Saturday, April 18, 2015

Querido Claudio

PABLO CINGOLANI

Querido Claudio:

Leo (secretamente) tus columnas de Mirando de abajo –porque ya no me las envías.
Debo decirte, como siempre.
No sé para qué mierda escribes lo que escribes –como yo tampoco sé para qué mierda escribo lo que escribo- pero tu columna titulada Hartazgo me ha sonado, cada puta, cada bella palabra, a pura música.
Conjeturo.
Los trazos de la canción, diría el malogrado de Bruce (Chatwin)
Un huayño indescifrable pero bello, absolutamente bello, diría yo.
The song remains the same, aullaría Robert Plant.
Not the meaning, the sense, acotaría T.S.Eliot.
Rescatemos a las gastadas palabras, agregaría el polaco que escribió El corazón de las tinieblas, tal y como lo anotó en el prólogo de El negro del Narcissus.
Yo no sé, te insisto, pero hay tanta música en esa tu verba inflamada -tal vez injusta, tal vez certera, eso: ¿quién lo sabe? ¿La historia? Tal vez…-, que a mí me conmueve, a mi me provoca escribirte estas palabras, gastadas palabras, como escribió don Conrad.
Al final y al destino, sólo quedarán ellas.
Palabras, palabras, palabras, clamaba Shakespeare.
Pero por lo único que lo recordamos al tan british es sólo por eso: por las putas y benditas palabras que escribió.
Hoy se lo dije a otro amigo: cuando pasen doscientos años, lo único que quedará (si acaso queda algo del mundo) de lo que hoy pasa en Bolivia, serán las palabras –impresas o virtuales- pero palabras al fin.
Seremos historia o seremos olvido, pero si un arqueólogo textual del siglo XXIII lee tu columna Hartazgo, espero que como yo, se conmueva.
Allí hay música, ritmo, síncopa. Allí hay be-bop.
Es como si Miles Davis hubiera escrito ese texto.
Es como si Miles Davis, negro, hijo de puta y heroinómano, genio absoluto de la música, estuviera, por un momento, de nuevo entre nosotros, de nuevo vivo.
Como Shakespeare o como el marica de Bruce, o mejor como el Chueco Céspedes, que aunque no te agrade, supongo, es lo mejor y el más parecido a tu música, a esa música donde vos y el (y uno más: Walter Chávez) comulgan,
Benditos sean los provocadores de la palabra.
Benditos sean los amantes de la textura, el olor y el sabor de un texto
Bienaventurado seas, querido Claudio, porque tuyo será el reino de los que eternamente serán leídos.
Con Ramón Rocha Monroy y Dios de testigos,
Te abrazo fuerte y te quiero mucho, por los siglos de los siglos, etc., etc.

_____
Carta-poema de Pablo Cingolani, 17/04/2015

Imagen: Arnold Böcklin/Autorretrato, 1872

2 comments:

  1. Benditos los dos. Cómo se les quiere y admira, querido Pablo, querido Claudio. Están condenados a permanecer.

    Un abrazo muy fuerte.

    ReplyDelete