Thursday, October 27, 2011
El imperio del sol/MIRANDO DE ARRIBA
Imperio implica dominación. A pesar de sus características aglutinantes, que pueden incidir dramáticamente en un progreso económico y cultural -sobre todo de la élite imperial- y dejar una impronta histórica de importancia, su sobrevivencia depende del expolio y el usufructo de recursos y trabajo de naciones sometidas a su arbitrio. Inglaterra, Francia, Rusia, Japón, se nutrieron para sustentar su "grandeza" del sudor y la sangre de otros pueblos. Los imperios meso y sudamericanos no escapan a esta nefasta clasificación. Tanto aztecas como incas cumplieron su efímero, y a veces brillante, destino gracias a ese mismo sistema de explotación, con características propias como corresponde. Dominio que a la larga, con la invasión ibérica, se revirtió en contra suya. Ahí están las notorias huestes tlaxcaltecas que ayudan a hundir al imperio mexica, o las de los andinos cañari y huanca que impulsan el fin del Tawantinsuyu y colaboran con el inicio y fortalecimiento de un nuevo amo, mejor o peor según se interprete la historia.
Hoy, en inédito quiebre histórico, se escuchan peroratas que engañosamente hablan de un retorno a aquel luminoso imperio que abarcaba desde Colombia hasta Argentina, quizá olvidando que él se había superpuesto a diversos reinos y reyezuelos, tanto en Perú como en Bolivia, de etnias distintas a la quechua. ¿O cuando se habla de aquel soñado volver al Tawantinsuyo se piensa en la clara división que existe entre el grupo dominador venido del Cuzco y los sojuzgados collas, a decir aimaras, entre quienes, dada la oportunidad, y ya idealmente libres de la lacra blanca, se agudizará una crisis de toda índole, étnica en primera instancia, que dé lugar a una Ruanda latinoamericana? Hay referencia concreta en la historia del mentado imperio de "limpieza étnica", en el traslado, masivo y forzoso, de grupos humanos distintos y rebeldes de una región a otra: habitantes de los valles de Tarija desterrados al norte del Perú, quién sabe en qué condiciones, a la mejor manera de la última guerra en Bosnia. Ver rastros que pudieran producir nostalgia por el ayer en ello parece ceguera.
Sudáfrica, dentro de los males que aquejan a una sociedad diversa y traumatizada por años de desigualdad, da ejemplo al respecto, con el empeño de sus etnias y razas de trabajar en conjunto. Hay mucho que hacer en el caso de Bolivia, superar primero el drama racista que sostiene la inferioridad del indio de manera tácita. Rescatar el pasado amplio y ambiguo sin sueños tontos e interesados
27/6/04
Publicado en Opinión (Cochabamba), junio, 2004
Imagen: Manco Cápac, fundador del imperio quechua, en una pintura colonial
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