Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
No hace mucho se
denunció que Dios-se-lo-pague Cabello, presidente de la Asamblea Nacional
venezolana, era el cabecilla del llamado Cártel de los Soles, militares
dedicados al tráfico de drogas, provistas por las FARC, sobre todo, y, recién
especulado, por otros objetos (seres) celestes más al sur, a decir, Bolivia y
su todavía malentendida, festejada y poco analizada revolución cocalera; un
eje, Chimoré-Maiquetía, cuyo volumen de traslado excedería la imaginación.
Empresas no relacionadas con el común concepto de cárteles que se tiene, que es
el de aventuras privadas, para concebirse y concretarse como públicas en
esencia, “legales” por fuerza, protegidas, inmunes e impunes. Diosdado, pues,
es Diospagado aunque el estrado en el que se para comience a caerse en pedazos
con un casi seguro desenlace trágico.
Soles y Estrellas
brillan en los cielos de América. Como cada imbécil que se asume eterno, lo
averiguaron a la mala Qadafi y Hussein, estos proclamados defensores del pobre
tienen los días marcados. Rebuznan, asesinan periodistas, avivan los desmanes
de la turba, creyendo que en el desconcierto han de borrar huellas. Imposible,
menos hoy con la riqueza tecnológica que permite hasta ilusiones. Tienen como
contrapeso, y ello está por verse, que en el sillón presidencial del país más
poderoso del mundo, que no es ni será China hasta por lo menos 50 años de acá,
se sienta un dignatario de medias tintas, preocupado por el legado histórico
más que por la realidad, y que en apariencia muestra ojos ciegos y oídos sordos
al rumor apocalíptico de sus vecinos. De todos modos y, diremos, a pesar de él,
hay separación de poderes e independencia de trabajos en las naciones
interesadas como para acumular data acusadora que dará con los huesos de los
mencionados en la cárcel.
Tuvo suerte Hugo
Chávez de morir en oficina. El cáncer fue beneficioso catalizador para que no
se juzgaran sus actividades delincuenciales. No lo vio así, porque era otro que
se creía designado para el infinito. Lloró, no hubo Magdalena mejor en los dos
mil años después de la muerte de Cristo en la tierra. Suplicó, bailó, se
revolcó, hizo piruetas de mono, besó crucifijos, se tiró al piso a los pies de
vírgenes y de oscuros galanes de la santería y nada. Espero que a ese pedazo de
cera bruta le hayan dejado pañuelos, o sábanas, para que pene en el más allá
sin ensuciar demasiado los pisos. Marica.
Los diarios del
país están llenos otra vez de denuncias, que un coronel desertado, que las rateras
bartolinas, que la diputada cara de llama, que el viceministro dicta-normas que
apenas puede escribir y menos leer, que la illa, el ekeko, el mandarín, los
secuaces, Alí Babá, la cueva, el crucificado, el buen ladrón, el mal ladrón,
etc… A eso se añade que supuestamente se estaría conformando otro ejército,
como si con uno inservible no bastara, para proteger el “proceso de cambio” ¿o
quisieron decir las casas de cambio?, con Kalashnikovs, misiles y más. Noticia
que cierta o no apenas produce escozor. Detrás de un fusil cuerno de chivo,
para que sirva, debe haber un buen soldado. Me pregunto dónde los hallarán ¿en
Chapare? ¿Carrasco? Una cosa es vender en Shinaota, Chinahuata, y otro disparar.
La realidad boliviana no es la de los campesinos insurrectos de Ucrania en 1920,
y menos la de los pelados que se cargaron a los pelones en México 1910-1923,
para ser, en ambos casos, arrasados, humillados y engañados por la historia.
No.
No necesitamos
gigantescos telescopios para saber lo que pasa. Es obvio, tanto como que cada
día sale el sol y aparecen las estrellas. Sin embargo, no se descartan eclipses
y nubes…
27/04/15
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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 28/04/2015
Imagen: Caricatura de Pancho Cajas