Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Fuera de las razones que se aleguen, documentos presentes, y derechos que se supongan, el asunto del mar para Bolivia es, y siempre ha sido, un asunto político, que, querrámoslo o no, dudo haya de zanjarse en La Haya dados los antecedentes y las capacidades del arbitraje de esta corte.
Fuera de las razones que se aleguen, documentos presentes, y derechos que se supongan, el asunto del mar para Bolivia es, y siempre ha sido, un asunto político, que, querrámoslo o no, dudo haya de zanjarse en La Haya dados los antecedentes y las capacidades del arbitraje de esta corte.
En el diferendo
entre las repúblicas de Colombia y Nicaragua, votado el año 2012 (iniciado el
2001), este último país afirmaba, para descalificar el tratado que definía los
límites marítimos, que se había realizado en una Nicaragua ocupada por las
fuerzas norteamericanas, impedida de una real soberanía. No es el caso
boliviano.
Sin duda deben
existir mil y un detalles que los especialistas pondrán sobre el tapete para
reafirmar sus exigencias. Tanto Chile como Bolivia se explayarán en ello, si se
llega a la demanda que visto el caso anterior podría durar una década, o más.
En realidad es un
pretexto precioso para ambos gobiernos. Reaviva cierta fobia antichilena en
Bolivia, además de la esperanza de resarcirse de un hecho histórico cuya
culpabilidad también cae sobre nosotros. Para Chile, le da la posibilidad de
defender integridad territorial y soberanía. Ambos utilizan el asunto, me
abstengo de llamarlo problema, para mejorar su imagen y/o evitar el declive de
la retórica que los ascendió al poder.
El presidente
actual, Morales, cubre con esta farsa el notable desgajamiento de su imagen
personal y gubernamental. Día a día se van descubriendo escándalos que
ejemplifican la corrupción masiva, extensa, del “gobierno del pueblo”. El más
reciente: la fuga, o no sabemos qué, del fiscal encargado del caso que justificaba
una presidencia. Si no cae el telón es porque Bolivia no se maneja entre los
límites de la lógica y el razonamiento; tiene un desarrollo sui-géneris y una
idiosincrasia confusa, sumisa y violenta al mismo tiempo. No quiere pan, se
conforma con circo. Y esta jocosa, aunque trágica, aproximación a su destino
obliga a los vecinos a no tenernos, sino de manera circunstancial, en cuenta.
Cómo podría ser diferente si la primera falta de respeto hacia nosotros es la
nuestra.
Este espejismo,
“el mar para Bolivia”, ya objeto de famosos negociados en el pasado, vuelve a
agitarse como tabla de salvación de un conjunto de ambiciones e ilusiones con
ínfulas de partido. Cuando lo correcto sería denunciar la manipulación de la
historia y de la esperanza en aras de beneficios privados, rosqueros y
sectoriales, ¿qué sucede en esta siempre predecible y siempre impredecible
tierra y gente? Que expresidentes no hace mucho insultados, borren el
vilipendio de sus rostros y aplaudan solícitos el teatral entarimado que se
construye de nuevo (¡!). Ellos, Morales y los de antes, parten de la premisa de
que son cabezas de un pueblo imbécil, al que con regalo de coca y serpentina se
le puede hacer creer todo. ¿Qué beneficio nos traería el esquivo mar? (sin
siquiera realzar el largo plazo y los millonarios gastos). Al conjunto
mayoritario de la población me refiero. ¿Se ha estudiado cuánto se podría
acrecentar el tesoro nacional, la distribución de los beneficios y más? ¿O es
solo pedir mar por meternos el dedo en la boca, insuflar tontos nacionalismos que
de patriotas no tienen nada?
La única manera
de acceder al Pacífico, al Atlántico, a Marte y a Júpiter es con un pueblo
sólidamente educado, orgulloso de su ancestro, sin que este signifique freno o
retroceso al desarrollo, con capacidad de producción, trabajo y creatividad,
con dinámica no menor a la de los vecinos y una democracia participativa constante
y renovable. Lo demás son pamplinas, juegos de azar en los que ya se ha
decidido el ganador, que nunca es el de abajo sino estos que a pesar de sus
desavenencias se juntan para lucrar con la perfidia propia y la buena voluntad
del resto.
Solo así Chile o
cualquier otro ha de respetarnos. Mientras tanto, Piñera se burla de Morales, el
fútbol chileno del local, Roberto Bolaño de los escritores bolivianos…
28/03/13
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Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 29/03/2013
Imagen: Awa Hiroshige