Hay
acontecimientos de importancia sobre los que se debiera hablar pero caemos en
la trampa de míster Evo Morales y terminamos girando alrededor suyo como
satélites infernales. Mencionar siquiera Aleppo, el drama sirio, o la
controversial paz colombiana… Pero nos encandilamos, tal vez creyendo que lo
que sucede no puede ser cierto, con las tonterías trágicas del mal llamado
presidente de Bolivia, el aprendiz de Inca, Idi Amin aymara, Bokassa de
Orinoca.
Será que el mundo
se transforma con mayor rapidez que antes, o todo es una malhadada repetición
con algo de progreso. La humanidad se desgaja con peor impulso que el de la
desaparición de los glaciares y ya el fin que se avizora no cabe en el término
felicidad.
En los Estados
Unidos crece la figura del sosías de Evo Morales: Donald Trump, con discurso
insensato lleno de lugares comunes que embelesa a los de abajo pero cuyo
trasfondo está en perpetuar los males que aquejan a los desposeídos. Ambos
prometen, comparten una retórica racista, hacen referencia a la grandeza de un
pasado que quizá nunca fue. Morales, y luego Trump, ya en posición de gobierno
hacen (o haría el segundo) de la propina, la limosna, la coima, base de su
entender social. No quieren un pueblo ilustrado sino una recua de mulos
satisfecha con el pienso que les arrojan. Si eso es revolución, pues…
Pero vamos a lo
de la rodilla. En Nueva York, en realidad no importa dónde, el cacique se puso
a hablar de ella. En el agitado siglo donde hombres se ahogan por miles en el
Mediterráneo tratando de eludir la fatalidad de sus lugares de origen, el emperador
aymara se explayó sobre su rodilla, la misma que utilizó de manera cobarde y
vil para castigar a un futbolista del equipo contrario por haber “fauleado” al intocable.
Cuentan que el individuo es despótico con quienes le sirven café y comida y que
no acepta errores. Este, de los que supuestamente odiaba, amos y oligarcas,
tomó lo peor y lo aumentó. Si patrón hay en la Bolivia de hoy, está sentado en
el sillón presidencial. Y maneja el látigo mejor que capataz.
Qué importan
fotografías de niños quemados, desaparecidos, mujeres esclavizadas por el
Estado Islámico. Nada de eso se equipara a la lesión de rodilla que tuvo el
caudillo, tratamiento, retorno al importantísimo fútbol y cuidados a tomar para
que no empeore o se reproduzca el daño. ¡Qué sería del rey de los bolivianos
sin fútbol! Y qué de los bolivianos si no existiese la bendita rodilla. El
mundo no sería igual, las constelaciones vivirían alborotadas como a punto de
ser tragadas por un agujero negro. La tierra, el planeta, no solo Bolivia,
caería bajo la sombra de un eclipse total y perpetuo si no estuviera Él. Lo
dijo ya su secretario, el multiversado Alvarito; lo anotan y publican en libro
la miríada de eunucos que danzan en derredor del Falo.
No es justo, creo
yo, que no se tratase el asunto en reunión extraordinaria de la ONU. Dicen
incluso los sabios que los marcianos planean secuestrarlo para clonarlo y
exportarlo por las galaxias. Marcianita,
blanca o negra, espigada, pequeña, bonita será mi amor, reza la letra de
una canción tropical que parece escrita para el momento en que el Supremo
encare a la gente del ultra espacio y pueda transmitirles su saber. Este
controvertido y polifacético Sócrates local arguye que lo sabe todo y ni siquiera
alista su traje folklórico de primer astronauta nativo porque no lo necesita.
Esa mamada de la Santísima Trinidad desconoce que hay Uno, único e indivisible.
Cómo van a inventarse tres figuras habiéndose ya presentado la suya. Evo es el
fin de las religiones.
De manera
expeditiva hay que reescribir el Sermón de la Montaña porque esa ingenua
representación en ningún lado afirma que de Evo Morales será el reino de la
tierra y el de los cielos. Ojalá se cuide la rodilla porque empinada cuesta es.
26/09/16
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Publicada en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 27/=)/2016
El poder suele superlativizar lo peor de la condición humana.
ReplyDeleteEs siempre un enorme gusto leerte, querido amigo.
Y peor si se hace en nombre de una abstracción como "pueblo". Da lugar a cualquier aberración. Abrazos, Jorge.
DeleteJa, no deberías dar ideas, estimado Claudio. Quién sabe, a algún cortesano (como aquel perruno ministro, cuyo nombre no recuerdo afortunadamente, que dijo que la rodilla esa le pertenece al “pueblo”) podría ocurrírsele erigir una rodilla gigantesca de hormigón para que compita con las moles de la Virgen orureña o el Cristo cochabambino, no vaya a ser que tengamos una nueva romería de feligreses en busca de insospechados milagros. Y ojalá el Messi plurinacional quede paticojo como el desafortunado Etcheverry, para que las arcas públicas respiren un poco y para que la televisión no siga transmitiendo tanta pachanga futbolera que ofende la vista.
ReplyDeleteEl señor de las rodillas, a quien irían a peregrinar las núbiles y no núbiles adoradoras del nuevo Chivo. Todo puede ser, hasta variar el eje de la tierra. Es tanta la sabiduría y el poder...
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