Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
"Canciones
de éxtasis" de Gautier de Coincy (c.1177-1236) acerca el mundo medieval.
Este tipo de música, diverso de acuerdo a la región geográfica, compacto según
el origen mayormente religioso de sus temas, ha sido de mis favoritos. Un gusto
que me liga entre infinidad de asuntos al hermoso Distrito de Columbia pero que
no me relaciona en absoluto con la resaca sagrada como podría preverse.
Gautier de Coincy
fue un monje que tuvo como notable característica convertirse en albacea voluntario
de cierta tradición poética y musical de su tiempo. Sus "Miracles de Nostre
Dame", colección narrativa de 30000 líneas, alternadas por
poemas-canciones y, según él, rescatadas de manuscritos latinos, enriquece el
conocimiento moderno de la literatura oral de entonces, la polifonía, la tenue
línea divisoria entre la música secular y la sacra, aspectos ambos de que
Gautier dispone en su propia autoría.
Sus canciones de
éxtasis como se presentan al público actual tienen la tersura de un matinal
paseo por la campiña francesa, plena de aires populares, y, en otros (aires),
sin necesaria reconvención mas sí recogimiento, se hacen penumbrales, a ratos
sombrías, nunca torvas. Se supone que son las voces de los ángeles, fenómeno
que más de uno entonces juraba escuchar.
Heinrich Seuse,
el Bendito, místico algo posterior a Gautier remarcaba sus encuentros con tales
seres maravillosos. Cielo e infierno no eran sino vaporosos augurios sobre la tierra
y nadie podía asegurar que de un día a otro no se entrase en santidad o ardiese
en hogueras que se levantaban contra imaginarios herejes.
Gautier fue abad
de Soissons, en la Picardía. Leyendo sobre él uno imagina placidez tal que no
sería extraño oír voces de querubines en las volutas de rocío de la mañana.
Pero la historia cuenta hechos diferentes. En el sur de Francia, por los
últimos cien años, se prepara una cruzada interna, en contra de la secta de los
cátaros o albigenses. Los relatos de horror de esta -como todas- guerra absurda
llena nuestra imagen de la región de voces de espanto y no de ángeles cantores.
12/4/06
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Publicado en
Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), abril 2006
Imagen: La muerte
del usurero y del mendigo/De un libro de Gautier de Coincy, c. 1260
Como las cantigas de Alfonso del sabio en Barcelona, no deja Ud. de sorprenderme, don Claudio, tan versátil en sus temas elegidos, pasó del éxtasis marihuanero al contemplativo monacal, ERES GENIAL !
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