Sunday, September 20, 2015

Reavivando a Facundo Quiroga en Huayllani

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Leo que los camiones se mueven con destino a La Rioja, Argentina. Seis largos trailers para cargar con la estatua despedazada de Facundo. La armarán en destino. Veinte metros de gloria o de terror según se vea. Las perspectivas difieren, pero no por eso el hecho deja de ser fascinante.

Gracias a Ariel Soto Paz, cineasta y documentarista boliviano (Quinuera, 2013), logré conocer y entrar en un baldío de Huayllani, Cochabamba, en donde se esculpía algo inusual: al centauro riojano, el Facundo que deplorara Sarmiento, a caballo y con lanza y espada. Dice el escultor, Juan García, asociado a su hermano Edgar, que la idea del contratante, la gobernación de aquella provincia argentina, era que el Tigre de los Llanos, como lo llamaran, tuviese la brida en la boca. Para Juan se disminuirían así detalles y prefirió que el caudillo simplemente estuviese pegado a su corcel con las piernas, mientras en sus brazos lanza y sable horadaran y cortaran la historia.

Ariel documenta el proceso de la reconstrucción de Facundo en un valle de falda de cerro muy lejos de su lugar de origen. Ganaron los hermanos García, de Llanquera, Oruro, poblado hundido en medio de los Carangas, al norte, una convocatoria para el trabajo. Ya habían levantado en Huayllani, también para La Rioja, una estatua de pie del Chacho Peñaloza, con diez metros y agresiva lanza. El Chacho vivió en nuestra infancia en los relatos que de él hacía Pippo Viale, amigo de la familia y descendiente del guerrillero. Sentí un escalofrío al ver la fría fibra de vidrio con que levantan sus monumentos los García, el guerrero mirando hacia la nada, solo, atormentado a pesar de la gloria.

Alrededor de una Coca Cola bastante caliente, Juan García fue mostrando los logros de su arte y desdeñando el siempre olvido de los gobiernos hacia sus artistas. Se quejaba de casi treinta mil dólares que debía pagar al fisco por esta empresa que debió catalogarse entre expresiones artísticas exentas de gravamen. Además contaba su desalojo de otro terreno cercano por los vecinos hastiados y envidiosos por el éxito. Pueblo mezquino. Esteban Arze, Melgarejo, incluso los progenitores de Evo Morales formaban parte de su galería de notables ya realizada y vendida. Su propuesta ganadora para levantar a Facundo parece no contar ni con apoyo ni con admiración de parte de los compatriotas más preocupados en el lucro diario que en un evidente triunfo de un par de creadores locales a nivel internacional.

Ariel Soto conducía. Veníamos de hacer un book tráiler del libro de Cerezal y Ferrufino, Madrid-Cochabamba (Cartografía del desastre). Filmamos en la 14 de septiembre, en el cementerio, en el mercado de comidas con las cocineras sospechando que éramos de la alcaldía y traíamos algo escondido en contra suya. Nos marchamos bajo la mirada furibunda de las refresqueras y las choriceras, de los parroquianos que sin lógica se pusieron del lado de ellas. La eterna desconfianza de la autoridad, que no está mal, pero que en Bolivia puede convertirse en rociada con gasolina y estrangulamiento…

Volvamos al Facundo de los García. La casa, en Huayllani, era de un frontis común nada destacable. Golpeamos la calamina y al abrirse apareció la cercenada cabeza del Tigre, con patillas espesas que se juntaban con los bigotes y fiera mirada. Los ayudantes retocaban el corcel, al momento de verdoso color de cobre. Otro ajustaba masilla a la brida. Había desorden; una bota gigantesca descansaba cruzando el paso; en la parte trasera había restos diseminados que daban a una calleja abierta. Supongo que nadie intentaría, o podría, arrastrar en robo peso semejante. Dos figuras en escala, una más grande que otra, mostraban cómo se vería el feroz federal ya bajo el cielo riojano, cielito rojo de sangre y canciones de la Mazorca. La tumba de Leviatán, el cementerio de los elefantes.

Luego vino el razonamiento, la explicación del escultor respecto al material, liviano para soportar tal altura. Programas de computador que impiden equivocarse en la escala. El siglo XXI junto al XIX. Estos no eran artistas del Primer Mundo, venían de Llanquera, Nor Carangas, en el finisterre meridional y mediterráneo, retratando un hombre que tal vez conocían en superficie y que jamás habrían leído las  diatribas de Domingo Faustino Sarmiento en su contra, con razón o no.

Cochabamba impertérrita. Cierto que hubo un par de artículos al respecto, más sobre el hecho de que connacionales tuvieran a cargo una obra extranjera que de la historia misma. Valía la pena desglosar los acontecimientos de la larga guerra civil platense, de la configuración histórica de las naciones vecinas, de las ligazones extraordinarias entre Bolivia y Argentina, y más. No hablo de interpretar los hechos  sino de contarlos, de crear expectativas sobre lo que fuimos ahora que está tan de moda el pretérito enlazado con el futuro.

Facundo viaja en camión, descuartizado. Destino final de su existencia cruel. Luego se alzará, para beneficio de los políticos, en una carga ya ficticia. Solitario, mucho, como el Chacho, y aprovechado.

15/09/15

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Publicado en REVISTA OH (Los Tiempos/Cochabamba), 20/09/2015

Fotografía: El escultor Juan García con el autor y la cabeza de Facundo

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