Thursday, September 8, 2011

Janet Jackson y la moral "americana"/MIRANDO DE ARRIBA


Años atrás, esta artista hermana de Michael Jackson, no tan controversial como él, posó para una antológica portada de la revista Rolling Stone. La foto la mostraba de frente, descubierto el busto, y las manos de su novio de entonces cubriendo sus pechos y saliendo como de un vacío detrás de su cuerpo. Una hermosa foto para una hermosa mujer. Escándalo no hubo; por Rolling Stone pasaron, con artístico disimulo, desnudos de Jennifer Anniston, Brooke Shields, etc., a cual mejor. No big deal.

El fútbol, esa desviación norteamericana del rugby, alcanza pasiones extremas. Cualquier copa ganada implica una secuela de vandalismo: automóviles quemados, vitrinas rotas, violaciones... Tal la importancia que cuando se invadió Irak los feligreses de la guerra, en un país militarista en esencia, salían a las calles con banderas de Estados Unidos a un lado y la de su equipo de fútbol al otro. La idea encierra un retorcido mensaje de histeria patriótica, nacionalismo elemental, alma deportiva; la certeza de que exportar Norteamérica entera al país que se afrenta y se destruye va a seducir a los invadidos, subyugarlos por mano de muerte primero, seguida de admiración. Incomprensible, para quien estudie el caso humano, esta horda ululante de futbolistas guerreros que asediaron Bagdad con el acero de sus tanques mientras creían jugar la final del campeonato.

¿Qué liga a la cantante Jackson con el fútbol? Hace poco se jugaba el Superbowl, que la lambisconería latina local llama el Supertazón. Siempre se monta un espectáculo que acompañe, con figuras de moda y estrellato. Y le cupo lugar a Janet Jackson este año. Se presentó acompañada. En un momento del acto, su chalán extendio la mano y de un tirón desgajó la ropa que cubría un seno, destapándolo. Accidente o premeditación, millones lo vieron en su televisor y la sociedad puritana quedó espantada, tanto que el Fiscal General, no carismático inquisidor protestante, habló de control de decencia en las artes y las presentaciones públicas. Un acta de decencia sería la salida acertada para evitar esta en realidad feliz y atractiva circunstancia de rever la piel morena, aún intemporal, de la Jackson, algo opacada por el excesivo display de la fiesta.

Lo absurdo es que en los Estados Unidos, si se paga, uno puede acceder a mirar cualquier cosa imaginable. Hay prohibición expresa de nalgas y demás. Ni los bantúes pueden mostrar su pública libre humanidad. Janet Jackson atenta con su oscuro pezón a hacer brillar el lado oscuro de la luna. Ante eso se santigua el tío Sam.
22/2/04

Publicado en Opinión (Cochabamba), febrero, 2004

Imagen: Janet Jackson en la cubierta de Rolling Stone

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