Monday, February 12, 2018

El cartero llama dos veces


PAZ MARTÍNEZ

Llamaron dos veces al telefonillo, ni tiempo para reaccionar y, cuando quise abrir, no había quien respondiera. Volví a mis cosas, que las mañanas son de trajín y dejarlo todo organizado para la vuelta, a las 9. He puesto música, pero el perro no deja de ladrar. Me acuerdo a diario de la familia amigos y vecinos de Marta y sus ideas ¿dónde estaba escrito que necesitaba un perro? Suena de nuevo la puerta, la de arriba esta vez, y lo mismo, dos veces sin tiempo a reaccionar. Cuando abro, el tipo espera el ascensor. Se ve que hoy, hay movimiento en el edificio. Acaba de llegar y ya se ha quedado sin él. Se acerca preguntando 

-"¿Paz Martínez?"

-"Sí". 

-"El cartero", dice. 

-"Ya, ya me he dado cuenta. Siempre llamas dos veces". 

El perro sigue ladrando, teme a los extraños, pero ahora desde debajo de la cama, al otro extremo de la casa. Yo lo dejo, no le hago ni caso y, cuando me aturde demasiado, cierro la puerta y se calla. "Un monstruo vino a verme", le digo y él, contento de haberlo vencido, digo yo, mueve el rabo y alza las patas para husmear el paquete. 

Se ve que el contenido es tímido, "¡corre, Forrest, corre!", pero ni con esas, así que lo abro y empujo despacito ante la creciente ansiedad del chucho. "Muerta ciudad viva. Claudio Ferrufino-Coqueugniot" dice. Ahora entiendo la lentitud. 

Aquí estamos los tres, desayunando, a ver si se anima la cosa.

P.D. Venía envueltito en plástico de burbujas, dios las tenga en su gloria. 

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