Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Largos
silencios, profundos, eternos silencios, Picha. Quedan recuerdos, imágenes,
fotografías y… sueños, que de a poco se van disolviendo, quedándose colores,
manchas, sensaciones. Lo esencial debajo de la pintura. Obras maestras
escondidas detrás de nimios intentos. Pero hay que gritar fuera de la
desesperanza porque sin rebelión no hay vida, moverlo todo para que parezca
igual. Simple filosofía, profundo dolor.
Emilio
Losada dice en la canción que va a dejarlo todo, a la chingada lo que haya
porque quiere verla bajo el cielo de Ciudad de México. Simón Bolívar desviando
las naves por perfume de mujer. Hay que cambiar rumbo, desoír al aterrorizado Lev
Kamenev en su juicio pidiendo a sus hijos no mirar atrás, siempre adelante, con
Stalin… A mirar a todo lado, que quizá hay flores por allí, quizá chacales. La
ortodoxia no sirve, además que aburre.
Repaso un
texto sobre la crítica de Arthur Koestler. Ahí me recordaron lo de Kamenev. Adoré
a Koestler en mi juventud. Décadas que no lo leo. Lo recuerdo cuando tomo vino
blanco georgiano, que puedo conseguir en Denver. En una de sus memorias habla
de él, y de la dirigencia comunista georgiana. No sé si mencionaba a Sergo Ordzhonikidzé,
suicidado (dicen) antes de ejecutado por su paisano.
Georgia, la
ruta del Argo y los argonautas en busca del vellocino de oro. En los arroyos de
aquel país todavía lavan oro con pieles de carnero. El polvo queda en la lana y
luego se lo lava y escurre. De ahí el mito. Según…
Silencio. Algo de Emilio, reggae, Celia Cruz, if you ever
know how much I love you. Tengo
fiebre, fever, el covid19, tal vez. Pero solo en la mañana, después me pongo
bien hasta la siguiente agonía. Poco tiempo tengo para reflexionar acerca del
infinito. Los músculos tienen que estar
tensos, para trabajar, amar, matar. Sin darles descanso, como a los treinta. La
ortodoxia es de músculos laxos, flojos, esmirriados y cobardes como el líder
podemita en la tierra de España. Decía mi padre: no temas a los fuertes; está
en los débiles la traición. Analizando se podría considerar esta hasta como una
opinión nazi. Pero conocía a mi padre y lejos de ello. Entiendo lo que quiso
decir. No lo olvido. Silencios, Picha de mis sueños, de testa vendada de
blanco, como romana o hada madrina.
Ni pienso
en el infinito ni bailo salsa. Mi tiempo apenas alcanza para la mitad de lo
mucho que deseo hacer. Si me deprimo… pues requeriría demasiadas horas que no
tengo. Arrastré el dolor como si fuera cueca boliviana; el martirio, el tormento,
con angustias quechuas y contradicciones íberas, aparte de todo lo demás entre
franceses, ashkenazis y no woman no cry.
Lo cierto
es que cuando te vas, Picha, me avisas que la clepsidra ya está volcada. Quizá
deba evaluar mis pasos e intentar ya no tantos caminos sino pocos, precisos y
sustanciosos. ¿No sería aquello una suerte de ortodoxia? ¿Pedir perdón como
Zinoviev y Bujarin? Dejémoslo así. De todos modos me dijiste anoche que el río
del Leteo está seco y el barquero borracho. Entonces implica, implica entonces,
que incluso en la muerte hay decisiones propias. Me gusta eso. No que me rapen
la cabeza y me metan en trenes hacia el paraíso del trabajo, fúnebre metáfora.
Domingo.
Emilio me mandó un puñado de poesía en música. Veo el sol afuera pero no me
tuesto adentro. Hoy no ejerzo de pan horneado. Escribo en calzoncillos; de a ratos
me acuerdo de muchachas dadivosas tornadas en hidras de Lerna, o de Cochabamba,
o de Denver. Mujeres amadas, odiadas de a ratos, siempre queridas, con cabeza
de calabaza en permanente Halloween.
Los Leningrad Cowboys cantan Happy Together. Recuerdo, hermana, cómo te encantaba
esa canción de The Turtles. Resumía la infancia, la familia que ya no existe. ¿O
estamos maridados ad aeternum, los dos padres y los seis hijos? Happy together,
Come together.
Pues suenan
las nueve y veinticinco en las ilusorias campanas de mi cueva. Aunque los
relojes debieron haberse parado cuando te fuiste sin maletas, independiente.
Podrías haberme esperado ¿no?, pero creo que cuando me dejó Ligia casi quince
años atrás te cansaste de ser otra madre para mí. Me diste alas, el libre
albedrío, mencionaste, y me tienes acá un poco más maduro, always sad but
always strong, como buen hijo que muestra a la progenitora que puede ser buen
trabajador.
31/05/2020
_____Imagen: Henri Rousseau
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