Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Paralelamente a John Ronald Reuel Tolkien, Álvaro Cunqueiro indagaba con pasión de mitógrafo las crónicas celtas. Irlanda, Escocia y Bretaña descubrían ante su erudición de sabio y placer de poeta los magnos recovecos de la fantasía. Lecturas que Cunqueiro (Mondoñedo, 1911-Vigo, 1981) asociaba a su Galicia natal, céltica, mirando desde el extremo occidental del continente hacia la nada extendida más allá de Finisterre, el fin de la tierra.
Tolkien conjuncionó a manera de saga los textos antiguos. Con imaginación dio
estructura novelesca a los dispersos relatos de un mundo casi perdido,
recreándolo y dándole nueva solidez, autonomizando su obra de las raíces
originales. Cunqueiro, por su lado, en tres décadas de fértil literatura, se
especializó en notas breves, columnas, periodismo literario, literatura
periodística, viñetas, o como se quieran llamar a esos vástagos del talento,
recogiendo voces de la mitología gallega, anudando con gusto y cariño la
nostalgia por la tierra, un espacio natural geográfico que dado su conocimiento
extendía sus límites hacia las Vascongadas y sobre todo a Francia hasta el
peñasco bretón y las islas del canal. La Galicia de Cunqueiro es precisa en
Lugo, Vigo y La Coruña -se me olvidan nombres de pueblos chicos- pero se
diluye, como debe diluirse todo nacionalismo, en una gran herencia común. Habla
de Francia como si hablara de la madre patria y mixtura las hadas (fadas)
gallegas con sus pares irlandesas, mientras asocia moros y enanos con
fantásticos tesoros que se remontan a los árabes o al "gran robo" que
hubo en Roma alguna vez -de donde proviene el oro del mundo-.
Los tesoros
de Galicia, usualmente ocultos en los castros (elevaciones de terreno con
ruinas en la cima), tienen peculiaridades: la de estar cuidados por seres como los
nombrados; la de entregarse no a quien los encuentra pero a quien descubre la
manera de vencer al tesoro en juegos de palabras. El verbo es esencial para
obtener las escondidas riquezas del pasado. Aparte que estas gemas, monedas,
orfebrería, llevan una existencia en mucho similar a la humana. Un tesoro
necesita agua para beber y comida. A la larga, Cunqueiro reflexiona -ha oído de
ellos y viajado con ellos en su prosa- y concluye que incluso, y ese el cénit
del asunto, uno compuesto de joyas y oro puede con el paso del tiempo
convertirse en sólo palabras: la palabra como el máximo preciado valor.
Respecto a
la herencia árabe de Galicia, dice Cunqueiro que en el libro de las mil noches
y una noche no hay alusión alguna a los juegos de azar. Deduce una prohibición
religiosa musulmana. Los árabes, entonces, para suplantar esta ausencia
significativa, y los gallegos también, inventaron los tesoros y su búsqueda
como una especie de azar que les permitiera elucidar fantasías que no otra cosa
hacen sino enriquecer el acervo cultural de los pueblos.
Recurre don
Álvaro a autores irlandeses casi contemporáneos suyos: al gran Yeats y a Lady
Gregory, con alguna alusión a Lord Dunsany; se adentra en los textos primarios;
estudia y sueña con el libro de san Ciprián, el famoso Ciprianillo, que detalla
el lugar donde se encuentran todos los tesoros de la región. Libro que provocó
desbandada de buscadores, locos y soñadores, con suerte variada, que excavaron
Galicia en frenesí que desdice lo inocuo del texto literario.
Delicioso
es un adjetivo que relacionamos con comida o amor. El arte culinario no es
ajeno a Álvaro Cunqueiro que cuenta que la mayonesa no es como se afirma
invención de hugonotes sitiados sino salsa de sitiadores, refiriéndose a las
guerras de religión. Deliciosos son los textos -de una página y algo más de
extensión- que durante años publicó el autor en periódicos locales y españoles.
Hay tanta riqueza, sapiencia como ensueño en ellos, que no cuesta imaginar el
camino de Monza donde en cada colina yace enterrada una princesa lombarda; o
las tabernas de Dickens, Sterne, Boswell y Cervantes; las navegaciones de Mugha
O'Morguaire, inventor de palabras, o la piedra de Croclaugh, en Irlanda,
"la piedra que habla", que cabalgaban héroes míticos para defender la
isla de invasores y que se partió con el dolor de una muchacha cuyo hombre
habíase hundido en naufragio.
03/06/2005
_____
Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), junio, 2005
Publicado
en ECLÉCTICA, Editorial 3600, La Paz-Bolivia, 2019
Imagen: Parte posterior de la estatua de Alvaro Cunqueiro en Galicia
No comments:
Post a Comment