Poco se ha
hablado, casi nada por parte de los candidatos, acerca del futuro de la Corte
Suprema de los Estados Unidos, que, a diferencia del presidente, es elegida con
cargos vitalicios y decide la constitucionalidad de asuntos diversos desde una
presumible imparcialidad.
Llega el martes y
la paridad de las encuestas indica que la balanza puede inclinarse de cualquier
lado. Recibo por correo propaganda republicana que “denuncia” que la EPA
(Agencia de Protección al Medioambiente) “está atacando al carbón y matando los
trabajos”, manteniendo la posición de Romney de alcanzar autonomía energética
permitiendo la exploración y explotación de los recursos locales, desoyendo
alertas que anuncian terrible futuro si se disparara algo semejante (el carbón
es uno de tantos). Los demócratas también acumulan papeles argumentando que es
con educación, tecnología y fuentes alternativas de energía cómo EUA va a
continuar prominente en el mundo.
Ambos se
disputan, y cortejan, el voto latino que tal vez decida la elección en estados
como Colorado. A pesar de que la administración Obama olvidó, o desoyó, los
reclamos de este importante sector, el Partido Demócrata sigue contando con
amplia mayoría latina. Ambos se equivocan en su aproximación al problema. Se “importa”
trabajo de China, Pakistán, Rusia, España, Alemania, y no se permite a los
hijos de inmigrantes, para quienes este es SU país, continuar estudios.
Aberración que no entiende que está en ellos, los hijos de inmigrantes, la
posibilidad de pervivir. Negar a su propia población es el gran suicidio de los
Estados Unidos.
En educación,
medioambiente, libertad de palabra y expresión, y muchísimos etcéteras, entra
en juego la Corte Suprema. El presidente de ella, John Roberts, se puede decir
que salvó la reforma de salud del presidente. Paradójicamente el juez Roberts
pertenece al ala conservadora del grupo. Ejemplo de independencia.
La Corte consta
de nueve miembros, elegidos de por vida y nombrados por el presidente. No se
los puede remover de sus cargos y solo muerte o renuncia personal los
reemplazan. Su importancia es vital, excede la de los mandatarios, aunque no
puede quitar un veto presidencial. Los asuntos de mayor importancia se dirimen
en ella.
Cinco de los
jueces actuales se consideran conservadores; cuatro liberales. Se ha hablado
del posible retiro de Ruth Ginsburg y Stephen Breyer, ambos designados por
presidentes demócratas. En el caso de la juez Ginsburg, dos veces sobreviviente
del cáncer y casi de 80 años, el asunto se torna peligroso. Romney presidente,
y quizá reelecto, tendría que nombrar el sucesor de ella en el casi seguro caso
de su alejamiento. Lo mismo con Breyer, lo que, según analistas y críticos,
pondría al país en manos de los conservadores por décadas, sin importar la
sucesión de mandatarios. Se supone que si Obama gana, los dos jueces optarán
por retirarse, permitiendo mantener el precario equilibrio actual, ya que ha
habido situaciones (hablamos de Roberts hace poco) en que un conservador ha
votado liberal o viceversa. El 5-4 de hoy garantiza que los argumentos al menos
serán discutidos.
Un profesor de
Harvard se refería al tema hace un tiempo. La juez Ginsburg, dicen, ha puesto a
la Corte Suprema en riesgo. Lo acertado para ella hubiese sido renunciar
estando Barack Obama en el cargo. Al no hacerlo abre la posibilidad de que
perdiendo los demócratas esta elección el balance sea de 6-3, número ya muy
difícil de revertir.
Mañana martes hay
en juego mucho más que dos nombres, dos individuos. La Corte Suprema de los
Estados Unidos ha sido en mayoría de oportunidades ejemplo de equidad. Pero, a
pesar de su independencia, desbalancearla tendrá consecuencias catastróficas.
No se vota por Barack Obama o Mitt Romney, ellos pasarán. Se vota por mantener
el largo alcance de la Corte en situación de equilibrio. Lo otro sería un gran
riesgo.
5/11/12
Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 06/11/2012
Foto: Edificio de la Corte Suprema de los Estados Unidos
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