Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Ángel Parra
cantaba en una de aquellas inolvidables canciones, Soldadito de Bolivia,
de un míster dólar que regalaba muerte a sus lacayos bolivianos. El tiempo
trastrocó el panorama. Ahora, del supuesto lado en que el cantante se ubicaría,
un míster coca gobierna un feudo que ni siquiera se hubiesen imaginado los
mejores secuaces del imperio: propiedad privada, compartida por federaciones
cocaleras de semianalfabetos, lujuriosos y vanidosos ricos que siguen viviendo,
a pesar de la riqueza, como cerdos. El poder descarado del dinero y la
consecuente extensión de ese poder en el terror del machete pendiendo sobre una
sociedad casi cómplice.
Míster dólar y
míster coca, caras de una misma moneda, sombras pesadas y poderosas que mandan
el camino a seguir de las naciones. Ambos señores ávidos de impunidad y oro,
por encima de cualquier criterio moral y con una retórica de libertad,
igualdad, fraternidad similar, mientras les convenga. Estados Unidos entonces;
el narcotráfico hoy. Aquellos por los viejos oligarcas; estos creando nuevos.
Pero seguimos con
la cháchara del cambio, la revolución, a pesar de la obviedad del asunto. Lo
que vivimos hoy es un inmenso negocio ilegal, donde si bien las migajas se
extienden bastante, el costo como país será letal, sin la capacidad de
reponernos a la velocidad de vecinos ricos, sin la capacidad, posiblemente, de
reponernos nunca.
Las huestes
malignas, los orcos según los llama un lúcido bloguero nacional, han encontrado
en los resultados de estudios sobre la hoja “sagrada”, el incentivo para
arrasar con parques nacionales y tierras aborígenes. Pero en ello hay culpa
colectiva: intelectuales con veleidades de pueblo que mastican la insufrible
pasta; orientales, cruceños y benianos, que también “bolean” influenciados -e
inconscientes- por la existencia de una subcultura del narco que crece y se
afirma en nuestro territorio. Como si rumiar fuera la constancia de existir y
ser.
Este imperio es
con mucho más peligroso que el otro al norte. Porque en él no hay prisioneros,
ni controversias ni suspicacias. Igual al fundamentalismo islámico, en el narco
todo se castiga con la muerte; el individuo desaparece, se lo toma en cuenta
solo en lo utilitario de su condición para mantener el status quo. Los amos
invisibles, entre los que están financistas, banqueros, gobiernos, aparte de
los zares locales, no toleran preguntas.
Bolivia, que
siempre vivió al filo de este fenómeno, como productor de la hoja, ahora habita
en el fondo del saco, y ni napalm ni masacres u otros medios que se usen para
combatirlo servirán de mucho. Siendo un pueblo que se alimenta de mitos, que
vive de discursos y falsedades, toma el asunto a la ligera. El razonamiento es
simple: mientras recibamos algo, cualquier cosa, estamos bien. Filosofía de
mendigos que sueñan con misses universo, copas del mundo, centrales nucleares y
bolivianos en el espacio. Y se lo creen. Más que onanistas, oniristas, pero en
mal sentido.
Conversando con
un grupo de colombianos, españoles, mexicanos, irlandeses y tejanos el fin de
semana, enumerábamos las virtudes del pueblo boliviano, que son muchas. Gente
amistosa, alegre, fiestera, porque en fin esas son cualidades que ayudan a
vivir mejor de alguna forma. Y luego lo incomprensible, el historial eterno de
caudillos y ladrones; el hambre; la miseria; la negligencia en educar. Y hoy la
sombra. Míster coca como ente abstracto pero no irreal; míster coca
personalizado en un tipo avieso con un entorno de aquelarre.
“Regalo de míster
dólar”, cantaba Ángel Parra refiriéndose a las armas que USA proveía a los
milicos para “matar a su hermano”. Regalo de míster coca hoy, para matarnos a
todos… menos a los monarcas.
18/11/13
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Publicado en El
Día (Santa Cruz de la Sierra), 19/11/2013
Imagen:
Caricatura de Naranjo/2008. De Combate al narco-Caricaturas políticas (Blog
Mexicanos en USA)
"Culpa colectiva" (para q el reino cocalero vaya en Jauja), si, absolutamente cierto, Claudio. "Bolo", le llaman los "petroleros" a la asquerosa retención intrabucal de coca q les facilita -segun ellos- cumplir los inclementes turnos en los megacampos d gas. Nadie, normalmente, se salva d ese hábito infame. Cambas, chapacos, gauchos y collas. Ingenieros, técnicos, albañiles o "sherpas", todos son, allí, iguales ante la coca. Concientemente narcotizados d cabo a rabo vivimos, y nos gusta. "Colla aquí y colla allá", me decía un gordísimo "petrolero" camireño, autodeclarado camba d pura cepa y anecdótico personaje (en el campo de San Antonio) a quien prohibí d plano, entre muchos otros, ingresar a consultorio con el pestilente "bolo". Por eso y por no "bolear", me hice d enemigos a muerte durante esa mi etapa d médico petrolero"... Colla aquí, colla allá.. Y un buen día, rodeado él d sus mejores amigotes, le dije: "A ver Lucas, me ves a mí con bolo? Me ves en la boca chorreando, esa pestilencia verdosa q tienes tú todos los días en la boca? Quien es el colla, Lucas? Colla, Luquitas, es el que masca coca!!" Y Luquitas quedo tieso y mudo. Conociendo la expuesta naturaleza porcina de su esencia. Ja! Así, entre cambas y hasta gauchos voluntariamente narcotizados, firmé mi propia sentencia d muerte. Fuí luego, claro, rechazado en el paraíso petrolero... Por bocón. Por mandarles a tomar por culo. Pero ya lo demostró y enseño un sabio y corajudo Patriarca d Hierro: "Más vale la angustia de sobrevivir con modestia que la caricia de un amo".
ReplyDeleteTriste es lo nuestro, como país estimado Claudio. Todo apunta a que no tenemos remedio. Abrazos y gracias por las permanentes lecciones, caro amigo!
Te faltó el dichoso metro para Cochabamba y Santa Cruz que Mister coca anuncio demagogicamente hace pocos dias. Qué más nos prometerá al año siguiente, a pocos dias de las elecciones. Es inaudito que ni siquiera pueden terminar el proyecto Misicuni (hace poco el consorcio responsable se declaró en quiebra por impagos) y ya están hablando de trenes de alta velocidad y otros delirios lejos de la realidad. Lo terrible es que esta estrategia funciona en un pueblo adormilado y postrado como el nuestro. Cuanta mas exgerada la promesa, mejor. Muy bueno eso de “mister coca”, me hace recuerdo a Mister T, el de las cadenas de oro, la misma estampa pintoresca, solo que con guirnaldas de coca. Un saludo.
ReplyDeleteAchille, José, una atareada semana me impidió agradecerles por sus siempre punzantes, precisos, explícitos comentarios sobre el drama/juerga que atravesamos. Al menos nos queda la palabra para dejar constancia que siempre nos hemos opuesto y combatido esta patraña mesiánica. Cuando el dúo dinániico que desgobierna se hunda en el fango de la historia, quedarán los testimonios escritos que desnudarán la falsía con que peroraron y rebuznaron para encanto de muchos. Abrazos.
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