Friday, September 30, 2011

La broma/MONÓCULO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Los conquistadores españoles de Tierra Firme -Olid, Balboa, Nicuesa- tuvieron que afrontar escollos de índole diversa: asedio indio, hambre, enfermedades; sus soldados andaban con los pies destrozados por un animal maldito que los nativos llamaban nigua. Y sus barcos se convertían en polvo, devorados por la broma, molusco diminuto que deshacía los maderos, destruyéndolos a velocidad pasmosa.

A pesar de que Bolivia no cuenta con buques, al haberse perdido el litoral en controvertida guerra, y alejarse más y más, como las Indias Occidentales que buscaba el Almirante, con los desquicios mediáticos y politiqueros de Evo Morales, asumamos que el Estado es un navío, poblado por humanos y roedores, que supone cierta solidez para creernos seguros en casa, protegidos, felices de que no hará agua, ya que el nuestro se asienta sobre polvo centenario y difícilmente salga a navegar. Eso nos pone tranquilos, pero, verdad a medias, hemos visto con los años, y lo vieron nuestros antepasados, y a este paso lo verán nuestros hijos, que este hogar va tornándose achacoso, que mejoras hay, en el sentido de acceder a mayores compras para adornarlo, pero nada sustancial que lo aderece de acuerdo a la época. Modernizarlo, añadirle progresos estructurales que lo tendrán como edificio de punta. Nada. La historia boliviana se nutre de decoración, de suntuarismo y lujo insulso, de jacuzzis en medio del monte donde ni alcantarilla hay.

Ese el barco de todos. El presidente y su entorno, amplia corte de hetairas y eunucos que lo rodea, también disponen del propio. De acuerdo al discurso debía estar construido de acero, al más puro estilo socialista, y rutilar por sobrio, algo lejano a la realidad, porque el barquito de papel en que se convirtió el acorazado, lleno de serpentinas y chicha derramándose por los costados, con marinos tirados panza arriba, de boca entreabierta y dientes verdes de coca reverberando al sol, con marineras meando o cagando a la intemperie bajo la desconsolada mirada de Ernesto Guevara, con almirantes lamiendo polvo blanco de los platos y generales en bolas correteando a las sirvientas, ha perdido facultad de movimiento.

Se va se va la barca, se va con el pescador. Imposible, esta barca ya no se va, y el pescador dejó la caña para comprarse una General Electric donde puede secar droga. Ha quedado varada en el mar de los sargazos; perdón, en el océano de los vicios, aún más surreal que Yellow Submarine, donde el piloto que cantaba Lovely Rita entona sugerentes líneas de la Huérfana Virginia: Llora, llora, el alma mía penas del ayer… Inmovilidad, bucolismo, cretinismo.

Nos dejamos llevar por la corriente, obviando el preciso tema que nos concierne: la broma, tanto en su condición de ser casi mitológico en el universo marino, como en su significado de burla, chacota, bufonada. Ambas características del gobierno plurinacional. La broma, la que corroe, anidaba desde el principio en lo multifacético y ecléctico de la conformación del régimen evomoraliano. Aunque es animal acostumbrado a comer madera, también se dedicó al papel, y ha excavado túneles tan hondos dentro del Estado que lo va cayendo; por sus pequeños hoyos huyen los roedores del principio, ratones tímidos e inmensas ratas, peludas, oscuras, cuya adiposidad mal habida les impedirá correr y terminarán ensartadas en los palos de los pincharratas (como aquellos de la leyenda futbolera de Estudiantes de La Plata), y al churrasco de allí. La otra, la carnavalera, ha logrado tal simbiosis con su hermana que no se las diferencia más. Holganza y angurria terminaron con la farsa que se vestía de sueño. Ahora todos quieren escapar, dejar al amo a su suerte. Me llegan correos de oficinas estatales plagados de chanzas hacia el presidente; se conspira desde adentro. Los funcionarios otrora enigmáticos y despiadados desean congraciarse. Pronto nadie querrá saber del Elegido. La broma habrá penetrado su carne para derrumbarlo.
29/09/11

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Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 30/09/2011
Publicado en Semanario Uno (Santa Cruz de la Sierra), 10/2011

Imagen: Palacio Quemado, La Paz

Tuesday, September 27, 2011

Errores fatales/MIRANDO DE ABAJO


Lo peor que pudo haber hecho Evo Morales fue atacar a los marchistas del TIPNIS. Significa el fin de su gobierno. Muy posible que sea inmediato, o casi. De todos modos se condenó a sí mismo a muerte.

¿Qué factores lo impulsaron? Muchas las respuestas: una sensación de alivio y autosuficiencia por la no imputación -ahora- en el juicio de Sanabria. Falsa percepción de algo que es, como dice el periodista González Yaksic, muy complejo. Ni el gobierno, ni nosotros, sabemos lo que dijo el general. Hasta que alguna acción ponga sobre la mesa los entretelones del asunto.

El mandamás echó su retórica por la borda. El último show fue en las Naciones Unidas, donde, con total desparpajo, volvió a mentir acerca de la Madre Tierra y los derechos indígenas. Pobre tipo, ya está enterrado en la historia. No aparecerá más que como una mancha, y los legajos que guardan sus lambiscones doctorados se volverán amarillos porque no sirven de nada.

Hay un riesgo grande de que, ante la explosión de protestas que asoman, recurra a sus sirvientes uniformados. Ahí cabe la pregunta de hasta dónde un asalariado está dispuesto a arriesgar por su patrón. Un buen pago no compra cariño. Se condenó a militares, hace poco, por la matanza de manifestantes el 2003. A cualquier persona medianamente analítica, incluso militar, le costará apostar por acciones que bien pronto tendrían castigo. Ello deja al capitán general Morales solo. Cuenta con las hordas cocaleras, para quienes, como para el presidente, su supervivencia se juega hoy. Habrá que enfrentarlas, en una coyuntura que parece no eludirá la sangre, y que ya tiene derrotados, Evo & Cia, dado su paso en falso, tonto, hormonal, en la carretera beniana.

Después de oírlo en la Asamblea General me dije que el individuo había perdido la chaveta. Ahora comprendo aquello de la “enfermedad del poder”. Sus asesores cubanos y venezolanos es muy posible que aconsejaran la movida, basándose en la experiencia de sus países. Pero Bolivia no es ni Cuba ni Venezuela y reacciona de manera muy distinta. Pueblo rebelde que se mueve en masa, insurreccional, ha sido tocado por la arbitrariedad de un grupillo delincuencial. Ha de cobrárselo, más pronto que tarde. En Bolivia los errores no duran mucho; existe una rápida dinámica de enjuague que la hace sui-géneris. Morales tuvo la oportunidad, como ningún otro, y acaba de desecharla para siempre.

¿Podrá librarse como lo hizo con el gasolinazo? Lo dudo. No puede dar vuelta atrás a los golpes y al abuso. Quizá sacrifique cabezas: Llorenti, algún otro más abajo. Pero se le cayó la máscara y otros, caso Choquehuanca, mostraron su verdadero rostro. Los apóstoles de la igualdad, la paz, la concordia de las razas, el alma de los oprimidos, han sacado las garras por unos pingajos de plata. Treinta catos, en lugar de treinta denarios, les costó entregar al “pueblo”. La cuerda de Judas sigue colgada del árbol. Nunca la quitaron y es como una espada de Damocles sobre los que, no sé si ingenuamente o con locura, creen que van a permanecer en un Reich ficticio hasta la eternidad. Seis años les duró para casi convertir un país en ruina. El tiempo se acorta sobremanera a momento de pagar.

Construir una escalera al cielo no garantiza llegar a él. Menos con escalones de todo tamaño y color; menos con hoja de coca y no tierra firme debajo. Más sencillo, y penosamente obligatorio en la circunstancia actual, es excavar gradas hacia el infierno.
26/09/11

Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 27/09/2011
Publicado en Semanario Uno 430 (Santa Cruz de la Sierra), 7/10/2011

Imagen: Represión contra los marchistas del TIPNIS

Friday, September 23, 2011

Mujeres chiítas de Irak/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

La edición dominical del Times de Nueva York trae una impresionante fotografía. Mujeres chiítas marchan en protesta por la intervención norteamericana en Irak. Llevan velo oscuro, tirando a verde y negro, sobre los rostros; una muestra mínimamente los ojos. Hay un patrón en el color y la forma de la vestimenta, algo más que una moda: obligación religiosa. Semeja un grupo que sale de un extraño y triste aquelarre, no de aquél donde en honor del demonio se cede a la orgía y la desnudez, sino de uno donde la austeridad y el sojuzgamiento de la mujer al hombre, al sacerdote y a Dios, pinta el universo de ocres tonos indignos de ser vividos.

Estas protestantes de la Armada del Mahdi (el Elegido) llevan, en su agresivo silencio, ambiguas imágenes de pretérito y futuro. Por un lado podrían haber salido de una Bagdad medieval; por otro, su presencia resulta tan drásticamente lejos de lo que anhelamos por modernidad que se pueden asociar con el campo de la ciencia ficción, de filmes y revistas de Spawn o Star Wars. Flotar entre el pasado y lo fantástico es lo que hacen. Sería inocuo si tan sólo se tratara de eso, pero la realidad se muestra menos lírica, se asoma tinta en sangre.

Si dejamos de lado, por un momento, la saña y la inconciencia de la intervención yanqui en Irak, causa en mucho de fenómenos como el de la fotografía de hoy, se debe hablar del riesgo de situaciones semejantes. No existe mal mejor, pero en cierta medida el megalómano Saddam Hussein frenaba la expansión del fundamentalismo islámico con éxito. En su caída recurrió a él, quiso hacer de una guerra nacional una religiosa, despertar la vieja oposición entre Oriente y Occidente. Al final salieron todos perdiendo y el único engendro vivo del conflicto será el peor, el de los "elegidos" que consideran tener el verbo de la divinidad en los labios y en las manos su justicia. Esta casta de barbones, la misma que impera en Irán, que reinaba en Afganistán con los talibanes -a pesar de sus mutuas enemistades de favoritos del cielo- parece afirmarse en la Mesopotamia.

La lástima es que no hay opciones decentes que las confronten. Apelar por la religión es hacerlo por la ignorancia. Fueron ellos los que quemaron los libros de Averroes, al igual que sus contrapartes cristianas que atizaban herejes al gusto. Errores como el cometido por los Estados Unidos -recurrente además- sacan de las tinieblas estos desfiles de muertos.
03/04/04

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Publicado en Opinión (Cochabamba), abril, 2004

Images: Mujeres del Ejército del Mahdi, Irak

Wednesday, September 21, 2011

Encomio de la buena chicha/RECUERDOS AMABLES


Por Ramón Rocha Monroy

Allá por 1985, Alfredo Medrano y este servidor nos propusimos la tarea de rescatar la máxima tradición del valle cochabambino: la chicha. Nos declaramos consumidores de ella desde chicos, pues en los días de nuestra niñez, las mamás preferían darnos un vasito de chicha a un vaso de agua, siempre indigesta y portadora de gérmenes indescriptibles.

Las viejas chicherías no tenían letrero y en sus licencias figuraban con nombres convencionales, muy distintos de los que les daban los parroquianos, verdaderos padrinos de bautizo de cada templo de éstos, donde se rendía culto al néctar de los Incas. La Leona, por ejemplo, era (o es) mujer de carácter desapacible, y montaba en cólera a la menor provocación, como la de echar un chorrito de chicha al piso “para la Pachamama”, que ella condenaba con gruesos denuestos. En su chichería había (o hay) carteles pintados por sus “akja devotos”, y al mayor de ellos lo llaman El Akja Decano.

Chicherías célebres eran Las Ñawilas, El Cuartel General, El Cuartelito y Las Penas; chicheras famosas, Irica Rocha, La Fiera Valica, La Chota Flora, La Chola Flora, La Rosa Vela y la Kjuchi Hocico. Esta última ofrece hoy deliciosos escabeches de patitas y enrollado. Pues bien, en todas esas capillas de la buena vida practicábamos una suerte de visita a los templos de Jueves Santo, para comparar la calidad del néctar del valle.

Para nuestra sorpresa, el Ing. José Quitón nos envió una carta conceptuosa en la cual ponderaba nuestra intención cultural, pero nos advertía que una gran mayoría de difuntos por cirrosis provenía de consumidores consuetudinarios de chicha, y esto porque los productores inescrupulosos no daban tiempo al almidón del maíz a que se desdoble en sus dos componentes esenciales, el alcohol y el azúcar, esenciales al menos para la elaboración de buena chicha, puesto que aceleraban el proceso añadiéndole alcohol de quemar y chancaca. Como consecuencia, estas chichas “curadas” tenían alcoholes metílicos que dañaban seriamente el hígado.

Uno de los profesionales que se destacó en el estudio de néctar del Valle fue el Químico e Ingeniero Industrial Lucio Gonzáles Cartagena, actual Rector de la Universidad Mayor de San Simón. Su tesis de Licenciatura es un estudio completo de la compleja fermentación de la chicha, escrita por un profesional que, luego de su doctorado en España, hace consultorías valiosas para la industria de bebidas y alimentos, en Bolivia y en países vecinos.

Por esos años se acrecentó el interés por este producto del valle tan vilipendiado por munícipes de todos los tiempos, que echaron las chicherías del centro de la ciudad y gravaron la chicha con impuestos exorbitantes, que costearon numerosas obras públicas en nuestra ciudad, como las siguientes:

• Amortización del Empréstito Erlanguer para la instalación del Ferrocarril del Valle y el servicio de tranvías en Cochabamba; para obras de alcantarillado; para la instalación de la red de agua potable; para pavimentación y para la construcción de la Represa de La Angostura.

• Ampliaciones periódicas de pabellones en el Hospital Viedma.

• Construcción del Mercado Central de la Calle 25 de mayo y mercados seccionales.

• Obras de desagües pluviales.

• Obras de canalización del Río Rocha y amortización de empréstitos para ese fin.

• Estudios y captación de aguas potables.

• Construcción de varias escuelas y colegios (incluido el Colegio Particular La Salle).

• Arborización y embellecimiento de varias plazas y paseos.

• Adquisición de terrenos y ejecución de obras en la UMSS.

• Modernización y renovación de los sistemas de provisión de energía eléctrica.

• Obras viales en provincias, incluyendo la apertura de la Av. Blanco Galindo, pago de expropiaciones y otros.

• Apoyo a la creación de Carreras técnicas y a la Facultad de Agronomía de la UMSS.

• Arborización de los predios de la UMSS y La Coronilla.

• Indemnizaciones por ensanches y apertura de calles y avenidas.

• Construcción del Edificio Municipal, la Casa de la Cultura y otros edificios públicos.

• Construcción de puentes sobre el Río Rocha y otras obras.

• Construcción del Estadio Departamental “Félix Capriles”.

• Club Hípico Nacional.

El Estadio se llama Félix Capriles, porque este ilustre ciudadano fue jefe de cobro del Impuesto a la Chicha, y como buen deportista, fiscalizó el financiamiento de las sucesivas ampliaciones de dicho campo de juego.

Ya el Gobernador Intendente Francisco de Viedma, el Príncipe Luis de Orleans y Braganza y D’Orbigny habían manifestado su disgusto ante la proliferación de chicherías en el valle cochabambino, que semejaba una suerte de campo urbanizado. Hacia 1840, la chicha y el chicharrón se expendían en plena Plaza 14 de Septiembre, junto al edificio de la Prefectura, y hacia 1950, cuando ya se reprimía sañudamente a los expendedores de chicha en el centro de la ciudad, los restaurantes de la Plaza 14 de Septiembre y el centro de la ciudad, ofrecían el néctar de los incas a sus parroquianos.

Centenares de chicherías se repartían en las calles San Martín, San Juan de Dios (hoy Esteban Arze) y Aroma; algunas de ellas eran también fábricas de la chicha “paisanita”, es decir, no traída de Cliza, el primer productor, de Punata, Tarata u otra población del Valle Alto.

El Heraldo describía así la profusión de chicherías en la antigua Cochabamba:

“En la Plaza 14 de Septiembre había una en la vereda del palacio (hoy Prefectura) con sus enormes ollas de comida en la puerta.

En la calle del Teatro (hoy España), dos en la casa que hoy es de la familia Unzueta; una en la de la viuda de Daza con sus ollas de comida servidas por un matrimonio de africanos, una al frente de los señores Fernández; una en la casa que es de las señoritas Quiroga; otra en la casa que es de la Sra. Clara Villarroel, antes del finado Dr. Zacarías Arze, otra en la que ocupa el hojalatero César Nl, tres en la casa que pertenece al Dr. Gutiérrez Argandoña, una en la de don Pedro Loureiro, otra al frente, en la casa del Dr. Francisco Rojas; otra en la de doña Juana Ariscáin; otra al frente de la de doña Manuela Córdova y otra en la que fue de don Luciano Sanzetenea, que hoy es propia de una familia Gómez, de Mizque. En todo han desaparecido una en la Plaza y 16 en la calle del Teatro (en las dos primeras cuadras). (Diciembre de 1899).

Esta situación se mantuvo hasta la gran epidemia y sequía de 1878, una de las siete plagas de Egipto que se abatió sobre Bolivia en vísperas de la Guerra del Pacífico; y en 1880, las chicherías fueron proscritas a 3 cuadras de la Plaza de Armas, ampliadas a 5 cuadras en 1887. Un año después, la difteria puso de manifiesto la dejadez y la tolerancia de las autoridades municipales a las chicherías ubicadas en el centro de la ciudad, tal como denunciaba El heraldo en julio de 1888: “Existen a dos cuadras y media las de mancilla, Hipólita Abasto (famosa comerciante de chicha, conocida como la “Fondista Hipólita”) y otras.”

El Concejo Municipal quería despejar de cerdos el corazón de la ciudad y entonces se produjo la siguiente escena:

“Un numeroso y compacto grupo de más de 300 “evas” emperifolladas con vistoso dominguero, llenaban el jueves el estrecho recinto de la barra, en el sal´ñon de sesiones del Concejo Municipal. Eran del gremio de chicheras e iban a implorar por la vida de millares de inocentes cerdos… Humanizado el Concejo, ha concedido 60 días para el destierro de los cerdos. La noticia fue acogida con vivas muestras de alegría.” (El Heraldo de 25 de agosto de 1888).

La modernidad ha llegado a Cochabamba, y con ella, el “gusto alemán” por la cerveza. La Cervecería Taquiña se fundó en 1885 y la Colón en 1890.

Con todo, hay que recordar que Cesáreo Capriles protestaba contra el uso clientelar que hacían los políticos conservadores y liberales de los electores artesanos, y definía a estos últimos como animales anfibios que viven entre la chicha y la política.

La descripción que hacen Rodríguez y Solares es aleccionadora:

“A este escenario concurren los personajes socialmente más diversos. Delicados caballeros de bastón y levita, es decir poderosos hacendados, influyentes políticos y funcionarios de alta jerarquía, prósperos banqueros y comerciantes, compartían con naturalidad el lugar con humildes artesanos, empleados de modestos ingresos, estudiantes de escasa fortuna, feriantes y una amplia gama de juerguistas profesionales, románticos no correspondidos o simples adoradores de la buena chicha. En este microcosmos social se practica una amplia democracia totalmente desconocida en cualquier otro ámbito de la sociedad oligárquica. Lo que no podía la política lo conseguía la fraternidad de la chichería. Aquí unos festejan sus hazañas comerciales, sus éxitos políticos y sociales o sus grandes o pequeños logros cotidianos. Otros vienen a mitigar sus frustraciones, a ahogar sus penas, a acumular nuevas fuerzas para proseguir su camino. Sin embargo, a todos por igual le cautiva la “buena chicha”, son peritos en saborear y reconocer sus diversas variedades e identificar sus grados de fermentación; todos son sensibles a la atmósfera que se creaba entre jarra y jarra del aúreo licor matizado por los emotivos lamentos de piano, el acordeón o las guitarras entonando antiguos aires populares. Innumerables cuecas y bailecitos anónimos nacen y se revitalizan en estos recintos en torno a antiguas pasiones, de evocación, de tristezas olvidadas, o de intentos de borrar las penas actuales con nuevas ilusiones o fugaces promesas se derrumban los prejuicios sociales, el mundo se da la vuelta y el alma popular vence por un momento al modernismo europeizante. De pronto, en lo más íntimo, todos se sienten por igual cholos y mestizos, en fin, “vallunos”.

La chichería actúa como un rasero social en la sociedad oligárquica. En este escenario, se valora la habilidad para lanzar tejos al sapo, monedas a la rayuela o tiros inspirados jugando cacho; la voz bien timbrada, la picardía criolla, el virtuosismo en la ejecución de la guitarra, el acordeón, la concertina o el piano vertical (antes el armonio), piezas vitales de las viejas chicherías.

Y todos rinden unción y respeto a la chichera, que ejerce su función mayestática con enorme dignidad o a gritos destemplados, pero siempre acatados en silencio.

Fuera de la chichería, todos asumirán sus viejos papeles de oligarcas, siervos o artesanos, pero dentro de ella, la cultura popular, la picardía criolla, el culto por la gastronomía valluna y la calidad de la chicha definirán un espacio de subversión de las jerarquías sociales. Tal es la fuerza y la gracia del estudio de Rodríguez y Solares.

Este escenario típicamente valluno fue llevado al mercado interno e incluso llegó a las salitreras chilenas, con toda su parafernalia de usos y costumbres. A dos cuadras de la Plaza Murillo, en La Paz, había famosas chicherías. Una de ellas, ubicada en una calle honda junto al edificio de la Contraloría General de la Repúbica, era visitada por el Presidente Hernando Siles, por el abogado Damián Z. Rejas, por diputados, senadores y ministros de Estado.

LAS CHICHERÍAS

El conocido escritor cochabambino Claudio Ferrufino Coqueugniot, Premio Casa de las Américas en Novela, escribió en su momento un artículo delicioso titulado “Las Chicherías”, para ilustrar el viejo culto que los estudiantes universitarios hacían del licor de los Incas, que los convertía en Akha Devotos. Una chichería frecuentada por los estudiantes de Sociología, muy amigos de Claudio, era El 18 Brumario, célebre porque aludía a una obra de Carlos Marx. Veamos qué dice Claudio.

"Cerca del antiguo estanque de Coña Coña, hace poco, Raúl, José Manuel, Pepe y yo reencontramos la magia de la chicha por la mañana. Bailamos música agachada de Huancayo y vivamos a los guerrilleros del Tupac Amaru que habían encerrado a los dueños del mundo en un palacio. Las horas transcurrieron con la placidez de los eucaliptos, el goteo incesante de las monedas de la rayuela, un poco de pan y un alcohol amarillo que sabía a ceniza. Era como caminar quince años hacia la sombra, a desaparecer las canas de los cabellos, a esperar la llegada de mujeres que no se han hecho tan viejas como para dejar de hablarnos...

El martes por la mañana Julio me llamó desde Estados Unidos, de una prisión estatal virginiana en un pueblo llamado Lorton. Me dijo que estaba bien, que cuando lo soltaran decidiría venirse. Extraña las sucias sillas, las moscas que hacen mítines inmensos, los vasos pequeños como para poder apostar un seco tras otro sin miedo de caerse.

Los amigos salieron de sus labios; eran preguntas. Después de casi ocho años allí, donde son rubios, él se hundía en la nostalgia.

En la cárcel de Lorton, Julio imaginaba el Bar Quito, "barquito", donde tenían chicha cliceña y se juntaban los mejores rayueleros cochabambinos, aquellos que de buenos juegan sentados, con otro que les recoge los tejos. Cuántas jarras dobles perdimos apostando. Alguna vez ganamos, lo que era notable. Pero ver a aquella gente lanzando monedas tan precisas era de por sí grande.

Me acordaba de cómo mi padre nos llevaba, a Armando y a mí, a las peleas de gallos, no lejos de dicho bar, sobre la calle Antezana, y de cómo impactaron mis ojos niños los jugadores de taba. En la rayuela he revivido con melancolía esos días. No recuerdo el rostro de papá entonces, mucho menos el de mi hermano, pero sí se me quedó en la cabeza aquel hueso increíblemente blanco que volaba para caer de suerte o de culo y convertirse en plata.

No sé si queda algo, debiera preguntárselo a Alfredo Medrano, o a Ramón Rocha, que me guiarían sin desgano. Porque ahora que me han adormilado las urbes extrañas se me hace difícil encontrar los viejos pasadizos del vicio, los de la fiesta eterna y la fraternidad, palabras que en anglosajón no existen más.

Ya a medianoche nadie quería atendernos. Por la Simón López, arriba, estaba la última y segura posibilidad: el "Quiero amanecer". De todos los extremos de la ciudad llegaban los aguantadores, para quienes la noche representaba un muy corto espacio temporal. Con Ramiro Murillo tomábamos una calle lateral y bajábamos a nuestras casas con la salida del sol. Resulta que ahora ya todos andamos muy ocupados, la ciudad se ha norteamericanizado malamente, nosotros mismos somos mano de obra buena en las metrópolis del norte. La vida se nos va y parece que al que supuestamente vive en el cielo le gusta hacer que sus hijos olviden lo que fueron; por eso prefiero escribir, antes de que se me pierdan los nombres y eternizarme como fui.

Luego de mediodía me puse a escuchar un disco de "Mocedades", la canción que titula "Amor de hombre", y a raíz de ella nace este texto, porque había una chichería, en la Antezana final, casi Guillermo Urquidi, en un pasaje que va desde esta calle a la avenida Oquendo y que es todavía el imperio del barro, cuyo nombre era justamente "Amor de hombre". Era la chicha preferida de mi amigo Elmer, que vive hoy en San Francisco.

En nuestros veinte años (Elmer) me telefoneaba, todas las semanas, para ir a la chichería. Sus opciones eran tres: el "Curichi", en Quillacollo, con garapiña y mini-golf, cuyos palos ocultaban al anochecer, cuando los ánimos ya se habían caldeado, para evitar que los parroquianos se descabezasen unos a otros. Luego sugería el bar de don Casto, viejo dirigente movimientista, cuya chichería en la calle Bartolomé de las Casas era, y es, arbolada y concurrida. Nostalgiosos "revolucionarios" hablaban quedamente de los días de abril, del recurrente pasado de los fracasados. Había rayuela y excelente bebida, pero demasiada tranquilidad. La tercera opción venía a ser el "Amor de hombre". Los zapatos se perdían en el lodo hediondo de la calle, pero había música en vivo.

Trasnochados, y luego famosos, folkloristas ejercitaban su arte ante los llorosos ojos de los borrachos. Promiscuidad de las mesas. Con la vista nublada a nadie importaba que su vecino más próximo fuera de profesión ratero, o que algún pobre y prostituido homosexual se sentara en sus faldas y tratara de entrelazar sus manos con las tuyas para acompañarse en la oscuridad.

Éramos pobres y jóvenes. Reuníamos las monedas de todos, aunque sabemos también que todos se guardaban algo de dinero para "escapar", dinero que finalmente salía a luz cuando no quedaba chicha, para la segunda ronda. Se designaba a alguien para comprar panes de a peso. En medio de la mesa, al lado de un mugroso balde, se depositaba la comida de esa tarde, una docena de panes si éramos muchos, o dos piezas por persona. Con la borrachera llegaba el hambre y allí seguían las redondas tortillas para calmarla.

Cuando cerraba la chichería, íbamos en intensa caminata buscando otro lugar. El "Me da la gana", al lado del canal de la Angostura, mirando hacia lotes y lotes de lechuga verde, era el más bonito. Higueras, pastos, extensa vida campestre. Ahora lo corta una avenida y el canal de agua turbia está tapado. No hay más lechugares ni los grandes eucaliptos cerca de la avenida América. El progreso ha levantado casas ricas y nos hace dubitar acerca de nuestra memoria". 

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Publicado en Los Tiempos (Cochabamba), Separata Anécdotas de Cochabamba (RRM), septiembre, 2011

Imagen: Cargador de chicha

Tuesday, September 20, 2011

La masificación de la marcha/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Roque Dalton, hablando de la revolución salvadoreña, decía que ésta pasaba por tener huevos, refiriéndose al valor, coraje, con los que se asocia por lo general ese par de colgandijos, con razón o sin razón. Fuera del contexto anatómico, estaba en lo cierto, no se vence sin valentía, y valentía es la que debiera sobrar en este momento en el país para derrotar a las oscuras fuerzas de la contrarrevolución: Evo Morales y sus secuaces.

Hay momentos en que lo ideológico-político debe ceder ante el panorama mayor. Lo que está en juego en Bolivia no es que prime uno u otro partido, una u otra facción; apostamos por la supervivencia de un ente que imperfecto como era y es ha sido nuestro lugar de origen, de cobijo, de consuelo, de melancolía y nostalgia desde lejos. Su Excelencia, el mandarín, ha despertado el fuego de las diferencias y los desdenes de siglos para manejarlos a su antojo, sentando las bases de una nueva clase cuyo potencial en contante, producto del narcotráfico, opaca ya incluso el de las dictaduras más abyectas del pasado. Siguiendo el ejemplo de aquellas, y acomodándolo a un derredor con mucho más dinámico, desea imponer al resto de la población que trabaja, vende, ofrece servicios, se desgaja en imaginación y esfuerzo para arañar el sustento, un grupo humano, los cocaleros, para regir los destinos bolivianos desde su pedestal de oprobio. Ya no hablamos de aquel campesino pobre que cultivaba coca y que a mediados de los 90, en Eterazama, protestaba con un cartel que llevaba la efigie del Che, por el respeto a su labor. Hoy no existe más; lo que hay es un núcleo duro de dirigentes, enriquecido, que de una republiqueta del narco intenta elevarse a establecer los cánones de conducta y explotación de la geografía -nuestra- toda, según sus intereses, ya no de clase sino económicos, aunque para ello se deba vender o regalar Bolivia al imperio ultracapitalista de los cárteles de la cocaína.

Para mí es tan simple como pensar que vi a mis padres trabajar muy duro la vida entera, para tener cierta comodidad. A eso aspira cada individuo, a ofrecer a su familia lo mejor que pueda. Se lo hace con trabajo, incluso sabiendo las contradicciones y el cómo funciona el sistema donde los que tienen más con más se quedan. Supuestamente, a pesar de ser una falacia también, la democracia permite al menos esta esperanza. Los sistemas totalitarios acaban de entrada con la ilusión. En el caso de Evo Morales, de quien dudo haya trabajado y sin embargo es gamonal, el bien colectivo, exceptuando el de sus afiliados a las federaciones de la coca y el suyo, no le interesa. Su malhadada e ininteligible verborrea de pobres y revolución hace de pantalla para un programa bien claro de enriquecimiento ilícito. Igual al coronel de la cara maquillada de Libia, y muy cercano a la esquizofrenia de Idi Amin, Morales no aspira a la felicidad general, sino a la propia, a mantenerse en el poder, al expolio insostenible de la tierra con un mar de cocales que si pensara sabría no es eterno, no puede ser eterno. Qué le importa. En el momento preciso está seguro de escapar. Tendrá de sobra medios de subsistencia.

El fenómeno Evo Morales no es siquiera el sueño orate y nacionalista de Karadzic o Milosevic, la locura ideológica de Pol Pot, lo místico de Hitler. Mucho más simple: le ha visto el negocio, y quiere aprovecharlo, desligándose de los ideólogos que erróneamente pensaban estar creando una insólita revolución. Y junto a él una horda de amanuenses famélicos de oro.

Lo dicho, aquí se necesitan huevos, como los que pone la activista María Galindo al pedir que se apoye la marcha indígena del Tipnis con otras marchas. Tienen que marchar los estudiantes, los obreros, los niños, las barrenderas y los escritores. No queda otra. A ver si puede Evo crear mil Yucumos para mil marchas que se esparcirán por el territorio como uno, dos, tres, muchos Vietnam…
15/09/11

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 20/09/2011

Imagen: Marchistas de la CIDOB (fotografía tomada de Al-jazeera

Monday, September 19, 2011

Un húngaro en la guerra civil rusa/ECLÉCTICA


 Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Tengo en las manos la emisión postal completa del año 1922 de la recién formada República Socialista de Armenia, parte de la también joven, y triunfante, Unión Soviética. Algunas de las estampillas muestran escenas típicas del ideario socialista: herreros, sembradores, labradores, barqueros; bucólicos paisajes que hablan de una tierra a la que ha llegado la paz revolucionaria. En otros sellos, en acto que pronto sería inadecuado para la nueva situación, los armenios presentan extraños seres nacidos de la esplendorosa y anciana mitología del país, acompañados de la refulgente estrella socialista. ¿Por qué hablar de ello? Porque 1921 indica -oficialmente- el fin de la guerra civil y la consolidación del gobierno bolchevique en Rusia y las repúblicas asociadas al imperio. Ya para 1922 se había derrotado a los enemigos reaccionarios, la insurrección anarquista campesina en la planicie ucraniana que Babel definiera como una "república de tachankas" (tachanka es un carro cualquiera que lleva sobre sí una ametralladora y que el caudillo Majnó utilizó de forma letal tanto contra Denikin como contra Trotsky en su admirable campaña guerrillera), el peligro de intervención extranjera, los movimientos nacionalistas, los remanentes del ejército checo...

La guerra civil que sucedió al armisticio ruso-germano, la revolución burguesa y la instauración de los soviets el año 17, se encuadra cronológicamente entre1918 y 1921. En el cincuentenario de la revolución, 1967, el director Miklós Jancsó, en una co-producción húngaro-soviética, realizó el filme "Rojos y blancos" que trata de los inicios de aquella guerra civil. Jancsó es original dentro de la cinematografía con sus largas exposiciones horizontales, su casi falta de diálogo, la utilización de la música y las canciones como parte explicativa del argumento. En "Rojos y blancos" usa una magistral coreografía de sus personajes. Las múltiples tomas de la caballería en movimiento, ya sea en primeros planos o en extendidas composiciones, adecuadas al hecho histórico, dan al filme por momentos la sensación de vértigo. El espacio es algún lugar de la Rusia central, un monasterio abandonado, que pasa de las manos de los "blancos" a la de los "rojos", y viceversa. Entre las tropas comunistas hay muchos extranjeros que forman una brigada internacional; varios húngaros que son el contexto y la intención de mostrar cuán antigua es (era) la solidaridad húngara con sus hermanos soviéticos. Sin embargo, a pesar de este mensaje solidario que Jancsó quiere explicitar, el filme muestra una galería de personajes, en ambos bandos, que no se diferencian mucho el uno del otro.

Los dos ejecutan a sus prisioneros, tienen rasgos de nobleza pero también abyección. Por supuesto, siendo la obra un festejo de la revolución rusa, los tintes de bondad se inclinan más hacia el sector "rojo", aunque me parece que hay en Jancsó una sutilísima crítica del autoritarismo. Se presume que aquellos sobrevivientes magiares del conflicto engrosarán la experiencia revolucionaria en Hungría, 1919, efímero proyecto de cuatro meses, cuyo cabecilla, Béla Kun, fundador del partido comunista húngaro, refugiado en la Unión Soviética, sería purgado por el estalinismo veinte años después.
30/03/04

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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), marzo, 2004

Imagen: Memorial a Béla Kun, Terezvaros, Budapest.

Demográficas/MIRANDO DE ARRIBA


Anuncian que para el año 2050 la población hispana de los Estados Unidos se triplicará, llegando alrededor de los 103 millones, no necesariamente hispano hablantes. El segundo grupo étnico que también triplicará su número es el asiático con una treintena de millones de habitantes en las próximas cinco décadas. La raza negra ocupa un tercer lugar con un porcentaje mucho menor a los conjuntos anteriores, siendo los blancos los que tendrán la más lenta tasa de crecimiento.

Estos datos tienen una implicancia radical para el futuro del país. De acuerdo a ellos debieran diseñarse las nuevas políticas si se quiere conservar las estructuras actuales de poder, el bipartidismo, la alternancia de republicanos y demócratas, las regiones y sus representantes, etcétera. Con un 26 por ciento de la población total, los hispanos acrecentarán su capacidad de voto y la posibilidad de exigir leyes o mejoras que los beneficien. Es más, la importancia latina no sólo se asocia a la cantidad de personas que le pertenecen y su finalmente alcanzado anhelo de influenciar el rumbo de las futuras elecciones nacionales, sino que al ser un grupo étnico joven en su mayoría, representa para lo venidero la mayor fuerza de trabajo que mantendrá o hará sucumbir, según las circunstancias, a esta nación poderosa. La decreciente, en comparación a las demás, raza blanca se hallará en situación desventajosa. El avejentamiento de su población la hará dependiente de la explosión demográfica hispana. Los jóvenes hispanos sostendrán con su trabajo los programas sociales, el de jubilaciones entre ellos, donde los beneficiarios serán los hoy todavía mayoritarios ciudadanos de origen europeo.

La noticia en sí es alentadora; el idioma español, el bilingüismo, que ya ocupa hoy lugar prominente para la obtención de empleo, mejorará las chances de aquellos que lo hablen. Sin embargo existe un riesgo asociado a la idiosincracia latina y es aquel del caciquismo y la rosca. Hablando de la naciente inteligentsia hispana con base en los Estados Unidos se muestran sus primeros síntomas característicos: una élite de músicos y actores, de segunda casi todos, anclados en la indefinida Miami y agrupados en torno al clan de Emilio y Gloria Stefan, manejan los hilos del mundo artístico latinoamericano. Lo mismo sucede en otras ramas, sean académicas o ejecutivas. Una falta de criterio o de percepción futuras podrían significar el fracaso como grupo humano, hacer que los números sean sólo eso.
21/3/04

Publicado en Opinión (Cochabamba), marzo, 2004

Imagen: Sello postal norteamericano, conmemorando la herencia hispánica.

Sunday, September 18, 2011

Geografía del tamal


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Fue en 1975, de viaje a Córdoba, que en un alto del tren, en Tupiza, tuve conciencia de aquella comida llamada tamal. No compartía las descripciones que la literatura mexicana había puesto en mi imaginación, pero las mujeres locales gritaban fuera de las ventanillas “tamales, tamales”. No mayores que una bola de pelota vasca, envueltos en chala de maíz, con relleno de cerdo y de pollo, arvejas, zanahorias y salsa picante, resultaron muy sabrosos. A través de los años, y durante el intenso corto período que en mis veintes dediqué al contrabando en la frontera argentina, aguardaba el rechinar de los frenos, casi siempre alrededor de las nueve de la mañana, que junto a los eucaliptos anunciaba la villa de Tupiza. 1984, la última vez, en grupo, camino de Buenos Aires. La fecha de Orwell nos lanzaba en una elíptica de libertad, quimera, hambre de mundo. Y tamales redondos…

Deshojados los calendarios por décadas, conviví, aún lo hago, con una firme, compleja, contradictoria sociedad mexicana en los Estados Unidos, desdeñando para siempre la falacia de un solo México, por ser esa tierra continental, diversa, inagotable.

Compañeros de trabajo, del borde entre Oaxaca y Veracruz, me invitaron bocados envueltos en hojas de banano. El tamal era blanco, casi incoloro o transparente, con una hierba negra en medio de fuerte sabor y cuyo nombre o descripción no conservo (tal vez hoja santa). Fueron el preámbulo de un mole dulzón y picante -distinto al que comimos en Puebla durante la semana de festejo de la lengua francesa, doblemente recién casado yo, amaneciendo en el mercado con un conjunto norteño que aporreaba una y otra vez la alegre canción de los caminos de Michoacán-, seguido de abundante cerveza y chiles que conjurarían más tarde los mil y un infiernos.

Dicen que México cuenta entre 500 y 5000 variedades de tamal. Lo creo. Ya los mencionaba Bernardino de Sahagún. Habré conocido una decena: algunos amarrados en ambos extremos, largos; otros cuadrados, rectangulares, con hilo o no, en hojas secas de maíz remojadas para flexibilidad, en verdes de elote, en las de plátano y plantas que desconozco. Los amigos de la sierra de Guerrero los ofrendaban en fiestas de cumpleaños, mientras sus relatos iban de ejecuciones y bailes, donde los hombres colgaban del hombro mortales cuernos de chivo (AK47), a juramentos y venganzas inmemoriales. Que cuántas muertes traes, y cuándo las cobras…

El tamal se ha expandido. En Bataan los llaman bubutos, y los pinoy, término derogatorio para los filipinos de USA, que va perdiendo este sentido y se hace general, los preparan con harina de arroz, pollo, jamón, semilla de achuete (achiote), leche, cubriéndolos a veces con frutos de mar y etcéteras de la amplia gama de alimentos isleños. Aunque el maíz sea casi obligatorio, la culinaria popular, dependiendo de su espacio geográfico, lo ha reemplazado: tamales de quinua tiene el altiplano peruano, de guineos verdes, ñames, auyamas (zapallos o lacayotes), yuca, plátano macho Puerto Rico y las islas del Caribe grande, donde se denominan pasteles de hoja; tamales de frijol; de Filipinas con arroz, cacahuate y leche de coco, y el extenso rango de tamales del África negra, venidos de la exploración y la conquista, del largo, libre o forzado, intercambio cultural

Oaxaca. Sus comidas, según un viajero norteamericano, no pertenecen a la realidad mundana, parecen legados extraterrestres; “cocina elaborada y audaz”, dice Italo Calvino en Bajo el sol jaguar. El sabor de un tamal oaxaqueño, de los muchos, bañado en mole negro, mixtura de chile chilhuacle y chocolate, desafía la imaginación. Lo hacen sus pueblos, lenguas, leyendas, su música que en La Sandunga renueva historias de sacrificio y dolor.

Se necesitarían libros para indagar o recorrer la geografía del tamal. En regiones de Bolivia, Perú y Argentina se lo suele confundir con la huminta/humita que se prepara con grano fresco y no con harina. Conviven ambos y pertenecen a un mismo legado pero son distintos. En la huminta el choclo no es sometido, como se hace por lo general con los tamales, a la nixtamalización del maíz, que, para preservarlo, consiste en hervirlo con cal viva, lo que permitirá larga supervivencia del alimento, tanta que a los guerreros aztecas se les proveía de tamales secos en las campañas de conquista.

Los hay salados y dulces; picantes y sin sabor (cuando el tamal se empleaba en rituales de purificación). En Costa Rica llaman a los de harina pura, sin relleno, tamales mudos, tal vez por la ausencia cantarina de diversidad. En Sinaloa los apodan tamales tontos, en un peculiar enlace entre lo puro y lo soso. Allí, en la tierra de los narcocorridos y reinas del sur, se preparan con piña y verdura, y hay extraños tamales barbones con langostinos cuyas patas y barbas sobresalen de la masa.

Durante una recepción prodigada por un exitoso empresario boliviano en Lakewood, Colorado, estribaciones de las Rocosas, conocí el zacahuil, del sur de Tamaulipas, el tamal más grande cocinado en bandeja, no envuelto. Hicieron uno, inmenso, para la centena de invitados, con la originalidad de cambiar la carne de puerco por la de venado, siendo temporada de caza. Era una suerte de guiso en fuente, delicioso a pesar de su no tan buen aspecto.

Colombia, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, incluso Brasil con la dulce pamonha, son algunos de sus lugares de preparación. El tamalli nahua ha recorrido un gran trecho, hasta los asturianos del Nuevo Mundo que lo hacen con jamón crudo y fabas; los purépechas lo acondicionan con zarzamora salvaje.

Varían sus colores. Teñidos con ingredientes naturales para eventos infantiles, casi siempre con achiote por el bello carmesí, que me recuerda las fantásticas humintas de ají colorado de mi abuela, ya desaparecidas en Cochabamba. Todo un ritmo de sabor. No en vano la Orquesta Aragón, cubana por excelencia, canta la historia de Olga, que vendía tamales con pimienta en las calles de la nunca olvidada Cienfuegos.
12/09/11

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Publicado en Ideas (Página Siete/La Paz), 18/09/2011

Imagen: Tamales en el Códice Florentino

Saturday, September 17, 2011

Desastrosas consecuencias/MIRANDO DE ARRIBA


Las bombas que mataron a doscientas personas en Madrid causaron repudio general. Miles de personas protestando, con cantos de "asesinos", discursos y alegatos acerca de que el miedo no los hará replegarse, ni ceder posiciones a los "terroristas", no cambia nada, son actos de pura simbología, y, para los que saben, de propaganda.

El letal juego del terror tiene hilos invisibles. En la época del populismo ruso, el asesinato político del que usualmente se acusaba a organismos revolucionarios clandestinos era, en buena parte, pensamiento y hecho de la Ojrana zarista, la policía secreta. En la bruma del dolor y de la muerte es fácil confundir, y más aún culpar, a uno con/y a otro, cuando la realidad, lo oculto detrás de la sangre, los intereses, las elecciones, el futuro de líderes y partidos pueden, no digo que hoy sea el caso
-tampoco lo niego-, jugar un rol primario en actos semejantes.

Si ETA fuera culpable ¿qué ganaría? Su ubicación ya es clara en el panorama español. Al Qaeda demostraría su vigencia, Madrid como muestra de que permanece. George Bush quizá reciba con estos objetos destrozados de Madrid, que lastimosamente no más que eso son las víctimas para la maquinaria del poder, un importante espaldarazo -producto del miedo, objetivo básico del terror- para las próximas justas presidenciales de su país. El cobrador de impuestos Aznar también puede obtener jugosos beneficios del desastre. ¿Quién le hace el juego a quién? ¿O este macabro oficio de dominar nos tiene a los civiles como prescindibles piezas de un grande y sucio tablero?

Además que mientras haya terrorismo de estado, e incluyo en él tanto a Khadafi, Hussein como a Bush y Sharon, existirá respuesta de los más extremos opositores. Práctica de terror de estado es la muerte en prisión hace unos días del líder palestino Abu Abbas, detenido por los norteamericanos en Bagdad. Nunca sabremos la verdad, porque de muerte "natural" han caído muchos en la historia. Seguro que los desaparecidos de Argentina, en opinión del bueno de Henry Kissinger, perecieron así. Alemania "suicidó" a los miembros de Baader-Meinhof y hoy se instala, gracias a las potencias, un sórdido gobierno en Haití, plagado de individuos relacionados con escuadrones de la muerte. Pero Haití es una primera escala para la invasión de Cuba -todo sea por la libertad y los votos de Florida- Eso también es terror y de ahí proviene lo de Madrid y más....
14/3/04

Publicado en Opinión (Cochabamba), marzo, 2004

Imagen: Fotografía del atentado al metropolitano de Madrid

Wednesday, September 14, 2011

Del árbol llamado Molle/ECLÉCTICA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Así titula el capítulo CXII de la Historia de la Conquista del Perú por Pedro Cieza de León. Muchas veces, por el constante contacto que uno tiene con algo, se pierde la perspectiva de su importancia o su belleza. Ocurre con el árbol de molle, tan cochabambino y tan cercano. Cuando, luego de muchos años de ausencia, tropecé en Los Ángeles con árboles iguales a los de la tierra, sentí algo que fácilmente podrían calificar como "nostalgia de la patria" siendo que este concepto abstracto de patria no tiene nada que ver con el de herencia. Al leer a Cieza, antes que hubiese patria alguna sobre la cual afirmarnos, vienen a la mente imágenes de árboles solos en las vertientes andinas de Cochabamba, de tupidas sombras sobre los lechos de ríos secos en el silencio de Cotagaita y demás valles potosinos.

Escribir acerca de un árbol quizá no parezca serio y sin embargo hay una literatura gauchesca del ombú, una vasta mitología africana del baobab, planta misterio que a duras penas cultivan hoy en granjas especializadas de Zambia. El molle forma parte de nuestra heredad, por encima de fronteras. Nombrarlo implica un acercamiento familiar, intimidad que han producido los años, confianza de una presencia antigua.

Delia Seyhun, nueva colonizadora boliviano-canadiense del sur de África, relata su encuentro con el molle en el borde que separa el Estado Libre de Orange y el reino de Lesotho, a orillas del Senqua que en lengua sesotho significa sauce llorón. En aquella lejanía, el molle cubre la región montañosa de Maluti que se extiende, ya en Sudáfrica, en la cadena Drakensberg (casa del dragón). Si abre los ojos, porque no necesita cerrarlos, le parece que la semiaridez del lugar, la arboleda dispersa que incluye molles, sauces y álamos chilenos bien podría llamarse Suticollo, Itapaya, Viloma, Capinota, Vinto, cualquier atesorado rincón. Interesante que no sólo el molle hermana esta parte del continente negro con el valle de Cochabamba: tanto zulúes como basothos fabrican un brebaje de maíz similar a la chicha y el pito -con azúcar- lo utilizan para largas caminatas igual que los quechuas.

Esta anacardiácea, Schinus molle, llamada comúnmente "pimiento boliviano" (Chile), "aguaribay" (Uruguay), "molli", "cuyash" (Perú), "molle"(Bolivia/Argentina), originaria de los valles interandinos de Sudámerica, se encuentra también en la Europa mediterránea, Australia, Israel, África, Brasil, México y Centroamérica y sus aplicaciones medicinales son diversas. La utilizan en Turquía como diurético y expectorante; en Argentina como antinflamatorio; analgésico en Sudáfrica; para la uretritis y la blenorragia en Paraguay; contra la bronquitis, asma y como antidepresivo... Las testarudas chicharroneras de Cochabamba continúan limpiando sus peroles con ramas de molle; lo mismo hacen con sus hornos las panaderas, sabiendo inconscientemente, por tradición, de sus grandes cualidades antibacterianas y antifungales. Hay pepitas de molle en el vino chileno y se las vende como pimienta en los mercados de Quillacollo y California.
En Córdoba, se bebe aloja de molle.

Se encuentran sus rastros en los enterramientos ancianos. Lo usó el soldado Pedro Cieza de León en 1550 y había en el patio trasero de casa uno macho y otro hembra.
9/marzo/2004

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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), marzo, 2004

Imagen: Molles cochabambinos 

Tuesday, September 13, 2011

El perro se muerde la cola/MIRANDO DE ABAJO


Asistimos sólo al comienzo del proceso de desintegración del MAS. Ya no únicamente se deslindan, de un lado y del otro, con las siniestras ONG que ejercieron actividades patriarco-coloniales sobre una nación de indios, pobres y desamparados, creando una casta de individuos bien pagos que ostentaban la dualidad de ser nuevos ricos y supuestos defensores de los míseros. Ellos crearon esta mórbida gesta de rejuntados que hoy gobierna, sobre tesis vacuas, irreales, corruptas; intentaron sacar de la nada una Arcadia que nunca existió, que condescendió con sus intereses de salvadores del mundo y aprovechadores, asuntos que ni en teoría, y mucho menos en práctica, concuerdan.

El fatuo presidente de los bolivianos fue su cría, se alimentó de ellos, y de diversas fuentes, incluida la norteamericana, que lo apuntalaron hasta llegar a donde está, un endeble trono de coca, que parece inclinarse con peligro a ceder el bastón de mando a los oscuros artesanos del crimen, siendo Evo una pieza más de su feroz juego global. Pero en un país de tremendas ambigüedades, a ratos esta inclinación oficial por el crimen semeja conceder espacio al campo contrario, desarrollando una cacería de brujas antinarcóticos para complacer al todavía amo del norte, y protegerse -quizá- las espaldas de la debacle que asoma con la sentencia del reo Sanabria en una corte de Miami. Creen los jerarcas que sacrificando a los peones, el tablero se mantendrá incólume, sin darse cuenta que el objetivo es la cabeza, aunque en una primera instancia caigan los alfiles, Llorenti entre ellos, y luego los caballos y las torres. Después viene la reina seguida por el rey.

En esta brega, que resulta ser interna, los masistas se muerden unos a otros; se acusan, se venden, tratando cada uno de salvar el pellejo y salvárselo al Apu Mallku que en su momento se verá también abandonado. Lo cierto es que cambiaron las reglas del juego. Ya se barajan nombres. Por poco no se le dice al ministro de Gobierno que aliste maletas para la perpetua. El millonario Felipe Cáceres, digno ejemplo de la pericia comercial de los indígenas del Ande, en esta separación aguda que ellos mismos proponen en relación a los salvajes del oriente, ya ha sido mencionado (equivale a marcado) y dudo que pueda comprar amistades de cien mil dólares entre los que en su momento lo han de condenar a prisión. Esa diferencia, la de los nombres, alerta sobre la proximidad del fin. Y Evo lo sabe, por eso se revuelca incómodo en la silla. Amenaza, intenta alianzas internacionales, propone las bases de un aeropuerto privado del narco en medio de su territorio. Hasta es posible que se haya construido un bunker en el Chapare que supone ha de preservarlo del castigo. Pero Morales no es Saddam Hussein ni Qaddafi. Poco puede esgrimir en su favor para que valiera la pena jugarse en su defensa. ¿El litio? Se explotará con él o sin él cuando el mercado lo considere imprescindible. Los chinos no moverán un dedo por una pieza intrascendente en el panorama mundial.

Cuando las papas queman, los cocineros se acusan unos a otros de haber incendiado el festín. No hubo ni cordura ni mesura entre los del gobierno. A pesar del discurso de que todo está bien y bajo control, los secuaces ya piensan en las posibilidades y certezas de fuga personal. Si Morales es tan tonto de no haberse levantado un refugio, de pronto se encontrará sentado en un sillón abandonado, con las puertas abiertas a la masa linchadora que se encargó de azuzar.

Los perros se muerden la cola cuando les escuece el trasero. La salida de una entrega total al narcotráfico, a que en el país gobierne él, son inviables. El narco sobrevive porque mantiene un flujo monetario que beneficia a los estados. Cuando no les conviene lo barren. Y para Bolivia se preparan escobas de hierro.
11/09/11

Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 13/09/2011
Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 16/09/2011

Imagen: Calavera en un grabado popular mexicano

Sunday, September 11, 2011

El nuevo auge de la goma/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

La fábula de la goma toca de cerca la historia nacional. El novelista Hugo Ferrufino Murillo imaginaba una obra que tuviera como personaje a Nicolás Suárez, emperador de la siringa, quien desde el fondo de su imperio vegetal enviaba cargas de lencería para ser lavadas en París. Werner Herzog, en "Fitzcarraldo", enfiebra la mente de los espectadores con escenas de barcos que ascienden montañas a hombro en busca del agua, para lanzarse luego a los míticos bosques gomeros que traerán oro -y ópera- a la inercia del mundo nuevo.

Fuera de la lírica, World Business publica un artículo sobre las utilidades que Tailandia recibe, hoy, del comercio de goma, gracias en gran parte a la "inacabable demanda de automóviles de la China". El caucho sintético pierde terreno ante su rival natural porque su elasticidad es mucho menor. El transporte pesado, el aeronáutico, dependen casi exclusivamente de la goma vegetal. La distancia de Tailandia, o Malasia, productores de caucho, a la China es sin duda menor que la nuestra en Sudamérica. Pero, a pesar de que China ha resultado ser el mayor importador de caucho, aunque también lo produce, Estados Unidos acrecienta su demanda. En un supuesto escenario, China tendría que proveerse de sus vecinos asiáticos y Europa, con los Estados Unidos, de nosotros, incluidos Bolivia, Brasil, Perú y Colombia. Sé de monografías que indican al caucho como una de las alternativas a la exportación del gas. Sin embargo, según los economistas internacionales, hay que ser puntual al respecto. Hay un margen de siete u ocho años desde ahora para que la demanda de goma natural, debido a la poca oferta, mantenga precios altos; eso, hasta que crezcan las nuevas plantaciones que serán productivas al fin de tal período.

La posible idea para Bolivia es invertir en el desarrollo productivo de plantaciones ya existentes, con un soporte de otras nuevas para el porvenir. El texto indica que la mayoría de la producción tailandesa, que dejó este año un saldo positivo de 714 millones de dólares en manos directas de los agricultores, proviene de terrenos no mayores a 5 hectáreas. El producto se vende a rescatadores que lo lanzan al mercado mundial.

Cierto que implica un proceso serio de mercadeo. Pero la accesibilidad de las nuevas 200.000 hectáreas de goma de Tailandia es menor a la del trópico local. Gobierno, bancos, compañías tendrían que envolverse en proyectos conjuntos con los agricultores, en un negocio que -parece- beneficia a todos.
06/03/04

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Publicado en Opinión (Cochabamba), marzo, 2004

Imagen: Hevea brasiliensis

Saturday, September 10, 2011

Juzgar a Knut Hamsun/ECLÉCTICA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

En este en apariencia eterno tema de tomar posiciones acerca de lo que hacen los demás, peor -o mejor- si en ellos se envuelve fama, no se puede dejar de lado al irascible escritor noruego Knut Hamsun y su controversial actuación durante la era del nazismo.


Hoy, y gracias a que la historia la hacen los vencedores, es tabú hablar de Adolf Hitler como resultado de un particular momento histórico. Aislándolo del contexto, porque así conviene a las políticas de turno, y haciendo de él un ejemplar de laboratorio, se evita el análisis para arrojar toda la culpa a esquizofrenias y artilugios. Igual que Rasputín, Hitler llega sólo a ser una suerte de malévolo hechicero con capacidad de hipnotizar masas y engatusar mujeres. ¿Cómo explicar si no que una Alemania pronta a la revolución socialista cayera bajo su embrujo?


Por otro lado, las fuerzas aliadas, que en este cuento representan lo bueno, mostraron, después del conflicto, que en sus naciones las calles no tenían color de rosa. En Estados Unidos impera el racismo, el silencio en la Unión Soviética y la dulce Inglaterra se lanza con furia inusitada contra sus opositores en los territorios coloniales. El largo expolio inglés de la India, de esa India "desventurada y profanada" como decía en "L'Inde sans les Anglais" Pierre Loti en 1903, equivale también a un genocidio, cultural y humano. Contra esa Inglaterra de campos de concentración en Sudáfrica, de masacres y robo, se lanzó Knut Hamsun aferrándose a la idea de que una nueva y fuerte Alemania, tan ligada a Noruega desde siempre, opondría un muro donde se estrellaría -definitivamente- la soberbia inglesa. "Hay que poner a Inglaterra de rodillas", afirmaba en una conferencia en Viena, minimizando la importancia de los aportes norteamericano y bolchevique en el esfuerzo anti-alemán.


A pesar de haber aceptado la ocupación germana de su país, consideraba el hecho como circunstancial. En su sueño de una gran confederación de pueblos germánicos, liderizada por Alemania, Noruega tendría un descollante papel en el extremo norte. El gran novelista que ya no escribía libros, redactaba columnas que transmitían el deseo de que el pueblo noruego no sufriese en vano, y menos por Inglaterra.


El cineasta sueco Jan Troell, siguiendo un renacimiento del interés cinematográfico por Knut Hamsun, dirigió en 1996 su extraordinario "Hamsun" que retrata esta conflictiva época del escritor, sus últimos años, además. Recrea la entrevista entre Hitler y Hamsun en Berghof. El tirano, veleidoso en cuestiones de arte, intenta entablar diálogo acerca de la más famosa novela del premio Nóbel: "La bendición de la tierra" (1917), mientras que el escritor demanda respuestas acerca de la futura Noruega, libre y soberana, no protectorado alemán. Hitler acaba irritado y despide a Hamsun del lugar.


Finalizada la guerra, Hamsun tuvo el valor de publicar un obituario para Adolf Hitler; seguía creyendo en una visión, tal vez idealmente aceptable y materialmente desastrosa, que sedujo a tantos otros intelectuales como él -Céline y Drieu La Rochelle-. La pregunta surge de si "errores" similares bastan para desacreditar a un autor que influyó en Thomas Mann y en Maxim Gorki, que fue venerado por Henry Miller, y de la misma talla de Ibsen. Que lo analicen quienes saben y lo comprendan quienes puedan.

02/03/04

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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), marzo, 2004

Imagen: Afiche del film Hamsun, 1996

Thursday, September 8, 2011

Janet Jackson y la moral "americana"/MIRANDO DE ARRIBA


Años atrás, esta artista hermana de Michael Jackson, no tan controversial como él, posó para una antológica portada de la revista Rolling Stone. La foto la mostraba de frente, descubierto el busto, y las manos de su novio de entonces cubriendo sus pechos y saliendo como de un vacío detrás de su cuerpo. Una hermosa foto para una hermosa mujer. Escándalo no hubo; por Rolling Stone pasaron, con artístico disimulo, desnudos de Jennifer Anniston, Brooke Shields, etc., a cual mejor. No big deal.

El fútbol, esa desviación norteamericana del rugby, alcanza pasiones extremas. Cualquier copa ganada implica una secuela de vandalismo: automóviles quemados, vitrinas rotas, violaciones... Tal la importancia que cuando se invadió Irak los feligreses de la guerra, en un país militarista en esencia, salían a las calles con banderas de Estados Unidos a un lado y la de su equipo de fútbol al otro. La idea encierra un retorcido mensaje de histeria patriótica, nacionalismo elemental, alma deportiva; la certeza de que exportar Norteamérica entera al país que se afrenta y se destruye va a seducir a los invadidos, subyugarlos por mano de muerte primero, seguida de admiración. Incomprensible, para quien estudie el caso humano, esta horda ululante de futbolistas guerreros que asediaron Bagdad con el acero de sus tanques mientras creían jugar la final del campeonato.

¿Qué liga a la cantante Jackson con el fútbol? Hace poco se jugaba el Superbowl, que la lambisconería latina local llama el Supertazón. Siempre se monta un espectáculo que acompañe, con figuras de moda y estrellato. Y le cupo lugar a Janet Jackson este año. Se presentó acompañada. En un momento del acto, su chalán extendio la mano y de un tirón desgajó la ropa que cubría un seno, destapándolo. Accidente o premeditación, millones lo vieron en su televisor y la sociedad puritana quedó espantada, tanto que el Fiscal General, no carismático inquisidor protestante, habló de control de decencia en las artes y las presentaciones públicas. Un acta de decencia sería la salida acertada para evitar esta en realidad feliz y atractiva circunstancia de rever la piel morena, aún intemporal, de la Jackson, algo opacada por el excesivo display de la fiesta.

Lo absurdo es que en los Estados Unidos, si se paga, uno puede acceder a mirar cualquier cosa imaginable. Hay prohibición expresa de nalgas y demás. Ni los bantúes pueden mostrar su pública libre humanidad. Janet Jackson atenta con su oscuro pezón a hacer brillar el lado oscuro de la luna. Ante eso se santigua el tío Sam.
22/2/04

Publicado en Opinión (Cochabamba), febrero, 2004

Imagen: Janet Jackson en la cubierta de Rolling Stone

Wednesday, September 7, 2011

Caja de sorpresas/MIRANDO DE ABAJO


Ya secreto a voces. El narcoestado se convirtió en realidad y mucho no le interesa a nadie. Sorprenden las declaraciones de funcionarios, de ONU, OEA, otros, acerca de la magnificencia de la democracia boliviana. Evitan involucrarse. Miente, lambisconea, y llegarás a viejo… y rico. Protesta, quéjate, denuncia, pelea, y tu fin se asegura, más pronto que tarde.

Desde hace diez años, Estados Unidos dejó el papel de policía mundial respecto a la América Latina, hecho que derivó en un largo y esperado nacimiento del continente al sur. Lo triste está en que no resultó así. Catervas de ambiguos personajes se encaramaron en el poder, encariñándose de tal modo que ya no quieren irse. Entre ellos el sui géneris presidente de Venezuela, mixtura de charlatán de feria y chulo, que ora es marxista y al rato santón, decorando su desagradable presencia con mantos de vírgenes y beatos de tres por cuatro. Guerrero de la luz, a la medida de Paulo Coelho, cambió a Marx por Bolívar y a Bolívar por Cristo. Será que tiene miedo acerca de lo que hay detrás de la muerte, o es tan soberbio y vanidoso como perra de exhibición que desea morir presidente. Me recuerda la figura de helados Bimbo, del tiempo joven, sólo que en lugar de la sonrisa jovial del heladero se presenta un peculiar rictus de batracio.

Ya sin policía, decíamos, las bestias se soltaron, y la América que debió beneficiarse con una bonanza inesperada, terminó repartiendo las ganancias en círculos cerrados de adulones, llámense -en Bolivia- milicos o narco-cocaleros, o en nuevos feudalismos como el argentino de Kirchner cuya herencia disfruta ahora una mujercita de índole dudosa, por más viuda que sea. No es que extrañemos el papel pretoriano del norte, que bastante daño ya nos hizo, pero parece que solos no sabemos avanzar, y menos bajo el auspicio de un imperialismo, el europeo, tan malo como el norteamericano, aun con sus pretensiones de liberal imbécil, apuntalador de excrecencias como las del profeta Evo.

Descolló, en algún momento, Lula, que de tornero ya perdió todo. Es otro de los grandes mitómanos del continente, cómplice del narco y a sueldo de las multinacionales, bajo una guayabera popular y una corona de coca masticada alrededor del cuello. Revolucionario por su accionar en la revolución de Lulinha, cría suya, que de empleadito asalariado pasó a potentado en un salto cualitativo que ni Trotsky explicaría, pero no revolucionario por asociarse a los anhelos del pueblo, que a su vez, valga decirlo, lo único que quiere es vivir bien, y, de ser posible, parecerse a sus patrones. Dejémonos de lirismos inconclusos y deshonestos, que pueblo y dirigentes buena mierda son, y derecha e izquierda lo mismo.

Qué nos queda a los que vivimos del trabajo. Contemplar desde un asiento no lleva a soluciones. Fusilar a los traidores tampoco. Sabiendo además que del montón de descontentos se calcará la historia, que los luminosos rostros del ideal se irán de a poco convirtiendo en máscaras, no de los obsoletos vampiros o frankensteins sino de los modernos monstruos: Huevo (Evo), Insulza, Rana-Toro (Chávez), Príncipe valiente (Correa), el Gato con botas (Lula) y demás personajes de comedia.
5/09/11

CENSURADO

Los falsos profetas/ECLÉCTICA


Décadas atrás había un grupo de rock, Black Sabbath, que representaba el lado más oscuro, supuestamente revolucionario de la música moderna. Sin grandes dotes musicales en comparación a otros conjuntos, ellos suplían esta falta con afrentas imposibles al status quo. La casi veneración por lo satánico, lo malévolo que ofertaban se oponía al tibio universo cuasi-religioso imperante, o deseoso de imperar. Marilyn Manson, hoy, emularía en algo la figura de Black Sabbath, con la diferencia que Manson, a pesar de su extravagancia y aspecto desafiante, tiene criterio, amplia opinión acerca del mundo que habitamos. Manson se enemista con frailes, milicos y republicanos y no ha faltado político o reverendo de escasa visión que lo acuse de promover la desdicha de los Estados Unidos, tan grandes, tan ricos y tan desvalidos por su carencia de futuro como de historia. Quieren cargar a Marilyn Manson con la pesada culpa nacional.

Ozzy Osbourne era el líder de la agrupación Black Sabbath. Estrafalario más que sofisticado, alcanzó a tener popularidad hasta en los remotos espacios del tercer mundo. Usual encontrarlo en los mercados latinoamericanos entre bananos y artesanía andina, codo a codo con los huayñeros de moda e infaltable en las vaporosas sesiones marihuanas de la inteligencia local. Cualquiera hubiera imaginado que individuo tal pasaría a la posteridad como mácula indeseable de un tiempo perdido. Pero hay un asunto de mayor importancia que reputación, fama o trascendencia: dinero, icono moderno que reemplaza la figura romántica del demonio y que puede todo corromper.

Osbourne cedió, como una gran lista de otros, a su sutil encanto. Ofrendó en aras de la prosperidad su frágil filosofía. E incluyó en la venta a esposa, hijos, mascotas y quizá hasta la hoy infaltable (en casa que se precie) criada que habla español. Firmó contrato con la televisión para hacer una popular serie "The Osbournes" que sigue de cerca la vida de esta (no)tradicional familia moderna. En apariencia Ozzy sigue siendo el mismo irreverente de siempre, mas bajo la superficial imagen particular suya y de su grey se esconde el mensaje conservador de "nosotros podemos aceptar -y festejar- ciertas extravagancias mientras no afecten nuestra estructura interna". Ozzy es un engendro ideal de la propaganda capitalista. Una oveja que ha vuelto al redil, a la que se le conserva la lana negra porque se adecúa a la política propuesta y tal vez para indicar que en este maravilloso capítulo de la libre empresa cabe cualquier color.

Lejos están los días en que alguna música tuvo rastros de rebelión. Jim Morrison, Hendrix, Joplin y Lennon tuvieron la suerte de morir. Muerte que pudre, muerte que limpia. Los otrora desaseados muchachos de las barriadas obreras, que se alzaron a fuerza de talento y precisas circunstancias por encima de su destino, en Liverpool o New York, suelen frecuentar la élite de alfombras rojas y frotarse con condesas rusas y pederastas príncipes de Gales. Con suerte quizá luzcan medallas y el que antes fuera simplemente Elton John, pianista... prefiere apodarse "Sir" porque le dignaron una migaja de dudosa nobleza...
17/2/04

Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), febrero, 2004

Imagen: Peter Linde Busk/The Wall-To-Wall Is Calling, It Lingers, Then You Forget (No, No, No, No, You’re A Rock N’ Roll Suicide), 2010

Manuela Sáenz en filme/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Diego Rísquez, cineasta venezolano, habla que su fílmica representa una manera de rescatar la historia mística tanto como la historia real de su país. "Manuela Sáenz sobresale dentro de ese mundo".

Olvidada, aunque más malinterpretada, esta patriota quiteña fue, ha sido, objeto de una tendenciosa campaña de desprestigio. En 1883, el primer centenario del nacimiento de Simón Bolívar, el gobierno de Venezuela imprimió las monumentales memorias de la campaña libertadora del irlandés Daniel Florencio O'Leary, compañero del Libertador y fiel amigo de la Sáenz hasta su muerte, con una objeción: la de no permitir se imprimiesen, como parte de la obra a la que pertenecían, las cartas amatorias de la pareja. Se ordenó quemar esos específicos originales del libro que mostraban, según los encargados de la publicación, la "ropa sucia" de un gran hombre.

¿Cuál fue, en opinión general, el pecado de esta mujer? Está la anciana e hipócrita cuestión del adulterio, permitida para el sexo masculino y literalmente lapidatoria para las mujeres: hoy, en Nigeria, se apedrea hasta la muerte a aquella que ha buscado en otro hombre, fuera de su esposo, los recovecos de la alegría y del placer. Imagínense un fuego esplendente, como sería Manuela Sáenz, en nada más aburrido que estar casada con un inglés. No cabe pecado -pienso- en matizar con sutiles cuernos la insufrible testa de estos isleños rubios.

"Manuela Sáenz, la libertadora del Libertador" (Venezuela, 2000), intenta personalizar a esta heroína, darle un espacio propio en la historia. Se ha criticado el filme como una extensión del retrato usual de Manuela, cuya vida en apariencia se reduce a su relación con Bolívar, a pesar de su actividad revolucionaria antes y después de su conocimiento del líder. Crítica que parece injustificada porque era obvio que bajo ese título se cobijaba un tiempo concreto de la existencia de tal mujer.

Manuela murió de peste en el escondido puerto peruano de Paita. El guión, nacido de un libro de Alfonso Rumazo González, incluye la interesante aparición de Herman Melville, joven, que arriba a Paita en un ballenero norteamericano (eran los únicos barcos que anclaban allí) y busca a Manuela para aprehender en ella los vahos de pasada gloria. No sé si Melville, quien en la película va ideando su relato de la ballena -blanca tiene que ser, le dice Manuela Sáenz- entendía algo de la guerra patria. Sin embargo su inclusión es feliz, conjuga el arte con la historia, una síntesis de lo que Manuela fue.
15/02/04

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Publicado en Opinión (Cochabamba), febrero, 2004

Imagen: Manuela Sáenz, en una emisión postal del Ecuador, 2010

Monday, September 5, 2011

vampiros, brucolacos, santos y artistas/ECLÉCTICA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Caminando por Buenos Aires, 1984, entramos a una tienda de libros viejos. Las horas juntaron ejemplares magníficos: Drieu La Rochelle, Petrus Borel, William Blake, Paul Léautaud. En un pequeño tomo escondido reconozco la mano de Hermenegildo Sabat en la cubierta, quizá un murciélago, surreal, en rojo y negro: "De vampiros, brujas y brucolacos", por Charles Nodier.

Brucolacos son también vampiros con sutiles diferencias que aún no alcanzo a comprender. Hay incubus, espíritus malignos que penetran en los cuerpos cuando uno duerme para engarzarse allí; también succubus, demonios que asumen forma femenina para copular con hombres dormidos; ambas formas implican la posesión del mal.

Los vampiros, seres que se alimentan de la sangre de otros, remontan su leyenda hasta Asiria y Babilonia. Los hubo y hay en China, en Grecia; Nodier sitúa su origen en Hungría aunque son más comunes en las zonas montañosas de los Cárpatos, sobre todo en Moravia, Rutenia y Transilvania; en Prusia Oriental. Vampiros pueden considerarse los espectros que moran en el alto páramo boliviano e incluso las nuevas formas de extraños monstruos que atacan ovejas en la isla Borinquén.

Parte de la historia de la religión cristiana se centra en erradicar la mitología pagana. La ironía de la iglesia católica en relación al vampirismo está en que aquello que pretende combatir, los muertos vivos, se incluye en su propia mitología. Los cuerpos incorruptos de los santos tienen similaridad con los que enterrados permanecen latentes esperando el momento para dejar sus rincones y alimentarse con vidas ajenas. Viene a ser un problema, tal vez un drama, teológico a la vez que metafísico, esto de diferenciar unos de otros, de decidir quién viene a resultar santo y cuándo vampiro. Detalle que explica algo del cisma de la iglesia ortodoxa. En Europa del este, incluso en nuestro siglo veintiuno, la existencia de vampiros impide a los ortodoxos apoyar la presencia santa de cuerpos que no se pudren porque eso significaría aceptar la idea de la posibilidad o la certeza del vampiro como presencia real.

Se asocia al príncipe valaco Vlad Tepes con la figura del vampiro. La importante presencia histórica de este soberano (de acuerdo a estudios de Radu Florescu) se diluye ante el relato de sus atrocidades, gracias en buena parte a la imaginación del novelista Bram Stoker que inventó y romantizó un fantasma de la noche. Ya en el siglo XX y con la aparición del cinematógrafo creció en popularidad. Se hizo mal cine de vampiros así como obras maestras. El "Nosferatu" de 1922 de Murnau y su homónimo de Herzog (1979) muestran la larga tradición germánica en relación al tema. La aparición de la palabra "vampiro" en inglés se debe a textos alemanes del siglo XVIII aunque se los menciona en escritos ingleses de inicios del primer milenio. Hoy se sospecha vampirismo en Max Schreck, el actor del primer "Nosferatu". En 1932 Carl Theodor Dreyer hizo "Vampyr", una soberbia producción basada en una novela de Sheridan Le Fanu.

Aparentemente "vampiro" deriva de la palabra "upir" que en un documento de 1047 hace referencia a un malsano príncipe ruso como "Upir Lichy" o (el) vampiro perverso, el perverso vampiro.
02/02/04

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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), febrero, 2004

Imagen: Brucolaco