Tuesday, January 29, 2013

Ícaro aymara/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

No podía callarse. Cómo va a callarse, si se considera a sí mismo profeta universal, para delicia de los bolivianos que -en todas las clases sociales, valga aclararlo- ven en este individuo la suma de sus aspiraciones, aunque el mundo que se ha creado, y el aura luminosa que cree tener sean falsos. De ahí su popularidad y su en apariencia inamovible posición, del embeleso que ejerce en un país sin logros el mito como única posibilidad. Cierto que el asunto es más complejo, que hay temas como el narcotráfico, pivotal para el régimen, precios de materias primas, etc, que apuntalan la gran mentira de este discurseador de tres por cuatro, así chillen por lo que digo Stefanonis y otros invertebrados que reptan con holgura en el fango.

No se calló, ni el nefasto día 22, enero, que parió el esperpento bajo el decoro y la esperanza que tantos buscaban, ni en Santiago de Chile donde en pocas palabras, bajo “seis puntos”, explicó a un mundo estúpido y en exceso benevolente, que se debe seguir la senda boliviana para alcanzar bonanza y felicidad sin límites. No hay espacio para los signos de admiración que debiesen multiplicarse en la página, menos incluso cuando habló de la transparencia bancaria, de que a través de cuentas se llegue a quienes incurren en delito de narcotráfico y más. Eso es como tentar al diablo, no suceda que un día se les ocurra investigar las suyas y/o las de sus palos blancos, y salga a luz cuánto del “ahorro” del jerarca es salario y no.

Pero el mundo del revés continúa alentándolo. La reina Cristina, con luto hasta en el abanico, besa en la reunión de Chile a Morales; la Rousseff ríe con sus sandeces. Lo pusieron entre mujeres para inspirarle las siguientes coplas de carnaval en las que de seguro bajará los calzones hasta de la viuda, ahora que ya flor y floripondio de sus ministras han sido arrasados por la testosterona del comedor de papalisa.

Este Ícaro vuela demasiado alto. A veces demasiado bajo con riesgo de que lo salpiquen las olas del mar; figúrenlo ustedes. Y no hay registro, en los anales vacíos del pueblo más antiguo del mundo: el aymara según Choquehuanca, de vuelos con alas o sin alas, de laberintos, Dédalos, Minotauros e Ícaros. Habrá que prestarnos nomás un héroe griego, ya que los locales permanecen escondidos, para ejemplificar el riesgo de creerse por encima de la realidad e imaginar que nada ha de suceder cuando se acerca el incauto imbécil a una fuente de calor que ha de quemarlo. Dejémoslo hacer, que vuele más alto, que el destino es impetuoso e imprevisto. Si no que lo cuente el coronelito que se asfixia en La Habana, ya ni bravucón siquiera, a quien le habrán acomodado un crucifijo en algún lado porque ni sostenerlo puede.

El Santo de Caracas, el Niño de Orinoca, la viuda, el chofer que si manejaba tan bien como miente habrá sido campeón de fórmula uno, el violador de Managua, Lulita, toda una pléyade de nuevos monstruos que han hallado esta tierra sufrida e inerme para plantar bandera y hacer la América mejor que la hicieron los conquistadores. Con una recua intelectual que vocifera sus bondades para que le tiren un hueso que bien sabe roer.

El tiempo no debe desesperar. Porque el tiempo de los tiranos es más corto que el nuestro. Ellos tienen afición a las horas, los días, los años, sufren con la mortalidad que no saben cómo evadir o comprar. Son grandilocuentes. Hitler hablaba de mil años, Chávez de decenas, Evo Morales que hasta el 2025 o por quinientos años. Le digo a este último que con masticada de coca, alcohol, droga, el imperio plurinacional caerá como nuez partida, por falta de recurso humano. Hay límites, incluso para que la judicatura, la asamblea, el gobierno, sean refugio de pervertidos, violadores, ladrones, analfabetos y asesinos, obnubilados por el inmundo bolo que ensalivan y escupen, rumiando un poder que no tienen porque les falta cabeza y porque no hay huacas, achachilas, dioses ni vainas semejantes que los eternicen.
28/01/13

Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 29/01/2013

Imagen: Dédalo e Icaro/Charles Paul Landon, 1799 

Sunday, January 27, 2013

Combatir el hambre


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

En Chiapas, en medio del corazón zapatista, el gobierno de Enrique Peña Nieto acaba de lanzar su proyecto de Lucha contra el Hambre, tomando como ejemplo el exitoso de Lula en el Brasil. Lo opuesto a lo que se hace en Venezuela, Boliva, Cuba, donde en una bucólica plaza de la vieja Habana un hombre de cuarenta y cinco años años me dijo que en su país no necesitaban trabajar. El gobierno proveía de un poco de pan, un poco de carne, un poco de pollo, una pizca de aceite, un cupón de esto y de aquello, lo justo para no morirse, pero no lo suficiente para matar el hambre. Lo siguiente fue pedirme una goma de mascar, mi lapicero, camisa, cinturón, lo que fuere, que la Virgen de la Caridad del Cobre me lo pagaría.

En Cuba era invitado, y pocas veces he recibido un trato más amable, cariñoso de parte de la gente, y mejor servido, con hormas enteras de Roquefort a disposición, cada mañana, entre otras delicadezas. Paradojas que no entiendo, ni aunque lea y relea la contradicción de Mao. Sé que perfección no se ha de hallar, pero al menos una rasante que cubra con relativa igualdad las necesidades de todos. Eso se consigue con trabajo; si no lo hay, tampoco se come, y es labor de los gobernantes buscar las formas de proveerlo y ofrecerlo a sus ciudadanos. A grandes rasgos, digo, porque los matices entre explotación y trabajo suelen confundirse. No estamos en un universo de ángeles, ni a izquierda ni derecha.

Pero el proyecto en sí, en cómo lo delinearon los mexicanos, me pareció bueno, con la meta de en unos años alcanzar el objetivo de siete millones de personas que debiesen salir del foso. Sabemos que eso tiene efecto multiplicador y actúa también según sus propias normas inventadas al paso y características. Ahora veremos si se salta ese espacio entre el dicho y el hecho, donde por lo general se hunden las buenas intenciones y los mejores discursos. No debiese ser motivo de proselitismo, porque a cualquier gobierno, de la tendencia que sea, le conviene el afianzamiento económico de la población. El suceso de Hitler en esa área fue apoteósico, obviando el futuro en que derivó. Este hombre puso a Alemania a trabajar y lo logró con el apoyo de los industriales. Vale como referencia.

El asistencialismo gubernamental tiene que tener claros objetivos, y el mayor de ellos crear fuentes de trabajo, a tiempo de desarrollar la inventiva y el espíritu empresarial de los socorridos. Otra cosa es solo limosna, acostumbrar a la gente a aguardar por un mendrugo de pan, unos billetes de escaso valor, a cambio de apoyo incondicional a quienes más mal les hacen que bien. Cuando el precio de esto es el orgullo, cualquier proyecto está condenado al fracaso. Criar cuervos en lugar de leones suele marcar la diferencia.

Peña Nieto recién comienza su mandato. Al final estarán los resultados de cuán serio era hablando en el monte chiapaneco, justo donde hace un par de semanas marcharon y se reactivaron los zapatistas. Sintomático, sin duda. Ojalá que decidido. 22/01/13

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Publicado en Séptimo Día (El Deber/Santa Cruz de la Sierra), 27/01/2013

Imagen: Afiche de una campaña contra el hambre

Thursday, January 24, 2013

Canción violeta/EJERCICIOS DE MEMORIA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Violetas son las ciruelas del patio de casa.

El sol que se ahoga en los frutos de molle extiende lenguas violáceas sobre las serranías del oeste. Cielos pintados de púrpura. Versos de Cesare Pavese que en su incesante búsqueda de la imagen han encontrado un color: violeta. Echado en el jardín sucumbo ante el encanto de esas líneas pintadas en el vacío.

Sueño de alfalfares, franjas o mantas acostadas en verde. Franjas de color más oscuro que la sangre, más lúcido también. ¿Lúcido? El talento no es ni azul ni naranja sino violeta. William Blake lo escogió para pintar el silencio. Hizo roja la ira, los “tigres de la ira”. Y la no voz, el espacio sin sonido, la mujer que ama sin hablar, los ángeles y los demonios peores los decoró con violeta. ¿Y quién soy yo para pensar que Blake se equivocaba? ¿No he visto acaso las cortinas que cubrían el sol para hacer dichoso el amor, el color de las cortinas? ¿No se pintaron de púrpura las piernas cuando crepusculaba la tarde como un infinito río de cristalinos jugos? Sí, puedo afirmar aquel morado múltiple de los años...

Violetas son las ciruelas que estallan el patio de casa.
Violetas ciruelas del patio.
Violeta casa del patio.
Patio violeta.

Salgo al cementado jardín del trabajo. Cerca de la penúltima estrella, la casi hundida en el San Pedro, titila una luz que puede ser un fuego. No comento ya su color. A ella le debo este artículo.
1987
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Publicado en Opinión-Cochabamba (Textos para nada), 1987



Tuesday, January 22, 2013

¡Acullique, vicepresidente!/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Conmino al vicepresidente plurinacional a que a partir de mañana, tantos de enero, aparezca en todos los actos oficiales acullicando. No es posible que no den el ejemplo si tanto han luchado por ello. Dudo que importe al mandatario que el acullico le desdibuje los según dicen bien formados rasgos de su rostro. La patria está antes que la belleza y no afectará su sapiencia ni su aval presentarse en televisión y en bailes diplomáticos con un ojo occidental y otro asiático (por el bolo masticado). Si no lo hace, me niego a acullicar, porque entonces hay gato encerrado y lo que se dice defender es en realidad defensa de otra cosa mucho más rentable y escondida, que no se mastica.

Creo que es una propuesta justa. Se convocó a la turba a festejar. Se la instó a pijchar, mear, cagar en las calles como lo hacen los perros sin dueño. Vale, pero hagámoslo todos y dejémonos de mamadas como ternos italianos y calcetines blancos. Desde ahora al lado de la bandera boliviana y la otra con la que se acompañan, debe haber junto al  vicepresidente un plato con hojas de coca, y chapareña-amarga para ser precisos, lejía y vasitos de alcohol. ¿No estaremos diciendo al pueblo "para nosotros rosa, para ustedes minga”? ­¿O sí?

Si nos alegramos por el retorno a la Convención de Viena, tenemos el derecho de exigir que los de arriba, por los que se votó y revotó, asuman las costumbres que de acuerdo a sus enseñanzas nos unen. Arrojemos la leche al inodoro, coca hervida de desayuno; olvidemos el filet-mignon, bistec de coca para almuerzo; adiós galletitas de mantequilla para el té, meta acullico. De cena acullico otra vez, asegurándonos de tirar cepillo de dientes, crema e hilo dental, cualquier adminículo imperialista y reemplazarlo por... acullico. Que el vice y su señora aparezcan ambos con los carrillos hinchados, los dientes negros y la baba blanca para juntarse al pueblo. Solo pido lo justo.

Y claro, humanos somos antes que aymaras, y tenemos debilidades como la necesidad de sacar del cuerpo lo que ha entrado. Olvidemos el baño como lo diseñaron los explotadores. El bidet puede servir para tener remojando las hojas que han de utilizarse como papel higiénico. Así, de esta manera, hasta las ratas y bacterias de las cloacas serán beneficiadas con la luminosidad coquera. Hay que justificar, además, los números que se espera alcanzar. No sea que crean lo que no deben sospechar.

No puede negarse, señor; no le pido todo el protocolo establecido de entrada. Por ahora solo el pijcheo. Quiero ver si lo que desean para mis hijos lo desean para los suyos. Si lo que anhelan para los míos de coca, más coca y monarquía mugrienta y pretensiosa lo quieren para los suyos. Concuerdo en que, hacia el mundo que contempla de afuera, es una estupenda pantalla tener a la masa acullicando para convencerlos de que en Bolivia en general mascamos coca. Todos menos los de la elite, lo que resulta extraño. Aunque su afición a la hoja quizá esté en las esferas del dinero y el poder y no en extraerle el alcaloide con bicarbonato y saliva. Quién sabe… pero sabemos.

Que la señora Suxo, tan defensora ella de lo nuestro, traiga a sus nietos de Alemania y los traslade a Achacachi, les llene la boca de hoja sagrada. Así, y solo así, voy a creer en la bondad de sus intenciones. Me pongo frente al televisor aguardando ver al vicepresidente, en apariencia antítesis de lo plurinacional, con el rostro desencajado por el pijcho, semejándose más a Fidel Surco o a Galo Bonifaz que al príncipe de Gales. Y a decir verdad a estos tampoco se ha visto acullicando, porque en el fondo lo que anhelan es bonanza occidental sin caer en cuestiones indianas. Galo viste como muchachito inglés; el otro bastante burdo pero bien forrado.

Entonces practiquemos lo que voceamos. Vicepresidente, haga patria, acullique en público. Conviértase en costumbre, amén.
21/01/13

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 22/01/2013

Foto: Productor de coca del Chapare con acullico

Sunday, January 20, 2013

Venezuela en la cuerda floja


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Maduro, nombre paradójico para alguien cuya veracidad está siempre en duda, acaba de anunciar que Chávez nombró a Elías Jaua canciller. Sabemos bien que Chávez no dijo ni instruyó hacerlo. Quizá ni vivo esté. Pero el pueblo es imbécil, cree lo que quiere creer, santifica lo non sancto.

Quien manda ahora en Venezuela es un nuevo presidente, extranjero, y se llama Raúl Castro. Las órdenes emanan de él. Cuesta creer que Cabello cedió ante esta opción, pero tan duras serían las amenazas o tan halagadores los presentes que lo aceptó. Por ahora. Sin duda La Habana tiene el hilo de sus ligazones con el narcotráfico. No habría mejor chantaje. No en vano los servicios secretos cubanos, con la venia de Hugo Chávez, infiltraron toda la sociedad venezolana. Ahora es tiempo de poner a trabajar estas conexiones y secuestrar un país entero para no perder las prerrogativas que les cedía el coronel. Otra vez, por ahora.

Resulta sintomático que de pronto, cierto que ya se había hablado con anterioridad, se abra la posibilidad de adquirir un pasaporte y salir de la isla. Vergonzoso ver la desesperación de su gente de aferrarse al menos a esa esperanza. Opción mínima, pero opción, de abrir nuevas fuentes de divisas, porque saben que por más mano de hierro que pongan en el continente no podrán controlarlo. Les falta capacidad económica y saben que al menor traspié, los militares venezolanos han de saltar, los de Diosdado Cabello o los otros, que muerto el líder, caudillo, la correlación de fuerzas se hace más dinámica, cambia día a día. ¿El pueblo en las calles? El pueblo si no tiene qué comer se come la mano del amo.

El chofer va metiéndose en camisa de once varas y saldrá muy mal parado. Tarde o temprano. Lo mínimo que le echarán encima es traición a la patria y no sé qué pena tenga ello. Su actuación linda con la locura, ni siquiera alucinación. Todas las cartas están jugadas y él al sentirse dueño de la mesa cree poder influenciar la lectura de los naipes. Quiere legitimarse dando el micrófono, entre otros, al “presidente Evo”, figura también que a plazo no muy largo participará de la exhibición de fenómenos sobrenaturales, en la famosa serie de Ripley que debiesen reeditar para incluir a estos sujetos. Aunque usted no lo crea.

Lo dije antes, y no por un interés político que me seduzca dentro del revoltijo oposicionista de allí, sino por simple observación. Hay que sentarse a esperar. Poner unas butacas a sol y sombra y dejar hacer. Chávez ya era bastante tonto, pero estos son maestros. ¿Cuánto puede durar la pantomima del gobierno de la momia? Juran que los seis años. Que juren.
15/01/13

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Publicado en Séptimo Día (El Deber/Santa Cruz de la Sierra), 20/01/2013  

Foto: Momia prehispánica

Wednesday, January 16, 2013

La única puta del Borocotó


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Decían que era peruana; otros chilena. No importaba. Lo concreto, lo cierto, impenitente y real estaba en su oficio: el de puta.

El cuartito azul, inventado por un amante del tango homónimo queriendo eternizar el ritmo y la letra de Mores y Battistella en un refugio “de amor”, se ubicaba en una curva de la calle Tumusla, entre un caserío de villa colonial-indígena, carente de piedra y abusivo en adobe y tejados de caña hueca. La ciudad podía ser cualquiera, pero era una, sólida y conocida, por donde trajinábamos manchando los dedos con el polvillo antiguo de sus paredes de barro.

Cuartito azul dulce morada de mi vida, decretó el empresario cuando su decisión de salir de la pobreza lo impulsó a aprovechar de la belleza de su mujer, pernilarga y castaña, todo lo opuesto a las chaparras y afanosas matronas del pueblo, tañedoras de una tradición de chicanería y beaterío, con el sexo escondido entre inmensos pliegues de faldones que olían a viejo o jabón Patria. Nada podía superar su oferta, dar a los mestizos que estuviesen dispuestos a pagar la ocasión de volar a mundos ajenos entre las piernas de una dama que no hedía a alcanfor como sus esposas sino a tocador de lavanda… lila igual que las sábanas de su lecho, púrpura como los campos de Francia.

¿De dónde Borocotó? De una colección de El Gráfico con columnas y textos que llevaban esa firma: Borocotó, un nombre sonoro. Homenaje y marketing al mismo tiempo, porque la extrañeza de lo foráneo daría para negocio a la vez de quitarles lo asno a los clientes quienes, mientras esperaban, hojeaban catálogos con fotocopias de las famosas crónicas deportivas del homenajeado. El cuartito, pintado de azul de mar no de cielo, tenía dos modestas impresiones enmarcadas en la pared. Una la de Arsenio Erico, el astro paraguayo que ni la habilidad de Pelé y menos la gordura de “Maracodona” emularían jamás y la segunda un recorte de Margit Carstensen, actuando para Fassbinder, con un párpado caído.

A la entrada, diminuta, una placa fundida en aleación rojiza rezaba: ici Borocotó.

La calle Tumusla tiene quiebres. El tiempo le construyó paredes en medio de la calzada; la bloquearon. Ahora anda a saltos; hay que bordear manzanas para reencontrarla, lo que le da cierto misterio. Una calle que desaparece no existe. Y lo que anide en su fondo, como la casita de dos plazas: un receptorio y un culeatorio, da la tranquilidad del anonimato, la certeza de que yendo allí es como si no fueras a ningún lado. A los costados no hay ventanales, solo muros altos tipo convento que los historiadorcillos del museo desean inventar como remanentes del interregno sangriento de Goyeneche, el de Arequipa, el del Baztán.

La propuesta se delineó como casa de citas con una sola oferta, una única opción de mujer sofisticada, bien vestida, trilingüe, con aficiones numismáticas, gusto por la poesía, y conocedora de los vaivenes del cine en su versión Garbo. Algo como un espectro de los veintes en una fragmentación de los ochentas. Tras de esa puerta la impresión de penetrar el pretérito se hacía patente. La penumbra de las celosías de naranja oscuro, el enigmático aviso en francés, una consola que tocaba solo valcesitos criollos y alguna que otra marinera; todo.

Las citas se hacían por correo y reservadas, con un mes de anticipación. El número de visitantes tres por jornada, a cincuenta dólares la hora, coito o no. Hubo algunos que iban a sentarse con una taza de café o té aromático a conversar de André Gide con ella. Otros se perdían en inútiles confrontaciones habladas de fútbol con él. Todavía no se opacaba la estrella de Cruyff, el holandés y su revolucionario juego.

El golpe militar del 80 redujo las horas de atención. Se hizo cambios que incluían el viernes libre, añadido a los legales días de descanso de sábado y domingo. Entonces el empresario, cafisio de corbata y paletó, tomaba un bus hacia la capital con su mujer. Visitaban restaurantes, rebuscaban en librerías las obras que no pasaran de 1950. Acuerdo tácito de no leer a los contemporáneos. Disponían de dinero y sabían emplearlo. Luego, ya en el Plaza, él sacaba cuadernos que iba marcando con números donde anotaba detalles de la vida de los otros que ella le comentaba. Sonreía la peruana, o chilena según algunos, puntualizando que si existía un común denominador entre los hombres eran estupidez e inseguridad. Que antes, y peor después de acostarse con ella, de frotar sus oliváceas epidermis en una piel blanca soltaban la lengua como en comunión de castrados. El esposo esbozaba una sonrisa a su vez y marcaba con lapiceros de fina punta y diverso color lo que decía sería su obra maestra, un retrato del mestizo en calzoncillos con la nostalgia de Proust.

Cuando cumplí veinte, y a través de un tío que ejercía de juez de instrucción en lo penal y que pudo regalarse una velada en Borocotó para festejar los cincuenta, tomé hora. Me preparé como para el médico, medias flamantes dentro de zapatos nuevos que evitasen el aroma a parmesano de pies apelmazados y calurosos que destruye cualquier acto romántico y toqué el timbre. Me encantó que no sonase brutal como suelen estos aparatos. El tono era más bien de delicada melodía china, casi un silbido. Me abrió un hombre, que supuse era el escritor que vivía y escribía explotando a su mujer. Equivocado estaba, por lo que ella me contó, que creía en él, que su prosa merecía mejores espacios y su completa ayuda.

Antes de entrar di vuelta para observarlo. Un paternal saludo imperceptible de cabeza me dio la sensación de tiniebla. Pero pronto desapareció para dar lugar a una ofuscación sensual. La señora, la única puta del Borocotó, se presentó con una bata gris de líneas clásicas. Entreví los senos de mármol y no atiné a otra cosa que a levantar un libro de su tocador. Lo miré, jugué con sus páginas como abanico. Nos pasamos la hora hablando quedos de Pierre Loti, cuyo viaje a Pekín se describía en las páginas. Y recuerdo esa como la cópula más hermosa de mi existencia. Ni zapatos ni terno de promoción se movieron. No nos tocamos; apenas un beso como susurro sobre los labios.

Salí. La puerta se cerró. El viento lleno de polvo del río barría la calle y se estrellaba en el fondo, chocaba contra las paredes, se revolcaba y subía en volutas como tornados sietemesinos. Adentro, alguien escribía sobre mí, sobre mis aficiones literarias y mi obsesión con Tambov, Rusia. Miré hacia las orillas mugrientas del Rocha y creí ver en el pútrido oleaje de los excrementos humanos barqueros con remos. Cantaban.
12/12

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Revista Punto Aparte #4, Bolivia, enero 2013
Publicado en Cupido en su laberinto, Ediciones El gato descalzo (Perú), 07/2013

Imagen: Jiri Sliva/Café Litteraire

Tuesday, January 15, 2013

Coquivia/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

El destructor de la Madre Tierra frota sus regordetas manitas con gusto. Está seguro que al fin ha conseguido carta blanca para ampliar su negocio. Él personalmente, o las oscuras fuerzas que se cobijan bajo su sombra, se encargan de repartir dinero y riqueza a uno y otro lado, a funcionarios internacionales, locales, y cómo no si su multinacional es la mayor de todas las conocidas: la multinacional del crimen, y el objetivo convertir de una vez y para siempre a Bolivia en una gigantesca productora de droga. Estos individuos, que de revolucionarios no tienen un ápice, ya son millonarios, desde apenas los inicios de su “gobierno”. ¿Cuál el motivo entonces de acumular más? Como en todo negocio hay contratos y una parte del actual fue disponer del territorio para entregarlo al narcotráfico, en inicio a los inmundos lacayos, llamados cocaleros, que han hecho del asco y la abyección su cédula de identidad.

Pero un país que lo acepta, lo merece. Y si se da el caso de permitir la destrucción primero del Tipnis y luego del resto de los territorios proyegidos, no debemos permanecer. Cuando Bolivia sea Coquivia dudo que la gente con algo de raciocinio decida quedarse. Los que sí, que acá abunda una pléyade de notables cobardes que son los que encaramaron en el poder al apóstol de la ignorancia, contarán que a momento de la debacle tendrán un exilio divino donde fuere. Porque el latrocinio plurinacional no se debe solo a su militancia dura, también a los que hacen culto de la cobardía y viven entre medias tintas tratando de obtener algún favor. Intelectuales, clases medias, a quienes les caen migajas del tráfico, las suficientes para vivir de rodillas como siempre lo han hecho, como nos hemos acostumbrado: de rodillas y pedigüeños.

En Bolivia todo se entiende a las patadas. Han pasado décadas y aún no se comprende ni siquiera el concepto democrático. Preferimos vivir como el hermano mongólico de América, el pobrecito, mendigando camiones, hospitales, ayudas, playas, incapaces de inventar nada, de descollar en algo, embrutecidos por siglos de violencia, alcohol y la “hoja sagrada”. La hoja que usaban los curacas para eso y siguieron utilizando los españoles como instrumento de dominio. Pueblo al que no alimentaron, le dieron de rumiar. Y ahora, quinientos años después, otro patrón de nuevo cuño, en apariencia salido del seno del pueblo esclavo, obliga a idolatrar lo que nos hizo lo que somos, a nombre de la cultura ancestral y de tristes filosofías de tocador. País de ciegos, donde un par de tuertos vieron el negocio.

Sea, pues, vayamos por el camino que proponen, así cuanto antes ha de llegar el fin. Mientras más temprano, mejor. Y lo que venga, el hambre, el crimen en formas espeluznantes, lo que se puede esperar de una sociedad enfrascada en el vicio, no solo será merecido sino bienvenido. Tal vez haya nomás que revisar la historia y analizar si hay pueblos que califican para ser naciones o no. Lo que estamos viendo me inclina a lo segundo y no lo digo sin tristeza.
13/01/13

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 09/01/2013

Sunday, January 13, 2013

El fin de la prensa impresa


Veinte años me ligan al Denver Post, el diario más importante de Colorado, en su momento uno de los grandes del país. Cuando comencé a trabajar allí, el tiraje de domingo alcanzaba casi el millón de ejemplares. El periodista deportivo Woody Paige, por ejemplo, se construyó una casa de fantasía, de siete dígitos, con sus columnas semanales acerca del football. Eran otros tiempos.

Hará un mes revisaba las estadísticas y el número de clientes bajó, durante el fin de semana, a cuatrocientos veintinueve mil, casi la mitad. En el distrito en que trabajo, diez mil ejemplares diarios, perdemos suscriptores a paso acelerado. Se dice que la gente menor de 40 años ya no lee en papel; lo hace en su laptop, ipad, celular, o cualquiera de las diminutas magnificencias que han aparecido. Crece el desempleo, la economía trastabilla, pero la dinámica de vida no se apacigua, al contrario. La competencia es tal que quien no esté al día con la nueva tecnología se diría que carece de posibilidades. El protocolo para entrevistas de trabajo, citas, etc. se hace obsoleto. Ahora, con pasmosa velocidad, utilizando ambos pulgares sobre un aparato, la gente discute, transa, acuerda desde un asiento de tren urbano. Pienso, cuando llegue el momento, no lejano, de la debacle de mi periódico en su sector impreso, que muchos quedaremos huérfanos, abandonados por una época que en su momento pareció eterna y que cayó como castillo de naipes. Me decía un colega que no sabía lo que haría, que hoy ya ni inteligencia se requiere ¿Para qué ser inteligente si mi teléfono ya lo es? No estoy de acuerdo, pero emblematiza el desfase dramático del siglo XXI.

Newsweek pasó a cien por ciento digital. Poco a poco va sucediendo a lo ancho del país. La publicación de nuestro sindicato, el CWA, Communications Workers of America, da cuenta de la lucha por evitar lo inevitable. Todo son concesiones, reducción de salarios, de personal, para poder salvar a los más que se pueda por el mayor tiempo posible. Las leyes del trabajo todavía protegen, pero muy rápido van quedando atrás, ¿a quién protegerán en un futuro sin trabajadores? 

Ya que hablamos de Newsweek: las revistas pareciera que no están siendo tan afectadas como los periódicos; no todavía. En algunas como el New Yorker existe la tradición, que es hueso duro de roer, lo que no significa que todas tengan ya su portal digital y la gente las lea allí mientras van al trabajo, en un descanso o donde fuere, sin necesidad de su presencia física.

Ni mejor ni peor. Es otro espacio y habrá que adecuarse a él. Como al principio de la historia, en una interesante y paradójica reversión, hoy el hombre tiene que buscar en la inventiva su forma de sobrevivir.

El caso de la prensa impresa es uno, y de los inmediatos, pero en realidad las transformaciones se extienden por doquier. Los países de lo que fuera el Tercer Mundo de algún modo están aún blindados a muchos cambios. Pero el reloj corre, y lo que vale para el individuo vale para las naciones.
8/1/13

Publicado en Séptimo Día (El Deber/Santa Cruz de la Sierra), 13/01/2013
Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 18/01/2013

Tuesday, January 8, 2013

Mare tenebrarum/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Tiene razón Eduardo Bowles al llamarlo San Hugo: el coronel Chávez ha alcanzado santidad. Toda su vida fue luchar para alcanzar talla inmortal. Lo ha conseguido. Se venderá desde ahora en estampita, inocuo porque lo habrán privado de voz –y de insulto-. Conformará una tríada deleitosa con las vírgenes de Coromoto y Chiquinquirá y hasta su absurda boina, uno o dos números menor que lo que debiera, perderá ridiculez para dar paso a una sombra que con el tiempo nadie sabrá por qué se encuentra allí en el reducido universo de santos y santones.

Mientras tanto, en Caracas, aquellos que lo seguían a lo perro fiel se han olvidado de él. Saben que ya no vuelve y peor que ningún otro animal, porque creo que ni las hienas devoran a sus progenitores, lo tienen de rehén, de momia, ni le permiten morir, ya que sin su halo la inminente caída se cuenta por fechas próximas de calendario. Un chofer de bus y un tenientillo fascista se abrazan sobre los despojos, escondiendo cada uno el puñalito, el casi invisible lefaucheux para disparar sobre el adversario.

La izquierda alguna vez fue emblema de abnegación, lucha, decencia en su término más amplio. Hoy de eso nada queda. Las nuevas monarquías, los Ortega-Somoza, el castratti ecuatoriano (voz aguda e infantil), la viuda-condesa boquilarga del Plata, el empresario Lula, el timador aymara, los esperpentos de La Habana lo barrieron. Tal vez se salva el Pepe, Mujica, al menos por actitud, aunque todavía los entretelones de la historia tupamara no han sido aclarados y las opiniones son varias. Ya no hay izquierda, ahora todos son ambidextros; ambas manos sirven para robar.

Volviendo al norte. Tanto se habla, opiniones van y vienen, a cual más inteligente, a cual más optimista o fatal. La perspectiva inmediata es que San Hugo no jura, incluso estando el día entero en el teléfono dando instrucciones según Nicolás Maduro. Salta, hace cuerda, escribe, habla, canta probablemente pero nadie lo ve. Espejito, espejito, dime quién más miente, por favor. A eso se había reducido la revolución bolivariana, a una docena de pillos desesperados que no contaron con que la existencia tiene sus bemoles y que nadie, estando vivo, compra eternidad.

Gobernarán, por ahora, los dos lacayos, bien amaestrado uno, chúcaro el otro. Pero si no se jura no hay presidente. La cháchara de que volverá se ha visto antes, es muy antigua, con Garibaldi y con Zapata. Pero la muerte es definitiva, aunque si los hombres son grandes su legado no, y no hablamos del caso. El panorama se tinta de ilegítimo e ilegal. Maduro no puede firmar por Venezuela, y no permiten que Cabello sí lo haga porque sería aceptar que las reglas del juego cambiaron. ¿Cómo lo tomará Brasil? ¿Hará a un lado a Venezuela en el Mercosur? Debiera. No hay presidente, solo un par de maníacos a quienes se les quema el pastel.

El año comienza bien para Venezuela. Hay la posibilidad de que una dictadura infame y populachera llegue a su fin. Como en otras partes de América eso desnuda la acefalía de liderazgo que tenemos. Quizá, sin la omnipotencia del caudillo, se pueda ir alimentando. La democracia es un proceso de aprendizaje, un domeñar de ambiciones sectarias y etcéteras. Idealmente. Pero también empieza mal. No se ha fundado nada allí. Unos y otros querrán seguir mamando. Los gemelos dispares, el “maduro descabellado” que ya inventó la ironía popular, convocan en discurso a las huestes armadas y desarmadas a “defender” el voto. La idea es que incluso muerto Chávez debe cumplir su mandato. ¿Surrealidades caribeñas? No, práctica de la famosa “izquierda” que había estado tan inclinada a la derecha que los antípodas se tocan fraternos.

Cabe esperar. En los pueblos amordazados muchas veces la esperanza o el desasosiego vienen de una máquina respiradora. La realidad depende de una ficción o viceversa. Y mientras no presenten un cadáver, una bola de carne acicalada para meterla en nicho, imperarán suposiciones.
07/01/13

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 08/01/2013

Foto: Rogativas por Hugo Chávez

Sunday, January 6, 2013

Alepo


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Es a las páginas de De un antiguo país, de Julián Huxley, el más memorable libro de viajes que quizá haya leído, que debo el interés por el Oriente Medio, su antigüedad, su historia, el futuro. Dentro de ellas, comenzando con la brutal y fascinante historia de éxito y debacle de Palmyra, Siria ha ocupado un sitial preponderante, junto al Líbano. Claro que Huxley, hermano del novelista, escribió su obra en los años cincuenta cuando muchos de los fenómenos actuales no tenían el peso de hoy. Además su visión era la de un viajero inteligente y entusiasmado, un humanista buscando remanentes culturales del pasado común.

Hace poco, en El País, de Madrid, un periodista narraba la destrucción del legado histórico en Alepo, una de las diez ciudades habitadas más antiguas del mundo, en la guerra civil siria. Reminiscencia de lo ocurrido en Bagdad; allí no propiamente -o en menor grado- en las edificaciones centenarias sino en los tesoros que de antes se conservaban en el museo nacional de Irak. En Bagdad se saqueó una herencia invalorable, tal vez perdida para siempre, y en ello tuvieron que ver tanto las tropas leales a Saddam Hussein como las norteamericanas. El alegato de unas y otras intenta quitarse culpabilidad. Los soldados de Estados Unidos señalaron las loberas que los defensores cavaron en predios del museo para atacarlos como pretexto de destrucción. Pero al parecer el problema mayor radica en cuánto se robó antes de la llegada de las tropas invasoras. Un serio documental británico testifica, sin acusar, que la revisión exhaustiva de los diversos depósitos de antigüedades muestra que piezas fundamentales fueron extraídas con anterioridad por gente con obvio conocimiento del asunto, y que se intentó echar todo encima de las fuerzas extranjeras.

El Ejército Libre Sirio se ha incrustado en la ciudad vieja de Alepo, a veces en un juego macabro de gato y ratón, donde los francotiradores de Assad, militares y paramilitares, barren las estrechas callejas eliminando lo que se mueva, sin contar ataques aéreos y bombardeos que han dejado la memoria de la ciudad convertida en polvo. El ansia de perpetuidad, la molicie putrefacta y sangrienta del poder, así como la ambición en primera instancia válida de los rebeldes, pero sin ninguna seguridad de equidad y libre albedrío, confluyen indiferentes en la destrucción de los archivos arquitecturales de la humanidad. Parece que cada vez menos sobrevivir como especie, recordar y aprender de lo que fuimos, importa. Eso hablando fuera del contexto político, social, étnico y religioso que se disputa el país, de la extrema necesidad de terminar con un régimen asesino, que debiera culminar con la ejecución de Bashar Al-Assad y su entorno, y de al mismo tiempo a momento de reconstruir, salve los despojos de lo que fue una de las joyas arquitectónicas patrimonio del hombre.
01/01/13

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Publicado en El Deber (Santa Cruz de la Sierra), 06/01/2013

Foto: Rebelde en las ruinas de Alepo

Saturday, January 5, 2013

El Mayorazgo

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Cochabamba.

No hay sino polvo. Las plantas se decoran con tierra. Un fantasma, sombra de Guzmán, amigo muerto de mi padre, habita entre las hierbas y el Río de la Caca.

Allí anduvimos, mi hermano y yo, cada junio de mañana, camino del sunchu que ardería en San Juan. Ha cambiado. Mi mano es un mudo lapicero norteamericano; Armando está turbio también. No pisamos más la infancia. San Juan son juegos leves de memoria y sin calor. La falda del cerro cambió el amarillo del sunchu joven por ridículas casonas criollas. Y sin infancia no hay patria, sin asidero ni pies felices que entonces eran pobres e inocentes.

Que no se nos olviden los años, que vengan por el teléfono, los domingos, con la voz de los padres. Con ellos ríos y eucaliptos.

En Cala Cala enterraron las aguas de bajada. Con ellas mis brazos y mis imaginarios barcos que competían con otros en las acequias.

En la infancia grande de los veinte años, la región se cubrió de licor. Sobre la vieja casa del Mayorazgo ha quedado Raúl Choquetaxi, subido a la ventana en un segundo piso de vegetales. Nuestros ojos ven desde allí a una vieja con baldes que desaparece loca de puerta en puerta.

Dicen que en aquella casa durmió Bolívar, aunque su memoria es tan seca como los árboles. El adobe, ancho y vetusto, se arruga. La casa rectangular se ovala. En el atardecer permanecemos con Raúl colgados del empapelado barroco, restos de un mundo y con restos de mierda.

Harán una calle. Será extraña. No sabré dónde están casa y país. Pero se aproxima una hija y sobre mis muertos sueños levanta vivas imaginaciones.
¿1990?

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Publicado en Primera Antología Prosa, Unión Nacional de Poetas y Escritores, Cochabamba

Foto: Casona restaurada de El Mayorazgo


Friday, January 4, 2013

Pozo ciego/MONÓCULO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Pensé que las épocas habían cambiado y que este llamémosle instrumento del pasado ya no se empleaba, que las aguas corrían libres ahora y nada rememoraba la fetidez y oscuridad de aquél.

En el sur de Cochabamba, las nuevas generaciones ya ni recuerdan la Serpiente Negra, un hilillo que formaba meandros entre las casas y orillaba chicherías infames que si bien recordamos con incluso nostalgia, era tiempo que desapareciesen junto al ambiente malsano del arroyo de marras.

Eso en términos de desarrollo, urbanísticos, de salud pública. Durante la Revolución Francesa, el Comité (de Salud Pública) cortó 18000 cabezas, incluidas las de sus notorios dirigentes, en aras de “limpiar” de la sociedad los elementos perturbadores y contagiosos. Sin entrar en detalles político-históricos del asunto a lo que vamos es a que cualquier cosa referida a la salud colectiva, y eso incluye el ornato, tiende a destruir remanentes de lo que se considera o se prueba ineficiente, dañino, obsoleto. Ocurrió con los pozos ciegos, que al menos se han alejado de la periferia de las grandes ciudades, aunque de seguro perviven más lejos dada la insufrible miseria de un continente al cual no le han servido siquiera los gigantescos ingresos que la coyuntura de materias primas ha traído hoy.

Cada tema tiene un sinfín de ramas para desgajar o diversificar. Y no deseo alejarme por cauces económicos cuando lo que trato es peligrosamente humano y omnipresente, referido a personalidades y actitudes que afectan, claro, otros ámbitos. Me refiero a los que gobiernan, los guerreros no solo del arco iris sino de la luz blanca, el cambio, la nueva era, la transformación, en sus propias palabras. Los que lograron lo innombrable, que gente de abajo se encumbrase arriba, que la base social mayoritaria participase del todo, algo siempre preterido por una historia plena de imbecilidad y también… ceguera.

No creí. Me hice incrédulo desde muy joven, y los profetas de índole diversa rebotaron en una coraza de tortuga ninja. Ajeno a vacunaciones y pandemias, que ocurren cuando la masa sigue fiel y pedigüeña los caprichos de líderes nacidos en medio de la química social de un momento preciso, tomé con calma la vocinglería dizque revolucionaria de los que subieron al trono prometiendo limpieza. Siete años han pasado, que son muchos más que los siete días que le tomó a Yavé crear el mundo, y nada. Casi, sin ánimo peyorativo, me puse a pensar en los más de cinco mil años que alegan tiene su aymarismo recalcitrante sin ni siquiera la invención del lápiz. Chillarán por esto; difamar de racista a quien critica la mascarada es sencillo. No, racismo es lo que ellos hacen, querer levantar por encima de otros a un grupo étnico, inventándole un pasado sobredimensionado o de mentira. Igual al nacionalsocialismo.

Volvamos a la cloaca inmóvil: el pozo ciego, de capacidad no ilimitada, con volumen marcado y tiempo perecedero. Figura que resalta en su comparación con la realidad actual, con la inamovilidad de las jerarquías. Hubo gente que escaló, no hay duda, pero con ambición de reyezuelos. Y cuando alguien de abajo trepa para convertirse en lo mismo que aquello que denostaba, se transforma, pierde su esencia, es ya parte de un status quo despreciable sea cual fuere su condición social, color o tendencia que enarbole.

Estamos ante los días más corruptos de nuestra historia. Se dore la píldora, se borren los rastros, se distraiga o reparta limosnas, el “pueblo” ya comprendió de qué se trata. El caso Oestreicher destapó la olla por donde intentan escapar los renacuajos tanto como los sapos rugosos. Se arrojan a las negras aguas del pozo ciego que reavivaron, porque allí no se los ve, se mimetizan. Pero hasta este instrumento obsoleto del urbanismo anciano llega a su fin. Si no se lo alimenta se seca. Y lo que habita en su interior se ahoga. Lecciones sencillas de simple observación.

Preguntan sobre ello a la ministra más transparente y su nauseabunda respuesta es: “lean la carta de mi mamá”.
04/12/12

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Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 04/01/2013 

Tuesday, January 1, 2013

En la balanza/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Con impúdico ánimo lo primero que hice al encender el ordenador esta mañana fue observar si el bufón de Caracas se había ido a donde le corresponde. Por ahí va, transitando casi las fronteras del Purgatorio, sin entorchados, y finalizada su detestable soberbia. Desnudo, con los labios pegados a una cruz, execrado por una tradición revolucionaria atea que decía seguir. Debajo del comandante pervivió el monaguillo, y así se extingue. Es que la revolución es decoro todavía atractivo que esconde a divas, delincuentes, malvivientes, rateros. Cuando nos damos cuenta ya nos birlaron la billetera, la dignidad, la identificación, el país.

Se espantarán de lo que digo, y creerán que vivar el fin del sujeto emula el “viva la muerte” de Millán Astray. Se equivocan. Cuando se habla del tiempo en que los minutos se acaban, el paso al polvo que no al infinito, las viejas se persignan. “No hay que desearle mal a nadie”, sugieren. ¿Por qué no? Si la muerte es bienvenida para alejar la pesadilla de la eternidad, más aún para deshacerse de los que juegan a eternos. ¿Que eso tiene castigo? Que tenga y que venga, pero ahora será para otro.

Reloj, marca las horas –le cambiamos letra al bolero-, que tu tic tac es acicate en contra de tiranos y santos.

Bajamos la vista al sur. En la Gomorra chapareña, para dar pábulo a conjeturas y certezas, el presidente de los cocaleros “informa” a sus bases acerca de cómo marcha la expropiación de Bolivia. En corrillos secretos lamentarán que no se pueda sembrar coca en las alturas, por eso se concentran en las tierras bajas y analizan la mejor forma de eliminar los rivales de su ilimitada y pervertida ambición. Así incluya destruir el agro, la naturaleza, las etnias indígenas, lo que sea. Pero el toque de Midas es más que una fábula, tiene mucho de premonición. Y el oro que acumulan los gobernantes, la lascivia con la que anhelan conseguir más, tiene su faceta oscura, aquella que de pronto ya no tendrán qué comer, porque el dinero no se come, señores, el dinero devora.

Hay una extraña realidad muy nuestra, el cuidarse de no hablar del que ostenta el mayor cargo, el presidente en este caso. Remanentes de pongueaje mental, de espíritu de servidumbre. Pocos se animan a involucrar a Morales en la flagrante corrupción que nos engulle, cuando es tan obvio, haya estado o no con las manos en la masa, que el responsable es él… y su segundo. Andan buscando chivos expiatorios en los estamentos inferiores o medios, porque apenas suben un poco el cocalero sale en defensa. Dice, único país el nuestro, que no hagan “llorar” a la Suxo. Pobrecita, lagrimeará de miedo por lo mucho a perder, su parte de la piñata.

El dedo acusatorio debe ser firme y concreto. El presidente y vicepresidente de los cocaleros son culpables, más por acción que omisión, y como tales deberán en su momento responder ante la ley. Nadie se libra; miren al otrora amo de Venezuela de rodillas, arrastrándose en un calvario que podía haber evitado. Volvemos al toque de Midas, una enfermedad de la que ninguno de estos individuos se libra. A unos les toca el olvido; a otros la cárcel.

¿Qué se trae Evo Morales detrás de su abominable obsesión por la carretera del TIPNIS? El adjetivo basta, lo describe bien. Cuándo comprenderán los imbéciles que esta no es una fiesta en la que hay que llevarse los regalos. La poca lectura que han tenido, o la supuesta mucha, no les sirve. Deambulan alegres como cualquier carterista en bus atestado. Y cuando se los descubre, actúan, juegan a estadistas y políticos y elucubran salidas infantiles, tontas, como el llanto de la ministra y los “chicos malos” de Chile. Miseria intelectual y humana. Ni asomo, ni pizca o fragmento de grandeza. Uno creyera que recibiendo del voto un cargo oficial existiría algo que los impulsase a lo imperecedero en torno a su legado. Tristemente encontramos que no existe. Larga vida al pillaje y la estulticia. De inteligentes nada. De avivados mucho.

Se termina la página. Hasta para columnas de opinión hay plazos y límites. ¿Cuesta tanto entenderlo? Por ahora vayan alistando los aksus negros, awayos de luto de Calcha, porque tenemos entierro.
31/12/12

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 01/01/2013

Imagen: Jane Hammond/The Funeral, 2009