El barco se fue
al fondo. Pero los supuestos tripulantes se salvaron porque no estaban a bordo.
Como buenos capitanes debían haberse hundido con la nave, pero para eso se
necesitan cojones, huevos en jerga local. Y huevos, aparte del nombre de pila
del Gran Bonete, Huevo Morales Kayma, no los hay en este gobierno de
mataperros, de diputados de dudosa hombría, de violadores, cocaleros, pajpakus
y putillas de arrabal.
Debiera bastar
esta humillación para terminar con el gobierno. Habría que arrearlos a chicote
fuera de palacio y arrimarlos hasta el Kenko. A ver, puede ser que en la
indomable, indiomable mal escriben, Bolivia, sumisa también por contradictoria,
se alineen los astros para determinar el fin del ciclo divino del masismo. No
estaría mal, una profilaxis inmediata limpiada con agua de lavanda, o de
Holanda si se exprime el caso.
Escriben desde un
enclave italiano dentro de Cochabamba acerca de los sinvergüenzas que
vacacionaban en los países bajos, creyendo orondos y ufanos que los
izquierdosos de toga bastaban para la victoria. Olvidan que izquierdoso rima
con nervioso, miedoso y mierdoso sobre todo. Ni la retórica del buen salvaje,
bien forrado de oro este (Morales), sirvió. Ni Voltaire ni Rousseau. Por los
aires escapaba el documento del premio nobel de la paz e indios, mestizos y
aristócratas, todos lo mismo cuando su gremio ladrón está por encima de lo
racial, ni se daban cuenta en medio de su vaho alcohólico y comercial que
habían sido derrotados. Tuvieron que arrear los cueros que les cubrían los
genitales y ver que el frío se los había reducido a pepitas de damasco, a tristes
qurpas de desierto.
Hay que cobrar,
pueblo, porque demasiado verbo pusieron en el asunto. Se pavoneaban como
gallinas cluecas de estar ya exentas de trabajo, de ya no ir a la olla porque
bastante dura se les había puesto la carne. Soñaron con eternidad, gloria y
bucolismo de millonarios, y les escapó el tiro por atrás.
Veremos, porque
duchos son en el invento y la prestidigitación, con qué salen ahora. O
prepararán al glorioso ejército nacional, armado de wiphalas y pututus para
lanzarlos a la reconquista. Ya los corrieron a palos en el Chaco, será
recurrente verlos corretear otra vez en desbandada hacia la frontera del
Brasil. Esa institución ominosa no sirve ni para el carajo. Entonces sale el
segundo frente de cocaleros y ni cuenta se darán cuando los chilenos caminen
sobre sus cabezotas rellenas de baba verde. Es tiempo de replantearse la
patria, de plantarla, regarla y cultivarla con lo mejor de su tierra y de su
agua. La escoria no sirve ni siquiera para abono. Habrá que enterrarla como
desecho tóxico en el fondo del recuerdo. Y eso incluye a mucha gente; en
primera fila los intelectuales de lengua rugosa y larga, los lameculos en la
prensa y la sociología, en los espacios donde se enroscaron como lombrices. Hay
que anotarlos, marcarlos como para una noche de cuchillos largos (habilidad
nazi). A veces se puede utilizar el procedimiento enemigo para atacar. Y no
implico con ello que se asesine a este grupo de delincuentes sino que se los
extirpe de la vida pública y que jamás regresen. En particular a los
endiosados, marcados con la saliva de Dios. A esos, el peor castigo, la
inclemencia de Chonchocoro, el trono de piedra.
¿Se extenderá
algún día el novelón de La Haya? Abogados cobardes, plebe entusiasmada y
borracha, doñitas de inmensos aretes de oro, y dioses escapados de sus
adoratorios, volverán de cabeza gacha. No olvidarán las maletas con artículos
comerciales, eso no, que el negocio siempre adelanta a la patria. Y el castigo debiera siempre adelantar al negocio.
O enseñamos, o aprendemos a sufrir oprobio.
01/10/18
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Publicado por EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 02/10/2018
Imagen: Katsushita Hokusai
Un triste, nuevo y repetido, final como en 1904.
ReplyDeleteAhora les queda el vergonzoso berrinche y pataletas de niño consentido por mimos populistas. Que pronto será sacado por la dignidad mellada de los sanos bolivianos.
Esperemos que haya una respuesta.
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