Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Me está tomando bastante tiempo terminar el libro de Juan José Vega, La guerra de los viracochas (Resumen de la conquista del Perú), Lima 1969. Es que me detengo a cada instante para revivir lo que el autor narra acerca de las guerras intestinas indias a tiempo de la conquista y compararlo con lo de hoy, en esta Bolivia que fue, y sigue siendo, el Alto Perú. No el surrealismo de André Breton, ni las figuras de Wilfredo Lam, esto es el burdo caos, circo interminable que marcha en constante y rápido retroceso hacia el futuro de Somalia o algo peor. Ya hasta jocoso está decir que corre el siglo veintiuno. Más parece Molière, el lazarillo de Tormes o las escenas de von Grimmelshausen. Medieval, absolutamente medieval. Poco ha cambiado desde la época en que Huáscar Inca y sus cuzqueños enfrentaban a los quiteños de Atao Huallpa (según lo escribe Vega).
La
República de Bolivia ya nació una mentira, una asociación de pudientes que negó
la esencia revolucionaria de Bolívar o de Castelli e impidió a las grandes
masas indias pertenecer activamente al nuevo paradigma. Siguió con el embuste
del indigenismo y desconocer que la gran culpabilidad del fin no era de España
sino de ellos (nosotros) mismos. Mientras no haya una seria discusión al
respecto seguiremos enterrando vivos a los “enemigos”, asesinando con imposible
saña al otro, jugando la pantomima del progreso en un pueblo atrasado hasta el
fin de los días. Nada ha de transformarse porque no será posible educarse. ¿Tirarnos
a la fatalidad entonces? Preguntas sin respuesta en tierra que no concede
futuro a sus jóvenes, Gomorra magnificada, ensalzada de forma falsa como
rebelión social. El sueño de Pablo Escobar hecho realidad a manos de seres horripilantes
disfrazados de kusillos, republiquetas que desmerecen aquel épico nombre, centros
de vicio y oprobio, feudos de fango. Los monstruos de los tejidos jalq'as
habían sido una cierta oculta presencia que siempre nos hemos negado a creer. Sí,
claro, el bucolismo del domingo por la tarde con chicharrón, deliciosa chicha
kulli de Todos los Santos, salteñas picantes de Cala Cala e infinidad de
maquillajes continúan dorando la píldora acerca de lo que sucede acá. Yo mismo
contemplo el Tunari de mi infancia y me suelo engañar también. Existe una
guerra sorda, brutal, un todos contra todos que reaviva lo que aprovecharon
Francisco Pizarro y sus secuaces para con diez mil españoles destruir un
imperio de millones. A eso vamos y no habrá España para culpar y los Estados
Unidos ya están demasiado lejos para cargarles el bulto.
Curzio
Malaparte describía en Kaputt la
desolación que observaba desde Finlandia. Caballos en carrera congelados en el
lago Ladoga como metáfora del tiempo implacable que no perdona. Lecciones nunca
aprendidas de la historia, siempre el ser humano, incapaz de grandeza
colectiva, al arbitrio de dementes y tiranos. Mi asombro actual de observar una
Bolivia dominada por la cocaína. Antes se podía alegar que era una manera de
devolver “favores” al imperialismo; pues, la triste verdad es que el
capitalismo salvaje ha triunfado en todos los campos, la droga se ha
enseñoreado, incluso aquí, por encima de todo. La muchedumbre se ha prostituido
en las redes sociales creyendo en su libre albedrío sin ser más que míseros
fantoches vapuleados por el capital. Ni derrotista ni fatalista, lo que veo en
la Cochabamba de hoy, que seguramente se extiende a lo largo del país, es que
aquello, la coca y la cocaína, que solían “representar” una suerte de rebelión,
son el dogal con que vamos a alcanzar el fondo, nada inesperado pero terrible.
El texto se
me escapó por ramas que no pensaba tocar. No inusual en la escritura. La idea
era hablar de literatura, a la vez que de lecturas al azar de la obra de John
Reed. El gran norteamericano arrancando de las paredes carteles en las ciudades
alzadas para conformar en papel una narrativa de lo que fue la Revolución Rusa,
también fatídico momento que comenzó con poética y gloria y culminó en
desastre. Cuánto amaba en mi juventud leer a Herzen y a Bakunin, anotar paso a
paso pormenores de 1848, de 1863. De Chernichevski a Bujarin, de la debacle de
Kronstadt en 1921 a las notas de Volin. Los populistas del siglo XIX. Otra vez,
ficción colectiva que no nació como irreal pero que se convirtió en parodia
según suele ocurrir.
Se me
vienen a la mente imágenes de Solzhenitsin, del gulag y de 1914. Un tren salía
de Vinnytsia, a orillas del Bug. Me acuesto a tu lado, Natalia Aleksandrovna, y
te veo respirar. Tus caderas delineadas debajo de las sábanas, tu fraganciosa
juventud. Enfrente de la ventana oscura desnudas los pechos tenues, largas
piernas blancas con lencería modesta y bella. Listos para en su momento partir
hacia esos lugares que describió el autor ruso. No te despierto, te dejo dormir.
A ratos me recuesto a tu costado con un libro abierto de anotaciones de don
Francisco de Viedma y Narváez, gobernador de Cochabamba. Las diez cuarenta,
debo cocinar. Lejana quedó la angustia. No existen derrotas, a pesar de que
comienzo el escrito con una general. No hay incoherencia, los contextos
difieren. Prefiero sentirte, tocar tu cabello de metro de largo, aroma de
perfume caro que te regalé. Pronto habrá baile de cuchillos y colores fuertes
para decorar con especias. Distraeré la mañana con el mayor silencio posible
para no despertarte. Debo acostumbrarme a hierbas y verduras no de mi entorno,
frotarlas y olerlas antes de utilizarlas por inseguridad.
Ha llovido
toda la madrugada. La montaña se halla cubierta de nubes. Cielo color de ratón
gris. El rojo afiche del concierto de Siouxsie and the Banshees, 2002, en el
Fillmore. Flores del árbol llamado dama de la noche que arranqué del patio de
mi hermano Armando. Su esencia cubre el aire y eliminará lo prosaico de las
frituras. Sillones oscuros con historia. El
beso de la mujer araña, de Manuel Puig, con una nota de Francine que se
lee: “Te amo Claudie”. Navidad de 1987: “To my darlingsky Claudio, with
much love”… Regalo suyo. León
Felipe concluye: “¿Lo veis… lo oís… lo habéis oído? ¡Aquí no ha muerto nadie! Y
esto no es un responso, amigos míos… Es simplemente una canción”.
Quizá
todavía no sea un responso. Habrá que ver…
16/12/2025
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Imagen:
Detalle de tejido jalq'a

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