Thursday, April 7, 2011
La importancia del momento/MIRANDO DE ARRIBA
Juan Forero escribe en la primera página del New York Times acerca de la coca en Bolivia, refiriéndose a los comentarios del presidente Morales: sí a la coca, no a la cocaína. Discurso peligroso por lo frágil. La afirmación de las posibilidades de la coca, transformada en productos de exportación como jabones, cremas, etc. no dista mucho de una ilusión. Incluso en el caso de que se concretasen industrias similares, la descarnada competencia global casi no dejaría resquicio para el marketing necesario. Añadamos que la mitología -y mitomanía- de la coca quizá nos interese a nosotros, nativos de aquel suelo, y no así a un mercado más extenso. Pastas dentífricas hechas de hierbas invaden los mercados. ¿Cómo vender las nuestras entonces? ¿Sugerir que provienen de planta sagrada? El consumidor actual se hace día a día más conocedor si no más inteligente. Lo primero que hace es leer las características de lo que quiere comprar, su descripción química y nutricional. Que unos acólitos del Gran Poder, en una escondida región del mundo, aseguren que el consumo de algo brindará sagacidad, vida eterna, miembro viril y demás patrañas, no atrae demasiado.
Otras son las cosas que la Bolivia de hoy debiera aprovechar y la principal es el estrado que la comunidad internacional ha dado a la última elección. Riquezas como el gas y cierta popularidad del carismático Evo pueden sentar al país a la mesa de negociación mundial, con mejores condiciones que ayer dado el alto porcentaje de votantes que eligió al presidente. Ese, el voto popular, es un poder manipulable en el buen sentido. El problema está en que si Evo divierte su atención a otros sectores, las masas se agitarán ante una inminente "traición". Es peligroso enmarcar un proyecto político en límites estrechos. Ya se ha hecho y será difícil soslayarlo, mas no imposible. Se trata ahora de liderazgo y seriedad. Sueldos cortados por la mitad son gestos de carnaval. No saldremos del escollo con fanfarrias.
Hablando de recortes salariales. El principal debiera ser la dispersión general y definitiva del ejército. No más gastos de defensa. Bolivia no necesita de generales, menos de almirantes que ni saben nadar. Reducir a la mitad los ingresos de la gente que trabaja es antipopular, regresivo, sin respaldo. Y si se continúa con el juego drástico, si se quiere ser veraz, que se instauren juicios sumarios para delitos de corrupción mayor, narcotráfico (los peces gordos), manejo de influencias y holgazanería institucional. Así se empieza.
13/2/06
Publicado en Opinión (Cochabamba), febrero, 2006
Imagen: Cuadro de Marcelo Suaznábar
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