Tuesday, August 24, 2010
La misma historia/MIRANDO DE ARRIBA
La no remota posibilidad de que John Mc Cain sea elegido presidente de los Estados Unidos implica la sucesión de muchas de las desastrosas políticas del biendotado "W" (George Bush, hijo). Entre ellas, quizá la peor, la continuidad de una guerra perdida de antemano, que en lugar de ser "constructora" de naciones y democracia como se pregonó, ha resultado en estrepitoso fracaso para ellos y en ruina general para los que tenían que ser "salvados".
Conocida es la actuación prepotente de los Estados Unidos en el concierto mundial. Tal vez el haberse conformado como nación en un proceso que desafiaba la Historia (a decir de Octavio Paz), fundó para sí la idea de que era el pueblo predestinado, idea que a medida que aumentó su poder se convirtió en sangriento festín.
Pensando en el desgraciado Iraq, los documentos nos remontan hacia unas no menos desgraciadas Filipinas. Terminada la guerra contra España, los Estados Unidos se vieron con una serie de nuevos territorios, lo que parecía únicamente aseverar su "destino manifiesto" del que todavía se habla. Asentados en las Filipinas, desmerecieron la lucha de los isleños en contra del yugo español y se posesionaron del territorio como propio.
La acción dio lugar a una cruenta guerra de 3 años contra las fuerzas irregulares de José Aguinaldo. El conflicto terminó con unos miles de soldados norteamericanos muertos en acción y más de 600000 civiles filipinos sólo en la isla de Luzón. Emblemáticas son las fotografías de infantes de marina parados sobre una colina de huesos humanos en un cementerio de Batangas.
Lejos de la atrocidad del campo de batalla (los norteamericanos quemaron a 89 pobladores en represalia por el decapitamiento de uno de sus soldados en cierta ocasión), los políticos en la metrópoli discutían el advenimiento de su nuevo imperio. El congresista por Indiana, Albert J. Beveridge, discurseaba en el senado acerca de que "Dios no preparó a los pueblos teutónicos y de habla inglesa para una vana auto contemplación o admiración ¡No! Nos ha hecho los maestros organizadores del mundo para establecer sistema donde reine el caos... Nos ha adaptado para gobernar, para así poder administrar gobierno entre pueblos salvajes y seniles... (...) Esta es la divina misión de América".
Un editor de Kansas llamado William Allen White escribía hablando de Cuba: "Sólo los anglosajones pueden gobernarse a sí mismos. Los cubanos necesitarán un gobierno despótico por muchos años para frenar la anarquía hasta que Cuba se llene de yanquis". Retórica que preludia el III Reich.
Era 1898-1900. Ciento diez años después ni la verba y menos la idea de superioridad dictada por un orden divino han desaparecido. Lo que no saben en Norteamérica es que el período de ser el "pueblo elegido" caducó y que la realidad ya se muestra otra.
7/7/08
Publicado en Opinión (Cochabamba), julio 2008
Imagen: Alianza del Tio Sam con cubanos y filipinos. Diseño satírico de J. Sotnevar. Barcelona 1898.
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