Saturday, October 24, 2009
Cerca del descalabro/NADA QUE DECIR
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
A Barack Obama le tocó un país en ruinas. Los artífices del desastre, Richard Cheney entre ellos, acusan al actual gobierno de una y mil incapacidades. Cheney, criminal de guerra en los dos conflictos del Golfo Pérsico, tiene la sirvengüenzura de aconsejar en cuanto a lo que se debe hacer en Afganistán. Su consejo es obvio: matar y matar.
Cómo no va a hacerlo si en los Estados Unidos prima la impunidad. Recién, un juez federal descartó los juicios de civiles iraquíes contra de miembros de Blackwater, la compañía de guardias de seguridad que se ha proyectado hacia la riqueza de forma sideral en medio de abusos, violaciones, asesinatos. Es que es correcto para un norteamericano ejercer violencia pero no que la ejerzan sobre él. En la guerra de Vietnam lo que cuenta son los cincuenta mil muertos de este país, no los tres millones de víctimas vietnamitas; causan llanto y estupor los cuatro mil desgraciados que perdieron felizmente la vida en Irak, no los cien mil árabes. Es la historia de nunca acabar, en apariencia, pero se acaba.
La corrupción interna es tal que los bonos que reciben los ejecutivos de bancos y otras firmas sobrepasa la imaginación. Las estadísticas dicen que en 1965 el sueldo de un ejecutivo en jefe era veinticuatro veces más que el de un trabajador medio; el 2007 esa suma era doscientas setenta y cinco veces mayor. Y poco puede hacer el actual presidente porque depende -su gobierno y su vida- de cómo se maneje respetando los límites del capitalismo salvaje. Los amos están dispuestos a conceder ¿cuánto? Esa es la pregunta del millón.
Día que pasa se destapan fraudes billonarios que paga el contribuyente. Sin embargo, con poquísimas excepciones, las penas son leves si no inexistentes. El ladrón de guante blanco no pierde el respeto, bienes, su condición de luminaria. Pero si un inmigrante pobre, un negro alcohólico, roban una hogaza de pan del supermercado, ahí la ley cae con brutalidad y se ensaña para asegurarse que ese individuo no pueda nunca más participar de la vida social. Eso si no le disparan... los policías blancos que desdeñan
a un presidente negro.
No hace mucho unos jóvenes "arios" en un pueblito de Pennsylvania mataron a golpes a un inmigrante latino que tuvo la desdicha de tener una pareja "blanca". El castigo para esos buenos estudiantes y mejores futbolistas fue risible. Quien tuvo la culpa fue el victimado, "por estar a la hora equivocada en el lugar equivocado". El mensaje es claro: no pertenecemos ahí, al menos no a Shenandoah, Pennsylvania, donde gobiernan los analfabetos y juzgan los discriminadores.
Desde detalles pequeños, y dramáticos, como el relatado, hasta el tambalearse del gigante que fue derrotado en Indochina, que no ganó en Irak, que va perdiendo en Afganistán y que saldrá con el rabo entre las piernas de Pakistán, los síntomas son inequívocos: un tiempo va cumpliendo su ciclo. Así lo entiende el novel gobierno japonés, que duda en reafirmar los acuerdos militares con USA. Tendrá que mirar -Japón- a China, y hacer tratos con el gobierno mixto de Beijing, ya no con Washington.
La derecha norteamericana, como toda derecha, peca de imbecilidad. Y augura un futuro de poder omnímodo, eterno, porque los norteamericanos son una "raza" superior para sus estrechas mentes, pero si EUA quiere salvar algo tendrá que reformular su pensamiento y su carácter. Difícil en un país de escasa educación y de masa embrutecida por religión, soberbia y vicio.
24/10/09
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Publicado en Puntos de Vista (Los Tiempos/Cochabamba), 25/10/09
Imagen: Albrecht Dürer/Die Kanone, 1518
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