Monday, September 16, 2013

Jim Morrison/CUADERNOS DE NORTEAMÉRICA

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Anoche me llamó Fernando, "en esta noche de febrero en Alexandria".

Escuchaba Caravana española, de los Doors. Hablamos del pasado, de las horas en Virginia. Dijo que en este momento en que Estados Unidos declina, Jim, sus canciones y poemas, tomaban un valor extraordinario. Morrison lo sabía. Es el más lúcido visionario norteamericano del siglo, y el más trágico.

Fernando lo traduce; acompaña de vino sus palabras. Era así cuando trabajamos juntos. La música, a diario, y las olas de soledad en las mal alumbradas calles de Arlington.

Blues del albergue de carretera es la canción perfecta para un inmenso país. Para comprenderlo hay que subirse a un auto y partir. Viaje infinito. En la grandeza del silencio hay moteles dispersos, por todo lado. No hay nación más sola ni más grande, ni más acompañada con sus pequeños lugares de vida en la inmensidad.

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Publicado en Opinión (Cochabamba), 19/02/1992

Imagen: Stefanie Schneider/The Village Motel Blue, 2005 

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