Tuesday, February 14, 2012
La verdad de la inmigración/MIRANDO DE ARRIBA
La aprobación en la cámara de representantes de una propuesta de ley, la 4437, en contra de la inmigración ilegal despertó esta semana, especialmente el sábado 25 de marzo, series de multitudinarias protestas que demuestran que el asunto no se va a dirimir con algunos votos xenófobos o con grupos de vigilantes en espera de detener ilegales llegados de México mientras beben cerveza y fuman marihuana al mejor estilo "americano".
Medio millón de personas protestó en Los Angeles. La muchedumbre incluía ilegales, hispanos legalizados, grupos progresistas de variada etnicidad. En Denver, Colorado, la policía calculaba que dos mil marchistas saldrían a las calles y se les aparecieron arriba de cincuenta mil. Colorado cuenta con un diputado de extrema derecha, Tom Tancredo, que ruge por drásticas medidas en contra de los "invasores", olvidando que sus abuelos llegaron acá en la misma condición que los mexicanos (y otros) y que entonces no se los consideraba gente. Suele suceder que el peor enemigo del pobre es el pobre y los italo-americanos tienen -es una lástima- méritos grandes para ser catalogados entre los peores racistas; recuérdese al efecto la llegada de los protestadores negros, con el Dr. King, a Chicago.
Paul Krugman, columnista del Times y descendiente de inmigrantes escapados de Rusia, intenta ser equilibrado, pero tanto él como buena parte de la sociedad norteamericana enceguece ante la realidad de las cosas. Ilegales o no, los latinoamericanos han de cruzar la frontera norte y transformar para siempre a los Estados Unidos, en buen y mal sentido como todo cambio. El destino del país es el bilingüismo y los políticos debieran preocuparse de preparar el futuro partiendo de tal premisa. Es más, siendo objetivos se puede afirmar que el español será el idioma dominante en décadas por venir y a este ritmo. Emigrar sin dominio del inglés no es ya problema.
Krugman sugiere que no es cierto, como predica Bush, que los mexicanos trabajan donde no desean hacerlo los nacionales. Supone que existe el empeño pero que la competencia de la mano de obra barata es desleal. Quisiera contarle que en quince años de continua labor como inmigrante, jamás encontré en norteamericano alguno esas ansias de trabajar que caracteriza. Tengo la impresión de que el norteamericano aparte de ser un pueblo viejo y decadente es mimado y malacostumbrado. En esas condiciones su destino está en ser avasallado como ya sucede.
27/3/06
Publicado en Opinión (Cochabamba), marzo, 2006
Imagen: Protestas anti-inmigrantes en EUA
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