Thursday, December 26, 2019

Sola Navidad


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

¿Que es linda la vida de pareja? Claro. Pero mejor es la independencia. Teme el morirte solo, aconsejan. Solos moriremos. No somos reyes egipcios para enterrar otros, a la fuerza, con nosotros.

25 de diciembre. Brahms, Schumann, Rossini. Filmes, caminatas en el viento frío. Fotografía, lectura, panetón italiano y puerco al horno en receta de mamá. Algunas mujeres en el chat. Hablan de fiesta y solitud. Hombres que cuentan de la ausencia de un femenino en su cama. Yo tiro tranquilo los zapatos a un lado, calcetines al otro. Preparo un baño de tina y me hundo en ella como Séneca, sin la muerte. Cuando salgo, dejo música tocando para los fantasmas que pueblan la casa de 1920. Para su tranquilidad.

En el Messenger de Facebook aparece la mujer que caminó cerca por veinte años. Raro el tiempo, el hombre, como si nunca hubiera pasado, igual a huesos roídos sin gusto y con desdén. No me vengan con nostalgia. Ese es atributo al que no alcanza la mayoría. Mundo de ventajas, de aprovechamientos, de ganancia aunque para ello se arriesgue pérdida, pequeña o grande. ¿Despecho? No puede haberlo a pesar del dolor. Ahora ella, la otra, es un punto verde en el mundo virtual, como un granito de molle. Nada más. Pero no hay que entristecerse. El amor suele ser tan banal como el mundo. Palabra falaz, que si está presente de veras llega a ser el regalo perfecto. Casi inexistente por ello. ¿Dónde están esas mujeres? ¿Y esos hombres para ellas? A veces la felicidad se toca con poco; a veces con un plato de comida, o un hogar. Si bailamos canciones haitianas, eso fue. Bailamos, en pretérito. Simple, nada complicado. El espíritu inventa cosas que no son. Que existen, seguro, pero vuelve la pregunta ¿dónde están? Por lo general morimos con la carga de las malas elecciones, de las decisiones pésimas.

Soltar. Soltar la rienda. La propia, porque a los demás no los tenemos domados. No hay por qué. La felicidad vive dentro de casa, en los coros de Hugo Wolf que suenan ahora, a las 6:55 de la tarde. He leído, y compartido, a Mamani Magne, a Averanga, a Cerezal. Breve el tiempo que queda. Las hijas aprenden a vivir y se debe aprender de ellas, observar la existencia que se agranda, que crece en los nuevos, dejando atrás porquería inentendible.

Tiempo de café. Aroma que inunda, calor de caldera y de radiadores antiguos por los que corre agua hirviente. Así tenía la casa de Bulevar Chacabuco, en Córdoba, donde se conocieron mis padres. Esparzo por el pan blanco mermelada polaca de cereza amarga. Me gustan los mercados étnicos, distraerme y conocer el universo humano tan variado, cercano y distante: harina de mandioca de Togo, que hermana África al Brasil; delicias croatas; adobos indonesios; galletas de té bosnias, pasta italiana.

Discutimos, no conversamos, con alguien masculino (adjetivo engañoso), del por qué no me traigo a dormir al departamento una mujer cada semana en mi libre sábado. Lo básico de esta pregunta, lo elemental, es la ausencia del darse valor personal. Eso se adquiere con experiencia, no en los libros de autoayuda que son pasto de tontos (perdón si insulto). Si visito bares, si bebo cerveza negra, si observo mujeres y me deleito con culos, no implica que mi presencia allí se deba a eso, o no en exclusiva. Voy, me quito la chamarra, me siento, como papa frita, tomo Guinness y alterno un bourbon. Mi placer. El retorno también lo produce. Abrir la puerta, hacer lo que quiero o quiera sin necesidad de servir a nadie, de agasajar, quizá inútilmente, a la que visita. Llegará el tiempo. Si no viene no hay problema. El secreto, escribí treinta años atrás, radica en estar solo. Dana se me acerca pero es casada. Eludo el drama por más que me guste mucho y saber que entre pieles me pondría contento. Nadia me dice de “mi” carisma, pregunta si estoy casado. Ella sí. Otra vez, le hago el quite al drama, al llanto de destrucción de hogares, penas, tragedias innecesarias. La paz pesa más que la belleza. Mujeres muchas hay, como hombres, en un asunto que no debe, no puede, ser desesperado. Enseña el silencio. La soledad juega de imprescindible maestro.

Salí ayer, 25, a capturar imágenes y jugar con mi teléfono. Hacía frío y luego de sentarme en la avenida abandonada, preferí retornar. Sin música no vivo, y los discos se sucedieron. No soy descreído del amor, pero me parece que las situaciones pecan de ambigüedades y somos fácilmente corrompidos por el fraude. No se trata de andar con pies de plomo sino de sensatez, muy esquiva esta, difícil de aprehender, pero aparece, se presenta y se acompaña de calma. ¿Por qué destruirla? Si a la vuelta de la esquina está la Mujer, pues la disposición no mermó; solo que ahora se hizo ausente el niño desesperado, el cantante de rancheras que a pesar de los pistolones y las cananas llora como magdaleno.

¿Sola Navidad? Para nada, si estoy conmigo. Y Haydn.
26/12/19


Wednesday, December 25, 2019

El frágil fantasma de Evo Morales/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Es tan profundo el trauma que esta gente dejó en el país, que cunde el temor, que se presume el regreso, que se teme la venganza. Claro, todo puede ser; no es un mundo perfecto. Pero pensemos en los detalles.

Los asambleístas del MAS, y por lo general la totalidad del esputo masista, siguen conspirando. Son, también, atolondrados, además de maleantes y viciosos. Encandilados con la tosca figura del inventado líder, del construido, bastante burdo, por los gringos de las oenegés. Ayuda su presencia cercana, en Salta. Pero no ayuda, mirando con realismo, que apenas llegado a Orán, Morales se dedicara al narcotráfico, con su “cónsul”. Cierto que los Fernández, ella y él, reciben dividendos de la droga, y esa debe ser una de las cláusulas del asilo/refugio del llamero allí. Frágil negocio que les traerá problemas. El tonto se cree intocable, pero sabe que no lo es, por eso corre.

Que vuelve, que no vuelve. Gallo rojo y gallo negro. Rojinegro en esta ilusoria guerra ideológica. No existe tal. Hay cocaína y producción y venta de cocaína, nada más. Que Evo, que Andrónico, pronto pelearán por las tajadas. Ni Añez ni nadie tendrá que mover nada para ello. Ya vetó Morales al discípulo infecto, diciendo que es demasiado joven. ¿Celos, señor? Debe tenerlos, porque aunque se haya acercado, no está, y quien corrió una vez, corre siempre. El correcaminos no se convierte en león. Y si lo hiciera, siempre hay un imprevisto Hércules que le abre la boca y rompe la mandíbula, como al de Nemea, si leen.

El contexto de Evo Morales en Argentina esconde su segunda fuga en un mes. Se ha aclarado que el divo correteó de nuevo cuando supo que el Procurador General de los Estados Unidos había llegado a México. Y para USA, Morales es persona de interés. Muy particular. Dejó pagando al imbécil de AMLO, que balbuceó disculpas con cansina voz de tarado, y se fugó a Cuba acompañado de sus eternas parejas, la troika sexual del plurinacionalismo, nacionalsocialismo, recalcitrante.

¿Qué vendría a pedir el gringo? México no tiene la capacidad de negarse –cada vez menos- a los Estados Unidos. Entregar al expresidente y delincuente permanente hubiera sido atroz para la “izquierda” mexicana. Al final, lo único que dejó el cacique allí fueron sábanas hediondas del hediondo amor. Romea y Julieto, digan lo que digan los politólogos argentinos y su venal opinión.

Entonces viene la pregunta: ¿Por qué temer? Los gringos están detrás de Evo Morales. Deben tener voluminosos legajos para que cualquier juez condene al tirano a cadena perpetua. Tardan los norteamericanos porque se aseguran. La situación va volviéndose perfecta. Los “progres” pusieron el escollo argentino para evitar que lo atrapen. Esos son terrones de greda; la cacería está en marcha y no cesará hasta el castigo. Al déspota lo espera, para siempre, una prisión federal. No distinguirá entre el día y la noche, solo por timbres. Luz artificial veinticuatro horas. No sabrá de frío ni calor. No lo amamantará la ministr(a). ¿Por qué temer? Sus pasos y días están contados. Hasta en el reloj de Choquehuanca. Por un lado o por el otro lo agarrarán, de este lado del espejo o en el de Alicia. Se terminó el país de las maravillas.

Los asnos, los camisas azules, sueñan con un imposible. Se hace, el Asno Mayor, demasiado visible. No acepta los consejos del Chapo de un perfil bajo (de nada le sirvió). Es el estridente de las dos urracas parlanchinas, Tuco y Tico, Evo y Álvaro. Al otro, al delicado, pareciera que lo olvidaron, pero no. Las blancas mazmorras, o las altiplánicas, se le preparan también. No perdamos tiempo con el miedo. El miedo es para él, y ellos.
22/12/19


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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 24/12/2019

Imagen: Franz Sedlacek, circa 1926

Tuesday, December 17, 2019

Golpistas/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Los campesinos rusos, según Bakunin, esperaban que llegase Garibaldoff para salvarlos. Garibaldi no llegaría. Amparo Ochoa cantaba que “dicen que Zapata no ha muerto, que Zapata ha de volver”. Mucho dolor y sangre en la historia. Hasta épica si queremos llamarla así. Epopeya. Los tiempos cambiaron, ahora cualquier delincuente común, dícese Evo Morales, ansía volver desde su cercanía argentina. Las hordas alcoholizadas, dopadas con chicha y pasta base de cocaína, en el aberrante fin del mundo del Chapare, la Sodoma y Gomorra del trópico, abyecto como en las páginas de La vorágine, lo reclaman. No hay Tierra y Libertad, ni Unidad ni Igualdad. Aquí, en este reclamo de un porcentaje mínimo de la población, enriquecido en el antro del vicio, eyaculación obligada sobre mujeres inermes, asesinato, tortura, un verticalismo infame abusador, no existen atisbos ideológicos, idearios, idealismos. Acá hay droga y dinero sucio, y nada más. El cacique quiere regresar a su cama de cuatro metros por tres para violentar menores, manejar su avioncito y despachar droga. Duele no ser ya emperador. Duele perder el derecho de pernada. ¿Para qué lo quiere, si tiene a su hetaira incondicional, la Montaño? ¿O tampoco allí existe nada? ¿Amor o narco? ¿Dinero y jale o sentimiento? Lo sabrán ellos; finalmente hasta entre convictos nace apego al arrumaco.

Aseguran que el falso indio se trasladó cercano a la frontera. La misma que pasó Lavalle deshuesado, o triste el montonero Felipe Varela para, otra vez comentan, hacer las delicias de Melgarejo. El imbécil López Obrador se prestó a ser usado como puta por el insaciable, traidor y cobarde ex presidente de Bolivia. De nada le sirvió darle honores, documentos, guardias, propaganda sin fin. El infalible Evo lo dejó pagando. Se fue con dos cueros a Cuba. Se rumora que se casó con la Hiena allí. La noche de bodas sería el triángulo isósceles de la parodia marxista del indito.  

Pero allá ellos con sus apetencias sexuales. Habrán llevado, según sugiere el malicioso pueblo, al gaucho marido de la ministro para que les sirviera de colchón. Lo que importa acá es el plan macabro cuyas instrucciones fueron a recibir en La Habana, la preparación del golpe de estado seguramente diseñado por los Linera que afirman que son guerrilleros siendo en realidad ases de los cien metros planos.

No olvidar que en la isla del caimán se fraguó la estupidez guevarista. Esa hecatombe producto tanto de la vanidad como de la estulticia. Terminó mal como terminará también esta aventura. No han sabido leer que lo que sucedió, por lo que corrieron como galgos, fue un levantamiento popular, mayormente joven y multiétnico. No como dijo el asno argentino Graña, excremento del excremental peronismo. Ni Camacho, ni Pumari, menos Mesa, a quienes supongo se pretende eliminar, fueron los artífices de lo sucedido. Catalizadores, es posible, como aparecen en toda revolución. El retorno de su majestad solo produciría otra reacción esta vez doble, una cuyas consecuencias bien podrían mirarse en los faroles de la plaza Murillo. En intento tal, casi seguro que no habría escape. Y, ya fuera del control (en cierta manera) de dirigencias, el masismo en todos sus niveles sería ahogado en sangre. Esta correría de ambos lados. Pero en uno hay unas decenas de miles de cocaleros y otra de delincuentes pagados. Al frente, millones. Basta un agitador, uno que faltó en la marcha por el TIPNIS, para que se suelte la tragedia. Si desean arriesgar, adelante. La opinión de los secuaces argentinos, otra banda de rateros y madres que lucraron de sus hijos muertos (y abuelas), no cuenta. El izquierdismo vive plagado de ceguera. Cuenta el dinero de la droga, que correrá a montones, pero volvemos al mito del rey Midas cuya moraleja enseña que el oro y el poder no alcanzan, que son pobres objetos para alcanzar futuro.

“Volveremos a los laboratorios de cocaína” es la nueva consigna de la revolución. Pues de esta vuelta vendrá una estampida cuyo fondo se tocará en el barranco. Probemos.
15/12/19

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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra(, 18/12/2019


Imagen: George Grosz

Wednesday, December 11, 2019

Un año: Kharkov


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Una figura agazapada en la penuria boliviana, en la sombra del mal, impidió el paso de las letras de tinte hermoso. No puede la melancolía adueñarse en tiempos de crisis. No podría escribirse ni los más tristes ni los más felices versos en circunstancias así. Cuando el hombre aúlla y las huestes fantasmales se rodean de sangre, hay que alertarse, agarrar un palo, un martillo, una hoz para decapitar al monstruo. Ahora escribo. No es que pasó, la hiena sigue escondida y jadeante, las fauces babosas, la baba espumosa, la droga amontonada, la desesperación del olvido. Y era Ucrania, un año atrás, mientras el engendro en Bolivia anunciaba hace poco otro Holomodor, esta vez local: matar de hambre, dar comida a los gusanos. La lógica la misma: el poder, la imposición, la magia negra de ser perdonavidas, o acabavidas.

He puesto Couperin en el tocadiscos, órgano de la basílica de Saint-Maximin. Paz de prepararse una kanka en olla, tirar los zapatos sin distinción política, a cualquier lado, acabar con el último trago de vino del valle de Colchaga. ¿Solo? Sí, acompañado de tanto, del awayo de Leque que cuelga de la chimenea, de aquel Leque que caminaba por las noches mirando los agujeros del cerro que eran minas personales de azufre, de recuerdos portugueses y ucranios, de un magneto en el refrigerador con la estatua de la gran Catalina, tan cerca del Mar Negro, el negro ponto. En el parque Gorky, Ekaterina me alcanzaba la mano de finos largos dedos para que no me perdiera en el laberinto de espejos. Veníamos de un desayuno con ostras en una bandeja de hielo. Si hubo sofisticación en mis años fue en Ucrania, donde aprendí que a pesar de todo, de donde vengas, hay tiempo para la elegancia. No sabía mucho ella de Chejov, pero estábamos en un establecimiento que llevaba su nombre, lleno de excentricidades, sobrecargado, absorto espacio de la literatura rusa, en los ricos de provincia de Gogol y de Leskov. Un mundo ajeno al practicismo sajón, a la desidia latina. Aquello era el universo concentrado, y en cada detalle de estuco sin duda convivían siglos de razas e historia. La mano de Ekaterina estaba fría, delgada como su cuerpo alto y el cabello negro, sentada frente a mí en la rueda Chicago que pasaba por encima de los árboles y espantaba las aves que todavía quedaban antes del invierno. Kharkov, Kharkiv, Jarkov, la que fuera capital, la industria, la guerra civil, la otra guerra, la bandera azulamarilla del país que decidió liberarse de Rusia, que de protectora se volvió asesina y dominante.

Apareciste con tu traductora. Al frente del caro lugar de desayunos, tanques de guerra. Rusia está cerca; los separatistas también. No importa, me besas la mejilla y te mides conmigo para ver si eres más alta. Me pasas por debajo un papel con tu correo y tu nombre: Ekaterina Martinenko. Todavía hablamos, pero se ha perdido aquel impulso del frío que te hacía temblar mientras buscábamos un abrigo por las movidas calles de Jarkov. Luego regresé al hotel, en el tercer piso de un edificio de negocios, raro. Cinco piezas, nada más, y una bella rubia que era la encargada, Anna, a quien prometí un café que jamás se va a cumplir.

A la mañana siguiente tomé una cerveza en vaso plástico. De esas cervecerías al paso con pilas en la pared y un nombre que dice el tipo de cerveza. Comí al lado una suerte de tortilla que no recuerdo si era kazaja o turcomana, de carne encebollada. Anduve por entre los edificios de apartamentos en decadencia. Bancos y árboles guardaban la esencia del recuerdo. Todas las páginas se me vinieron encima, con ellas, árboles de hoja caduca, hermosas mujeres eslavas de ojos mongoles. No mucho tártaro como pululan en Odessa. De aquí los arrearían al sur, luego de su larga estadía y de las pocas espadas que en Ryazán se les enfrentaron. Ahora los tártaros venden comida popular, y hasta gourmet, en las principales avenidas de Kiev.

Los ojos de sus mujeres vienen de la violencia de siglos, donde siempre es el femenino el que pierde todo. Los hombres solo la vida, que en serio no vale nada. La mujer aguanta, permanece, soporta la demencia invasora.

Es solo una introducción a Kharkiv. Ha venido la noche y toca la puerta de mis párpados. Quisiera soñar, volver al día en que leí Almas muertas. De mi ventana se ve la gran ciudad de luces titilantes. Ekaterina dormirá en casa. Por la tarde se cubrió el cabello en las iglesias ortodoxas, como el resto de ellas, como las musulmanas. No recuerdo su voz, sí los largos dedos de sus manos frías.
11/12/19

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Imagen: CFC



Wednesday, December 4, 2019

Soldaditos de juguete/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

No recuerdo el contexto porque no es importante. García Linera hablando que él era hombre de guerra; supongo que su hermanito también. Que no se sentía a gusto en la paz, y así. No había tal. El pollo escapó. Mirando hacia atrás, nadie los perseguía. Bien podían quedarse en el Chapare y combatir. Pero, claro, niños ricos, para qué ensuciarse en algo que no era de ellos. Huevos allí, no hay.

¿El pollo mayor? ¿El curaca? Ese no esperó para salir corriendo. Contaba con aeropuerto, territorio amplio y quizá autosuficiente. Con miles de narcos, llamados cocaleros, dispuestos por unos pesos, alcohol, pasta base, a asesinar, violar, robar. Esa es la gente que torturó y mató a los esposos Andrade, la turba inmunda, criminal. ¿Qué otra cosa necesitaba el niño travieso, y avieso, Evo Morales para quedarse y combatir? No posee la crin de potro para hacerlo; este supuesto indígena tiene los pruritos de un caniche hembra. Perra que no presidente; rata que no estadista. Desde lejos rebuzna, como lo hacen los cobardes que me insultan por lo que escribo, los que me amenazan con romperme “las caderas” cuando vaya con “mis libritos”. Veríamos qué dirían con un caño en la boca sucia. Al dispararse no balbucearían mucho ni perderíamos nada. Hay gente vegetal, maleza que se arranca y punto. ¿No era momento para una lucha armada, para una épica guerrillera? Pero no, había que huir con carga de cocaína y montón de pañales, huir con dos amantes el comandante ambidextro. Para eso sirven, personajes de letrina.

¿Y el otro? ¿El Quintana? Temí verlo aparecer vestido de negro, con el característico sombrero redondo del vietcong. Que apareciera en bicicleta con bolsita de arroz, ametralladora, y desatara la ofensiva del Tet. ¿Y qué pasó? El ratón carecía de traje negro y había dudas sobre su virilidad. Una cosa es andar en puestos de frontera con putas y guardaespaldas, otra es combatir. La guerra, guerrilla, resistencia es una; el poder es otro. Macho bragado y comprobado, no; putañero sí, y asesino de espalda ¿pero vietcong? Ni siquiera nuera del vietcong. Culebra de arrozal que tampoco se enfrentó a los hechos. Se escondió debajo de las faldas de la embajadora mexicana, tal vez para que lo disfrazara de Adelita, como lo hicieran los federales en la toma de Zacatecas (o Torreón) cuando se vistieron de viejas para escapar de la ira del Centauro del Norte, Pancho Villa.

Si estamos entre puro guerreros. Parecen sacados de Game of Thrones, de espada y hacha. Tal vez la Montaño, hembra del caudillo, tenga más vigor y fortaleza que los otros cuatro: las dos Linera, la Morales y la Quintana, el renombrado cuarteto Las Jilguerillas para un público mexicano que adora el corrido. Y estos corren bárbaro, más rápido que cualquier corrido popular. Conste que esto es insultar injustamente a las mujeres. Lástima que en español no existe el “it” para nombrarlos: el coso, el nabo…

Liebres, galgos, jerbos, a ver cuál más rápido.

Río (es bueno reír) porque un amigo me envía una nota de El Universal donde cuenta que la recaudación pro-Evo de los representantes mexicanos en el congreso da un monto bien redondo de 0 pesos. Otro amigo desde Santa Cruz me dice que habrá que organizar una kermesse en su beneficio. Poner unos muñequitos cabezones con las cerdas del Imprescindible y bajarlos a pedradas por un premio y un pago destinado a que Gabrielita y él no perezcan de hambre en la urbe del fin del mundo. Porque entre jale y jale, un choricito no viene mal…
01/12/19

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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 03/12/2019






Tuesday, November 26, 2019

Una rata entre leones: Evo Morales en México/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

La alucinante historia boliviana, ahora trasladada tan lejos. El surrealismo, el realismo mágico, los caudillos de la sombra, el mal y el señor presidente: una historia de nunca acabar.

Me presto el título del comentario de un amigo. Quienes vivimos cerca de México, nos relacionamos, trabajamos, convivimos con mexicanos, sabemos las delicias y la inconmovible tragedia de aquel país. Sabemos de la tozudez del narco, de su crueldad, su infaltable, e infatigable, presencia. ¿Por qué elegiría a México un semidiós andino? Las razones deben ser muy fuertes. Mejor le hubiera ido en Cuba. Tendría adolescentes de más para llenar su inmenso lecho. Pero fue México, con un solícito alcahuete que funge de presidente, 14 guardaespaldas, visitas sin ningún provecho a museos y rebuznos a más no poder. Mucha parte del mundo está fascinada con el hombre primitivo; muchos lo creen el buen indígena, aunque el falaz nativo nada tiene que ver ni con Rousseau ni con Voltaire.

Una austriaca me sugiere que ojalá lo contrate la Unión Europea para enseñar lo que es ser un socialista de éxito. ¿En qué era vivimos? Justo ahora que la información es accesible, crece la ignorancia. En primer lugar, es tan rico que no necesita trabajo. Tan vanidoso y tan cabrón que está acostumbrado a que otros trabajen por él, le amarren los zapatos. Esta diva que no canta ni baila sabe menearse bien.

Juega al indicieto sufrido, pobre, abusado. Pero su tono es despótico, señala a periodistas con sus dedicos de hembra, no acepta preguntas, creyó lo que le hicieron creer, entre narcoamautas, narcoministros y narcofolkloristas. El hombre perfecto, el último Neandertal. Sería bueno exportarlo, a Austria, por ejemplo, y que haga partícipe a esa población de su divinidad, su inteligencia. ¿Pero dónde ubicamos el Chapare allí? ¿Barremos con Viena para plantar coca? ¿Accederán los austriacos a entregar sus niñas vírgenes al lobo feroz? ¿A la feroz rata que escapa, que se esconde, que se asusta, que se mea, que se caga en los pantalones? Fácil hablar. Fácil decidir por los eternos colonizados. Europa no ha perdido su paternalismo, ni tampoco España, donde los españolitos y nacionalistas vascos creen que pueden enseñar en un país y una historia que desconocen.

¿Rata entre leones? El tipo escapó, huyó sin que nadie lo persiguiera. Debió quedarse en el trópico, estar a la cabeza de las marchas asesinas. ¿O alguien más grande que él lo obligó a ir? Pareciera. Especulemos que el narco hastiado del incumplimiento de las cuotas este último mes le dijo que tenía que solucionarlo, que ellos ayudaban con logística y armas, pero que no se podía interrumpir el flujo de droga hacia Venezuela, Cuba, México y de allí a todo confín. Que tenía que presentarse a reportar e informar de las soluciones. A los sinaloenses les da lo mismo cortarle la cabeza o cortársela a un becerro. La rata asustada se metió en las fauces del león. López Obrador es únicamente el intermediario que dio al viaje un viso de refugio, lo que no es cierto. Que cuánto el mexicano depende de los cárteles, no lo sabemos. Pero es un buen pretexto.

En medio nosotros, entre los fuegos de un negocio privado. ¿Privado? Pero si nos jode como país, nos neutraliza, nos persigue, hace que nos infunda terror. Problema nuestro, sin duda. Que apela a nuestras soluciones fuera del gran paso que ha sido expulsar al roedor.

Las ratas se vuelven gallos, al parecer, desde lejos. Dos rostros para una misma cabezota, el que se cree divinidad andina y el lacayo que vende droga y cosecha dividendos. Al medio nosotros, repito, con la premura de hacer este alejamiento definitivo, con la incertidumbre de qué traen el miedo y ambición del pedante, ignorante, inmundo desertor.
17/11/2019

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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 19/11/2019

Imagen: Pontifical of Guillaume Durand, 14th c. (Bibliothèque Sainte-Geneviève)


¿Paz?/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

El monstruo no ha muerto y no hay que olvidarlo. Escucho al masismo llenarse la boca de “hermanos” y “hermanas”. Si algo ha mostrado lo ocurrido es que no somos hermanos ni hermanas. Hay animales y hay seres humanos. De un lado unos, y del otro una mixtura, que tampoco se debe ser ciegos. Johnny Pardo amenaza que todo puede regresar si no se cumple lo que ellos quieren, la liberación de vándalos y asesinos que según él vinieron solo a reclamar sus derechos, por ejemplo. No debía esta lacra exigir nada; no debía estar en posición de hacerlo, pero es un momento crítico, frágil, y quizá es una buena jugada el conceder, por ahora, ciertos privilegios.

No seamos ingenuos, acá no hay democracia: hay guerra. El pueblo se levantó, el mayoritario, también con sangre india en las venas, que eso somos: pueblo con sangre labradora, con la diferencia de que aquel lado no juega la carta racial que el autócrata utiliza una y otra vez desde su exilio oligarca. Sucede que en catorce años se acostumbraron a hacer lo que les dio la gana, a disponer de Bolivia como propiedad suya. Si algo se mostró con los millones marchando es que no lo es, es propiedad colectiva.

Poco se puede hacer en un gobierno de transición. Debe sobrevivir, a toda costa. Veremos después, siendo que, al parecer, nuevos actores llenarán el campo político. Riesgos hay de que la balanza se incline al extremo del otro lado. Eso se consigue gracias al desmadre, la opulencia, el latrocinio y la vanidad de los que salieron corriendo. Recuerdo bien cuando el gobierno de Isabel Perón era un desastre total, ya muerto el cornudo general, que la gente recibió a los militares, con Videla a la cabeza, con aplausos. Implicaba cierta garantía de paz. Sabemos qué sucedió después. Aunque los 30000 desaparecidos en Argentina parecen no haber servido de lección a la Argentina de hoy que no se libera del asco peronista por nada, que sigue vanagloriando a delincuentes comunes, reeligiéndolos, y, respecto a nosotros, idolatrando al falso profeta, el que ni siquiera al primer tiro salió corriendo. Sus secuaces lo siguieron, los “guerreros” Linera, que no lo habían sido, el vietcong nativo que se escondió en la embajada de México, y etcéteras, abandonando a la mayor parte de sus seguidores y usando a la plebe, pagada y alcoholizada, para defenderlos cuando ellos debían hacerlo.

Sin embargo se están llenando papeles con demandas penales contra algunos. Hay que aguardar para saber hasta dónde llegan. De no implementarlas bien, quizá tengamos al cobarde de regreso en unos años, cambiando todo de nuevo para ocupar la silla máxima con sus nalgas meretrices y asustadizas. Sería tremendo error.

¿Andar con pies de plomo o con pies ligeros? Elegir entre ser el sobrio anciano Néstor o el sanguíneo, y sanguinario, Aquiles. O una convención coyuntural entre ambas posibilidades. No olvidar, por encima de todo, que el enemigo continúa allí, no incólume pero tampoco herido de muerte. Cuando en la votación futura se demuestre que ya carecen de poder, habrá llegado el tiempo de actuar y el mismo del justificado castigo. Hay que recuperar al menos algo de la inconcebible fortuna que robaron, expropiarles todo lo que tengan en el país y tratar de hacer que su búsqueda y captura sea internacional. Las limpias cárceles federales de Estados Unidos los asilarán de por vida y no será con cócteles de lujo en Guanajuato, sino con comidas congeladas y recalentadas que proveerá una máquina en un mundo ya sin voces ni personas.

Ha vuelto algo de seguridad, pero se mantiene la incertidumbre. Aconsejo no creer nada de lo que dice el masismo. Si transar se necesita, hoy, bueno, sabiendo que el caníbal está presente y que siempre tiene hambre.
25/11/19


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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 26/11/19

Imagen: Fritz Ascher/Crucifixión

Tuesday, November 5, 2019

El compromiso del escritor


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

No lo digo en términos panfletarios, ni en el sentido de los literatos rusos que se unieron a la cola de Stalin y mataron una de las más grandes literaturas. Es que el escritor siempre tiene que cuestionar el poder. Mencionarán a Malraux y su labor política, pero en ningún momento Malraux se lanzó a endiosar a nadie. Algo que en Bolivia, y es una lástima, es muy común tal vez por nuestra condición desgraciada. Visible sobre todo en periodistas con ínfulas de escritores que ya no saben cómo estirarse más la lengua para que camine por ella el tirano.

Me centro en Bolivia que es lo mío. Asqueado, hastiado de 14 años de silencio por parte de “colegas” escudados detrás de vanidades de ficción. Me gusta por eso que Guillermo Ruiz Plaza, último Premio Nacional de Novela, opinase al respecto, con sobriedad y firmeza. En todo tiempo y lugar ha habido intelectuales con ánimo de eunucos, y eunucos con aires intelectuales como el señor García Linera, esperpento andino. Nada se puede hacer al respecto, pero, está en la imagen del escritor ser alguien que se interese por lo que sucede en su tierra o donde fuere, y que dé su opinión. No fue así en el decenio y más del imperio aymaroide, capitalista, fascista de Evaristo Morales, hombre que en el poder se hizo millonario y que muestra las peores taras del despotismo latinoamericano, poniendo el falo como punta de lanza de una supuesta filosofía de vida que siempre fue mentirosa. Engendro, el tal Evaristo, de Sodoma y Gomorra, bien caiga el fuego sobre él muy pronto.

Digresiones apasionadas que también tiene que tener un escritor. No necesariamente debe comportarse imparcial, equitativo, racional. Ante tamaño basural como la Bolivia del MAS, hay que reaccionar con fuerza. La palabra mata; quien lee, digiere e interpreta. Alejandro Herzen, cuyas Memorias son uno de los grandes libros de la literatura, fue el alma de la revolución rusa que se preparaba. Se decía entonces que a Rusia la gobernaban dos Alejandros: el zar, y Herzen. Ese es un escritor que sabe lo que implica tener los dones del verbo y utilizarlos en favor de su pueblo. Lo hacía desde lejos, desde el exilio en Londres, acompañado del poeta Ogarev y del incendiario Bakunin. Un tríptico inmortal que publicaba Kolokol (La Campana), la voz de Rusia, continuación y germen de las ideas progresistas. ¿Dónde está el Herzen boliviano?

Veo, ya sin sorpresa, que tímidamente asoman los escritores a opinar sobre cosas serias de la política infame que nos corroe. Está bien. Hubiera sido mejor que su voz fuera permanente, como la de un par de poetas, en La Paz y Cochabamba, que largamente han vilipendiado al régimen cubriéndolo de oprobio de manera directa o con sarcasmo.

Y los hubo, escritores, que apostaron por un lado o por el otro. Pierre Drieu La Rochelle, en la derecha; Ilya Ehrenburg, en la izquierda. Errores cometidos, victorias, derrotas. Quedan limpios ante la historia, con el peso de su magnífica obra de ficción y la lealtad con su ideario. El panorama nuestro es pobre, mísero, el escritor junta las migajas igual a todos. Sí, generalizo, cierto, pero en perspectiva esa es la visión de nuestros escritores ante la situación actual. De nada valdrán sus odas a la libertad muerto el orate gobernante. Hay que hablar justo cuando la cosa está que arde, y antes que arda por igual, anunciando la debacle que se sabía venir desde el lejano 2006 cuando el mandarín, Evaristo I, rey del culo, se subió al estrado con su chompita a rayas. Anunciado estaba, clarísimo, pero nuestros escritores no se dieron cuenta, o no quisieron.
2019

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Publicado en PUÑO Y LETRA (Correo del Sur/Sucre), 04/11/2019

Imagen: Portada de Un escritor en la revolución, Segundo libro de Memorias de Ilya Ehrenburg

El pronto futuro/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

El deseo, la esperanza, de ver al déspota salir corriendo. A donde fuere, después se verá para retornarlo. Donde vaya, hasta a la Argentina de la mafia Kirchner, será un segundón, de esos molestosos, a los que es mejor no tener. Nada raro que cualquiera de sus “amistades” lo entregue a la justicia norteamericana, esa que no perdona, de jueces calmos y drásticos, que tiran al Chapo a la soledad infinita. Allí donde el que fuera rey no queda en nada, es un asco en sí mismo, en la blancura de las celdas, todo blanco que daña la vista, sin libros, sin televisión, con 5 minutos de paseo en solitario en un cuarto con techo de cristal irrompible donde se ve un cielo que se va olvidando de a poco.

Allí se destruye la mente. Se hace un vacío, nunca hay noche, siempre hay luz. Y todo blanco, blanco, blanco angelical. Color blanco del demonio. Si el poder fue absoluto también lo es el silencio. Hay gente, países, agencias policiales que esperan solo el momento de la debilidad o la caída para agenciarse al chivo y someterlo a la muerte en vida. No hay discursos altisonantes, no hay visitas, ni madres ni primos, ni guardia siquiera. Un plato que aparece y desaparece. Comida blanca, agua blanca, luz blanca, mullidas paredes albas que ni para romperse la cabeza sirven. Quien mucho arriesga en la soberbia, arriesga más en la desgracia. Cuando nadie está a tu lado, cuando la vida se ha hecho tango en lenguas nativas. Ahí donde se pierde el orgullo y solo se quiere morir. Pero en este caso es cuando la muerte quiere, no cuando tú quieras. Te arrebatan hasta el derecho a tu propia vida. Ni día ni noche, ni reloj ni tiempo, ni manillas ortodoxas ni otras que giran en sentido contrario. Lo peor es cuando los amigos te echan a la jauría, para salvarse ellos. 14 años de gloria no valen los 30 que siguen de solitud sin voces. No valen nada. Fuiste muy estúpido.

Nadie sabe lo que va a pasar en unos días en el país. Algunos lo saben. Otros dudan. Otros desconfían. Los más, los secuaces de turno, los asalariados del poder se cuestionan ¿y si nos equivocamos? ¿No será mejor hacerse a un lado, que se las arregle solo? Son consecuencias de creerse emperatriz. Nadie compra seguridad y menos cariño. Ni existe la mentira del campesino y del agro, fantasías prontas a desaparecer. Como un lunar se agitan cuarenta mil cocaleros. Creen tener el poder. Carecen de él. Están aislados, reunidos, juntos, pasto ideal para castigos y venganzas. ¿Dónde han de escapar? ¿A la Chiquitanía? A las mafias del narcotráfico poco le importa Evo Morales. Lo que hace él lo hará cualquiera. El negocio va viento en popa y no es por el personaje de palacio sino porque es el mejor negocio del mundo. Y en los negocios hay eventualidades, cosas impredecibles. Lo saben y tampoco levantarán un dedo para defender al dictador.

Lo que muestra la situación, el hecho histórico del momento, es que el tirano está solo. Tiene que obligar, pagar, amenazar para que lo defiendan. Contratar sicarios. ¿A cuánta gente pueden matar? Hasta que los agarren y los descuartice el pueblo. Queda el ejército y la policía. Pues, ya dicho, tendrán que analizar si prefieren arriesgar su propia supervivencia o la del orate. Creo que la decisión es sencilla: mejor nos salvamos nosotros. Si este tipo fue lo que fue, que lo pague ahora; no es asunto nuestro.

Los dados se han echado. Fue generala, hasta dormida en un juego de cacho histórico. Y Evaristo perdió. Y el otro perdió. A correr, cabrones.
03/11/19


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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 05/11/2019

Imagen: Christian Rohlfs

Sunday, November 3, 2019

El Che Huevara, el castigo, la realidad, el destino y la esperanza

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Evaristo (alias Evo) escapa. No tiene problemas con dejar lo poco que guarda en el país. Afuera lo esperan billones. Al otro, al sirviente encorbatado, también. Pero hay tristeza: se acabó el reinado de Momo, se entierra el carnaval; terminaron los dólares y las niñas vírgenes y tanto que no sabemos.
Nunca más el reino eterno; de pronto no había sido verdad que era el elegido, el intocable, mesiánico. Sus acólitos se mimetizarán entre el público, y si para desgracia suya el tumulto entra en palacio, ellos serán los que se ensañen por encima de otros sobre el cuerpo mutilado del difunto presidente. Ellos, los que lo veneraron, demostrarán ser los furibundos. Total, acostumbrados están a linchar. El perro rabioso muerde al amo. Y lo van a morder.

Un individuo llamado el Che Huevara, versión boliviana de Ernesto Guevara, amenaza con convertir el país en Vietnam, y/o previene a los gringos no meterse en otra tragedia como aquella. Che Huevara no es el Viet Cong. Che Huevara es ladrón de camiones y chulo. Existe una gran diferencia. Verborrea de la hidrofobia. Ni le presten atención.

Sintomático el silencio del ejército (tal vez me equivoco). Puede ser que algunos ilustrados del montón entiendan que se juegan su existencia como institución. Va en serio. El dictador está solo. No es Víctor Hugo, escritor, que para su entierro reúne un millón de personas; ni Durruti. Creo que Huevara estará más interesado en escapar que en cuidar al fantoche. Solo, en palacio, con su pelota de fútbol y la mano en el miembro lo encontrará la historia, antes del sacrificio.

Nadie lo llorará, ni la Zapata, ni el zapato. Ni lo enterrarán en el museo de Orinoca. Ni siquiera lo van a embalsamar.

Si por suerte escapa, hay recursos legales, jurídicos para hacerlo retornar con grillos. A su musa, el Ñusto, también. Cuando suceda tendremos que hablar fuerte y pedir cambios en la Constitución bajo enseñanza suya. 30 años de cárcel no es convicción suficiente; es feroz pero no letal. Cambiar la ley para que delitos de Estado, mayores como sabemos, y que incluyen traición a la patria, tengan castigo ejemplificador, ese que manda al infierno sin escalas. Siguiendo una lista de jerarquías, sin distinción de género, para que no suceda otra vez.

El reloj de Choquehuanca marcha al revés. Se revierte la historia. La barracuda muere por su propia boca; el perro se mordió la cola. Adiós.
2019


Wednesday, October 30, 2019

Se acabó/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Podría, tal vez, quedarse un tiempo más (Evaristo) pero de poco le serviría. Llegamos a un punto de inflexión. Su poder se ha resquebrajado y no podrá recuperarlo. Al fin parece que van formándose nuevos líderes y el tiempo dirá. Dirá si se va a la cárcel o al exilio dorado. Que lo sigan allí los Molinas y demás, para limpiarle los mocos. Para eso sirven ya que con el verbo no se ajustan al ritmo. Aunque buscan y encuentran amo fácil, no importa por ni de dónde. Lenguas curtidas en espasmos corporales.

Como muestra de la amenaza masista, los “hermanos” incendian de nuevo el Parque Tunari en Cochabamba. Advertencia, dirán, pero no pueden contra un país entero. Evaristo amenaza con el cerco. Se cree el satélite Tupac Katari, por lo inservible será. Cerco. Voy a enseñarles, afirma con dejo criminal. Que enseñe, vamos, y que aparezca, machito de palacio, a enfrentar a la masa que lo vilipendia. Nunca lo haría, se escuda en su peluquero y su modista, en la nulidad del entorno palaciego, en la oclocracia reinante y el lupanar. Maduro ofrece tropas. Las conducirá él mismo por los caminos de América. Apenas salga cien metros de su seguridad lo convertirán en charque para perros. Lo sabe, por ello rebuzna desde adentro. Cristo pone púas de fierro en la punta de su látigo. La espalda de los fariseos suena como pipoca al recibirlo. Imagino el gusto del mesías apaleando a estos, con qué ganas lo haría, con sonrisa bienaventurada. No dudo que apalearía a Francisco papa también, al negro jesuita de maña y espanto.

Llega el lunes y recorto mi columna a la espera. Lunes, otra vez, canta Sui Géneris, pero no es el mismo lunes de siempre. Se juega Bolivia pero ya hay un solo perdedor: Evaristo Primero, rey de la pachamamada, así permanezca unos meses más en el cargo. Regálenle unos Adidas porque saldrá corriendo. Temprano, y no tarde.
27/10/19


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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 29/10/2019

Imagen: "La llegada", por Nicolás de Jesús. Aunque en este caso es "La salida"

Sunday, October 27, 2019

Orate y pederasta. Evaristo Morales y los jóvenes


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

"Algunos jóvenes, por platita y por notita (están) movilizados, engañados". Tú eres el único, cabrón, que hace todo por plata. Prostituto, vendes las nalgas a quien te las paga mejor y abusas por delante de tu posición y tu poder. Demandas núbiles, vírgenes. Las comunidades tienen que proveerte de menores de edad porque eres el tirano, el rey. Las haces parir y te olvidas. Tus lacayos te entregan a sus hijas y nietas a la manera de Rafael Leónidas Trujillo. Aquel era el Chivo y tú el Chivito. A aquel lo reventaron. A Tacho Somoza lo acabó un poeta. Y a Tachito una bazooka. Cierto que el barbón de Cuba murió sin castigo. Pero en sus últimos años era un pobre viejo loco. Tú ya estás loco, orate, te creíste todo lo que te hicieron creer los estúpidos gringos oenegenistas. Eras el mesías, la luz de los pobres. Ninguno de esos europeos tontos te aguantaría un día en el gobierno de sus países. Poco cuesta experimentar con los “inditos”, y escribir huevadas sobre una revolución social que no existe.

Álvaro García Linera camina con fama de sabio. Si es un cojudo, como decía mi padre, recontracojudo, fabricado de retazos mal aprendidos y de una pose marica que supuestamente lo hace elegante. ¿Poeta? Dios mío. “Mi zapatito me ajusta, mi mediecita me hace calor, la vecinita del frente me tiene loco de amor”, “algodones, algodones, tengo chicas a montones”. El Lorca de los Andes. Tarado. Esos versitos no son suyos, los que acabo de poner, sino que los suyos son peores y no quise ser tan drástico.

Los jóvenes protestan. ¿Quién si no? Evo Morales Ayma les arrebata el futuro y ellos tienen razón en bajarlo del poder, arrastrarlo por las calles. ¿Qué piensa el imbécil, que es inmortal? Derecho no tiene para hablar de los que hacen justamente lo que él no: estudiar y trabajar. Repican este su comentario retardado otros Camisas Azules, fascistas de poca monta pero rabiosos, y se lanzan en contra del deseo mayoritario de los jóvenes por un mundo mejor. Pues quizá no, pero si se aguanta un poco el orate tendrá que irse a compartir lecho con el chofer Nicolás Maduro. ¿Dejarán a Linerita al medio? En asuntos nefandos no me meto y que se traguen lo que tengan que tragar.  A algunos les gusta el choclo, a otros la mazorca. Lo dicho, el entredicho es suyo y la entrepierna también. Pero que deje ya de joder y escape con sus millones. Insoportable resistirlo cuando se pone a rebuznar con su gruesa piel de asno y su peinado de cacto desértico. Pesadilla mayor de un país cargado de pesadillas, donde ninguno de los que gobernaron se salva.

De mí no esperen elogios al amo como los que opinó Rafael Puente deseando ser probo e inteligente. Evo Morales jamás fue bueno, y ya llegaba al poder cargado de sangre. Hay que ser claros, no tuvimos un gobierno de indios. Se quiso volcar la tortilla y afianzar las brechas aún más. Las pantallas no son el fondo. Uno no es el jefe Caballo Loco porque ande a pecho descubierto y cuelgue trenzas. Por cierto, Evaristo no es Caballo Loco. Lacayo del capitalismo salvaje, millonario, abusador, ratero. No existe un minuto de su vida, señor Puente, que merezca elogios. Yo nunca fui parte suya. Escribí en su momento que por qué no darle la oportunidad, a sabiendas de lo que se venía y fue todo. Y no es que unos se hayan hecho al lado del déspota porque los iluminó la inteligencia o la ilustración. Fueron abandonados por él como abandona a las parturientas que desfloró. Se cree único, se lo hacen creer el niñito bien y el aiquileño. Correrán a la primera de cambio hasta dejarlo solo.

Si llegó el momento, todavía no estoy seguro, pero creo que la balanza se inclina; ya se inclinó. Aunque se quedara, ya sería parcial, temporal. Los dados se han echado. Bolivia no es Cuba ni Venezuela, Bolivia es insurreccional. Y Bolivia, si ven videos de las marchas, tiene mujeres con huevos como pelotas. Si se enfrentaron al arequipeño, Goyeneche, por qué no habrían de enfrentar a un mísero violador enloquecido.

Deja a los jóvenes en paz, imbécil, que son lo que tú nunca serás. Buscón, bufón.
27/10/19

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Imagen: ANF

Pequeña disección del rincón frenético/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Dicen que Ortiz se bajó los calzones para el MAS, mostrando blanquitas nalgas. Dicen que resultó, que ha salvado a su patrón de la caída en primera de cambio. En la segunda podrán reposicionarse, tal vez, ¿y cómo servirá el hipócrita este allí? Ojo, no estoy defendiendo a Mesa, solo retrato el panorama boliviano donde los gallos que cacarean se vuelven cluecas de la noche a la mañana. Ortiz, Ortiz, qué fama de puto te endilgaste. No me consta, pero me burlo, porque el sarcasmo en un rincón como el nuestro es una defensa contra el arbitrio.

Y cuesta no equivocarse, porque si se habla mal en la tierra hija predilecta, casi de seguro que algo cierto hay. País de la mácula, donde lo impoluto no existe. Habría que hacer una cueca para que bailen los traidores, vestidos de pollera como el imbécil ministro aquel, si lo recuerdan. La fiesta larga, la fiesta única, solo la fiesta. Hasta los mentados ayllus guerreros, a quien España hizo carambola, de guerreros no tienen otra que el linchamiento en grupo alcohólico. Retrato de guerreros embriagados linchando desarmados.

La coca, de sagrada a maldita, a malparida. Sagrada para los narcos, amarga (la chapareña) para los acullicantes que babean verde y son inentendibles. Los habrá iluminado el Espíritu Santo y conversan en lenguas. Oscurecidas y gruesas, como de vaca. De otros, aunque fina, como la del señor que se tildaba de opositor y hoy es secuaz, igual de inmunda.

¿Dónde quedó el mar? Será que Rodríguez Veltzé, meretriz de abolengo, se baña allí. La (en femenino) única bañista, la jurisprudente Veltzé. Habrá recibido besos, chapes como los nombran, de la dupla maravillosa, los gemelos irreductibles, los infaustos Cástor y Pólux de una tragedia que no tiene épica como la griega pero está llena de dengues. Cómo se menea, dice una canción popular de por allí. Como Toña, la Negra. Se menea Veltzé, se menea Ortiz, entre los cientos o miles de sindicados en este lupanar andino y tremebundo de danzantes sexuales pero asexuados.

Por ahí anda un rector que quiere diputaciones, o senaturías, embajadas, o cualquier puterío que haga juego con su piel tostada. Al juez Roy Bean, que hasta Borges nombra si no me equivoco, colgaba mexicanos por culpa del color olivo. El racismo tiene diversas facetas y a veces lo cocinan para darle más fuerza los propios damnificados. Hay gente que quiere cambiar de color. Sea, pero el olor no se lo transforma nadie. Por la nariz te conozco, mascarita. Al francés se lo huele a distancia, por más mesié que se considere y pavonee. Generalizo, sí, claro; me divierto. Si el administrador de la casa mayor de estudios peca de negruras será que necesita terapia del alma, porque ser cabrón ennegrece más que cualquier herencia. Y ser masista, peor.

La noche será larga para contar votos y descontarlos. El debido proceso de los tiranos. Volver el uno, dos, y el dos, cero. Hasta que Damocles suelte el hilo de la espada y descabece a todos. Igual que a María Estuardo, que a diferencia de los políticos machos de Bolivia tenía huevos bien puestos.

Pero mi espera no ha de ser larga. Yo me voy a dormir luego de haber comido y bebido un agua. Que velen los maricas, los que tienen precio, los que se venden y sueltan las bragas. Nosotros que no tememos más que a las mujeres que comparten la almohada, mañana estaremos con la pluma como adarga. Puñales de tinta negra y tinta azul. La palabra nos queda y sabemos emplearla. Con ella desnudamos al rey y vestimos al mísero. La palabra, la parábola. Aunque sermonear a recuas no funciona bien, y menos las cambia. Pues, chicote, entonces, como pregona el Evo, sin saber que los cables se tuercen, vuelcan, y golpean a sus inventores.
20/10/19


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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 22/10/2019

Wednesday, October 23, 2019

Hay que meterle nomás


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Muy simple: Evo Morales nunca dejará la mamadera. Puede perder elecciones, que Jesucristo se le aparezca desnudo regañándolo, no importa. En este último caso tendrá la santificación del papa delincuente, Bergoglio, lambiscón de tiranos. El individuo no va a dejar la silla que usurpa. Si tiene que matar a uno, diez, o un millón, lo hará. Se ha pegado al trono con cera bruta, y sus esbirros se encargarán de que no se seque y el sultán caiga de ella. Lo mismo su eunuco. Claro que este, si cae la cabeza, será descuartizado por el mismo populacho que dice defender, su “nación plebeya”.

No cuenta Morales con que un país tiene límites físicos, que no se lo puede desangrar eternamente. Que va a llegar el día que esté exhausto y no dé más. Ahí tendrá que irse. Claro, siendo cien veces más rico que Donald Trump, avalado e idolatrado por la puta izquierda europea que además de miopía tiene mierda en la cabeza. Ellos lo elevaron a donde está y ellos lo acogerán con las piernas abiertas para disfrutar del ullu morado como si fuese el Espíritu Santo. Allá ellos, que lo pongan de presidente en sus países, veremos cuánto aguantan. Ya estoy cansado de su inconsecuencia, su traición a los pueblos del mundo, kurdos y etcéteras. Mejores que la derecha no son, peor siendo que consideran de izquierda al usurpador boliviano, oligarca y lameculo de oligarcas y multinacionales. Los pobres quedarán pobres con él. Y los cocaleros podrán seguir con el negocio de la droga con cualquier otro cacique.

Simple ecuación, que es la suya: o ellos o yo. Pues, a meterle nomás que no queda otra. El país del todo vale. Tierra de ladrones porque se les permite. Otro gallo cantaría si existiera castigo.

A no confiar en nadie, menos en el Papa Francisco, Almagro, el santón Mujica ni ningún otro. Solo en la razón popular y la fuerza popular. El aguante tiene límites. Si se los alarga, pues qué más. Y, otra cosa, a no olvidar. Es tiempo de que se desmovilicen las fuerzas armadas. Son mayor peligro que Chile. No deben existir. Trabajos forzados, de coronel para arriba, o la pared. Denles un poquito de alcohol, como decía Juan Rulfo, para que no les duelan las balitas. Y a proceder.
2019


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Imagen: Alfred Kubin

Wednesday, October 16, 2019

Lhardy (recordar por recordar)


MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ

Lhardy, rancio, sí, pero ya de capa caída. Se nota mucho. Aperitivos de Lhardy: caldo, gazpacho, Marsala, «medias combinaciones» a las que tan aficionado era Abliticas, cuando me lo encontré en 1967, en la barra del bar de la Universidad, y más tarde, en tantos sitios, hasta que se pasó a los balons de rouge, pero eso fue en otro mundo, cuando ejercía de proustiano en el Hôtel Flamel (en realidad un antiguo burdel)… El día que tropezamos con aquel andoba que había dinamitado un periódico y nos dijo que «últimamente» se había hecho anarquista, Ablitas, frotándose las manos de muy cuca manera, le replicó: «¿Ah, sí? pues paga…  » Y le chuleamos vino hasta que nos abandonó en La Palette con una mesa materialmente cubierta de vasos (pagados) y se escapó rue de Seine adelante. Ay, Ablitas, con todo lo que bebimos, hasta un retrato me hizo y luego me quería matar con una pistola con historia golpista que sacaba de casa jurando que antes de que se fuera al otro barrio me iba a llevar por delante porque yo me había hecho «de la ETA»… Hostia, que sí, que así eran las cosas, así fueron. Descanse en paz desde hace mucho ya… Mal recuerdo de su velatorio tengo, malo, con bronca de señoritos fascistas incluida: lo que escribes lo acabas pagando: «Qué quieres, que encima te aplaudan», dijo Ayanz. Con afecto lo recuerdo a pesar de todo. Y a veces me tomo una media combinación, o dos, en Lhardy en su recuerdo y en el de otros de aquel tiempo (Léo Ferré en Richard) que ya no entraran por esa puerta. En Lhardy, sí, estuve con buena gente, Jorge Giménez, editor y  aficionado al Marsala y con Claudio Ferrufino-Coqueugniot en día memorable por tantas cosas. Ah sí, se me olvidaba y también estuve con el erudito Juanito Gambela, en 1994. Él tan flâneur y tan poeta de las calles madrileñas no había estado nunca ni había probado las exquisiteces de la casa –croquetas, barquitas de ensaladilla, hojaldres de riñón o de anchoa…– porque no había llegado el momento de que se las pagara  el Gobierno, allí por donde pasara, porque si no, de las fabadas de tabernón no pasaba. Se quedó embelesado. Recuerdos durmientes que bailotean con un fondo de Dexter Gordon y una copa de polvo en mano muerta.

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De VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 11/10/2019

Queda poco/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Muy poco tiempo para la consumación de un proceso electoral espurio. Caímos en la trampa. El dúo se salió con la suya y ya festeja pronto el centenario de su ensimismamiento como sátrapas. Eso creen. Junto a la plebe drogada y alcoholizada, bajo lemas imposibles como “mueran los derechos humanos”, imposibles instructivas como violar a las mujeres de los otros, defender la violencia de género, fomentar el estupro, la trata de blancas, el incesto, la parición indiscriminada para el Chivo, padre fundador del mentado estado plurinacional que defienden a rajatabla con “sesudos” estudios los intelectuales cobardes, escoria dispensable.

Ya está hecho, no hay vuelta atrás. Es extraño ver que algunos que alabaron al régimen conforman listas de diputaciones en la oposición. Dudo mucho de las iluminaciones. Esa gente, dispensable también, se juega por premoniciones y coyunturas. Saben, como sabían los esbirros de Auschwitz, que los cañones truenan no muy lejos, y apuestan. Su derecho, claro, pero la misma cháchara de los mismos comensales con el mismo pastel. Que algo cambiará con otros, lo dudo. A no ser que venga uno con espada férrea a cortar cabezas. En Bolivia, país de mesnada, de alcohol y grupos, de supuesta valentía colectiva, eso no va a ocurrir. O decimos un responso por la desde siempre maltrecha república o tengamos una paciencia de 50 o 100 años para ver si algo cambia en la “indiosincracia”, de indios y blancos y mestizos por igual: bolivianos (el hado propicio…).

Hemos sido pasto de un vanidoso y un tarado. Quizá lo merecemos. Tal vez nadie mejor que ellos, el Primero antes que el Segundo, reflejan las angustias, las taras, ambiciones y vicios de todos. Melgarejo, a pesar del historial brutal, sigue siendo un referente. El macho en celo, descontrolado, torpe, abusivo, con dengues femeninos y poca honra. Más de cien años después se reencarna en los susodichos. Sucede en cada pueblo, el asno de Trump renaciendo de las brasas escondidas del racismo y la intolerancia. Pues bien, en realidad no estamos ante ninguna encrucijada sino ante un día común de nuestra miserable vida. Nada va a cambiar si el Cabezón se va, a la cárcel o a la Sorbona; nada si el eunuco se va, a prisión o a la galería de notables. Seamos precisos y realistas. Las opciones de Mesa u Ortiz ¿qué representan? Nada. Ahora bien, hay objetivos primarios: deshacerse de los mellizos malditos vale como primer paso. Luego se verá, dicen. ¿Qué se va a ver? Lo sabemos de antemano. Estas elecciones nunca debieron haberse dado de esta manera, pero es el modo nuestro, autodestructivo, festivo en mal sentido, corrupto y vividor. No queda otra que votar, pobre solución a un enigmático problema que tenemos como país, insalvable, sin solución a simple vista. Basta recorrer el listado de postulantes y ver que a todos se les puede encender la paja de la cola, en mayor o menor grado. Que si hace falta una revolución, a no dudarlo, pero si a la acción física no le sigue una introspección seria, si seguimos siendo la tierra de las Alasitas y el Ekeko ello va a permanecer. Hasta que nos esfumemos como los pascuenses, cuando detrás haya solo tierra arrasada.

Escucho a menudo: “no hay mejor trabajador que el boliviano”. Mejores en cada campo, aseguran. ¿Y por qué no? Entonces existe un problema de matriz, y mental de quienes habitan el cuerpo enfermo. O extirpamos el cáncer sito en lo profundo de nuestro ¿pensamiento? O, pues, a morir. Con Cabezón o si él.
14/10/19


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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 15/10/2019

Wednesday, October 9, 2019

Jaime Senzano, el camino nuestro


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Unos años mayor. No suficientes como para tenernos ajenos. Jaime era, aunque siempre es, sobre todo un hombre valiente. Así lo recuerdo: desafiante, arriesgado, dispuesto sin miedo a los puños sin que ello evitase la sonrisa, la bonhomía, la amistad, el cariño. En una sociedad donde era necesario tener el puño bien cerrado y bien firme, desde pequeños, un entorno hasta brutal que se defendía con fuerza. No hablo de ímpetu machista, hablo de lucha, de protegerse uno y a los suyos. Así crecimos. Así morimos.

Jaime se va. Mi memoria antigua de él era en los campeonatos de natación del estadio departamental. Competían mis hermanos. Competí también sin pasar jamás de la primera ronda, a diferencia de Elena y Armando. Jaime en las graderías, entonando cantos, vivando, entusiasta, dinámico, sin permitir que el ánimo se hundiese en el agua, pasara lo que pasara en la piscina. Mirándolo con admiración, soñando con un tiempo en que sería grande como él, fuerte. Crecimos, nos emparentamos en los recuerdos, en las opiniones, en la música, el baile, la fiesta. Senzano… de Italia, nunca le pregunté exacto de dónde. Ni cuándo, ni cómo. Vinieron, como aparecemos los inmigrantes. Y tozudos nos quedamos, aguantamos, conquistamos la tierra paso a paso, hasta quedarnos allí, ya nuestra, para siempre, hasta la explosión del tiempo en que nos esfumaremos.

Llega la noticia un miércoles con vientos de nieve. Cambios, nada queda, se transforma, aquel principio de Lavoisier que Jaime repetía, que nos lo puso a fuerza de repetirlo Arévalo, el profesor de química. Al científico lo transformó la guillotina. Jaime se hizo a un lado en silencio. Hace un año atrás sonreía, conversaba de ir a Tarata a comer chorizo y tomar chicha. Italiano del valle cochabambino, tradicional como suelen ser los que vienen de extranjero, se mezclan y pertenecen con tremenda raíz. Quién lo hubiera dicho.

No estás. La rayuela sigue volando. A veces va sólida, a ratos tiembla. Como la vida. Será que en el arriba, por darle una posición a donde se van las almas, hay vides y molles, que una parte de Cochabamba se llevó allí para que los espíritus no perdiesen el bucolismo del adobe calentado al sol. Lo entendemos nosotros, en la mixtura que poseemos, que nos dieron y no pedimos y nos hizo únicos, enroscados, fiesteros. Recuerdo tu casa, algún cumpleaños. El karaoke tocaba a Elvis: It is now or never. Ahora o nunca, una opción que no siempre está disponible, porque los vientos nos llevan a donde creemos respirar, nos alejan, separan. Hay palabras que flotan en medio. Y el amor inmaterial imposible de obviar.

Treinta años de vistas esporádicas y sin embargo el afecto no cambió. Sucede que las circunstancias pesan pero no transforman la esencia. Retornamos a la química. Y a César Vallejo, siempre que nos agrede la muerte. Decía el poeta: Y cuándo estaremos con los demás, al borde de una mañana eterna, desayunados todos…
2019



Tuesday, October 8, 2019

El manifiesto de Santa Cruz/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Fuera de donde provengan los actores del evento. No lo sé, ni me interesa. Lo importante del momento es deshacerse de este par de canallas y hacer justicia. Desobediencia civil, sí, y sedición si se necesita. Ello ampara la historia, la vida, la humanidad. Hay que deshierbar para cultivar, organizar para crecer. La malahierba al lado, secándose al sol.

Alejandra Serrate lo dijo bien en el Cabildo de Santa Cruz. Por fin asoman las voces jóvenes, sin la cola de paja, fácilmente incendiable, de los cobardes y corruptos de siempre. Hay que desconocer, declararse rebeldes, defenderse, recordar a Bolívar y a Sucre -como lo mencionó Serrate- Para esto, lo de hoy, mejor nos quedábamos con España. El melgarejismo autóctono, seudo indigenal, tiene que terminar.

Recibo, casi a diario, en la página de Academia.edu, supuestos “estudios” acerca del fenómeno “revolucionario” boliviano. Hay una conjura intelectual, manejada en muchos casos por un estafador argentino en La Paz (en su momento tiene que ser fusilado), que quiere hacer creer que el estupro, el derecho de pernada, el abuso, el trujillismo miserable de los adoradores del falo (por un lado…) son revolución. Sabe bien este “stafador” que tal revolución no existe. Cualquier ladrón hace lo que se está haciendo en el país. No hace falta pensamiento, no se necesitan ideas, para robar. Esos, los intelectuales de lengua con olor a culo, tienen también que pagar. Que la palabra es un arma, y en manos criminales, asesina. Estos son los que encandilan a los cagaleches de la izquierda española, a los culposos gringos bañados en plata que quieren lavar el genocidio que hicieron sus ancestros en América. Esos, y la mesnada de abarca que desea comprar blancura y blasón con dinero narco. Porque no hay, no seamos ingenuos, ninguna defensa de alguna cultura ancestral. Por el contrario, el binomio maldito, incluye a todo este pobre país en un círculo vicioso que quiso exterminar Colombia, que produjo Somalia y tanto más.

Desobediencia civil a la manera de Thoreau mientras se pueda. Gandianos hasta por ahí, aunque la violencia del Mahatma, cubierta con un velo cuasi angelical, era dura e irreductible: puso de rodillas al imperio más grande del mundo. Tal vez el error estuvo en la mística. En eso Alí Jinnah, el fundador de Pakistán, fue más sobrio. La revolución no necesita mística, dioses o religión. Por ese peligroso vericueto se perdió Irán, que comenzó por una lucha por derechos y terminó en una teología sangrienta. La sangre llama a la sangre, por supuesto. Pero la sangre lava.

Lo de la señora Serrate pesa. Hay que salir a la calle. Venezuela, así parezca la rueda sinfín, un día acabará con el chofer y lo colgará de las patas (cuerda larga urge, dados peso y tamaño).

Sugieren que hubo en Santa Cruz un millón de personas. Número con solvencia en tierra despoblada. Pero… Bolivia y la enfermedad colectiva, el síndrome del pongo del que no podemos deshacernos y que caló hondo en la sociedad en todos sus niveles. Por eso se idolatra al gringo, aquí, porque es una reacción enferma ante supuestas superioridades. Y el señor feudal, el que se sienta en la silla de presidente y menea las cerdas de su cabezota inmunda, lo carga consigo también, con la diferencia que tiene inmenso poder y puede jugar al amo siendo otro pongo más.

Veremos si la Chiquitanía fue el hito del fin. Debiera serlo. A construir un circo, si lo es, y poner al masismo recalcitrante dentro, para pasto de jaguares hambrientos. Que la naturaleza se cobrará al estilo romano lo que hicieron los plurinacionales o la mierda que quieran llamarse con Bolivia. Circo máximo, auto de fe.
06/10/19


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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 08/10/2019

Imagen: Simón Bolívar

Wednesday, October 2, 2019

Pirómanos/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

El Parque Tunari se incendia de nuevo. Nunca olvidaré a mi padre diciendo, cincuenta años atrás, que el “indio” era enemigo del árbol. Y de ese origen, del que venimos todos, en más y en menos, ese odio se hizo extensivo a gran parte de la población, a campesinos (en su nueva definición), señoritos, damas de alcurnia y cocineras. ¿Será Bolivia la próxima Isla de Pascua? El canibalismo político se convertirá en canibalismo a secas en el desierto.

El New York Times publica un artículo de opinión sobre la fogata del nuevo Nerón en Bolivia. Dice, claramente, que las políticas agrarias de míster Morales, el yanqui-llockalla, son iguales a las de Jair Bolsonaro. Habla, sin utilizar esta palabra, de la conjura del cabezón con la agroindustria cruceña. A devastar la naturaleza para enriquecerse. El Cabezón ya es rico, mucho más rico que Trump ¿qué más quiere? Legado no dejará, uno positivo. Al final será olvidado como su sosías venezolano, esa otra escoria que se llamaba Hugo Chávez, un monigote torpe y vil, como este.

Dice el texto de  Manuela Lavinas Picq, en inglés, de casi diez millones de acres (cinco millones de hectáreas) quemados por la desidia y la mala fe del Cabezón. Un acto de terrorismo que afecta a la humanidad entera. Basta eso, creo yo, para encarcelar a este tipo por 30 años al menos en cualquier corte internacional. Los voluntarios extranjeros comentan que mientras ellos apagan el fuego, los “hermanos” masistas lo renuevan en otro lado. La ejecución inmediata debiera ser regla al encontrarlos con las manos en la masa. Acto de fe con la misma gasolina que utilizan. Ni juicio cabe ya siendo que vivimos en tiempos de Cabezón I, rey de la coca-cocaína, príncipe del porno cocalero y eunuco de sultanes mayores.

Un multipremiado escritor boliviano me comenta hace unos instantes que salió a pasear en bicicleta por Cochabamba y que casi se asfixia. El humo de los incendios del Tunari invadió la ciudad. Quizá, si queman todo, los narcofolkloristas que sabemos construirán foros mussolinianos, hitlerianos, sobre las brasas, loando al caudillo y su peinado permanente, el corte libro, partido en dos, y las inexpugnables cerdas.

Leen mis textos y se quejan de demasiada violencia. ¿Y qué es lo que se ejerce sobre nosotros? No está en mí aceptar el chicote del supuesto amo sobre mi espalda. Hay que defenderse, quitarle el chicote, y apalearlo hasta que no pueda más. Luego tirarlo en la cloaca a la espera de decisiones y colgarlo. ¿O hay otra salida? La broma pesada de las elecciones no llevará a nada. El amo y su hetaira blanca van a hacer lo que les dé la gana. Ya se aseguraron miles de millones en cuentas de islas remotas, a semejanza de la prostituta Kirchner. No se los puede dejar escapar. Ni los masacradores turcos del pueblo armenio se libraron del castigo. Los siguieron hasta sus refugios y los terminaron.

Evo Morales es un ecocida, genocida y otros menesteres traficantes. Criminal internacional. No se le puede permitir más. La estupidez gringa hará poco. La justicia está en las propias manos. Él mismo lo dictaminó como ley: justicia comunitaria. Justicia popular. Que es cuestión de tiempo, sí, pero el tiempo para una vida es breve y si se aguarda morirá de viejo. Hay que hacer responsable también a su entorno, a instituciones, a grupos privilegiados. Bolivia necesita seguir los pasos iniciales  de la revolución irania, donde se descabezó de manera brutal el antiguo régimen. Sin distinción de género ni raza. La ira de Dios, aunque Lope de Aguirre no esté, el gran rebelde.
29/09/19


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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 01/10/2019