Thursday, October 13, 2011

El ¿nuevo? Afganistán/MIRANDO DE ARRIBA


"Oh, señor Shiva, sálvanos de las garras del tigre, de la mordida de la cobra y de la venganza del afgano", reza una anciana plegaria hindú. Es muestra del ancestral terror que este atormentado y tormentoso pueblo produce en las naciones alrededor.

Sólo a un ingenuo peligroso de la calidad del señor Bush II se le puede ocurrir, cada vez que puede, mencionar el "accomplishment" de los Estados Unidos en Afganistán. Ninguna misón cumplida, señor. Aparte de Kabul y un escaso territorio que la circunvecina, las tropas norteamericanas no dominan esta nación asiática; sigue, como siempre, dividida en feudos étnicamente diversos. La geopolítica moderna ha circunscrito los límites de un país, pero en su interior hay acentuadas diferencias. Como en el siglo XVI, cuando Kabul y Kandahar pertenecían a los persas y Balkh a los uzbekos, Afganistán, hoy, tiene regiones francamente demarcadas y contrapuestas entre sí, que sin embargo ante la presencia extranjera reaccionan -o reaccionarán- como un todo devorador.

La situación actual tiene tenebrosas reminiscencias de la Primera Guerra Afgana (1839-1842) entre británicos y afganos. Entonces la Gran Bretaña depuso al amir Dost Mohammed para instaurar un gobierno títere. En menos de tres años Dost Mohammed retornó; 16000 soldados de su majestad británica fueron muertos o capturados y solamente un tal doctor Brydon llegó a Jalalabad para contarlo. Los diplomáticos ingleses fueron masacrados y el reemplazante que pusieron, Sha Shuja, asesinado.

Las circunstancias pueden cambiar, pero los Estados Unidos tendrán, al igual que lo hicieron los soviéticos, que abandonar el país alguna vez, y ahí Hamid Kharzai y todos los empresarios afganos pro-occidentales terminarán, como en el ochocientos, colgados de los ganchos de los carniceros de Kabul. Tal vez hubo forma de evitarlo, pero ya es tarde. El Talibán volverá, quizá otro peor, o un tercero cada vez más extremo a imponer reglas dictadas por Alá, La ceguera de occidente va creando las bases de su propia destrucción. Para los fundamentalistas islámicos, los guerreros "dormidos" crecen y están en todas partes y un día han de despertar. En una cita de dar miedo, el Corán afirma: "No hablen de aquellos que han muerto en nombre de Dios como si hubieran muerto, porque están vivos". Ante el poder de estas palabras los tanques y los aviones que viajan sin piloto por el cielo, cargados de bombas como en relatos de ciencia-ficción, no valen mucho.
19/10/02

Publicado en Opinión (Cochabamba), octubre, 2002

Imagen: Nativos armados de mosquetes, Primera Guerra Afgana

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