Hasta dónde queremos llegar? Por supuesto que siempre hay gente: oligarcas, capataces, patrones, que se enriquecen y medran con la ignorancia. La manipulación de la turba resulta la mejor apuesta para quien desea entronizarse por el resto de la vida. Ni siquiera es “dividir para reinar”, sino animalizar para lograrlo.

El estalinismo inventó el Holomodor, la muerte por hambruna de millones de campesinos en Ucrania. El plan era liberarse de los kulaks, propietarios rurales, extirpar el nacionalismo regional, deshacerse de la intelligentsia, forzar la colectivización. Con tal fin se requisó el grano, se incendió, destruyó la mies, el campo, dando como resultado una debacle aterradora. ¿De qué sirvió? En Ucrania se acogió a las tropas hitlerianas con aplausos; la ficción de la URSS se derrumbó con mayor facilidad que el Muro, en Berlín. Pero los gobiernos no aprenden, y sucede así no por incapacidad, pero por ambición extrema, por una carrera insana contra el reloj por acumular posesiones y poder. No les importa.

Y Bolivia va a tener su Holomodor, o genocidio, o como quiera definirse la tragedia que se avecina, donde etnia contra etnia se lanzarán en desenfrenada masacre. A nadie arriba le importa; en primer lugar porque descuentan que siendo el país que somos, será relativamente sencillo arreglar la cosa. Unos pesos aquí, motores allá, cargos públicos, becas, coimas, permisividad ante el crimen, lo que sirva para parchar unos neumáticos que prontos están a desintegrarse. Lectura fácil; lectura errada. El asunto excederá incluso a los que lo promocionan como revolución y cambio. Pero, sabemos como va la mano con los jerarcas, prestos a fugarse con pingües ganancias y dejar el embrollo para que lo solucionen otros.

El país se acerca al borde del precipicio. Soñar con el enojo de Brasil, país bombardeado con cocaína boliviana y que pagará su cuota con la destrucción de parte de su juventud, o con lo que Estados Unidos pueda o no hacer, no sirve; la guadaña del futuro se afila sobre nuestras cabezas. Hay que tomar conciencia del peligro y combatir en estrados o en papel esta sentencia de muerte. O nos queda simplemente morir, sabiendo que no sucederá en una región apacible y próspera donde el fin es benévolo.

Dicen que en Bolivia se convierte en realidad una utopía. Es al revés.
08/07/12

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 10/07/2012

Sunday, July 8, 2012

Fiesta ¿mexicana?


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Don Claudio, me dice Mireya, señora Mireya como suelo llamarla, mis dos hijos se gradúan este jueves, pero la fiesta en el apartamento se hará el sábado. Queremos que venga. Mireya reparte periódicos, cuatro rutas por la noche, acompañada por una de sus niñas. Así, por años.

Tiene nueve. Tres, los mayores, de un primer matrimonio. Ellos se integraron a la sociedad norteamericana con anticipación; su madre nunca lo hizo. Gelasio, el segundo, prepara la barbacoa al estilo negro. Su esposa es una afroamericana de preciosa risa. Por ese lado vienen de invitados un par de muchachas negras, que en apariencia se desayunan con la comida mexicana. Y la cerveza ¿mexicana?, a ver, hay que probarla. Suena como pistoletazo sordo cada lata de Tecate que se abre.

En California, en una historia que en sí es toda una novela, Mireya conoció a Jesús, el Gato. Ojos verdes, brillantes, un rostro que lo haría francés o italiano en otras circunstancias. Buen mozo, dirán, o hermoso como le dice ella, el Gato domina con firmeza. Aquí, ahora y siempre, él sigue siendo el rey.

La barbacoa sale de a ratos, Este es un arte muy negro, ya muy norteamericano -del sur- que requiere de larga preparación y mejor paciencia. Un buen barbecue necesita sus cinco a diez horas de cocimiento. El puerco sale tan suave que se deshace en las manos. Como la carne deshilachada en Chihuahua, pero más sabrosa.

Mireya es de allí, chihuahuense o chihuahueña, pronunciado con “sh”, Shihuahua la bella. Pero es tanta su vida por estos lados que el recuerdo de las calles polvosas del norte, los pinares de la sierra, rostros que pasaron y murieron, algunos que se quedaron, está muy lejos. Su pretérito cercano es Califas, California, donde nacieron sus vástagos, donde conoció los maullidos amorosos de un gato de ojos malévolos.

En un tire y afloje, de esos que abundan en las relaciones sentimentales, Mireya se vino a Denver. Por meses, Jesús vagó en odiseas sexuales. En Califas las mujeres son calientes, chingonas a más no dar. Sin embargo, carta iba y carta venía, entre promesas de cambio y de regreso. El Gato disfrutaba el jolgorio, pero también sintió la falta de una mano permanente que le acariciara el hirsuto lomo de macho. Agarró un tren, a escondidas, porque si con algo no se debe jugar es con el prestigio ganado en el frente. Desaparecer era opción poética, lo llorarían sus viejas creyendo que lo mataron los chotas. Y no, la realidad es que con calzadas verdes botas de avestruz, el rebelde partió a buscar a su familia, a la mujer que lo despertaba con tamales de puerco, algunos con anís, otros con jalapeño. No significa que limó las garras. A veces un gato necesita un refugio consabido para continuar la brega. Pero, como lo indiqué, tiene que ser parte de otra, extendida, historia.

Humea la barbacoa. En una fuente de plastoformo con tres divisiones, Mireya sirve la humeante carnita. Con frijoles puercos, que no sé ni cómo se hacen y prefiero no preguntar, pero que saben tan ricos -entre sorbos de Tecate y chile rojo- como un suicidio. Un tercer compartimiento lo ocupa una ensalada fresca de fideos, salchicha trozada de hot dog, y arvejas, zanahorias, cebolla picada, cilantro, no perejil.

Jesús fabricó seis crías con Mireya, entre varones y hembritas. Pero cuenta con ramificaciones de su hombría en rincones de Ensenada y L.A. Y numerosos vástagos en la Sinaloa natal. Hay que hacerle la lucha, Claudio, me comenta hablando de sus muchachos, “cabrones”, en Culiacán. Tengo dos -entrechocamos las Tecates en salud- que están metidos en la neta, a pesar de que les digo que se vengan, que la pelona no se anda con vueltas. Pero, incluso con el historial horrendo que de esa guerra se escucha en EUA: decapitamientos, tortura, mutilación, los infames pozoleros, no oculta su satisfacción al contar que por las noches “sus” soldados patrullan las calles con cuernos de chivo y granadas en bandolera. Existe una tradición de muerte. Y otra de pobreza, que es la que arroja a estos jóvenes a vender lo único que les queda para sobrevivir: su capacidad de matar.

Me dan ganas de ir. Me gustaría salir en la oscuridad. Sé que vería cosas para nunca olvidar, pero quisiera conversar con gente que vive en el límite entre la luz y lo sombrío. Mi peluquera también es de Sinaloa y narra que las reuniones familiares son cálidas, la comida abundante y buena. Que los gringos exageran, que sí, claro, de cuando en cuando muertitos hay, pero no tantos, o no más de los que hubo. Tremenda lógica.

La reunión no podía ser más ecléctica. Estoy yo, boliviano, el único del más allá. El resto son amigos o parientes, comadres que abundan, de Guerrero y Michoacán. Los jóvenes de aquí mismo, norteamericanos sin estatus. Otra es su movida. Hablan más inglés que español, o esa jerga magnífica que nace de la conjunción de ambas lenguas, sumada a la precariedad de los salarios, al espíritu de ghetto, a la necesidad de defenderse, que el otro no te entienda porque así mantienes la ventaja.

Se me acerca un carnal grandote, con bermudas que dejan ver canillas peludas en cada una de las cuales se ha tatuado, de arriba abajo, “pride”, “orgullo”: de estar entre “bros”, entre hermanos, cuidándose -cuidándonos- las espaldas. Lo raro es que bro puede ser cualquiera, hasta un blanco pobre que se anime a incursionar en la nueva América. En el antebrazo izquierdo, en tinta azul, un mapa con un nombre atravesado: Califas.

Suenan sintetizador, acordeón, trompetas. Tiempo sonidero, la cumbia que México ha dado al mundo. Chojchera, dirían en mi país. Plebeya pero hermosa, bailable. Afirman que la inventaron los djs del DF. Pero yo la sé de acá cerca, de Monterrey, Nuevo León, región donde atruena la guerra del narco con saña. Jesús saca a cada una de sus hijas a la cumbia. Sus botas color crema son de las puntudas, mas no extravagantes. Da unos pases abrazando a su elegante mujer. Luego invita a bailar a sus hijos hombres, los agarra por la cintura. Es un buen día hoy.
25/06/12

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Publicado en Revista EXTRA (El Deber/Santa Cruz de la Sierra), 08/07/2012

Foto: El Santo Malverde

Memoria del Paraná/VIRGINIANOS

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Inútilmente trato de hallar a Horacio Quiroga y la impresión que me causó con sus relatos de trópico. Desarreglo en ello mis papeles, escribiendo y volviendo a escribir para permanecer esas imágenes. Y no tengo éxito. Impulso mi pensamiento hacia el Paraná que vi, para acercarme más. Pero ese río era insulso en sus orígenes brasileros. Aunque recuerdo, en Santa Fe, haberlo conocido en un desborde trágico, allá por el 85, cuando sus aguas corrían árboles como pajas sueltas y el vientre del ganado perecido inflaba, podrida, la atmósfera. Ahí está, puedo iniciar...

Imaginen murallones de roca. Y arriba, empenachando la montaña, la jungla, tiesa en su peligro. Porque es de día. Y en el fondo del canal, el turbión del Paraná, bajando con furia al sur. Piensen que anochece y un hombre va, semihundido en su balsa de bambúes.

El río trae: Camalotes. Arremolinamiento de plantas, hierbas, musgos, yararacusúes que portan en su boca un dolor más grande que el dolor.

El río trae los lodos del diluvio. En los lodos, ojos de ahogados cuyas pupilas jamás reflejarán la luna.

Trae maderos ciegos que embisten y quiebran. Vigas perdidas tronando al truenoritmo de la noche.

El río... por el que escapan los "mensú", jornaleros, esclavos de obrajes. El río mata, salva, crece pastizales y arrebata sembrados.

Suena en Cochabamba una canción del Paraná. Allá por el 82...

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De VIRGINIANOS, Cochabamba, 1991
Foto: Un peñón sobre el Paraná

Publicado en Opinión (Cochabamba), 01/02/1990
Publicado em Presencia Literaria (Presencia/La Paz), 10/06/1990

Friday, July 6, 2012

Votar, ¿por quién?/MONÓCULO


Entre los muchos amigos mexicanos en Colorado, la mayoría se ha “abierto” de la política de su país. Pero algunos todavía guardan alguna fe en que el sufragio puede servir; para qué es la pregunta.

El PRD debiera ser la respuesta obvia, si vamos con la tradición contestataria y progresista con que creció como partido. Y, sobre todo, en oposición a esquemas antediluvianos y corruptos como el del PRI o los ineficientes y sectarios del PAN. Pero ahí el panorama se amplía, crece, y se refleja en los ejemplos de lo que la mal llamada “izquierda” ha hecho y hace en el resto de la América Latina. Con semejantes muestras: Venezuela, Bolivia, Argentina, Ecuador… votar por la izquierda es lo mismo a dispararse en un tobillo. Las expresiones fascistas de la represión a indígenas (incluidos niños y ancianos) de tierras bajas y activistas en La Paz solo lo confirma. Pareciera que la única razón que tiene la izquierda al llegar al poder es la de perpetuarse. El mayor ejemplo subsiste en el Caribe, donde de manera triste una población está obligada a prostituirse de mil maneras para comer. Igual a tiempos antiguos, en ilusión superados, donde el amo era otro y las abyecciones las mismas.

En Paraguay se destituyó a un fornicario, y no lo digo con espíritu pueril y cuasi cristiano, porque el sexo es lo que nos sobrevive y lo que nos da esperanza, pero practicado a espaldas de un uniforme, así sea sotana, implica abuso, utilización de un estado de poder para aprovecharse de otros. A nombre de confesiones y palabra de Dios, el individuo en cuestión obtuvo lo que deseaba, y que no culpe a Satán por el asunto, que el Maligno nada tiene que ver. Lugo acá donde vivo estaría preso, no destituido, pero en nuestros países todavía la dignidad de la mujer va detrás de la del perro, y poco se avanza. Que la derecha lo haya “golpeado” ¿y qué?, si la derecha también era él. Se muerden entre fraternos, siempre sobre el lomo de los que menos tienen. Aplicando de estricta forma los mandamientos revolucionarios, tanto el cura como el payaso de Venezuela y comitiva marcharían cabizbajos al paredón. Que se lo pregunten al Che.

Por cierto, luego de estas reflexiones sangrientas, me abstengo de aconsejar a mis amigos votar por ninguno. Lo mismo que yo, que en el mío, tampoco elijo entre catervas de delincuentes obvios y aquellos en ciernes. Converso con los amigos, compartimos por lo común edades afines y luchamos por el desarrollo de nuestros hijos y les aseguro, sin ánimo antipatriota o descastado, que me alegra infinitamente que mis hijas no vivan y nunca vayan a vivir en el país de mi nacimiento. Que mi nostalgia sea personal, y que mis recuerdos, falsificados o dorados por el tiempo, se queden en mí. Me alegro que ellas nacieran en una sociedad con tremendos errores y falencias también, pero donde todavía se tiene voz, y las cosas funcionan porque hay separación de poderes y nadie, ni el presidente, puede ser omnipotente y dictatorial. Un lugar donde se les permite crecer, vengan de donde vengan, a pesar de extremos que han de superarse como el de no permitir a los hijos de indocumentados estudiar carreras universitarias. Es la derecha norteamericana, la misma que castiga a los indígenas del TIPNIS en Bolivia, la que aúlla en los jolgorios caraqueños, la que pone impedimentos al respecto. No hay que dejar que el poder se acumule en manos de uno o de pocos, aunque para ello se acepte la falible e imperfecta faz del régimen democrático, que es con mucho mejor que el esputo inmundo de los falsos profetas.

Entonces no hay salida –conversamos-, solo la de aceptar que nos fuimos y no retornaremos, y que la búsqueda de lo que fuere para salir de la tierra de cada uno aún mantiene el profundo espíritu positivo del principio. Votar ¿para qué? Para más de lo mismo. Que voten los vástagos en otro mundo mejor.
5/7/12

Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 06/07/2012
Imagen: Philip Guston/Summer, 1980

Tuesday, July 3, 2012

El país que buscamos/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Que el “imperio” carga culpas con Latinoamérica seguro. Basta leer Las venas abiertas… de Eduardo Galeano, que es exhaustivo aunque básico. De ahí a que Estados Unidos sea razón y fuerza del fracaso, cualquiera, excede el límite. Qué haría el multifacético pueblo judío si se hubiese dejado avasallar por la culpa de Alemania. No existiría más.

Ese imperio, esta vez sin comillas, ejemplo de grandes males, ejemplifica grandes virtudes también. Y una, olvidándonos de aquellos tiempos de Sacco & Vanzetti como el caso emblemático, es la de contar con un aparato jurídico independiente, donde el juez representa la posibilidad del ciudadano de hacerse oír, pese a quien pese, y de ganar si lo amerita. Se demostró hace unos días, con el voto de un conservador recalcitrante, Roberts, a favor de la reforma de salud de Obama. Algo impensado en Bolivia, imposible… y a lo largo de la América mísera no solo por el legado del colonialismo y la explotación, sino mísera en sí misma, en su incapacidad de superarse, en lo fácil que implica reavivar los patrones de conducta en lugar de buscar otros nuevos. Porque nuevos no son, ni a la legua, el embrujo de los millonarios Kirchner, con lagrimones de pena por los pobres, ni del violador -escudado bajo sotana obispal, Lugo- y menos del juglar de Caracas a quien el destino le arrebata oscura gloria, entre joyitas varias, y multicolores.

Hace poco, en la capital, la contramarcha oficial -los “pros” y “contras” se debieran obviar ya que todos sabemos la verdad de la milanesa, perdón la carretera- atacó a la multitud congregada para vitorear a los marchistas de tierras bajas. Lo hicieron sin riesgo, asegurados de absoluta impunidad, y posteriormente justificados y hasta ensalzados por autoridades en angustiante afrenta a los principios democráticos. Pues bien, esos atacadores, en el imperio, tendrían procesos inmediatos por felonía, porque lo suyo es considerado en términos legales como “asalto” y tendrían que purgar largas penas, de años, por su acción. Aquellos que chicotearon a policías con uniforme, muy posible que recibiesen la perpetua, por atentar contra el Estado. Porque para eso está la ley, para proteger a los habitantes del salvajismo, de la afición alcohólica y maniática de la turba. Ahora, si desde arriba se la alecciona para cometer desmanes, estamos sin duda manteniendo el estado de cosas, pero jugando con fuego, porque no hay reichs de mil años, así se hagan devotos de achachilas o de madonnas. Si para algo los pueblos tienen memoria es para la venganza. Y nadie puede nunca saber con certitud de qué lado vendrá el viento la próxima. Justificamos, desde hace años, la muerte violenta, la ausencia de procesos judiciales, el linchamiento. Si hubiese habido muertos entre los espectadores, aquel día en La Paz, ya los habrían justificado. Estamos apostando a Ruanda, y unos hacen de hutus mientras otros son tutsis, pero si se lee al detalle la historia del desdichado país africano, se encontrará que a veces, también, tutsis eran hutus. De ejemplo último yace el malhadado Gaddafi, elegido, eterno, ferozmente insultado, violado con un palo de escoba. A eso se llega cuando a costa de dolor ajeno se intenta conservar los bienes terrenales.

Cae en lo patológico el delirio del poder. Porque cualquier ser humano con algo de raciocinio suele darse cuenta de lo que es mejor para todos y para uno mismo. Al parecer falta eso, razonamiento. En su lugar han puesto bazofia que ni siquiera puede llamarse ideología; esta ya es palabra prostituida sin valor alguno. Gobierno, hoy, en el continente, es comercio, no otra cosa. Y corren las apuestas. Que en nuestro caso creo que son las de Ruanda y Sierra Leona. Me pregunto si hay reversa, marcha atrás, o vamos por la condena.
02/07/12

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 03/07/2012

Foto: Panga hutu, en una exhibición sobre el genocidio en Ruanda.