Leo que los
camiones se mueven con destino a La Rioja, Argentina. Seis largos trailers para
cargar con la estatua despedazada de Facundo. La armarán en destino. Veinte
metros de gloria o de terror según se vea. Las perspectivas difieren, pero no
por eso el hecho deja de ser fascinante.
Gracias a Ariel
Soto Paz, cineasta y documentarista boliviano (Quinuera, 2013), logré conocer y
entrar en un baldío de Huayllani, Cochabamba, en donde se esculpía algo
inusual: al centauro riojano, el Facundo que deplorara Sarmiento, a caballo y
con lanza y espada. Dice el escultor, Juan García, asociado a su hermano Edgar,
que la idea del contratante, la gobernación de aquella provincia argentina, era
que el Tigre de los Llanos, como lo llamaran, tuviese la brida en la boca. Para
Juan se disminuirían así detalles y prefirió que el caudillo simplemente estuviese
pegado a su corcel con las piernas, mientras en sus brazos lanza y sable
horadaran y cortaran la historia.
Ariel documenta
el proceso de la reconstrucción de Facundo en un valle de falda de cerro muy
lejos de su lugar de origen. Ganaron los hermanos García, de Llanquera, Oruro,
poblado hundido en medio de los Carangas, al norte, una convocatoria para el
trabajo. Ya habían levantado en Huayllani, también para La Rioja, una estatua
de pie del Chacho Peñaloza, con diez metros y agresiva lanza. El Chacho vivió
en nuestra infancia en los relatos que de él hacía Pippo Viale, amigo de la
familia y descendiente del guerrillero. Sentí un escalofrío al ver la fría
fibra de vidrio con que levantan sus monumentos los García, el guerrero mirando
hacia la nada, solo, atormentado a pesar de la gloria.
Alrededor de una
Coca Cola bastante caliente, Juan García fue mostrando los logros de su arte y
desdeñando el siempre olvido de los gobiernos hacia sus artistas. Se quejaba de
casi treinta mil dólares que debía pagar al fisco por esta empresa que debió
catalogarse entre expresiones artísticas exentas de gravamen. Además contaba su
desalojo de otro terreno cercano por los vecinos hastiados y envidiosos por el
éxito. Pueblo mezquino. Esteban Arze, Melgarejo, incluso los progenitores de
Evo Morales formaban parte de su galería de notables ya realizada y vendida. Su
propuesta ganadora para levantar a Facundo parece no contar ni con apoyo ni con
admiración de parte de los compatriotas más preocupados en el lucro diario que
en un evidente triunfo de un par de creadores locales a nivel internacional.
Ariel Soto
conducía. Veníamos de hacer un book tráiler del libro de Cerezal y Ferrufino,
Madrid-Cochabamba (Cartografía del desastre). Filmamos en la 14 de septiembre,
en el cementerio, en el mercado de comidas con las cocineras sospechando que
éramos de la alcaldía y traíamos algo escondido en contra suya. Nos marchamos
bajo la mirada furibunda de las refresqueras y las choriceras, de los
parroquianos que sin lógica se pusieron del lado de ellas. La eterna
desconfianza de la autoridad, que no está mal, pero que en Bolivia puede
convertirse en rociada con gasolina y estrangulamiento…
Volvamos al
Facundo de los García. La casa, en Huayllani, era de un frontis común nada
destacable. Golpeamos la calamina y al abrirse apareció la cercenada cabeza del
Tigre, con patillas espesas que se juntaban con los bigotes y fiera mirada. Los
ayudantes retocaban el corcel, al momento de verdoso color de cobre. Otro
ajustaba masilla a la brida. Había desorden; una bota gigantesca descansaba
cruzando el paso; en la parte trasera había restos diseminados que daban a una
calleja abierta. Supongo que nadie intentaría, o podría, arrastrar en robo peso
semejante. Dos figuras en escala, una más grande que otra, mostraban cómo se
vería el feroz federal ya bajo el cielo riojano, cielito rojo de sangre y
canciones de la Mazorca. La tumba de Leviatán, el cementerio de los elefantes.
Luego vino el razonamiento,
la explicación del escultor respecto al material, liviano para soportar tal
altura. Programas de computador que impiden equivocarse en la escala. El siglo
XXI junto al XIX. Estos no eran artistas del Primer Mundo, venían de Llanquera,
Nor Carangas, en el finisterre meridional y mediterráneo, retratando un hombre
que tal vez conocían en superficie y que jamás habrían leído las diatribas de Domingo Faustino Sarmiento en su
contra, con razón o no.
Cochabamba
impertérrita. Cierto que hubo un par de artículos al respecto, más sobre el
hecho de que connacionales tuvieran a cargo una obra extranjera que de la
historia misma. Valía la pena desglosar los acontecimientos de la larga guerra
civil platense, de la configuración histórica de las naciones vecinas, de las
ligazones extraordinarias entre Bolivia y Argentina, y más. No hablo de
interpretar los hechos sino de
contarlos, de crear expectativas sobre lo que fuimos ahora que está tan de moda
el pretérito enlazado con el futuro.
Facundo viaja en
camión, descuartizado. Destino final de su existencia cruel. Luego se alzará,
para beneficio de los políticos, en una carga ya ficticia. Solitario, mucho,
como el Chacho, y aprovechado.
15/09/15
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Publicado en REVISTA OH (Los Tiempos/Cochabamba), 20/09/2015
Fotografía: El escultor Juan García con el autor y la cabeza de Facundo
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